María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. (Jn 12,3)
Muchos tenemos personas ancianas en nuestras familias, y pensar en la muerte de ellos, como algo que pronto puede ocurrir, es inevitable. Mis abuelos están llegando al siglo de vida y es imposible evitar pensar que su salida del mundo está próxima. La muerte da vuelta en torno a nosotros, a veces llega con sorpresa llevándose a nuestros amigos y seres queridos en edades tempranas. Pensar en nuestra partida de este mundo es también un asunto que viene a nuestra mente, de cuando en cuando. Los seres humanos estamos destinados a vivir la Pascua, nuestro paso de este mundo a la presencia de Dios.
La escena de María, la hermana de Marta y de Lázaro, ungiendo los pies de Jesús y enjugándoselos con sus cabellos, nos ayuda a preparar la Pascua, la de los demás y la propia. María está movida por el Espíritu Santo. Un acto de amor la lleva a perfumar los pies de su Señor y, sin saberlo, está anunciando a la Iglesia que la muerte y sepultura del Maestro es inminente. No habrá tiempo para ungir el cuerpo de Jesús cuando ocurra su muerte, y ella lo está haciendo anticipadamente. María revela que la hora de Jesús ha llegado. Cristo deberá dejar este mundo.
La unción en Betania nos enseña que también nosotros debemos prepararnos para la muerte, la propia, y también la muerte de nuestros familiares y amigos. Así como Dios Padre estableció el tiempo de la Pascua para su Hijo Jesucristo, también ha fijado el día y la hora en que nosotros viviremos la nuestra. En ese momento habrá terminado nuestra misión en la vida. Cumplida nuestra tarea, nada debe impedir que debamos partir.
¿Cómo me preparo para mi propia Pascua, y cómo ayudo a preparar la Pascua de mis seres queridos? Pienso en esos abuelos que ya van de salida y en otras personas cercanas, ancianas o enfermas, y me pregunto si, a ejemplo de María de Betania, también yo les hago un homenaje con mi cariño, con el aceite del consuelo, y si baño sus pies con alguna lágrima y algún detalle. Que el pensamiento de las personas cercanas que están próximos a partir, me ayude a hacer vida los versos de Anamaría Rabatté:
Si quieres hacer feliz
a alguien que quieras mucho…
díselo hoy, sé muy bueno
en vida, hermano, en vida…
Nunca visites panteones,
ni llenes tumbas de flores,
llena de amor corazones,
en vida, hermano, en vida…
Muchos tenemos personas ancianas en nuestras familias, y pensar en la muerte de ellos, como algo que pronto puede ocurrir, es inevitable. Mis abuelos están llegando al siglo de vida y es imposible evitar pensar que su salida del mundo está próxima. La muerte da vuelta en torno a nosotros, a veces llega con sorpresa llevándose a nuestros amigos y seres queridos en edades tempranas. Pensar en nuestra partida de este mundo es también un asunto que viene a nuestra mente, de cuando en cuando. Los seres humanos estamos destinados a vivir la Pascua, nuestro paso de este mundo a la presencia de Dios.
La escena de María, la hermana de Marta y de Lázaro, ungiendo los pies de Jesús y enjugándoselos con sus cabellos, nos ayuda a preparar la Pascua, la de los demás y la propia. María está movida por el Espíritu Santo. Un acto de amor la lleva a perfumar los pies de su Señor y, sin saberlo, está anunciando a la Iglesia que la muerte y sepultura del Maestro es inminente. No habrá tiempo para ungir el cuerpo de Jesús cuando ocurra su muerte, y ella lo está haciendo anticipadamente. María revela que la hora de Jesús ha llegado. Cristo deberá dejar este mundo.
La unción en Betania nos enseña que también nosotros debemos prepararnos para la muerte, la propia, y también la muerte de nuestros familiares y amigos. Así como Dios Padre estableció el tiempo de la Pascua para su Hijo Jesucristo, también ha fijado el día y la hora en que nosotros viviremos la nuestra. En ese momento habrá terminado nuestra misión en la vida. Cumplida nuestra tarea, nada debe impedir que debamos partir.
¿Cómo me preparo para mi propia Pascua, y cómo ayudo a preparar la Pascua de mis seres queridos? Pienso en esos abuelos que ya van de salida y en otras personas cercanas, ancianas o enfermas, y me pregunto si, a ejemplo de María de Betania, también yo les hago un homenaje con mi cariño, con el aceite del consuelo, y si baño sus pies con alguna lágrima y algún detalle. Que el pensamiento de las personas cercanas que están próximos a partir, me ayude a hacer vida los versos de Anamaría Rabatté:
Si quieres hacer feliz
a alguien que quieras mucho…
díselo hoy, sé muy bueno
en vida, hermano, en vida…
Nunca visites panteones,
ni llenes tumbas de flores,
llena de amor corazones,
en vida, hermano, en vida…
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