Ocurrió el 18 de agosto de 2017. Pasó de la agonía a la muerte. Durante la tarde, sentada en un sillón de su habitación en el hospital, había conversado con Toña sobre asuntos de la familia. Cuando la llevaron nuevamente a la cama, inició su tránsito hacia la otra vida. Esa noche nos reunimos varios miembros de la familia para ayudarle a preparar su viaje. Oraciones, el sacramento de la Unción de los enfermos, los salmos, el rezo del Rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia... eran las últimas recomendaciones a esta gran mujer que había vivido cien años, 75 de ellos como esposa y madre, 54 de abuela y 40 años dedicada a las Voluntarias Vicentinas. En diversas partes de la ciudad, otros enfermos también murieron esa noche. Muchos de ellos escucharon los llantos -gritos quizá- de sus familiares, como si la muerte fuera un castigo, una injusticia cruel que llega inevitablemente. Pocos ven la muerte como un regalo de Dios, un favor divino, un salto de calidad para nuestro creci...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos