L a historia de la humanidad es incomprensible sin la noción del cielo. El hombre de todos los tiempos ha soñado con vivir en el paraíso. Religiosos y ateos por igual. Los que creemos en Dios aspiramos un día a la felicidad perfecta más allá de este mundo. Los ateos, por otra parte, aspiran a crear una especie de paraíso social en la tierra, donde el hombre pueda encontrar la satisfacción de todas sus necesidades materiales. Se trata, sobre todo por la experiencia histórica los últimos siglos, de un falso paraíso. Carlos Marx decía que la religión era el opio del pueblo. El hombre, por pensar en el cielo, se olvidaba de construir la justicia en la tierra. Por eso había que sacudirse de las religiones. Su visión de la vida arrastró a millones de personas a rechazar a Dios para aspirar a la dictadura del proletariado, una especie de cielo en la tierra que se conseguiría con la abolición de todas las clases sociales. Lo único que resultó fue una Babilonia luciferina que terminó en el a...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos