S i existieran las lecciones de suicidio, Nicolás Chamfort habría reprobado. Él fue un literato y moralista que vivió en París durante los años de la Revolución francesa. Cuando el régimen del Terror lo encarceló por sus críticas a la república, intentó quitarse la vida. Un amigo suyo, Pierre Louis Ginguené, lo describe así: “Carga una pistola, pretende dispararse en la frente, se destroza la parte alta de la nariz y pierde el ojo derecho. Asombrado de seguir vivo, y resuelto a morir, coge una navaja de afeitar, intenta cortarse el cuello una y otra vez y se hace jirones la carne: la impotencia de su mano no cambia para nada la resolución de su alma; se da varios cortes en el pecho para llegar al corazón y, comenzando ya a desfallecer, en un último esfuerzo, trata de cortarse las dos corvas y de abrirse todas las venas, exhala un grito y se echa en un sillón, donde cae casi sin vida. La sangre corría a chorros bajo la puerta” (Nicolas de Chamfort, Maximes et pensées, caractères et a...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos