miércoles, 17 de noviembre de 2021

Fecundidad o fertilidad


Una de las condiciones para que un matrimonio tenga validez es que la pareja sea capaz de realizar el acto conyugal completo: erección, penetración y eyaculación en la vagina de la mujer. Si los esposos no tienen la capacidad física para realizar el acto conyugal la Iglesia no puede casarlos. La fórmula sagrada del consentimiento matrimonial que ellos expresan verbalmente frente al altar es completada en la alcoba conyugal mediante la entrega total de sus cuerpos y almas. Es lo que se llama "matrimonio rato (celebrado) y consumado", y no hay poder humano que lo pueda disolver, a menos de que existan ciertas causales.

Ninguna pareja puede saber si después de cada acto conyugal ocurrirá un embarazo. Las mujeres son fértiles solamente durante algunos días del mes y durante algunos años de su vida. La fertilidad es variable según cada mujer. Hay quienes tienen ocho o más hijos, y hay quienes no tienen ninguno, pero esto no es lo importante para lo que estamos tratando. Lo más relevante es que la pareja realice el acto conyugal para que pueda existir una familia, pero eso habrá que ponerse en manos de Dios, para que Él decida si traerá o no nuevas vidas a la tierra. Los hijos son una bendición divina para el matrimonio, pero si la pareja no puede tener hijos, Dios puede dar la fecundidad de otras maneras. El acto conyugal en las manos de Dios nunca será estéril porque es un reflejo de su amor fecundo.

Durante la celebración de las misas pro-vida que tenemos en la diócesis una vez al mes, siempre invito a las parejas que no pueden tener hijos para orar juntos y pedir para ellas el don de la fertilidad. En muchos de sus rostros veo el sufrimiento, la ansiedad y la frustración que la falta de hijos les provoca. Sueñan con una descendencia, lo que es normal, pues los hijos son el fruto más excelente del matrimonio. Siempre les recuerdo que los hijos hay que pedirlos a Dios, ya que nadie tiene derecho a tenerlos. Eso sí, los esposos tienen el derecho y el deber de realizar el acto conyugal, pero no a tener hijos. Los hijos vienen como regalo de Dios, quien se vale de la unión de los gametos de los esposos para insuflar, en el óvulo fecundado, un alma inmortal creada a su imagen.

Un error que se comete con frecuencia es identificar la fecundidad con la fertilidad. No es lo mismo. La fecundidad es un valor al que todos los matrimonios están llamados, y una de sus muchas expresiones puede ser la fertilidad. Puede ocurrir que un matrimonio muy fértil no sea un matrimonio fecundo. Una pareja, por ejemplo, que ha tenido diez hijos porque el marido llegaba borracho a la casa no es una pareja fecunda, sino sólo una pareja que se ha reproducido muchas veces. Al contrario, un matrimonio que quiere tener un hijo y no logra el embarazo por diversas causas, puede ser una pareja muy fecunda a través de la adopción o por dedicarse a alguna obra de caridad social.

Los matrimonios que, por diversas circunstancias, no pueden tener hijos hay, al menos, dos opciones moralmente correctas, según la moral católica, que pueden seguir para remediar la esterilidad y ser fecundos. La primera opción es la adopción. La Iglesia aconseja para las parejas estériles pueden abrir su casa para regalar una familia y un hogar a un niño abandonado. No es una opción fácil para todos, pero cada vez son más parejas las que se están abriendo a esta posibilidad. San Juan Pablo II señalaba en Evangelium Vitae que "El verdadero amor paterno y materno va más allá de los vínculos de carne y sangre, acogiendo incluso a niños de otras familias, ofreciéndoles todo lo necesario para su vida y pleno desarrollo" (n. 93).

Recordemos que el amor de Dios no hace selección de personas. Dios no ama más a quien fue engendrado en una relación de amor de personas casadas por la Iglesia, que una persona que nació como consecuencia de una violación. Dios ama con locura a todos los seres humanos, sin importar las circunstancias en que fueron concebidos. Todos somos imagen y semejanza de Él, y por eso Dios está enamorado de nosotros. Confiamos siempre en que el Señor sabe escribir en renglones torcidos y sacar de los males bienes mayores.

La segunda posibilidad es la paternidad espiritual. Conozco matrimonios que, por amar a Dios sobre todas las cosas y por no poder tener hijos, han sabido hacer de su vida un apostolado llevando la buena nueva a los pobres, la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos. Trabajan en misiones y se ponen el delantal en las colonias y centros comunitarios donde hay graves carencias materiales y morales. Saben que su amor no puede quedarse encerrado en sus dos corazones, sino que tiene que derramarse en el servicio, más allá de la relación de pareja. Hace años conocí a una pareja de casados extremadamente generosa, que no buscaba a niños sanos para adoptar, sino a niños con discapacidad. Habían adoptado a un niño con parálisis cerebral y a otro con VIH. Matrimonios como estos, aunque estériles, son de una abundantísima fecundidad.

Apéndice: Un medio moralmente lícito que Dios, en su providencia, ha puesto para sanar la esterilidad es el recurso a la naprotecnología. Se trata de una tecnología que desde la década de 1980 está en desarrollo. No es una técnica para que la mujer quede automáticamente embarazada, sino que busca detectar las causas de la esterilidad para darles el tratamiento eficaz y lograr finalmente el embarazo. Muchas mujeres han logrado quedar encinta gracias a la esta ciencia.

3 comentarios:

  1. A la joven pareja de la foto mejor cómprales un televisor. En el siglo XXI las familias numerosas ya no van, solamente que sean conejos.

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    1. Son de los idiotizados por la frase "los hijos que dios les dé". Al final las elites necesitan mano de obra barata y abundante, y que mejor manera de obtenerla que engañando incautos para convertir a las mujeres en incubadoras con patas. Así la moral católica.

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  2. Antiguamente, un hijo más era un obrero más para la "empresa familiar". Lamentablemente en esta sociedad de consumo en la que vivimos los hijos se han convertido en una carga. Una boca más para alimentar y un motivo de peso por el que muchas mujeres deben descuidar su "productividad laboral" por tener que quedarse en casa a cuidar a los niños. Eso DEBE CAMBIAR COMO SOCIEDAD. Debemos pensar en conjunto ya que un niño más en una sociedad la hace más fuerte.

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