lunes, 18 de noviembre de 2024
La salvación y el Año Jubilar 2025
Roma será la locura en 2025. Me refiero al enorme número de peregrinos que viajarán a la Ciudad Eterna para cruzar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Estamos ya muy cerca el inicio del Jubileo 2025. Quienes con devoción y arrepentidos de sus pecados crucen por esa bendita puerta, que el papa abre cada 25 años, es porque han escuchado el llamado de Dios que los invita a una renovación profunda en su vida espiritual y a confiar en su misericordia.
Recuerdo aquel 24 de diciembre de 1999 cuando tuve la gracia de estar presente en esa estremecedora ceremonia en la que san Juan Pablo II abrió la Puerta Santa de la basílica petrina. Fue un momento lleno de solemnidad y cargado de emoción espiritual. Tuve la sensación, al atravesar ese umbral, de dejar atrás el tiempo para pisar un pedacito de la eternidad. Sentí que era como ponerme a salvo de los peligros del mundo y entrar en un recinto sagrado, donde me aguardaba el único Salvador del mundo, el que es la Puerta por donde entran las ovejas, Jesús el Señor.
Conozco muchas personas que han abandonado toda práctica religiosa; para ellos el Año Jubilar pasará como pasan los días del calendario, sin que el tiempo signifique algo para ellos. Es penoso y hasta aterrador. Los indiferentes a la religión son como los viajeros que encuentran en su camino un río caudaloso que hay que atravesar. Ignorando los peligros de cruzar el afluente, no ponderan la profundidad del agua y se arrojan sin mirar por dónde. Lamentablemente así viven quienes no reflexionan en la gran cuestión de la salvación, y como resultado llevan una vida mundana y pecaminosa que pone en riesgo el destino supremo de sus almas.
Sería bellísimo que todos pudiéramos cruzar la Puerta Santa en Roma, pero es evidente que la mayoría nos quedaremos en nuestras ciudades y pueblos. Es en nuestras diócesis donde viviremos el Jubileo 2025. Seguramente habrá signos jubilares y actividades especiales que nos ayuden a despertar de nuestra negligencia, y descubrir que la salvación eterna del alma es lo que más importa en la vida. No podemos vivir indiferentes, como si la muerte, el juicio, el infierno, el cielo y la vida eterna no fueran verdades de fe, sino fábulas inventadas por la Iglesia. El Jubileo nos invita a confiar en la infinita misericordia de Dios que nos quiere perdonar todo.
Muchos mexicanos han puesto todas sus esperanzas en el proyecto de la Cuarta Transformación propuesta por el gobierno; son miles los ciudadanos del mundo que se postran ante Donald Trump, Milei o Bukele. Esto es peligroso. No saben que, al final, quedarán decepcionados. Ningún político puede brindar la gracia de Dios ni la salvación para la vida eterna, sino sólo Jesucristo: "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Mt 16,26).
El Jubileo 2025 tiene un lema hermoso designado por el papa Francisco: "Peregrinos de la esperanza". ¿De qué esperanza hablamos? Es cierto que tenemos esperanza en obtener salud. ¿Qué no haríamos por conservarla o recuperarla? Personas con cáncer se someten a costosos tratamientos y cirugías para erradicarlo. Muchos ponen todo su esfuerzo en adquirir conocimientos y hacer carrera. Otros piensan en su buena fama y pagan abogados por librarse de las calumnias. Hay quienes trabajan hasta el agotamiento por hacer crecer su patrimonio. Pero estas son esperanzas con "e" minúscula. Los creyentes hemos de ser portadores de la gran Esperanza de la vida, que es tener a Cristo en el corazón y dar la vida por Él.
El gran peligro es que sólo nos dediquemos a las cosas del mundo y olvidemos la razón última de nuestra existencia. San Ignacio pegó en el clavo: "El hombre fue creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios, nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que fue creado". Esta no es sólo una razón sino la única razón de existir en la tierra.
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con una fuerte llamada a la conversión, a la reconciliación con Dios y a renovar nuestra Esperanza. Nos recordará que el tiempo es fugaz y pasajero, que nuestro paso por la tierra es únicamente un ensayo y preparación para la vida que ha de durar eternamente. Sigamos con fe firme y en oración preparándonos para esa gran fecha.
miércoles, 13 de noviembre de 2024
Católicos y Donald Trump
El triunfo de Donald Trump como presidente electo el pasado 5 de noviembre en Estados Unidos, así como el triunfo de los republicanos en el Senado y en la Cámara de Representantes, ha de llamar a reflexión a los que somos católicos. El tema es de tanta trascendencia mundial que es preciso profundizar un poco sobre lo que implica para nuestra fe cristiana. Lo primero que hay que señalar es que el 56 por ciento de los católicos votaron por Trump y sólo el 41 por ciento lo hicieron por Harris. Algunos analistas afirman que el catolicismo estadounidense está cambiando: cada vez hay menos católicos que se parecen a Biden y a Nancy Pelosi. Es un cambio generacional.
