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Pañuelos azules

"Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten?” (Santa Teresa de Calcuta)

Llegaron a Ciudad Juárez los pañuelos azules. Hombres y mujeres pueden llevarlos al cuello como mascada, adornando la bolsa de la camisa o del saco, atado en la muñeca, ajustado la cabeza, papaloteando en la antena del coche y hasta en el pescuezo de las mascotas. Lo importante es el mensaje social que transmite. Es un símbolo pro-vida que identifica a los ciudadanos que quieren vivir en una tierra donde la vida humana sea respetada.

Los pañuelos azules se empezaron a utilizar en Argentina como oposición a los pañuelos verdes que utilizan los militantes que reclaman el aborto libre, seguro y gratuito. En medio del debate nacional argentino, la organización Más Vida decidió tomar este símbolo para impulsar la causa a favor de la vida con el lema `Salvemos las dos vidas´.

El aborto mata. No sólo le quita la vida a un ser humano inocente que no se puede defender, sino que también, de alguna manera, mata a la madre al causarle una herida emocional, psicológica y espiritual de dimensiones muy hondas. Muchas mujeres dicen haber experimentado una muerte en vida después de que voluntariamente se sometieron a un legrado. Incluso hay quienes después de muchos años no pueden perdonarse a sí mismas, aunque Dios ya las haya perdonado. Por eso `Salvemos las dos vidas´ es el lema de esta campaña.

Los pañuelos azules están llegando a Ciudad Juárez porque soplan los primeros vientos de un vendaval que se anuncia con la llegada del nuevo gobierno federal, a partir de diciembre. El equipo que rodea al presidente electo de México está marcado por una tendencia fuertemente abortista, sobre todo por el impulso que Olga Sánchez Cordero -ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación- y Marcelo Ebrard -ex jefe de gobierno del Distrito Federal- dieron al aborto durante sus desempeños públicos, además de tantas personas de la izquierda política que promueven la agenda abortista.

Quienes anhelamos que en nuestro país se respeten los derechos humanos -la vida humana desde el vientre materno es el primero de ellos-, podemos agregar el uso del pañuelo azul a nuestra vida cotidiana. De esa manera expresaremos que estamos a favor de salvar la vida del niño por nacer y la de su madre. El Rosario Viviente, el próximo sábado 6 de octubre, será una ocasión especial para hacernos sentir como Pueblo de Dios y de la vida llevando nuestro pañuelo azul.

Creo que el pañuelo azul no se limita a la cuestión política. Es un signo de amor a la vida, de amor a todo ser humano que viene al mundo; es signo incluso de amor a quienes no piensan como nosotros y promueven el aborto, pues las vidas de estas personas, aunque piensan equivocadamente, son inmensamente amadas por Dios y valen tanto como las nuestras y las de los niños por nacer. Y desde una óptica cristiana lleva el color mariano -el azul- como signo de amor a la Virgen María que trajo al mundo a Aquel que ha venido a traernos vida en abundancia.

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