miércoles, 30 de octubre de 2019

Inesperado, la película

La historia de Abby Johnson, la mujer que fue líder de una clínica abortista en Estados Unidos y que se convirtió a activista pro-vida, está sacudiendo muchas conciencias en México. Cuando sus ojos vieron, a través de una pantalla ultrasonido, cómo un feto luchaba por su vida frente a la aspiradora que quería devorarlo en el útero materno, y que finalmente fue succionado, el alma de Abby se estremeció hasta lo más profundo. Su vida dio un giro radical y, desde el abismo de sus pecados, la mano misericordiosa de Dios le descubrió la verdad: la vida humana es sagrada desde su concepción.

La producción cinematográfica de Eduardo Verástegui en la película "Inesperado" es una luz que se abre en la oscuridad que México vive, donde la violencia y la muerte se han convertido en el pan cotidiano en sus pueblos y ciudades. Mientras que en Oaxaca esta semana se ha publicado oficialmente la ley del aborto, la película es una fuerte llamada de Dios para que valoremos el milagro de la vida humana, y para que la defendamos de quienes quieren imponer el reino de la muerte.

"Inesperado" nos muestra a grupos de hombres y mujeres que han tomado muy en serio la defensa de la vida humana, y que saben desafiar la cultura de la muerte plantándose frente a clínicas abortistas para orar por los no nacidos, por sus madres y por el personal sanitario que en ellas trabajan. La gente pro-vida nos muestra que, en el fondo de la batalla, existe una guerra espiritual y que en ella la oración es decisiva para triunfar. Pero además nos enseñan a actuar en el nombre, no de un Dios irritado e implacable, sino de un Dios compasivo y misericordioso con las mujeres que abortan.

La película le quita la máscara a una siniestra organización disfrazada de buenismo, y que está detrás del lucrativo negocio del aborto: Planned Parenthood. Se trata de una empresa internacional con muchos millones de dólares disponibles para extender el aborto en América Latina y seguir aumentando sus cuentas bancarias a costa de vidas humanas y del sufrimiento de las mujeres que abortan. Quienes respaldan a esta organización en México figuran falsos maestros: las Católicas por el Derecho a Decidir, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y MexFam. Pero también colabora indirectamente con ella toda organización que promueve los derechos sexuales y reproductivos.

Abby Johnson salió del oscuro mundo de las aborterías y del feminismo radical para descubrir una nueva manera de ser feminista. Este nuevo feminismo mira el aborto como explotación a la mujeres y promueve la maternidad como medio para empoderarlas. En la base de esta nueva manera de ser mujer está el amor y la inteligencia, y no el odio ni la agresividad que suelen mostrar las feministas radicales en sus discursos y marchas callejeras. Las nuevas feministas creen que toda vida –nacida y no nacida– tiene una dignidad incomparable que hay que promover.

Celebro que católicos como Verástegui estén realizando cine con valores. Ver "Inesperado" es hoy algo necesario para los mexicanos, sobre todo cuando hemos llegado a creer que la vida humana vale muy poco. No permitir que la violencia a lo no nacidos y a las mujeres se institucionalice con la ley del aborto, es camino de regreso a la paz dentro de nuestras familias y en nuestras calles.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Confesionario sin absolución: si soy jurado, no sé si debo votar por la pena de muerte

La pregunta: Hola padre, El día de ayer me surgió la siguiente duda. Si me toca ser jurado en un juicio en el que se está pidiendo la pena capital, y si yo voto a favor, ¿estoy violando el quinto mandamiento?

Respuesta: gracias por tu pregunta que me parece muy seria y, a la vez, no fácil de responder. La moral católica ha sido partidaria de la pena de muerte en ciertos períodos de la historia. En algunos pasajes bíblicos del Antiguo Testamento el pueblo hebreo la aplicaba a ciertos casos, sobre todo al homicidio. El libro del Levítico es muy duro al respecto: "El que hiera mortalmente a cualquier otro hombre morirá (Lev 24,17). En aquellos tiempos se vivía en un régimen de "venganza privada". La famosa "Ley del talión", la del "ojo por ojo, diente por diente", era una norma para tratar de evitar que se cometiera el mal.

San Pablo también justificaba la pena capital. En Rom 13,14 el apóstol la justifica por origen divino y sentido de la autoridad: "Haz el bien y tendrás su aprobación. Pero, si haces el mal, teme, que no en vano lleva la espada. Es ministro De Dios, vengador para castigo del que obra el mal". Es posible que San Pablo haya estado influenciado por las costumbres de la época y no haya precisado toda la novedad de los valores cristianos.

Para darte una respuesta yo contemplo, sobre todo, la vida y obra de Jesús de Nazaret. Su Sermón de la Montaña, cuyas enseñanzas son el punto más alto de la moral cristiana, su actitud de perdonar al enemigo y orar por él, el mandamiento de la caridad, la negativa ante el uso de la violencia como respuesta al prendimiento en Getsemaní y la frase "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", pronunciada en la Cruz, es lo que nos hace pedir al cielo la virtud de la prudencia a la hora de tomar postura sobre la aplicación de la pena capital.

Las enseñanzas de los papas han variado con el tiempo. Ejecutar a un sentenciado se consideró lícito bajo ciertas circunstancias, sobre todo en la Edad Media. Santo Tomás de Aquino enseñaba que el precepto "no matarás", además de aplicarse sólo entre seres humanos, no era un absoluto moral, y que cabe una sentencia judicial que condene a muerte a "los hombres inicuos". Santo Tomás afirma que sólo la autoridad competente tiene el poder de aplicar la pena capital.

A partir del siglo XVIII hay juristas y teólogos que impugnan las doctrinas de legitimidad de la pena de muerte diciendo que ni los gobiernos tienen la autoridad para ejercitarla, porque nadie puede disponer de la vida de un súbdito. A partir de ese siglo ha crecido la oposición a esta práctica con diversos argumentos como es la intimidación al criminal, la legítima defensa de la sociedad, la restauración del orden jurídico quebrantado gravemente, el sentido de retribución al daño causado y el considerar que quien comete un delito grave él mismo se autoexcluye de la existencia.

Aunque posturas hay a favor y en contra, desde Pío XII ningún papa ha vuelto a argumentar a favor de la pena de muerte al considerar que toda vida humana es sagrada. La mayoría de las conferencias de obispos hoy son recelosas a favor de este máximo castigo, y así también la mayor parte de la opinión pública. Todos los argumentos a favor concluyen diciendo que se trata de algo lícito. Sin embargo hoy la Iglesia se pregunta: ¿es necesaria?

El Catecismo de la Iglesia en su número 2266 enseña la licitud de la pena capital cuando la sociedad no tiene otro modo de defenderse –como podría suceder durante una situación de guerra–, pero enseguida explica que si la autoridad pública dispone de medios incruentos para proteger el orden público y la seguridad ciudadana, la autoridad debe posponer ese castigo y utilizar medios que respeten más la dignidad del delincuente.

Así que si te eligen como honorable miembro del jurado en algún juicio donde se pida la pena de muerte, considera muy bien estas enseñanzas y, sobre todo, evita dar tu voto impulsada por un deseo de venganza contra el reo. Recuerda que Dios hace salir su sol sobre buenos y malos, y que ahí donde sigue vigente, la pena de muerte no ha logrado reducir los crímenes. Te invito, más bien, a que contemples las enseñanzas de Jesús y consideres la aplicación de la cadena perpetua, para casos de gravedad extrema.

lunes, 21 de octubre de 2019

Culiacán: la falsa caridad del presidente

Los hechos ocurridos en Culiacán Sinaloa, el jueves 17 de octubre, donde fuerzas federales capturaron a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, dejaron ver claramente la debilidad del Estado Mexicano frente al poder del narcotráfico. Con el operativo de la Guardia Nacional que resultó fallido y que terminó por poner en libertad al líder del cártel de Sinaloa, el gobierno ha enviado un mensaje muy claro al pueblo de México: en este país manda el narco y no hay inteligencia ni voluntad para combatirlo.

El presidente justificó la decisión diciendo que por salvaguardar las vidas de los ciudadanos, se optó por liberar al delincuente. Mientras tanto en redes sociales se subieron videos de los narcos celebrando su triunfo con fiestas y champán. Esto quiere decir que cualquier célula del narco, en cualquier lugar del territorio mexicano, si tiene los recursos humanos y suficiente armamento, puede hacer lo mismo y no habrá mano que los detenga.

Los ciudadanos nos preguntamos entonces quién manda en este país y cuál es la estrategia que sigue el gobierno para combatir a las mafias, y si realmente tiene la voluntad política de hacerlo.

Hay un equivocado concepto de caridad que maneja el presidente Andrés Manuel López Obrador. Él ha dicho que los narcotraficantes son también "pueblo", y que su estrategia no será la de hacer una guerra contra los cárteles como lo hizo Felipe Calderón, pero hasta hoy no tenemos claro un plan de combate al narco y la violencia ha ido en aumento. El narcotráfico no es cualquier delito común. Es un delito de alto impacto, un cáncer social que destruye el tejido comunitario y que hipoteca la vida y el futuro de los jóvenes, capital humano de una nación. Por eso el papa Juan Pablo II llamaba a los mafiosos "mercaderes de muerte".

Son los cárteles enemigos del progreso de México y no pueden ser tratados con la ternura de una abuelita que les dice que se porten bien. Una casa donde no se corrige el desorden tiende hacia el caos y la anarquía. Así que la primera obra de caridad del presidente Andrés Manuel hacia los narcos está estrechamente vinculada a la justicia: ponerlos en la cárcel para que ahí se corrijan, y la primera obra de caridad hacia el pueblo es también un deber de justicia: defenderlo de los peligros que le amenazan, así como darle paz y seguridad.

El presidente se esfuerza por dar a su gobierno un rostro humano, y eso es encomiable. Sin embargo la caridad del presidente es falsa cuando olvida la justicia. AMLO debe recordar que, aunque la caridad social es una fuerza de cohesión interna y el alma de una sociedad, ésta no puede existir sin la justicia. "No puede existir el amor sin la justicia, –enseñaba el papa polaco–. El amor rebasa la justicia, pero al mismo tiempo encuentra su verificación en la justicia. Hasta el padre y la madre al amar a su hijo deben ser justos con él. Si se tambalea la justicia, también el amor corre peligro".

Muy lamentable fue lo ocurrido en Culiacán. Una serie de mensaje negativos se dieron desde la cúpula del Palacio Nacional hacia la policía, el ejército y la comunidad internacional. Pero lo que más preocupa es el futuro del pueblo de México. Hoy la gente se pregunta si es lo mismo trabajar en la legalidad ganando el pan con el sudor de la frente que vivir en la sombra del mundo del narcotráfico, y si existe voluntad política de disminuir el tráfico, el consumo de drogas y la violencia en México. Desaparecen las fronteras entre el bien y el mal, entre legalidad e ilegalidad, y entre la justicia y la caridad.

miércoles, 16 de octubre de 2019

El espinoso tema de los abusos sexuales

Los abusos sexuales a menores de edad han sido una realidad de todos los tiempos, en todos los ámbitos. Es una plaga que ocurre, principalmente, en el seno de nuestras familias, así como también en el ámbito escolar, artístico y deportivo. Por los escándalos difundidos en la prensa, la Iglesia Católica y las comunidades evangélicas no están exentas del problema, lo que hace que los abusos sean doblemente escandalosos para todos.

El silencio en que se manejaba el problema y las soluciones de los obispos para resolverlo, –como fue simplemente cambiar de parroquia a los sacerdotes acusados–, hoy nos parecen acciones equivocadas. En su tiempo parecía ser una solución. Había que proteger la buena fama de los sacerdotes en las parroquias, así como la honra del papá en la familia o del maestro en la escuela.

Con todo el dolor que los abusos sexuales por miembros del clero han traído a la Iglesia, hemos de agradecer a Dios por la labor que han hecho los medios de comunicación. Gracias a ellos, que no dejaron de cubrir las noticias –no importa si ha sido con objetividad o con malicia– la Iglesia despertó en este tema. A partir de ahí, la Santa Sede ha creado protocolos que deben aplicarse en todas las diócesis del mundo con el único propósito de evitar que ocurran abusos sexuales dentro de la Iglesia.

Ajustarse a los nuevos tiempos no ha sido fácil para nadie. Los obispos han tenido que asumir los protocolos dados desde Roma. En los últimos tres años se han aprobado e implementado líneas de acción para las diócesis de México. Existe un equipo nacional para la protección de menores por parte de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Este consejo auxilia a los obispos para el esclarecimiento de los casos, diciéndoles cómo iniciar el proceso cuando aparecen las víctimas y las denuncias, cómo hacer la investigación, la colaboración con la fiscalía, cómo brindar atención a las víctimas, qué acompañamiento debe darse al sacerdote y a la comunidad herida. Hoy existen únicamente 11 diócesis mexicanas que tienen comisiones para la atención a víctimas de abusos sexuales, y el objetivo es que, en los próximos años, no haya iglesia en México que no tenga la suya.

En esta nueva situación para evitar los abusos sexuales, los sacerdotes han quedado en la máxima indefensión. Del encubrimiento de los obispos para proteger su buena fama se ha pasado al extremo opuesto. Hoy un sacerdote acusado de abusador es suspendido inmediatamente de su ministerio mientras se realiza la investigación; queda en manos del ministerio público y no goza de ningún apoyo económico de la diócesis para pagar abogados.

Hoy la Iglesia Católica es la primera institución mundial que ha tomado más en serio el problema de los abusos, con protocolos muy definidos para su tratamiento y prevención. Pesa sobre la Iglesia el mandato de la caridad de Jesús "Dejen que los niños vengan a mí", pero también aquella de "Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. (Lc 17, 2-3). 

lunes, 14 de octubre de 2019

Inquietante Sínodo de la Amazonía

El Sínodo de la Amazonía que se lleva a cabo en Roma comenzó de manera extraña. Actos chocantes para muchos católicos ocurrieron antes de su inauguración, como la extraña ceremonia donde se plantó un árbol en los jardines vaticanos con la presencia del papa Francisco. Los papas han plantado árboles en diversas ocasiones, pero esta fue acompañada de rituales paganos donde se dio culto a la madre tierra. El papa, sorprendido por quienes organizaron el ritual y visiblemente molesto por lo que ocurría, decidió cancelar su discurso oficial y sólo concluyó invitando a todos a rezar un Padrenuestro. Penosísimo.

El Sínodo de la Amazonía es una reunión de iglesias regionales del 6 al 27 de octubre con la presencia de 180 obispos, expertos y líderes indígenas de la región amazónica que comprende zonas de Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú Bolivia y Paraguay. El papa ya había expresado su preocupación pastoral por esta región del mundo donde habitan alrededor de un cuarto de millón de personas que no conocen a Jesús. Es una tierra de misión y la Iglesia busca abrir nuevos caminos al Evangelio así como la promoción de una ecología integral.

Hay, al menos, cuatro asuntos inquietantes que están en juego y que pueden afectar la doctrina y la práctica pastoral del catolicismo romano en el mundo, y así empujar a un rumbo diferente a la Iglesia universal.

El primero de ellos es sobre la petición de conferir el sacerdocio a hombres casados en comunidades recónditas donde es escasa la llegada de sacerdotes. Estos hombres son personas que no tienen formación teológica y muchos de ellos ni siquiera saben leer y escribir. Bastaría que conocieran un poco de qué se tratan los sacramentos para que los ordenaran presbíteros. Se alude así a razones pastorales, ajenas a la voluntad de Jesucristo, para hacer un cambio dramático en la disciplina de la Iglesia.

Un segundo punto que preocupa es la sugerencia de conferir el diaconado a las mujeres, como lo han pedido algunos padres del sínodo. Aunque el papa Francisco formó una comisión que está investigando el asunto del diaconado femenino durante los primeros siglos del cristianismo, aún no hay conclusiones. Sin embargo san Juan Pablo II ya había zanjado la discusión enseñando que el sacramento del Orden es exclusivo para varones. Abrir el diaconado femenino en Amazonía conduciría fácilmente a la ordenación de sacerdotisas, luego de obispesas, hasta finalmente poder elegir papisas en la Sede de Pedro.

En tercer lugar están los notorios tintes sociales del sínodo y poca evangelización. La Red Eclesial Panamazónica, organizadora del sínodo, habla más de justicia, progreso, bienestar social y ecología. A Jesucristo escasamente se le menciona. Ya el cardenal Müller, ex Prefecto de la Doctrina de la Fe, había señalado que Jesús y la evangelización tenían muy poca presencia en el evento. Las culturas indígenas del Amazonas se ven como culturas de museo de antropología que hay que preservar y dejar intactas, cuando sabemos que en realidad la presencia del Evangelio transforma las culturas y las hace progresar en todos los órdenes.

Por último está la mezcla de elementos cristianos y paganos para dar culto a Dios en lo que llaman una espiritualidad amazónica. Mejor llamémoslo sincretismo. Lo demostraron en el ritual donde se plantó un árbol en el Vaticano en un homenaje a la madre tierra, y en la parroquia Santa María Traspontina, cerca la Plaza San Pedro, donde se realizaron ceremonias de culto combinando lecturas y oraciones bíblicas con elementos paganos. ¿Qué clase de espíritus se invocan en la espiritualidad amazónica? ¿Es válido para un cristiano mezclar un poco de hechicería con oración bíblica para dar culto a Dios?

Estemos atentos a lo que ocurre en Roma durante estos días, y oremos mucho por el papa, por la unidad de la Iglesia y para que el Sínodo de Amazonía no se pervierta por extrañas teologías o por grupos que buscan la ruptura de la comunión eclesial. Que el sínodo, más bien, impulse en esa región del mundo la predicación del encuentro con Jesucristo y purifique las culturas amazónicas de sus elementos idolátricos.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Ignacio de Loyola, la película

Hace unos días estuve en una sala de cine donde disfruté la película "Ignacio de Loyola". Desde hace muchos años me ha impresionado la conversión y la maravillosa obra de san Ignacio; y quise ver en lenguaje cinematográfico lo que ahora estoy leyendo en el libro "Solo y a pie" de José Ignacio Tellechea Idígoras, una de las mejores biografías del santo navarro.

La película me tocó el corazón porque, con escenas sugestivas y bellísimas –como la del encuentro del santo con la prostituta–, y otras de gran tensión e impacto –como las de su combate espiritual con el diablo–, el director Paolo Dy logra comunicar los rasgos esenciales de la espiritualidad ignaciana. A través del encuentro entre Dios y el caballero de Loyola, la película narra también la gestación y el desarrollo de los Ejercicios Espirituales, el famoso libro de teología espiritual práctica de san Ignacio, una de las obras de espiritualidad más influyentes en la historia de la Iglesia.

De vez en cuando el cielo envía sus toques a través del cine para esos católicos de costumbre o para aquellos que sólo vamos a bodas y funerales, o para los que nos gustan las azucaradas quinceañeras y las presentaciones de niños. Dios sacude el espíritu para desinstalarnos de la mediocridad y de la tibieza espiritual en la que vivimos muchos cristianos de pantalla. La historia de Ignacio nos dice que sólo merece el nombre de "cristiano" aquel que tiene un encuentro serio con Jesús, y que ser su discípulo es ponerse en camino para purificar el alma del pecado y emprender la senda de las virtudes.

Confrontarse con la conversión y la vida de Íñigo de Loyola es, para muchos, regresar a los orígenes de nuestra vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. La película logra evocar el momento en que el infinito de Dios irrumpió en las pobres vidas de muchos de nosotros para sacarlas de caminos tortuosos o de sinsentido, y encenderlas en el fuego de un altísimo ideal. "Ignacio de Loyola" nos conecta con las más altas metas que un día Dios encendió en nuestras almas para impedir que mueran o evitar que se apaguen.

El caballero perfecto de aquella España del siglo XVI tenía para su vida, como anhelo supremo, a Dios a quien debía de amar y reverenciar; a un rey a quien obedecer; a una doncella a quien tenía que defender, y a una tierra de infieles que debía conquistar. Aunque los tiempos han cambiado y aquel lenguaje caballeresco no es el del siglo XXI, las añoranzas espirituales siguen siendo las mismas. Así el cristiano –y con mayor razón el sacerdote y el religioso– ha de tener la gloria de Dios como el propósito de sus acciones, es decir, que Dios se manifieste en todo lo que haga; la obediencia a la voluntad de Jesús; el amor y la defensa de la Iglesia con la Virgen María por delante, y el propósito de llevar almas a Cristo. Las metas más altas de los santos de todos los tiempos no pueden dejar de ser las del cristiano de hoy.