Los medios de comunicación convencionales, más alineados al progresismo, favorecieron con su opinión a Kamala Harris durante la campaña y enfocaron sus reflectores en los defectos de Trump. De hecho las encuestas que publicaban revelaban que había un empate con una ligera delantera de Kamala. Sin embargo el triunfo de Trump sobre Kamala Harris fue apabullante. La diferencia del resultado fue abismal: 312 votos electorales de Trump y 226 de Harris. Impresiona ver el mapa de los resultados por condados, rojo casi en su totalidad. ¿A qué se debe esa grandiosa victoria de Trump?
Más allá de la preocupación por la economía, que iba de mal en peor durante el gobierno de Biden-Harris, está el hartazgo de una sociedad que tenía la sensación de despeñarse hacia un abismo de inmoralidad con la contracultura woke promovida por el Partido Demócrata, además de ver su patria amenazada por una inmigración ilegal totalmente descontrolada. El pueblo norteamericano, al verse alejado cada vez más de sus raíces cristianas y metiéndose en el pantano del relativismo moral y la inmigración sin control, votó por quien prometió combatir la degeneración social y rescatar los valores familiares.
Kamala Harris hizo descaradamente del aborto su baluarte y su bastión, al grado de ofrecer abortos gratuitos en aborterías móviles que se colocaron en las entradas del recinto donde fue nombrada como candidata el 19 de agosto en Chicago. Esa acción perversa fue como un descarado ofrecimiento de vidas humanas al Maligno a cambio de poder. Radicalmente a favor del asesinato de bebés, la ex-candidata se manifestó a favor del aborto por nacimiento parcial a los nueve meses de gestación. Tanta maldad tuvo sus consecuencias y los electores la rechazaron.
Al mismo tiempo la Harris fue especialmente hostil a la Iglesia Católica; hostigó a los Caballeros de Colón que fueran candidatos judiciales y apoyó el proyecto de ley que obligaría a los empleadores católicos a pagar impuestos por los abortos de sus empleados. Además rechazó durante su campaña la invitación que le hiciera la Arquidiócesis de Nueva York para asistir a una cena de gala, un evento benéfico al que tradicionalmente asisten los candidatos. Sólo Walter Mondale había rechazado la misma invitación en 1984 y perdió las elecciones de manera aplastante contra Ronald Reagan. Kamala debe aprender que no es saludable tener enemistad con los católicos.
Hay católicos que votaron por Kamala Harris porque consideran que ella representaba mejor algunos valores sociales como la justicia y la equidad o el trato a los inmigrantes. Sin duda estos temas tienen importancia para los católicos, pero más importante es la defensa de la vida, la familia y la libertad religiosa. El pueblo que quiere vivir con sentido común y por eso rechazaron a Kamala.
La victoria de Donald Trump es positiva por el bien que puede hacer para que se recuperen valores fundamentales –vida, familia y patria– y el combate a la ideología woke. Sin embargo el republicano no se identifica del todo con los valores católicos. Trump ha cambiado su postura sobre el aborto y lo admite en ciertos casos. Y en temas como la inmigración olvida el drama en que viven muchas personas ilegales dentro de su país que han contribuido con su trabajo a la economía nacional durante muchos años. Las políticas de Trump en contra de estas personas pueden llegar a ser muy inhumanas. También se aleja de los valores católicos con la promoción de la fecundación in vitro gratuita ya que ésta atenta contra la santidad del matrimonio y sacrifica a los embriones no implantados.
Si bien Trump no es la opción ideal para un católico, el presidente electo debe estar muy agradecido ya que su triunfo se debió, en gran parte, a los católicos que votaron por él. El trabajo de los obispos y de los católicos en Estados Unidos será convencer al gobierno de Trump de que el verdadero progreso de la nación está en la defensa y promoción de la vida, la tutela de la santidad del matrimonio y la libertad religiosa.
martes, 5 de noviembre de 2024
El acto sexual como imagen de Dios
Pregunta: Soy una persona que le gusta preguntarse el porqué de las cosas. Veo que los animales se aparean y se reproducen naturalmente mientras que los seres humanos tenemos diferentes puntos de vista sobre el sexo. Los jóvenes lo ven como algo natural que todos deben practicar, mientras que muchas personas mayores dicen que es algo sólo para los casados. Quisiera saber qué piensa la Iglesia sobre el tema.
Padre Hayen: primero, hay una enorme diferencia entre el apareamiento de los animales y las relaciones sexuales entre personas. La diferencia es la libertad. Los animales no son libres y actúan sólo por instintos mientras que los seres humanos, debido a que estamos hechos a imagen de Dios, podemos decir "sí" o "no" a ciertos actos donde se juega el bien y el mal. La sexualidad hoy es uno de los campos de batalla donde más fuertemente se libra este combate.
