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Los templos siguen cerrados


El Estado de Chihuahua pasó de semáforo sanitario rojo al color naranja restrictivo, lo que amplía un poco las actividades comerciales de la comunidad. No fue sorpresa que se autorizara el aforo del 30 por ciento para restaurantes y tianguis, y que no se autorizaran las actividades religiosas. Desde que inició la pandemia los gobiernos han sido duros con la Iglesia y por eso hoy los templos continúan cerrados.

No se necesita hacer un gran análisis para saber que en restaurantes y tianguis, incluso en supermercados, el riesgo de contagio es mayor que en los templos. Por eso la decisión de no permitir las actividades religiosas es una incongruencia grave del gobernador y Consejo Estatal de Salud. Las iglesias –lugares donde se sanitizan las instalaciones después de cada celebración, sitios donde hay aforo limitado, donde las personas no se tocan y cumplen las medidas higiene– son espacios donde el pueblo alimenta su esperanza y se fortalece con el consuelo de viene de Dios.

Para nuestros gobernantes los seres humanos únicamente somos entes biológicos carentes de espíritu cuya función es producir, consumir, pagar impuestos, reproducirse y morir. Así nos tratan. Han olvidado el rol tan importante que tienen las religiones para la salud integral de una comunidad. Lo dicen silenciosamente las torres de nuestros templos, que son como agujas que apuntan a lo Alto, de donde viene la luz sobrenatural de la fe y el consuelo de la esperanza por medio de la Palabra y la acción de Dios.

Con las funerarias al borde del colapso por el alto número de muertos por Covid y por hechos delictivos, como pocas veces en su historia, el pueblo de Chihuahua atraviesa por una profunda depresión y desconsuelo. Es incontenible el dolor que hay en tantas familias que lloran a sus muertos y que han perdido sus empleos. Duele saber que nuestros gobernantes permanecen insensibles a esta realidad y no permiten que Dios reconforte a su pueblo.

¿Pueden hacer algo las autoridades sanitarias para consolar y fortalecer el alma del pueblo descorazonado? ¿Es capaz el gobernador de indicarnos cuál es el sentido último del Covid, del dolor y de la muerte? ¿Pueden ellos dar esperanza sobrenatural a sus gobernados en medio de tanto dolor y desconcierto? Ellos no, pero nosotros, la Iglesia, sí puede y tenemos que hacerlo. La misión de la Iglesia es anunciar la Buena Nueva del Evangelio en medio de las tinieblas y las tristezas del mundo.

Al ver que el pueblo de Chihuahua tiene una urgente necesidad de acudir a las iglesias, muchos católicos pedimos al gobierno que recapacite y se replantee la visión que tiene del ser humano, reducido a ser meramente biológico y económico. Pedimos al Consejo Estatal de Salud y al gobernador que trasciendan esta visión pobre que tienen de la ciudadanía y procuren la salud integral del pueblo. Somos, ante todo, seres espirituales que buscan a Dios y no sólo cuerpos que necesitan alimento y medicina. "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios", dijo Jesús al Maligno.

Diciembre es el mes del año donde el comercio se fortalece por el alto volumen de ventas. El gobierno ha querido dar un respiro a la economía y ha ampliado las actividades comerciales porque la situación era ya insostenible para muchas familias. Hoy también la tristeza se ha vuelto  insoportable. 

Recordemos que la alegría profunda de diciembre –y lo que le da su sentido último– brota de sus fiestas religiosas, sobre todo de la Navidad. Sería muy muy triste que los fieles encontraran los templos cerrados el 25 de diciembre, y se le impidiera ir a adorar –con las exigencias de aforo limitado y medidas de higiene– al Dios que se hizo hombre para enjugar las lágrimas de su pueblo y cambiarlas por alegría.

Comentarios

  1. Luego de un breve respiro hace algunos meses, cuando los templos se abrieron para el culto público a Dios, volvemos al mismo escenario de una Iglesia que espera a que el Estado le conceda el permiso de vivir su fe. El coste espiritual de miles de católicos que no pueden saciar el hambre y la sed de Dios vivo, de no poder ser perdonados de sus pecados, de los difuntos que no recibieron el viático y unas exquias dignas será muy grave y doloroso. Miles de católicos de este diócesis andan como ovejas errantes, sin la voz de su pastor. Cuidado. La obediencia al Estado ante una injusticia hacia el pueblo de Dios no es virtud. Necesitamos la audacia para enfrentar está problemática. No es tiempo de cobardía y ser una Iglesia en retirada. Por el contrario, debemos ir en avanzada llenos de esperanza en el Señor. Es desalentador ver el miedo y la indiferencia en los fieles, sacerdotes. Se nos pide cumplir con la campaña del diezmo, y es bueno. Debemos cumplir. Pero no es posible que para el dinero si se haga campaña pero para luchar por niedti fe solo exista silencio en el Obispado.

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