La semana pasada un joven de 24 años fue sacrificado en Chihuahua como parte de un rito satánico, según la Policía Estatal Única. El joven había ingresado a la secta llamada “Los hijos de Baphomet” y quería ser vampiro. Los satanistas le dijeron que lo podían resucitar como tal, pero nunca supo que antes tenía que ser asesinado. En las grandes ciudades el satanismo es una realidad trágica. Las sectas condicionan a sus miembros para no creer en el amor y desconfiar de todos; los obligan a matar a sus mascotas como parte de su entrenamiento y los llevan a ejercitarse en prácticas sexuales pervertidas. Pero además los programan mentalmente para hacerle daño a cualquier consejero cristiano que intente ayudarles a salir de su situación. Y en caso de que tengan que hablar de la vida interna de la secta, los disponen a suicidarse. Son jóvenes atrapados por los lobos, ovejas perdidas que nunca tuvieron pastores.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Saludos Padre Hayen si es posible, le pido que publique algo por este medio sobre la película de Spotlight.
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