sábado, 15 de octubre de 2016

Año de la Misericordia, última llamada

Las cinco puertas de la Misericordia de la diócesis pronto se cerrarán. Dentro de 35 días habrá terminado el año jubilar extraordinario decretado por el papa Francisco. En la catedral, en el Santuario San Lorenzo y las parroquias El Señor de la Misericordia, María Reina del Universo y Nuestra Señora de Guadalupe en el Valle de Juárez  han llegado las peregrinaciones de fieles que piden perdón por sus pecados y cruzan la puerta como signo de renovación espiritual. Y es que si no se cruza la Puerta Santa rogando a Dios por un cambio en la vida, de poco sirve.

Hace unos días una señora me decía que ella no se confesaba ni comulgaba porque veía la doble vida de muchos católicos que, a unos días después de recibir el Cuerpo del Señor, continuaban sus vidas con comportamientos vergonzosos para un cristiano. Traté de animarla diciéndole que en la Iglesia había ciertamente algunos católicos que vivían sin dejar actuar a la gracia divina, pero que muchos –la mayoría de quienes estamos en la Iglesia– nos esforzamos por asemejarnos más a Jesús, en una vida de renovación espiritual constante, entre luchas, éxitos y caídas.

Para cruzar la Puerta de la Misericordia es necesario tener un propósito. Cuando san Juan María Vianney –el santo Cura de Ars–, en su época de seminarista, tenía serios problemas para aprender el latín, en su desesperación estuvo a punto de abandonar su vocación. El padre Balley captó el peligro, y le pidió que hiciera una peregrinación al Santuario de San Francisco Regis, en Louvesc. Vianney así lo hizo y suplicó al Señor la gracia de poder asimilar mejor el latín. Si bien Vianney nunca logró sobresalir en el estudio del idioma, Dios le concedió el progreso suficiente para salvarlo del desaliento.

El propósito para peregrinar y cruzar la Puerta de la Misericordia no debe ser otro sino la conversión para transformarnos nosotros también en puertas la misericordia de Dios. En efecto, Cristo es la puerta por la que las ovejas entramos a su casa. Pero el Señor nos invita a convertirnos en puertas del amor divino. Vistas así las cosas, las personas que entren en contacto con nosotros, deberán entrar en contacto con la misericordia. No está fácil, pero no nos desalentemos. El papa Francisco ha dicho que para atravesar la Puerta Santa debemos hacer una peregrinación como un signo de que la misericordia es una meta hacia la que debe tender nuestra vida, y que requiere de esfuerzo y sacrificio.

La Catedral y el Santuario de San Lorenzo, principalmente, deben de ser templos donde las personas se sientan acogidas y arropadas por la misericordia de Dios. Son lugares donde se vive muy acentuadamente la religiosidad popular y donde llegan procesiones desde diversos ángulos de la ciudad. A veces las peregrinaciones son muy numerosas pero no por ello los peregrinos viven una espiritualidad de masas. No. Cada uno llega con su propia historia, con su fe, con alegrías y tristezas; lo señaló el papa Francisco. Cada peregrino llega con un deseo especial y una súplica particular a Dios.

A veces vemos a personas, incluso adultos mayores, que caminan de rodillas por el atrio y el pasillo central de la catedral o del santuario San Lorenzo hasta donde se ubica la imagen de la Virgen de Guadalupe o san Lorencito. Otras veces vemos rezar a las personas, llenas de confianza en Dios, que le suplican con lágrimas en los ojos; muchas otras se acercan pidiendo una bendición o una oración personal. La gente busca sentirse en su casa, acogida, comprendida, confortada. Señala el papa que estos lugares de peregrinación son espacios privilegiados para encontrar al Señor y tocar con la mano su misericordia.

A partir de hoy domingo restan sólo cinco semanas para aprovechar las gracias que nos ofrece el Año de la Misericordia. La puerta Santa se cerrará y se volverá a abrir –si la Providencia no dispone otra cosa– hasta el año jubilar 1025. Veamos este año tan especial como un signo del amor infinito de Dios por nosotros y de cómo no deja de tendernos lazos para salvarnos. Preparemos una buen confesión y dispongámonos a que todos los residuos del pecado acumulados en nuestra vida sean cancelados por la gracia de la indulgencia plenaria. Más cariño del Señor ya no se puede.

4 comentarios:

  1. Padre Hayen: buenas tardes, ¿para alcanzar las gracias de este Año de la Misericordia debemos hacer una Confesión general de vida o únicamente de los pecados no confesados x olvido o cometidos desde la última Confesion realizada?

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  2. Para ganar la indulgencia basta únicamente una confesión de los pecados no confesados desde la última confesión. Pero a ello hay que agregar el visitar un lugar donde está la Puerta Santa o Puerta de la Misericordia, orar por las intenciones del papa, desapego a todo pecado y asistir a la Eucaristía. Saludos y bendiciones.

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  3. Buen dia Padre Hayen. Se llevará a cabo alguna peregrinación en Catedral? He escuchado que las iglesias con Puerta Santa han programado estas para luego finalizar con la Eucaristia.

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  4. Cada parroquia y decanato realiza su peregrinación propia para ganar la indulgencia por el Año de la Misericordia. Depende de la organización parroquial y del decanato. Nosotros en el decanato de N. Sra. de Guadalupe ya hicimos nuestra peregrinación y como parroquia de Catedral también. Pregunte en su parroquia para mayor información y detalles. Saludos y bendiciones. p. Hayen

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