sábado, 26 de diciembre de 2020

¿Sobrevivirá la Iglesia en 2021?


Es domingo por la mañana. Me levanto a las seis para asearme y orar, y así estar listo para bajar de mi habitación a la sacristía de la Catedral. La misa es a las ocho y debo empezar puntual como un reloj, ya que habremos de celebrar, los padres de la catedral, un total de doce misas, una inmediatamente después de la otra, incluida la de la capilla San José.

Los fieles católicos arriban, en su mayoría, diez minutos antes de cada Eucaristía. Hay cierta ansiedad por encontrar un espacio en las bancas y sentarse cómodamente para participar en el culto. Entrar al templo a la hora de inicio, o unos minutos más tarde, dejará a los fieles de pie, en los pasillos laterales. Y cuando llega la misa de 12, que celebra el obispo, es imposible caminar por los pasillos porque el recinto está absolutamente abarrotado.

Al final de las misas, innumerables feligreses vienen al frente de la nave de la catedral, en donde está el sacerdote, para recibir un baño de agua bendita, para que sus niños sean bendecidos y para que el agua santa caiga sobre sus objetos religiosos. Fuera del templo, en los salones parroquiales, muchos niños y papás reciben el catecismo mientras que otros grupos tienen sus reuniones. Los domingos hasta antes de marzo de 2020 Catedral era una verdadera romería.

Entonces llegó el coronavirus. Después del cierre de los templos por las restricciones de las autoridades sanitarias, el panorama es desolador. Durante los meses siguientes tuve la fortuna de celebrar una sola misa los domingos acompañado solamente de algunas religiosas que sirven en la catedral, cuando la mayoría de mis hermanos sacerdotes lo hicieron solos en sus parroquias. La conexión entre la Eucaristía y el Pueblo de Dios quedó suspendida y el escenario litúrgico se convirtió en un desierto.

Cuando las restricciones se hicieron más laxas con el semáforo amarillo, las iglesias se abrieron, pero no con la esperada afluencia de personas. ¿Fue el miedo a salir de sus casas lo que hizo que los fieles no regresaran a sus parroquias, o fue la comodidad de escuchar la misa por redes sociales? No lo sabemos, pero ahora que estamos en semáforo naranja la Eucaristía sigue oficialmente prohibida por las autoridades sanitarias.

Hace nueve meses que el pueblo católico está privado del alimento con que Dios quiso sustentarlo. "Tomen y coman, esto es mi Cuerpo; tomen y beban, esta es mi Sangre", son palabras de Cristo que hoy caen en saco roto. Las misas televisadas o transmitidas por redes sociales son únicamente una ayuda espiritual; nunca será lo mismo ver un banquete televisado que participar en él de manera presencial.

La misa, centro y culminación de la vida cristiana, es fundamental para los católicos. Sin ella morimos de hambre. Carentes de la luz de la Palabra y del pan vivo que nos nutre, el alma languidece y muere. En la Eucaristía está la Verdad y la Vida. Quedar privados de este alimento es, además, quedar expuestos a las seducciones y ataques del Maligno. "Para el demonio –decía san Marcelino Champagnat– no hay ejercicio de piedad más temible que la Santa Misa, ya que este Santo Sacrificio aniquila todas las fuerzas del infierno y es la fuente de todos los bienes para el hombre. ¡Oh riquezas incalculables del Santo Sacrificio de la Santa Misa!"

Las restricciones por el Covid-19 a la Eucaristía son desmoralizadoras para nuestro pueblo, un flagrante atropello a su derecho a la libertad religiosa. ¿Serán un triunfo del enemigo de Dios que quiere impedir que el pueblo escuche la Palabra y se arrodille en adoración a Aquel que lo derrotó en la Cruz? El enemigo nos ha hecho cerrar las puertas de los templos para tantas personas que sufren y que están desesperadas por conseguir la paz que sólo Jesucristo les puede dar. Si los sacerdotes y el pueblo seguimos sin presionar al gobierno para que se abran los templos, lo pagaremos caro. El pueblo sentirá que lo abandonamos y muchos también nos abandonarán.

Llegamos al final del año 2020. Es hora de que los católicos nos pongamos de pie y exijamos el respeto al derecho humano fundamental de la libertad religiosa. Es posible que hayamos perdido seres queridos, empleos o pequeñas empresas a causa del Covid-19 este año,  pero lo que no podemos permitir que se hundan nuestras iglesias. Si seguimos pasivos ante este ataque, muy probablemente no sobreviviremos en 2021.

10 comentarios:

  1. Hay que seguir pidiendo a las autoridades que autorizan la apertura de templos e iglesias, no sólo de pan vive el hombre. Ánimo padre Hayen

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  2. Mientras el Obispo y la curia sigan en esa cómodamente silenciosa obediencia a la ley del gobernador, estaremos los fieles y la sociedad pereciendo. No es congruente que se pueda ir a los restaurantes, centros comerciales pero a los templos no. En una ocasión un puñado de laicos nos organizamos para manifestarnos y exigir a las autoridades la apertura y asistencia a las misas, y con tristeza digo que se le invitó a 5 sacerdotes para que nos acompañaran en tales manifestaciones, únicamente con el rezo del Santo Rosario y nos dieran la bendición y los 5 se negaron con pretextos absurdos. Únicamente un sacerdote fue honesto y dijo entre líneas, que tienen la instrucción de no alzar la voz para no politizar la situación. Que decepcionante. Y qué pasará cuando volvamos a los templos? Seguirán corrompiendo la liturgia con su promovida e implementada "nueva normalidad" dónde al sacerdote le preocupa besar el altar (gesto que el Obispo omite (basta verlo en sus misas trasmitidas), dónde las familias deben sentarse separados en la misma banca, dónde no se permite hincarse, dónde la comunión debe ser obligatoriamente administrada en la mano quitando el derecho del fiel a comulgar en la boca, dónde ni siquiera utilizan patena para cuidaras sagradas partículas que caen al piso sin el menor reparo, pero que cuidan el poner gel antibacterial en las manos. ¿Qué no se dan cuenta sacerdotes? Tanto daño que le hacen a la liturgia con conciencia les hace parecer masones. ¡Cuántos agravios, Señor! Además de cobardes, ahora somos una Iglesia que te vuelve a ultrajar. El Señor tenga misericordia de todos nosotros.

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    1. Que falta de amor y caridad en la manera de expresar sus sentir. Es triste escuchar la inconformidad con coraje en las palabras y resentimiento en las ideas. Amar sin esperar nada a cambio es lo que la liturgia nos enseña. Ama y haz lo que quieras (san agustin) y yo diria Ama y di lo que quieras. Bendiciones

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    2. Su juicio hacía mi es muy atrevido. Ud. no conoce mi vida ni sabe nada sobre mí y aún así se toma la molestia de señalarme. Me acusa de falta de amor y caridad, de tener coraje y resentimiento, y al final remata con sus bendiciones. En fin.

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  3. Yo me apunto, necesitamos los Sacramentos. Si hasta los estilistas se ponen en huelga por que nosotros no?

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  4. Me parece que no podemos los Laicos seguir en la comodidad de la casa, debemos atendiendo las medidas sanitarias tal como ya lo hizo la iglesia cuidando en todo momento tal como se pidió esas medidas, pero si debemos exigir sea respetado ese derecho humano Fundamental la Libertad Religiosa y poderla profesar desde nuestros lugares de culto las Iglesias...

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  5. Es muy nesesario que los templos estén abiertos para nuestra santa misa y tanto que le pedimos a dios por todas nuestras necesidades espero que mi dios escuche mis ruegos y se acabe la pandemia y vuelvan a abrir los templos y parroquias.

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  6. Tiene toda la razón, por un lado la presión social de evitar que digan que en las Iglesias son foco rojo de infección, la presión del gobierno y la responsabilidad de acercar a los Sacramentos a los fieles.

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  7. Amo a Jesus y no dudo que esto se ha aprovechado para ataque a nuestra Fe sinembargo vemos morir en los hospitales a niños y adultos por esta plaga y bien Jesus esta en la eucaristia y tambien en cada hermano templo y sagrario del Santo espiritu de Dios la obediencia siempre traera beneficios pienso que Dios esta siempre ya que es omnipresente omnipotente omniciente la apertura de iglesias domesticas es tambien un regalo de Dios en medio de esta plaga si supieran lo que vivimos dentro de un hospital sabran que no apoyo en si el distanciamiento sino qque siento que es prudencia sabia!!!

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  8. Con tan diferentes puntos de vista creo en este momento me siento confundida por un lado me llena y consuela participar escuchando la Santa misa por televisión pues soy una persona mayor aunque me tienen cómo vulnerable por mi edad padecimiento y obesidad, yo me siento perfectamente para asistir al templo o parroquia tengo unas ganas inmensas de confesarme y comulgar precencialmente, me entristece leer que las misas por redes sociales son únicamente una ayuda espiritual, yo la oigo y participó y siento que realmente estoy participando de la eucaristía por otro lado estoy completamente de acuerdo que se tenga control de aforo pero eso debe de ser personal y con prudencia respetando todas las medidas de seguridad no permítanos que la maldad se apodere de nuestra fé, al contrario unamos nuestras oraciones para que pronto todos participemos de la mesa del Señor bendiciones para todos

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