La pregunta: Padre, buenos días, necesito un consejo. Somos de una familia católica activa, de oración, comunión y servicio. Uno de mis hermanos me llamó para invitarme a su 'bautizo' por otra religión. Le dije que me daba gusto que reconociera a Dios como su guía y salvador, pero también le dije que no me parecía que recibiera otro bautismo, cuando él ya había sido bautizado como católico. Como su hermana, creo que tenía el deber de decírselo. Le dije que no podía acompañarlo, no recuerdo qué pretexto le puse, pero siento que si lo hubiera acompañado le hubiera fallado a mi fe y a mi Iglesia por ser cómplice de algo que mi hermano no debió hacer. Sin embargo siento el remordimiento porque es mi hermano de sangre y a veces creo que debí acompañarlo. Si me pudiera dar alguna orientación, padre, se lo agradezco.
Padre Hayen: hiciste bien en no acompañar a tu hermano a su supuesto bautismo. Si lo hubieras acompañado le habrías enviado el mensaje de que las religiones son relativas, y de que no importa en cuál te bautices, lo importante es que aceptes a Jesucristo como el Salvador. Estamos de acuerdo en que lo más importante es aceptar a Jesús como el Salvador, pero no es menos importante ser bautizados en la única Iglesia que Jesús fundó.
Los católicos creemos que la plenitud de los dones que Cristo quiso para su Iglesia subsisten en la Iglesia Católica, y que los otros grupos cristianos rechazan la plenitud de la verdad revelada por Cristo. Ellos sólo aceptan el principio de que basta la fe en Jesús y la guía de la Biblia para salvarse, lo cual no es del todo correcto. Es cierto que Jesús es el único Salvador del mundo, pero también es cierto que la Sagrada Escritura no puede ser la única guía para salvarse.
La Escritura entregada a los hombres para su libre interpretación conduce a innumerables errores interpretativos y a la pérdida de la unidad de la Iglesia. Cuando en la historia se empezó a aplicar ese principio erróneo de 'sólo la fe y sólo la Biblia', empezó una división entre luteranos y calvinistas, y desde entonces se ha ido fragmentando el cristianismo protestante en innumerables comunidades, muchas de ellas con doctrinas contradictorias entre sí. ¿Es esa la voluntad de Jesucristo?
Jesús, en la Última Cena, antes de entregarse a la muerte, rogó al Padre por la unidad de su Iglesia: "Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Jn 17,21). Si la voluntad del Señor es no dividir a la Iglesia, sino mantenerla unida en una misma fe y en un mismo bautismo (Ef 4, 4-5), tú, al no acompañar a tu hermano a su inserción a una comunidad cristiana fuera de la Iglesia Católica estás ayudando a Cristo a no dividir más a la Iglesia fundada por él.
Trata a tu hermano con todo tu cariño y hazle saber que lo amas como persona, pero también, porque lo quieres, condúcete con la firmeza de la verdad por delante: separarse de la Iglesia Católica para integrarse a comunidades evangélicas, las cuales no son Iglesia (Iglesia sólo es la que celebra válidamente la Eucaristía), es lacerar el Cuerpo de Cristo, pero también es arriesgar la salvación anunciada por Él. Tu negativa de participar en el bautismo de tu hermano es, en realidad, un acto de amor a Cristo y a tu hermano. A veces, hija, el amor duele.
Un último consejo: no discutas ni te metas en dimes y diretes sobre religión con tu hermano. Conoce tu fe católica y está dispuesta siempre a dialogar con él para darle razones de por qué eres católica, pero no te enfrasques en alegatos donde puedan salir lastimados. Y, por supuesto, ofrece a todos testimonio de un cristianismo alegre y servicial, que para hacer creíble que somos discípulos de Jesús lo más importante es el amor concreto que nos manifestemos unos a otros, aunque éste, a veces, no pueda aplaudir lo que otros hacen. Que Dios ilumine tus pensamientos y la Virgen María, Madre de la unidad de la Iglesia, te sostenga en tus luchas.
(Las confesiones con absolución se dan en las parroquias; aquí sólo consejos y sin revelar nombres. Puedes escribir, de manera breve, en un mensaje privado a mi cuenta de Facebook/Messenger : Eduardo Hayen Cuarón; o en Twitter: @padrehayen)
Padre Hayen: hiciste bien en no acompañar a tu hermano a su supuesto bautismo. Si lo hubieras acompañado le habrías enviado el mensaje de que las religiones son relativas, y de que no importa en cuál te bautices, lo importante es que aceptes a Jesucristo como el Salvador. Estamos de acuerdo en que lo más importante es aceptar a Jesús como el Salvador, pero no es menos importante ser bautizados en la única Iglesia que Jesús fundó.
Los católicos creemos que la plenitud de los dones que Cristo quiso para su Iglesia subsisten en la Iglesia Católica, y que los otros grupos cristianos rechazan la plenitud de la verdad revelada por Cristo. Ellos sólo aceptan el principio de que basta la fe en Jesús y la guía de la Biblia para salvarse, lo cual no es del todo correcto. Es cierto que Jesús es el único Salvador del mundo, pero también es cierto que la Sagrada Escritura no puede ser la única guía para salvarse.
La Escritura entregada a los hombres para su libre interpretación conduce a innumerables errores interpretativos y a la pérdida de la unidad de la Iglesia. Cuando en la historia se empezó a aplicar ese principio erróneo de 'sólo la fe y sólo la Biblia', empezó una división entre luteranos y calvinistas, y desde entonces se ha ido fragmentando el cristianismo protestante en innumerables comunidades, muchas de ellas con doctrinas contradictorias entre sí. ¿Es esa la voluntad de Jesucristo?
Jesús, en la Última Cena, antes de entregarse a la muerte, rogó al Padre por la unidad de su Iglesia: "Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Jn 17,21). Si la voluntad del Señor es no dividir a la Iglesia, sino mantenerla unida en una misma fe y en un mismo bautismo (Ef 4, 4-5), tú, al no acompañar a tu hermano a su inserción a una comunidad cristiana fuera de la Iglesia Católica estás ayudando a Cristo a no dividir más a la Iglesia fundada por él.
Trata a tu hermano con todo tu cariño y hazle saber que lo amas como persona, pero también, porque lo quieres, condúcete con la firmeza de la verdad por delante: separarse de la Iglesia Católica para integrarse a comunidades evangélicas, las cuales no son Iglesia (Iglesia sólo es la que celebra válidamente la Eucaristía), es lacerar el Cuerpo de Cristo, pero también es arriesgar la salvación anunciada por Él. Tu negativa de participar en el bautismo de tu hermano es, en realidad, un acto de amor a Cristo y a tu hermano. A veces, hija, el amor duele.
Un último consejo: no discutas ni te metas en dimes y diretes sobre religión con tu hermano. Conoce tu fe católica y está dispuesta siempre a dialogar con él para darle razones de por qué eres católica, pero no te enfrasques en alegatos donde puedan salir lastimados. Y, por supuesto, ofrece a todos testimonio de un cristianismo alegre y servicial, que para hacer creíble que somos discípulos de Jesús lo más importante es el amor concreto que nos manifestemos unos a otros, aunque éste, a veces, no pueda aplaudir lo que otros hacen. Que Dios ilumine tus pensamientos y la Virgen María, Madre de la unidad de la Iglesia, te sostenga en tus luchas.
(Las confesiones con absolución se dan en las parroquias; aquí sólo consejos y sin revelar nombres. Puedes escribir, de manera breve, en un mensaje privado a mi cuenta de Facebook/Messenger : Eduardo Hayen Cuarón; o en Twitter: @padrehayen)
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