Me parece grave que alguien que se prepara para recibir las órdenes sagradas, en cualquier lugar del mundo, avance en sus estudios de teología sin una verdadera pasión por Dios y por la santidad. Hay que pedir a Dios que los equipos formadores en los Seminarios formen candidatos al sacerdocio apasionados por Dios y por los asuntos de Dios; y para que los obispos sólo impongan sus manos sobre aquellos seminaristas llenos de celo por el Señor. Ningún tibio o pusilánime merece el don excelso del sacerdocio. También hay que rogar a Dios para que los sacerdotes nunca dejemos morir nuestros ideales más grandes, y jamás nos desviemos del camino hacia oscuros derroteros.

"Ignacio de Loyola" es, pues, una película que debe ser disfrutada, meditada y llevada a la oración. Es una de esas gracias actuales que concede el Señor, a través de la pantalla grande, para conducirnos al encuentro vivo con Él.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Locura feminista

Hace unos días se realizó una marcha feminista en Ciudad de México para exigir la despenalización del aborto en el país. Un valiente grupo de hombres y mujeres católicos se plantaron frente a los templos de la calle Madero para impedir que las mujeres los vandalizaran. Sin embargo al llegar al zócalo se dirigieron a la Catedral metropolitana donde hicieron pintas abortistas en las banquetas y puertas del atrio. Mientras tanto en Oaxaca las feministas –muchas de ellas venidas desde Argentina– celebraban la despenalización del aborto en aquella entidad, aunque su aprobación resultara inconstitucional, pues la Carta magna de Oaxaca protege la vida desde el vientre materno.

Estamos ante una guerra muy intensa en México entre la causa pro vida y la cultura de la muerte. Diversas encuestas indican que el pueblo mexicano es un pueblo a favor de la vida, y sólo una minoría quiere la despenalización del aborto. Esta minoría tiene todo el respaldo de organismos extranjeros que quieren implantar por la fuerza el aborto libre para toda América latina y el mundo, así como de legisladores, medios de comunicación, intelectuales y académicos. El objetivo de estos "progres" es romper con la estructura de la persona y de la sociedad.

En los orígenes de esta crisis está la ideología de género que, como toda ideología, tiene una visión torcida de la realidad. Los grupos feministas radicales que la apoyan creen que la feminidad y la masculinidad son invento de lo que ellos llaman la cultura patriarcal o el patriarcado. Es decir, ellos niegan la existencia del varón y de la mujer naturales, y afirman que las diferencias sexuales son mera construcción cultural. Aprendimos a ser varones o mujeres porque así nos lo enseñaron, pero no porque ello tenga relación con nuestra biología. Esta visión distorsionada de la vida niega la naturaleza. Ser hombre, mujer, padre, madre o familia; todo esto pierde su sentido y puede ser sustituido por cualquier cosa que se nos ocurra.

El daño más grave del movimiento feminista radical, además de querer apoderarse de la reproducción implementando el aborto libre, es destruir a la Familia que se basa en la complementariedad del hombre y la mujer, y apoderarse de la educación de los niños y jóvenes para adoctrinarlos, haciéndoles creer que no existen los niños y las niñas, sino que todos nacemos con género neutro, y que cualquier relación sexual es legítima con la condición de no causar daños a la salud. Hoy muchos niños crecen en una gran confusión respecto a su identidad, con toda la frustración e infelicidad que ello trae. Lo están logrando a través de las clases de educación sexual escolar.

A los que todavía conservan la cordura y se atreven a denunciar la locura de la ideología de género y sus fines abortistas y homosexualistas se les considera enemigos del progreso, y se les discrimina dentro de los partidos políticos, en dependencias gubernamentales, en empresas o en escuelas y universidades. Como católicos estamos llamados a resistir, a llamar a las cosas por su nombre y no ser parte de esta demencia que rompe con la estructura natural de la persona y de la sociedad. El costo que tendremos que pagar será descomunal si seguimos aplaudiendo la agenda feminista.

La salvación y el Año Jubilar 2025

Roma será la locura en 2025. Me refiero al enorme número de peregrinos que viajarán a la Ciudad Eterna para cruzar la Puerta Santa de la Bas...