En la tierra nuestra persona sólo puede alcanzar una perfección relativa. Podemos acercarnos a la unión íntima con Dios, podemos vivir una vida muy santa, pero hasta que lo contemplemos cara a cara, es decir: hasta que se nos conceda tener la visión beatífica, podremos haber alcanzado el fin para el cual Dios nos creó: contemplarlo para toda la eternidad. Será entonces la santificación absoluta. Mientras tanto, la vida será un camino de santificación o de perfeccionamiento.
Este regalo no depende de nosotros, sino de Dios. Porque Dios quiso comunicarnos, además de una vida natural que todos tenemos, nos quiso comunicar la vida sobrenatural. Y la vida sobrenatural no es otra sino la vida de la gracia, la misma vida de Dios. Esta vida divina nos fue dada por virtud de Jesucristo, nuestro Señor. Él es la razón de toda nuestra vida cristiana.
Lo que vamos a conocer en esta serie de artículos es conocido también como ‘la ciencia de los santos’ porque el objetivo es que sepamos en qué consiste la santidad y cuáles son los medios para llegar a ella. Crecer en la vida cristiana exige esfuerzos. San Pablo comparaba su vida con los ejercicios de entrenamiento a los que se sometían los atletas para alcanzar la victoria. ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. (1Cor 9,24-26)
Así, la palabra ascesis significa los esfuerzos del alma cristiana que lucha para avanzar por el camino de la santidad. Y con ese nombre de ascética se conoce la ciencia que trata de estos esfuerzos necesarios para avanzar en el camino del espíritu, hacia la perfección o santidad. Esta serie de artículos podemos llamarlos también ‘teología mística’. Mística quiere decir misterioso, secreto y especialmente se refiere a los secretos de la vida religiosa para ir por el camino de la perfección.
Jesús al joven rico le propuso una ascética, un esfuerzo de seguimiento como uno de sus discípulos, pero aquel joven prefirió la comodidad y se quedó sin entrar en el Reino. Sin ascética se quedó también sin entrar en la vida mística, en una vida íntima con Jesús.
Te propongo entonces adentrarte en estas catequesis para explorar los secretos de la vida cristiana donde conoceremos el arte de ir transformando, poco a poco la propia vida en una vida llena de luz, de paz y de alegría, con la gracia de Dios.
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