miércoles, 9 de septiembre de 2020

Ciencia y feminismo-LGBTI


En días pasados un grupo de mujeres fueron arrestadas en el centro histórico de Ciudad Juárez después de que vandalizaron uno de sus monumentos. En Ciudad de México otro grupo feminista tomó las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y destruyó parte del inmueble. La exigencia de ambos grupos feministas es la misma: hacer justicia por las mujeres desaparecidas. Es paradójico que pidan, siempre con violencia, el cese de la violencia contra la mujer; incurren así en aquello mismo que con tanta rabia combaten.

Uno de los postulados feministas es que toda diferencia entre varones y mujeres debe desparecer. Su lucha es una batalla utópica por conseguir la igualdad. Las mujeres deben estar a la par con los varones en salarios, en asunción de responsabilidades y en deberes, en profesiones, en oportunidades laborales y en la vida pública. Desde los años 60 ellas postulan que la crianza, la educación y la cultura son factores que han determinado las diferencias sexuales. Sin embargo, olvidan algo que, en los últimos años, la ciencia ha logrado descubrir: la existencia de profundas diferencias biológicas, hormonales y, sobre todo, del cerebro masculino y femenino.

Las maneras de sentir y trabajar, de reaccionar, de conversar; las preferencias, intereses, gustos, socialización, afectividad, sexualidad y hasta la manera de relacionarse con Dios no sólo son resultado de los roles que la cultura atribuye a hombres y mujeres, sino que tienen su fundamento en la naturaleza humana. Durante décadas de investigación la neurociencia, la endocrinología genética y la psicología del desarrollo, han concluido que los cerebros del hombre y de la mujer, desde antes de nacer, son notablemente diferentes en su estructura y funcionamiento. Hace veinte años esto apenas se descubría.

Libros como "Cerebro y educación" de María Calvo; "Cómo aprende el cerebro" de S. J. Blakemore; "Por qué los hombres nunca recuerdan y las mujeres nunca olvidan" de M. Legato; "Cerebro de hombre, cerebro de mujer" de Hugo Liaño, nos explican que el cerebro masculino y femenino procesan la información de manera diversa. Hombres y mujeres no oímos, ni vemos, ni sentimos, ni juzgamos de manera igual. Cada sexo se distingue por interpretar el mundo de manera propia. No podemos decir que un sexo es más inteligente que otro, sino que ambos llegan a la solución de los problemas por caminos diferentes. Tampoco nuestras cualidades cognitivas son iguales, ni nuestra composición química, anatomía, riego sanguíneo y metabolismo.

Aunque nuestra cultura esté empeñada en abolir las diferencias haciendo que las mujeres vistan igual que los hombres, o que ellos se pongan aretes y se dejen crecer el cabello; aunque hoy las mujeres participen en boxeo o los varones críen a los niños; aunque se motive a los niños con disforia de género a tratar de cambiar de sexo, recordemos que no existe un cerebro unisex. Las diferencias en la estructura y el funcionamiento cerebral de damas y caballeros sigue siendo dramática. Y si bien es cierto que los seres humanos no somos solamente biología sino que también tenemos libertad, es igualmente cierto que no podemos ser tan independientes de nuestra naturaleza biológica sin que ello traiga consecuencias graves, y a veces devastadoras. Es necesario aprender a educar la libertad inscrita en nuestra biología.

Por más que se empeñe el feminismo LGBTI en abolir las diferencias entre varones y mujeres, éstas nunca podrán desaparecer. Las llevamos en nuestros genes, en el cerebro y en todo nuestro ser. Aunque hoy las nuevas generaciones son víctimas de un fuerte lavado de cerebro en el que la cultura los invita a independizarse de la naturaleza en una falsa libertad, la ideología feminista-LGBTI está destinada al fracaso, justamente por ser ideología que no tiene sustento en la realidad ni en la razón. Contra la naturaleza es inútil combatir. Somos varones o mujeres, y es sueño lo demás.

2 comentarios:

  1. Ay padre Hayen si Dios mismo creó la homosexualidad. No porque las mujeres vistamos como hombres o los hombres igual ya está mal. Los padrecitos también traen enaguas, batas femeninas y capas bordadas con florecitas y no por eso van a ser jotos. O a lo mejor ssí, muchos padrecitos son felices con sus capas y gorritos muy femeninos.

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  2. Otra de tus publicaciones para escupir veneno y odio contra las mujeres y la comunidad LGBTI. Escribes: "...nuestra cultura esté empeñada en abolir las diferencias haciendo que las mujeres vistan igual que los hombres, o que ellos se pongan aretes y se dejen crecer el cabello;..."
    Según tu "lógica" un hombre con cabello largo es homosexual o al menos afeminado. ¿Entonces estás afirmando que Jesucristo era homosexual pues él usaba el cabello largo? Y no sólo eso, sino que Jesús también usaba túnicas tipo vestido de mujer, ¿entonces Jesús era afeminado según tu forma de pensar?
    Escribir tonterías es lo que te motiva hacer tu falta de amor a tu prójimo.

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