La pregunta: Padre, buen día. Tengo una pregunta. Hace 15 años me embaracé (sin estar casada). Entendí, desde ahí, que lo más correcto hubiera sido esperar al matrimonio para tener los hijos. Comprendí que me equivoqué. Desde entonces he tratado de hacer las cosas correctamente. He tenido varios novios, pero cuando me doy cuenta de que ellos no quieren un compromiso serio, porque no creen en el matrimonio o porque ya fueron casados por la Iglesia, entonces prefiero salir de la relación. Mi interés es hacerlo bien y llegar al matrimonio frente al altar. ¿Será que a nadie le gusta casarse, o me estoy quedando anticuada al expresar que si no hay matrimonio, no hay más?
Padre Hayen: gracias por compartir tu situación. Siento decirte que eres una víctima de la revolución sexual. Sí, te equivocaste, y te explicaré por qué. Desde hace unos 60 años comenzó esta revolución sexual, la cual es una nueva forma de concebir la sexualidad. Al aparecer la píldora anticonceptiva en el mercado, las parejas sacaron de contexto el acto sexual de su ambiente adecuado, que es el matrimonio. El sexo comenzó a verse como un acto solamente que servía para unir a las parejas, pero quitándoles la apertura a la vida. La consecuencia es que hoy el acto sexual se vuelve algo superficial, como simple forma de diversión o de hacer deporte.
Sin embargo el acto sexual tiene una dignidad altísima porque a través de él se crean nuevas personas que entran en la vida. Por ello sólo el matrimonio es el contexto adecuado para realizarlo. Por eso la Iglesia lo llama ‘acto conyugal’. Fuera del matrimonio se convierte en un juego que despersonaliza y retrasa la madurez de las personas. Desafortunadamente, por tu equivocación, nació un niño sin padre y tú te quedaste solita para sacarlo adelante. Quiérelo mucho porque ese niño es tan amado por Dios como tú y como yo. Eso sí, aprendiste la lección de manera dolorosa.
Los varios novios que has tenido y que te piden que te entregues a ellos en la cama, sin querer asumir la responsabilidad que de ello puede derivarse, son también víctimas del ambiente de sexo desenfrenado en que vivimos. Ellos quieren seguir jugando con las mujeres, sin estar dispuestos a asumir la parte de sacrificio que lleva el entregarse a una mujer y a unos hijos para toda la vida. Personas así, con esa inmadurez psicológica, no deberían de contraer matrimonio. Sólo quien está dispuesto a jugarse la vida contigo hasta que la muerte los separe, y jurándote amor frente a un altar, merece que te entregues a él en cuerpo y alma. De lo contrario, sólo estarás permitiendo que un hombre juegue contigo, te utilice por un rato, y luego te aviente lejos, probablemente con un segundo hijo en tus brazos. No mereces esto, ni tú ni tu hijo, ni un segundo hijo que pudiera venir.
¿Será que a los jóvenes no les gusta ya casarse? En efecto, a muchos les da miedo un compromiso estable y para toda la vida. Así lo está demostrando la caída de los matrimonios cristianos. De esa manera retrasan su madurez humana y cristiana, y se quedan sin conocer lo que es el amor verdadero. Sigue con tu manera de pensar, que vas por buen camino, y que pronto encuentres a alguien que te quiera, en serio. Que la Virgen te conceda sabiduría y fortaleza.
Sin embargo el acto sexual tiene una dignidad altísima porque a través de él se crean nuevas personas que entran en la vida. Por ello sólo el matrimonio es el contexto adecuado para realizarlo. Por eso la Iglesia lo llama ‘acto conyugal’. Fuera del matrimonio se convierte en un juego que despersonaliza y retrasa la madurez de las personas. Desafortunadamente, por tu equivocación, nació un niño sin padre y tú te quedaste solita para sacarlo adelante. Quiérelo mucho porque ese niño es tan amado por Dios como tú y como yo. Eso sí, aprendiste la lección de manera dolorosa.
Los varios novios que has tenido y que te piden que te entregues a ellos en la cama, sin querer asumir la responsabilidad que de ello puede derivarse, son también víctimas del ambiente de sexo desenfrenado en que vivimos. Ellos quieren seguir jugando con las mujeres, sin estar dispuestos a asumir la parte de sacrificio que lleva el entregarse a una mujer y a unos hijos para toda la vida. Personas así, con esa inmadurez psicológica, no deberían de contraer matrimonio. Sólo quien está dispuesto a jugarse la vida contigo hasta que la muerte los separe, y jurándote amor frente a un altar, merece que te entregues a él en cuerpo y alma. De lo contrario, sólo estarás permitiendo que un hombre juegue contigo, te utilice por un rato, y luego te aviente lejos, probablemente con un segundo hijo en tus brazos. No mereces esto, ni tú ni tu hijo, ni un segundo hijo que pudiera venir.
¿Será que a los jóvenes no les gusta ya casarse? En efecto, a muchos les da miedo un compromiso estable y para toda la vida. Así lo está demostrando la caída de los matrimonios cristianos. De esa manera retrasan su madurez humana y cristiana, y se quedan sin conocer lo que es el amor verdadero. Sigue con tu manera de pensar, que vas por buen camino, y que pronto encuentres a alguien que te quiera, en serio. Que la Virgen te conceda sabiduría y fortaleza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario