Se detuvieron en Ciudad Juárez a casi mil ciudadanos, durante un mes, conduciendo en estado de ebriedad. Esto enciende los focos rojos que nos indican el serio peligro en que estamos de sufrir un accidente provocado por un borracho. ¡Bien por los retenes antiebrios!, pero no basta. Si el sistema educativo no educa en la prevención de adicciones, y si la Iglesia no forma mejor a sus feligreses en la virtud de la templanza, estamos en riesgo de convertirnos en una sociedad viciosa, en una sociedad alcohólica. Hemos de recordar que no hay vicio sin suplicio. Y precisamente porque el placer es seductor y nos arrastra fácilmente más allá de los justos límites, la templanza nos inclina a la mortificación, en la comida y la bebida, para asegurar que nuestras vidas estén regidas por la razón y no por la pasión. Para la buena vida, orden y medida.
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