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La Familia es sagrada, no democrática


Hace unos meses las declaraciones de Olga Sánchez Cordero –la nueva Secretaria de Gobernación– nos dejaron perplejos. Afirmó que había llegado el momento de democratizar a la familia. El término `democratizar´ aplicado al hogar significa que en la forma de conducir la vida familiar todos deben de participar, especialmente los niños. Ellos, durante todos los siglos de historia de la humanidad, han sido relegados a tener que aprender y han sido obligados a obedecer. Eso debe de cambiar porque es injusto, según la funcionaria. Ha llegado el tiempo –dice– en que también los niños sean empoderados y les sean respetados sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos.

A Andrés Manuel López Obrador, a Olga Sánchez Cordero y a los legisladores debemos decirles contundentemente que con nuestras familias no se metan, porque sencillamente la Familia es una realidad sagrada. Esto quiere decir que se trata de una institución natural creada por Dios que antecede al Estado y a las leyes civiles, y que tiene sus leyes y dinámicas propias. Es en la intimidad de la vida familiar donde se vive y se aprende el amor humano y el amor de Dios, donde tiene origen a la vida humana y donde los padres educan a los hijos. Y eso es parecerse mucho a Dios. Por ello ningún gobierno debe manipular o destruir a la Familia natural, sino que debe, por el contrario, defenderla y promoverla.

El nuevo Gobierno de México no tiene ningún derecho a entrometerse entre los muros de los hogares para alterar las leyes naturales que los han regido durante toda la historia: el amor entre el hombre y la mujer, la fecundidad del matrimonio y el derecho y deber de los padres de educar a sus hijos. El sistema educativo escolar debe limitarse solamente a enseñar ciencias humanas y humanísticas a los alumnos, pero en ningún momento debe meterse dentro de los muros de los hogares para manipular sus dinámicas. Hoy el Estado está arrebatando la patria potestad a los padres de familia para imponer el adoctrinamiento ideológico abortista y homosexualista a las nuevas generaciones. Eso es herir de muerte a la familia y secuestrar el futuro de México, que son los niños.

El intento de `democratizar´a la familia es una injerencia del socialismo para crear una sociedad sin clases sociales. Igualando al hombre con la mujer y a los padres con los hijos, aboliendo toda diferencia, se quieren colocar los cimientos de una nueva sociedad de iguales. No hay cosa más antinatural que ello. ¿Son estos los cimientos antropológicos de la cuarta transformación? El Estado debe reconocer la complementariedad de todos los que integramos la sociedad y debe promover la armonía entre todos. Jamás debe buscar dividirnos o confrontarnos en una lucha de mujeres contra hombres e hijos contra padres. El aborto y la eutanasia que el gobierno está proponiendo no es otra cosa sino permitir que madres maten a sus hijos en el vientre, y que hijos maten a sus padres en la ancianidad.

La fiesta de la Sagrada Familia que hoy celebramos nos ayude a tomar conciencia de que a la Familia natural ningún gobierno debe tocarla. Su carácter sagrado ha sido marcado por Dios para bien de todos, y para que toda sociedad tenga futuro. 

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