miércoles, 12 de octubre de 2022

Hombres de rodillas


El pasado viernes 7 de octubre nos reunimos a rezar el Rosario alrededor de 160 varones católicos, aquí en la Diócesis de Ciudad Juárez. Lo hicimos en un parque público como respuesta a la iniciativa del Rosario Mundial de Hombres que nació en Polonia e Irlanda, y que se ha extendido rápidamente por los cinco continentes. Desde algunas parroquias de la diócesis llegamos al Parque Borunda, uniéndonos espiritualmente a decenas de miles de varones del mundo para arrodillamos ante la Madre de Dios e implorar su auxilio.

Algunos se preguntarán ¿por qué esta actividad es exclusiva para varones? La respuesta más simple es porque, así como existen actividades en la Iglesia para niños, adolescentes, jóvenes, señoras, personas de la tercera edad, profesionistas, catequistas, obreros, médicos... los varones también podemos y debemos reunirnos para hacer oración y tener un crecimiento espiritual desde una perspectiva que es propiamente nuestra: la masculinidad.

Creemos que la mayor crisis que padece nuestra cultura es la pérdida de la fe. Una gran oscuridad espiritual se cierne sobre el mundo: en la mayoría de las familias no se hace oración; pocas asisten a misa y a la iglesia; no existe un amor a la lectura de la Palabra de Dios; hay una pérdida generalizada del sentido de Dios y de la vida; el laicismo ateo despliega toda su influencia negativa en la vida de la sociedad apoderándose de las mentes de niños y jóvenes a través de ideologías perversas; las familias se rompen cada vez con más facilidad; a los padres de familia el gobierno les arrebata la patria potestad. 

En el fondo de esta crisis y confusión está, entre varios factores, la pérdida del varón como auténtico líder, protector y guía de la familia y de la comunidad. Hemos permitido que las mujeres tengan todas las oportunidades y ejerzan todos sus derechos –y es justo que así sea porque somos iguales en dignidad– pero a cambio de eso los hombres hemos perdido nuestro papel de líderes en la familia. Si observamos la concurrencia a nuestras iglesias –y no se diga al rezo del Rosario–, la mayoría de los fieles son mujeres. ¿Por qué tiene que ser así?

Al perder nuestro papel como transmisores de la fe y como guías morales de nuestras familias, comunidades, empresas y vida política, estamos creando una sociedad con virtudes cada vez más femeninas y poco masculinas. Las virtudes de las mujeres son preciosas y necesarias, pero deben complementarse con aquellas que los varones hemos ido perdiendo: el honor, el valor, la reciedumbre, la disciplina, el carácter, el respeto, la lealtad, la honestidad, la prudencia, el autocontrol, la humildad, la excelencia, la espiritualidad.

Las feministas nos siguen reclamando a la cara que todo el mal y la violencia se deben al varón. Sin duda, ellas están manipuladas por una ideología que solamente ha creado una guerra entre sexos y que pretende destruir a la familia, pero también tienen algo de razón. Por ejemplo, si los hombres asumiéramos, desde el inicio de una relación amorosa, la responsabilidad y el cuidado por las mujeres, seguramente no tendríamos la crisis por el aborto que hoy tenemos.

Si no viéramos pornografía, no tendríamos la violencia sexual que hoy existe contra la mujer, ni los abusos, incluso ni la pedofilia. Si desterráramos el consumo de drogas y supiéramos controlar nuestra manera de beber, no habría un ambiente violento ni vicioso en las casas. La crisis de las familias y de la sociedad se debe, en cierto sentido, a que los hombres hemos perdido las virtudes que son propiamente masculinas. Hemos deformado nuestra masculinidad por el machismo o el afeminamiento.

El Rosario de Hombres se hace en público por tres motivos. Primero, para que el varón tome conciencia de su papel como guía, protector, custodio y líder espiritual de su familia. Segundo, para que ninguno de nosotros se avergüence de dar testimonio público de nuestra preciosa fe católica y comprendamos que los principios y valores que brotan de ella no son para esconderse privadamente, sino que deben llevarse a la vida pública. Tercero, porque la oración pública tiene una fuerza mayor que la que se hace privadamente: "donde dos o más se reúnen en mi nombre, ahí estoy en medio de ellos" (Mt 18,20).

El Rosario Mundial de Hombres es una iniciativa para que el varón católico recobre su papel, y aprenda que bajo el amor, el amparo y la custodia de la Madre de Dios, se encaminará más fácilmente hacia la realización de la misión que Dios le ha encomendado.

3 comentarios:

  1. Es lo mejor que nos ha pasado que oren a Dios los hombres. Gracias Señor Jesús.

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  2. Que Dios todo poderoso de la valentia a todos los varones para q tomen su papel de cabeza de familia y q hermoso es ver a los varones postrados de rodillas an el Dios vivo y verdadero gracias Padre Eduardo Dios le bendiga

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  3. Muy cierto Padre, ya es hora de que los varones bautizados asuman su papel en la Iglesia, y den ejemplo cristiano en sus familias. Retomen y vivan los valores que se leen en la Biblia y que realmente sean cabeza y autoridad en sus hogares.

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