Es impresionante que los tentáculos del pecado lo penetran todo: el arte, la literatura, el cine, la política, los medios de comunicación, el deporte, la ciencia, la tecnología. No hay adelanto técnico o científico que no empiece ser utilizado para corromper. Todo lo humano y todo lo que hay en el mundo lleva, en alguna medida, el impacto de la inmundicia. La misma Iglesia no está exenta de corrupción.
Sin embargo el mensaje de Jesús está lejos de ser negativo. Todo lo contrario: nos dice que el príncipe del mundo no tiene poder en él, y que no tengamos miedo porque él ha vencido al mundo. "Velen y oren para no caer en tentación", dirá más tarde en Getsemaní. Con esa confianza, adhirámonos a Jesucristo para quedar limpios de toda forma de maldad, y avancemos en el camino, firmes en la fe.
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