Mayores cosas has de ver (Jn 1,50)
Cuando ocurrió el milagro eucarístico de Braine, muchos no católicos vivían en aquella ciudad, que se localiza en la arquidiócesis de Soissons, en Francia. Inés de Braine, una condesa fervientemente católica que vivía en un castillo de la ciudad, intentaba convertir a muchos de aquellos no católicos, y sus esfuerzos los concentró en una hermosa niña judía. Aquella niña constantemente rechazaba creer en la Sagrada Eucaristía, y permaneció escéptica a pesar del entusiasmo de la condesa. Resuelta a conquistar a la niña para la fe católica, la condesa se la llevó a vivir al castillo, donde fue contratada como camarera y dama de compañía.
En el año 1153, el Arzobispo de Soissons celebró una Misa solemne y una procesión por la ciudad de Braine para festejar la fiesta del Espíritu Santo. A las ceremonias acudió toda la gente de la ciudad, incluyendo los no católicos, quienes asistieron por respeto a la persona del Arzobispo, y también por la curiosidad de participar en aquellas bien organizadas actividades.
Durante el Santo Sacrificio de la Misa celebrada por el Arzobispo, mientras duraba la Elevación del pan eucarístico, el pueblo vio, en vez de la Hostia, a un niño pequeño. No se sabe cuánto tiempo duró aquella visión, pero fue tan impresionante y esplendorosa que los no católicos, llenos del Espíritu Santo, comenzaron a solicitar el Bautismo. Entre aquellos que pidieron ser bautizados estaba la niña judía a quien la condesa había intentado convertir al catolicismo.
Hostia fresca por más de 550 años
Luego de aquel milagro, la Condesa Inés de Braine fundó un monasterio, donde la milagrosa Hostia fue custodiada durante siglos. Es sabido que 80 años después del milagro, en el año 1223, el Cardenal Jacque de Vitry visitó y rindió culto a la milagrosa Hostia. En 1718, más de 550 después del prodigioso hecho, la Hostia permanecía íntegra, y teniendo el tamaño de una moneda grande. Pero quince años después de aquella constatación, un historiador llamado Carlier descubrió que la Hostia había sido reducida a un puñado de polvo. La Sagrada Forma había sido guardada en un tabernáculo, junto con el cáliz utilizado en la Misa donde sucedió el milagro.
No Sólo la Hostia y el cáliz fueron celosamente guardados, sino también las vestiduras litúrgicas utilizadas en la Misa del milagro. La casulla (manto amplio y elegante que cubre al sacerdote durante la celebración eucarística), era de seda fina con símbolos litúrgicos, incluyendo el rostro de un ángel por el frente, y un Cordero de Dios por detrás. En 1790, un año después de la Revolución Francesa, se descubrió que aquella casulla había sido vendida por el prior del monasterio para cubrir las necesidades económicas de la abadía donde era custodiada. Todos los objetos utilizados en aquella Misa fueron preservados en la iglesia, aunque de aquello hoy ya nada se conserva. La Arquidiócesis de Soissons confirma que realmente ocurrió aquel milagro eucarístico, y que durante muchos años se celebraron procesiones en su honor. Actualmente estas romerías ya no se celebran.
Apuntes para la vida espiritual
Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía para que quien lo coma viva eternamente, pues la Eucaristía es su Cuerpo y Él es la Vida eterna: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne” (Jn 6,51). La Hostia de Braine duró más de 550 años incorrupta como un signo de la incorrupción de la que gozan quienes se alimentan de la Eucaristía. San Francisco de Sales, en su libro “Introducción a la vida devota”, nos dice: “Así como los hombres, viviendo en el paraíso terrestre no podían morir según el cuerpo, por la fuerza de aquel fruto vital que Dios había puesto en él; así pueden también no morir espiritualmente, por la virtud de este sacramento de vida: que si las frutas más tiernas y sujetas a corrupción, como son las cerezas, los albaricoques y las fresas, se conservan fácilmente todo el año estando en conserva de azúcar o miel, no es de maravillar, si nuestros corazones, aunque frágiles y débiles, se preservan de la corrupción y del pecado, estando en el dulce azúcar y miel de la incorruptible Carne y Sangre del Hijo de Dios.
Cuando ocurrió el milagro eucarístico de Braine, muchos no católicos vivían en aquella ciudad, que se localiza en la arquidiócesis de Soissons, en Francia. Inés de Braine, una condesa fervientemente católica que vivía en un castillo de la ciudad, intentaba convertir a muchos de aquellos no católicos, y sus esfuerzos los concentró en una hermosa niña judía. Aquella niña constantemente rechazaba creer en la Sagrada Eucaristía, y permaneció escéptica a pesar del entusiasmo de la condesa. Resuelta a conquistar a la niña para la fe católica, la condesa se la llevó a vivir al castillo, donde fue contratada como camarera y dama de compañía.
En el año 1153, el Arzobispo de Soissons celebró una Misa solemne y una procesión por la ciudad de Braine para festejar la fiesta del Espíritu Santo. A las ceremonias acudió toda la gente de la ciudad, incluyendo los no católicos, quienes asistieron por respeto a la persona del Arzobispo, y también por la curiosidad de participar en aquellas bien organizadas actividades.
Durante el Santo Sacrificio de la Misa celebrada por el Arzobispo, mientras duraba la Elevación del pan eucarístico, el pueblo vio, en vez de la Hostia, a un niño pequeño. No se sabe cuánto tiempo duró aquella visión, pero fue tan impresionante y esplendorosa que los no católicos, llenos del Espíritu Santo, comenzaron a solicitar el Bautismo. Entre aquellos que pidieron ser bautizados estaba la niña judía a quien la condesa había intentado convertir al catolicismo.
Hostia fresca por más de 550 años
Luego de aquel milagro, la Condesa Inés de Braine fundó un monasterio, donde la milagrosa Hostia fue custodiada durante siglos. Es sabido que 80 años después del milagro, en el año 1223, el Cardenal Jacque de Vitry visitó y rindió culto a la milagrosa Hostia. En 1718, más de 550 después del prodigioso hecho, la Hostia permanecía íntegra, y teniendo el tamaño de una moneda grande. Pero quince años después de aquella constatación, un historiador llamado Carlier descubrió que la Hostia había sido reducida a un puñado de polvo. La Sagrada Forma había sido guardada en un tabernáculo, junto con el cáliz utilizado en la Misa donde sucedió el milagro.
No Sólo la Hostia y el cáliz fueron celosamente guardados, sino también las vestiduras litúrgicas utilizadas en la Misa del milagro. La casulla (manto amplio y elegante que cubre al sacerdote durante la celebración eucarística), era de seda fina con símbolos litúrgicos, incluyendo el rostro de un ángel por el frente, y un Cordero de Dios por detrás. En 1790, un año después de la Revolución Francesa, se descubrió que aquella casulla había sido vendida por el prior del monasterio para cubrir las necesidades económicas de la abadía donde era custodiada. Todos los objetos utilizados en aquella Misa fueron preservados en la iglesia, aunque de aquello hoy ya nada se conserva. La Arquidiócesis de Soissons confirma que realmente ocurrió aquel milagro eucarístico, y que durante muchos años se celebraron procesiones en su honor. Actualmente estas romerías ya no se celebran.
Apuntes para la vida espiritual
Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía para que quien lo coma viva eternamente, pues la Eucaristía es su Cuerpo y Él es la Vida eterna: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne” (Jn 6,51). La Hostia de Braine duró más de 550 años incorrupta como un signo de la incorrupción de la que gozan quienes se alimentan de la Eucaristía. San Francisco de Sales, en su libro “Introducción a la vida devota”, nos dice: “Así como los hombres, viviendo en el paraíso terrestre no podían morir según el cuerpo, por la fuerza de aquel fruto vital que Dios había puesto en él; así pueden también no morir espiritualmente, por la virtud de este sacramento de vida: que si las frutas más tiernas y sujetas a corrupción, como son las cerezas, los albaricoques y las fresas, se conservan fácilmente todo el año estando en conserva de azúcar o miel, no es de maravillar, si nuestros corazones, aunque frágiles y débiles, se preservan de la corrupción y del pecado, estando en el dulce azúcar y miel de la incorruptible Carne y Sangre del Hijo de Dios.
recuerdo el milagro eucaristico en aquel día de los que se iban a robar el cáliz no recuerdo si era de oro o de plata el caso es que el animal en donde lo llevaban a media plaza ya no quiso caminar i se echo en el suelo se salio el cáliz y se abrió y una ostia se salio y se elevo asta que el obispo fue con un cáliz y la ostia bajo al cáliz yo me imagino que a de ver dicho nuestro Señor Jesús yo o estoy crucificado por sus pecados o en el cáliz para que me coman...
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