jueves, 14 de septiembre de 2017

Meditación no. 18 contra los pecados de la carne

Renovando la mente
(Rosemary Scott)

No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo agradable, lo perfecto (Rom 12,2).



Oración: Ven, Espíritu de amor; oh fuego de amor, purifica mi corazón, mi mente, y mi alma; santifica todo lo que pienso, lo que digo y lo que hago; y derrama en mí en plenitud tus sagrados dones. Que pueda siempre sólo darte gracias, alabarte y glorificarte, mi Señor y mi Dios.

Habiéndonos dicho que ofreciéramos nuestros cuerpos a Dios, san Pablo ahora nos aconseja qué debemos hacer con nuestras mentes. En orden a ser transformados, nuestras mentes, que están tan habituadas a disculpar el pecado, tienen que ser renovadas: Ten cuidado, no sea que imites las prácticas de los mundanos. Deja que tu corazón, tu ambición, te lleve al cielo: desprecia siempre aquellas cosas que el mundo admira, que todos puedan ver en tus acciones que tú no eres de la sociedad de los mundanos, y que no tienes amistad con ellos.

Para renovar la mente esencialmente significa dejar de pensar como pecador y comenzar a pensar como santo. No dejes que esta idea te intimide, pues muchos santos comenzaron siendo pecadores. Pero por la gracia de Dios ellos fueron aprendiendo a pensar según la mente de Cristo. Los santos aman lo que nuestro Señor ama, y odian lo que Él odia. Ellos están dispuestos a hacer lo que Jesús les ordena, y evitar lo que les prohíbe. Ellos ponen sus mentes arriba, en las cosas del Espíritu, y no en las de la carne:

Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tenencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así los que están en la carne, no pueden agradar a Dios (Rom 8,5-8).

Si has estado siguiendo estas meditaciones y sus propósitos, ya has comenzado a renovar tu mente. Cuando empezaste a regresar a Jesucristo buscando alegría y plenitud en tu vida y no vicios, eso fue un cambio de mentalidad. Cuando rechazaste las mentiras que te tuvieron cautivo al pecado y comenzaste a dejarte guiar por la Verdad, comenzaste a cambiar la manera que tenías de ver el pecado. Cada vez que has meditado, memorizado y orado con un texto de la Sagrada Escritura, todo esto te ha ayudado a renovar tu mente poco a poco.

Continúa haciendo estas cosas. Si no lo estás haciendo, comienza a leer la Escritura cada día. Las lecturas de la Misa diaria son excelentes para este propósito. No la leas como cualquier libro, sino como un alimento para nutrir tu alma. Aprende un método de meditación, tal como la Lectio divina o uno de los tres métodos de oración de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Utilízalo cuando leas la Escritura. La santa Palabra de Dios tiene realmente el poder de limpiar tu mente de pensamientos impuros.

¿Cómo el joven guardará puro su camino? Observando tu palabra… Dentro del corazón he guardado tu promesa, para no pecar contra ti (Sal 119, 9.11).

Puedes también escuchar grabaciones de la Sagrada Escritura mientras manejas en tu coche o cuando trabajas en tu casa u oficina. O escribe citas bíblicas en tarjetas y memorízalas durante tu tiempo libre.

Otras prácticas devocionales, tales como la oración de Jesús o el orar con los iconos, también ayudarán a limpiar y renovar la mente. La lectura espiritual edificante y las historias de las vidas de los santos son una fuente excelente fuente de inspiración y de santos pensamientos. Luis de Granada escribe: trata de mantener tu mente ocupada con buenos pensamientos y de emplear tu cuerpo en obras saludables, porque el diablo –dice san Bernardo- “llena las almas de malos pensamientos para que estén pensando en el mal aunque no lo cometan”.

Si todavía no lo has hecho, tendrás que comenzar a evitar lo más posible los pensamientos impuros y las fantasías. Si eres persona casada, empieza en enfocar tus pensamientos solamente en tu cónyuge. Si eres soltero, tienes que terminar de entretenerte en impurezas. Si un pensamiento o imagen salta a tu mente, no te deleites en ella obteniendo placer, sino apártala de ti y pide la ayuda de Dios para evitar la tentación. Pide a Él la gracia de odiar los pecados que en tu pasado disfrutaste, tanto como Él los detesta. Pide a Dios la gracia de pensar del pecado como Él piensa. No olvides de reemplazar los pensamientos pecaminosos con pensamientos santos; bríndale a tu mente algo más en qué pensar.

En general, no debemos dejar que nuestras mentes moren en cosas infames o malas, y en cambio hemos de tomar el consejo de Pablo a los Filipenses: Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. Todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, ponedlo por obra y el Dios de la paz estará con vosotros (Fil 4,8-9).

Oh Dios Todopoderoso y misericordioso, escucha mi oración y libera mi corazón de la tentación de los malos pensamientos, a finde que pueda convertirme en digna morada donde habite tu Santo Espíritu. Amén.

Propósito: memoriza la cita de la Carta a los Filipenses, y ponla en práctica. Haz las otras cosas que te aconseja esta meditación. Continúa acercándote a Jesús, humillándote ante Él, confiando tu ser a la Virgen María, arrepintiéndote de tus pecados pasados, alejándote de la tentación y evitando ocasiones de pecado.

San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.

Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________

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