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Mostrando las entradas de noviembre, 2015

La Iglesia vive de limosnas

H ace unos días agudicé mis oídos y escuché proclamar, a uno de esos predicadores protestantes de la plaza frente a Catedral, que la Iglesia Católica es tan rica, que posee más dinero –¡ja!– que Estados Unidos y que la Unión Europea juntos. No le di importancia porque sé que en muchas comunidades no católicas se azuza frecuentemente el odio hacia la Iglesia Católica tildándola como la Babilonia ramera. Pero días después vi, por televisión, a un conocido periodista local que aseguraba que el Vaticano –¡oh! ¡oh!– era de los estados más ricos del mundo. Eso sí me preocupó. Vayamos primero con las propiedades de la Iglesia. ¿Las tiene? Sí, y muchas: templos, hospitales, dispensarios, orfanatos, escuelas, seminarios y otros edificios que utiliza para el culto y la evangelización por toda la geografía mundial. Los ha acumulado a lo largo de los siglos y sirven únicamente para que la Iglesia cumpla su misión de evangelizar y dar culto a Dios. Pero estas propiedades inmuebles, más que ser ...

Vendrá el hombre de las llaves

L a inmensa mayoría de los católicos mexicanos no puede ir a Roma para ver al papa. Será Roma, entonces, la que venga a ellos a través de Francisco, su obispo. No seremos parte de esos más de diez millones de personas que anualmente visitan la Basílica de san Pedro, y que van de todos los rincones de la tierra. No iremos a detenernos frente al altar mayor de la imponente basílica vaticana para rezar el Credo, como buenos peregrinos, y recibir la bendición del Santo Padre. Será el mismo papa quien venga a nosotros para bendecirnos y confirmarnos en la fe católica. Como el humilde pescador de Galilea confesó un día en Cesarea de Filipo: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, también nosotros haremos nuestra confesión, frente al Santo Padre, muy probablemente, en nuestra tierra fronteriza. Esperamos que el mismo papa lo confirme el próximo 12 de diciembre, en Roma, durante la misa que celebrará en honor a la Virgen de Guadalupe. ¿Quién es el hombre de sotana blanca que vendrá a vis...

Ante los terribles hechos en París

Anoche nos dormimos con un gran pesar en el corazón por lo ocurrido en París. Imágenes dantescas de destrucción y con cadáveres por doquier aparecieron hoy en los periódicos. Podemos imaginar la pesadilla que muchos hermanos franceses están viviendo, sobre todo aquellos que perdieron algún familiar durante esos actos terroristas. La situación tan compleja que se vive en Europa y en Medio Oriente, sobre todo con los conflictos en Siria e Irak y con la expansión del violento Estado Islámico es reflejo de la precariedad de nuestra condición humana. Somos nosotros los seres humanos quienes con nuestro egoísmo hemos convertido el mundo en un lugar difícil para vivir. Las injusticias políticas, la venta de armas, la violencia, la saña y la crueldad, la intolerancia hacia otras religiones, la emigración forzada… todo ello es fruto amargo de de la crisis espiritual que se vive en nuestras sociedades y que hunde sus raíces en el pecado. ¡Cuánta desolación sigue causando el poder del mal! El te...

La oración cambia al mundo

D icen las encuestas que la gente dedica poco tiempo a la oración. Yo lo lamento muchísimo porque el mundo, si la gente orara, sería un lugar mucho mejor para vivir. Tendríamos también personas más serenas, con más paz interior y las familias no padecerían de tantos dolores de cabeza. Me atrevo a decir que si el mundo marcha muy mal es porque el mundo ora poco o, de plano, no ora.  Los sacerdotes nos damos cuenta de que hay cristianos que se acercan a la Iglesia cuando el agua les llega a los aparejos. Entonces comienzan a rezar para pedirle a Dios que los saque de su problema y, al ver que el cielo no se abre, caen en el desánimo y abandonan la plegaria. En casos extremos llegan a afirmar que orar es una actividad completamente inútil y que Dios debe ser, seguramente, un personaje mitológico lejano al mundo en que vivimos. Hay personas no creyentes que se burlan de la oración. Dicen que se trata de una sugestión mental con efectos consolatorios, un hablar con gnomos o hadas im...

Dejarlos partir

A rthur Schnitzler publicó en 1864 una novela corta llamada ‘Morir’. En ella describe la historia de un hombre de mediana edad llamado Félix, a quien un médico le diagnosticó una grave enfermedad pulmonar comunicándole que no podrá vivir un año más. Félix entró en una grave crisis. Su esposa, viendo cómo su marido lloraba revolviendo sus cabellos, trataba en vano de consolarlo. Aquel hombre empezó a imaginar que su esposa sería viuda y que quizá volvería a enamorarse de otro hombre. “En un año todo habrá terminado… Dentro de un año yaceré rígido, quizá incluso descompuesto… Y tú, tú te verás igual que ahora”. Félix hacía estas reflexiones en voz alta y Marie se ponía a llorar desconsoladamente. “¿Por qué piensa Félix de esa manera? ¿Acaso no confía en mí?”. Y un día, mientras escuchaba uno de esos dramáticos monólogos de su marido, le dijo: “He vivido contigo, moriré contigo”. La impotencia rodeaba la vida de Félix. Sabía que su esposa no podría morir con él, porque la muerte es...