En la Diócesis de Ciudad Juárez algunas parroquias celebran misas en centros comerciales. Las Misiones y Plaza Sendero son lugares donde aquellos que, antes o después de comprar su mandado, pueden encontrar a Jesús vivo y resucitado en la Eucaristía. Algo parecido realiza la Diócesis de Cuautitlán; ellos han instalado capillas en plazas comerciales donde hay acceso a las estaciones del metro. Parece extraño celebrar la misa en lugares donde no hay una feligresía estable, ¿valdrá la pena? Quienes defienden estas iniciativas afirman que muchas personas que no van a la iglesia pueden descubrir, en estos lugares, un espacio para escuchar la Palabra de Dios y hacer un poco de oración, o bien hablar con un sacerdote. La nueva evangelización invita a romper esquemas. ¿Será que entre frutas, verduras, zapatos y perfumes también se mete el Señor?
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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