jueves, 28 de enero de 2016

El papa y el mundo del trabajo

En Ciudad Juárez, desde hace varias semanas, un grupo de obreros de maquiladora mantiene sus protestas por los bajos sueldos y la prohibición de sindicatos. Es una muestra pequeña de las muchas heridas que existen en el mundo laboral. Mientras tanto la ciudad se prepara para recibir al pontífice quien, ante trabajadores y patrones representantes del mundo del trabajo en México, pronunciará su discurso. Hablará también una obrera de la industria maquiladora local y en las antípodas de la escala social, probablemente hará acto de presencia Carlos Slim, uno de los hombres más acaudalados del mundo.

Diversas tensiones se suscitan en el mundo del trabajo, no sólo por cuestiones de sueldos o por falta de sindicatos. También por asuntos de autoestima. Cuando la falta de oportunidades y el desempleo son altos, las personas que no consiguen trabajo tienden a desmoralizarse y a perder la conciencia de su valor como personas. Se sienten marginados de la sociedad. El papa Francisco nos enseña que sólo en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su propia vida (EG, 192).

Uno de los grandes retos que Francisco ha subrayado hoy en el mundo del trabajo, es lograr el equilibrio entre el empleo y la vida familiar. En uno de sus encuentros con trabajadores, el papa escuchó el testimonio de una mujer obrera que habló, no sólo a nombre propio, sino de su familia: su marido, su niño pequeño y otro que se halla en el vientre materno. Y Francisco hacía hincapié en que los padres han perdido la capacidad de jugar con sus hijos. Ya no tienen tiempo para ello. La vida se les va en trabajar para sacar los gastos de la familia y los hijos pierden el preciosísimo tiempo de jugar con sus padres.

Sin duda, este es un drama que viven miles de familias de Ciudad Juárez. Muchos niños crecen en guarderías o se crían solos por la ausencia de sus papás que están trabajando. Las consecuencias sociales negativas han sido evidentes. ¿Cómo conjugar la necesidad del trabajo con la vida familiar? ¿Cómo recuperar el sentido del domingo para vivir una vida más equilibrada reconociendo que el trabajo no es el último fin de la vida, sino el descanso, la caridad y la contemplación de Dios? “El domingo libera del trabajo –a excepción de los servicios necesarios– porque nos dice la prioridad no es la economía sino la humanidad, la gratuidad, las relaciones no comerciales sino familiares, las amistades y, para los creyentes, la relación con Dios y con la comunidad”. Así lo ha enseñando Francisco en su visita pastoral a la Diócesis de Campobasso.

En ese mismo discurso el papa señalaba que el problema de la crisis no es que la gente no tenga qué comer –lo cual es grave– pues bastaría acudir a una oficina de Cáritas para obtener lo necesario. El problema de las crisis económicas es la pérdida de la dignidad humana por la escasez de trabajo. Por eso llamaba a las diversas fuerzas que integran el mundo laboral –empresarios, obreros y sector público– a hacer un ‘pacto por el trabajo’, para lograr que la mayoría de los ciudadanos tenga un empleo. Si algo similar ocurriera en ciertas partes de México donde la falta de inversión acrecienta la pobreza y empuja la migración, podrían solucionarse muchos de los problemas que aquejan al mundo de los trabajadores.

Uno de los discursos más esperados del pontífice será el que pronuncie ante empresarios, líderes sindicales, obreros y personas relacionadas con el mundo del trabajo. La palabra sabia y llena de caridad de Francisco puede ser el lubricante que ayude a mejorar el funcionamiento de los engranajes de la gran maquinaria de todos los que trabajamos en México.

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