El abominable ser llamado varón
No pasa un solo día sin que la prensa publique casos de violencia contra la mujer. Ahora resulta de que el Honorable Congreso de la Unión es una sala donde abundan sátiros legisladores que buscan acostarse con sus colegas diputadas; se dice que no dejan de mirarlas con lascivia y de solicitarles favores sexuales. Términos como ‘violencia de género’ ‘acoso sexual' o ‘feminicidio’ se han hecho parte del lenguaje de lo políticamente correcto. Cuando las víctimas son las mujeres, las noticias ocuparán todas las columnas de la prensa, y se le dará seguimiento durante varios días. Por el contrario, si la víctima es un varón, no habrá noticia. Y si hay noticia es porque se lo merecía, o porque la mujer tenía alguna demencia. Detrás de este tratamiento de las noticias están, sin duda, los lobbys feministas y abortistas que quieren meternos la idea de que la mujer es siempre la víctima de la violencia, y de que hay que protegerla con leyes -incluyendo la legalidad del aborto- para librarse de las consecuencias de su trato con los varones.
Obsesión por la igualdad Decisión absolutamente arbitraria es la que toma el Instituto Estatal Electoral en Chihuahua al pedir a los partidos que paguen su cuota de género para colocar en puestos públicos a sus representantes. Es una intromisión dictatorial en la vida interna de los partidos que al IEE no le corresponde. Con este reglamento los partidos tendrían que colocar, por ejemplo en el Congreso, o en las sucesiones presidenciales, un número igual de personas de género masculino por otro tanto del femenino. El fin es asegurar que hombres y mujeres tengan equidad de género en la participación política. Como cristianos estamos de acuerdo que féminas y machos tenemos los mismos derechos en la vida pública, sin embargo los puestos políticos no pueden repartirse según el criterio de los cromosomas, sino según la capacidad que las personas tengan para ocupar cargos públicos, no importa que sean damas o caballeros. Según la nueva cuota de género, dentro de poco tiempo los partidos tendrán que colocar en una justa alternancia en los puestos públicos a gays, travestis, lesbianas y transexuales, negros e indígenas. A estos extremos llega el fanatismo hembrista con la obsesión que tiene por la igualdad.
Armas contra la corrupción En México, seis de cada diez personas consideran que la corrupción aumentó en este año. Sin embargo la mayoría de los mexicanos anhelamos una patria libre de corrupción. No queremos que crezca la gangrena en nuestro pueblo. El tema se trató dentro del foro sobre la corrupción, que el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana realizó el pasado miércoles 6 de diciembre. En dicho evento participó Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, quien subrayó la necesidad de crear una ecología humana como base para erradicar la corrupción. ¿Cómo podremos erradicar la corrupción sin una formación moral de los ciudadanos, y si la familia no cumple con su función educativa? Es ahí donde la Iglesia puede ejercer un papel importante. Pero además una buena educación es fundamental, decía monseñor; y señalaba el pobre nivel educativo que tienen nuestros legisladores en México; son gente de muy pobre preparación y muchos de ellos ni siquiera saben sobre lo que están legislando. Apuntó también que el único camino para vencer la tentación de la corrupción es el servicio. Mientras que del orgullo y la soberbia nace la corrupción, el servicio hace humilde a la persona, y le da caridad y creatividad para transformar la realidad.
Obsesión por la igualdad Decisión absolutamente arbitraria es la que toma el Instituto Estatal Electoral en Chihuahua al pedir a los partidos que paguen su cuota de género para colocar en puestos públicos a sus representantes. Es una intromisión dictatorial en la vida interna de los partidos que al IEE no le corresponde. Con este reglamento los partidos tendrían que colocar, por ejemplo en el Congreso, o en las sucesiones presidenciales, un número igual de personas de género masculino por otro tanto del femenino. El fin es asegurar que hombres y mujeres tengan equidad de género en la participación política. Como cristianos estamos de acuerdo que féminas y machos tenemos los mismos derechos en la vida pública, sin embargo los puestos políticos no pueden repartirse según el criterio de los cromosomas, sino según la capacidad que las personas tengan para ocupar cargos públicos, no importa que sean damas o caballeros. Según la nueva cuota de género, dentro de poco tiempo los partidos tendrán que colocar en una justa alternancia en los puestos públicos a gays, travestis, lesbianas y transexuales, negros e indígenas. A estos extremos llega el fanatismo hembrista con la obsesión que tiene por la igualdad.
Armas contra la corrupción En México, seis de cada diez personas consideran que la corrupción aumentó en este año. Sin embargo la mayoría de los mexicanos anhelamos una patria libre de corrupción. No queremos que crezca la gangrena en nuestro pueblo. El tema se trató dentro del foro sobre la corrupción, que el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana realizó el pasado miércoles 6 de diciembre. En dicho evento participó Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, quien subrayó la necesidad de crear una ecología humana como base para erradicar la corrupción. ¿Cómo podremos erradicar la corrupción sin una formación moral de los ciudadanos, y si la familia no cumple con su función educativa? Es ahí donde la Iglesia puede ejercer un papel importante. Pero además una buena educación es fundamental, decía monseñor; y señalaba el pobre nivel educativo que tienen nuestros legisladores en México; son gente de muy pobre preparación y muchos de ellos ni siquiera saben sobre lo que están legislando. Apuntó también que el único camino para vencer la tentación de la corrupción es el servicio. Mientras que del orgullo y la soberbia nace la corrupción, el servicio hace humilde a la persona, y le da caridad y creatividad para transformar la realidad.
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