Dios nos creó hombre y mujer y juntos los sexos son imagen de Dios, es decir, juntos hacen visible en el mundo el misterio de Dios invisible. Este misterio del Dios invisible es el misterio del amor y de la comunión que hay entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si nosotros estamos hechos a imagen de Dios es porque estamos llamados a amar en comunión de personas, tal como Dios ama. Y nos amamos concretamente como hombres y mujeres. El varón fue diseñado –en su anatomía y en su psicología– para salir de sí mismo y entregarse a la mujer, y ella para recibir al hombre y entregarse también a él. Y el amor entre ambos es tan real y profundo que por voluntad de Dios puede convertirse en un nuevo ser humano: un bebé.
El mismo acto sexual está llamado a participar de la misma vida y el amor de Dios. El coito conyugal hace visible algo del misterio invisible de Dios. Esto no significa que Dios tiene sexo. Dios es espíritu puro y en él no hay diferencia sexual. Si nuestra sexualidad refleja en algo el misterio de la Santísima Trinidad, no significa que la Trinidad sea sexual. Dios no está hecho a semejanza de nuestra humanidad de hombres y mujeres, sino que nuestra humanidad está hecha a semejanza de Dios. El misterio de Dios está más allá de toda comparación humana.
El sexo no es algo natural que todos debamos practicar como los animales que sólo siguen sus instintos. Esta actitud liberal ha sido causa de muchísimas heridas en las vidas humanas y en las familias. Tampoco el sexo es algo sucio del que debamos reprimirnos porque tiene una bondad instrínseca: Dios todo lo hizo bueno (Gen 1,31). Sin embargo el sexo que proporciona auténtica alegría y trae plenitud a las personas es el que refleja el misterio de Dios. Cuando el sexo se practica dentro del plan de Dios, llega a satisfacer los deseos de amor del hombres y la mujer de manera profunda.
El sexo entre hombre y mujer es tan hermoso y maravilloso, que está diseñado para expresar el amor de Dios de manera libre, total, fiel y fecunda. "Matrimonio" es la otra palabra con la que podemos describir esta clase de amor. Así es: el sexo está hecho para expresar los votos que los esposos hacen en la iglesia ya que es en el lecho conyugal donde ese "sí" se vuelve carne.
Cuando se casan frente al altar, los novios se comprometen para amarse libremente, totalmente, fielmente y fecundamente hasta la muerte; luego hacen sus promesas de fidelidad y de apertura a los hijos. Más tarde y a lo largo de sus vidas, se expresan con sus cuerpos ese amor que en su boda expresaron con sus palabras. De esa manera, a través de los actos sexuales que puedan tener a lo largo de su vida de casados, completan, perfeccionan, sellan y renuevan su matrimonio.
Me alegra que te guste estudiar las cosas en su profundidad. Aprendamos entonces a ver al sexo no como algo superficial con lo que se puede jugar, tal como muchos jóvenes lo ven hoy. Tampoco hay que tratarlo con los ojos de la sospecha que en todo lo sexual ve el pecado. Al sexo hay que descubrirlo y contemplarlo desde la teología, para asombrarnos del increíble misterio que esconde: revelar el amor mismo que es Dios.
jueves, 31 de octubre de 2024
Predicar a los indios en 1524
En 1519 ni España ni México existían como nación. Fueron los conquistadores del Reino de Castilla quienes en ese año desembarcaron en Veracruz y se internaron en las tierras de Mesoamérica, donde coexistían diversos pueblos indígenas en constantes pugnas y guerras, muchos de ellos subyugados por la crueldad del imperio azteca. Después de la caída de Tenochtitlán en 1521, llegaron los primeros frailes franciscanos al Nuevo Mundo para hacer una titánica labor evangelizadora. Era 1524, hace 500 años.
Una colosal obra de recopilación de usos y costumbres de los indios la escribió fray Bernardino de Sahagún, quien llegó como misionero en 1529. Realizó un estudio riguroso de historia, tradiciones y lengua de los indígenas intitulada "Historia de las cosas de la Nueva España", que fue una obra enciclopédica monumental al servicio de los predicadores del Evangelio. Dice Sahagún que era necesario que éstos conocieran las culturas indígenas para poder predicar a Jesucristo y aplicar las medicinas espirituales que necesitaban para curar las enfermedades del alma.
En un principio la predicación era por señas. Los frailes explicaban la existencia del infierno y del cielo apuntando hacia la tierra para indicar el inframundo donde decían que había fuego, sapos y culebras; luego elevaban los ojos al cielo para señalar que arriba está un solo Dios. Los indios no entendían nada, y pronto los religiosos abandonaron ese estilo de predicar para ponerse a estudiar la lengua náhuatl. Aprender las principales lenguas indígenas era una condición esencial para todo misionero que quisiera evangelizar con efectividad. Era el medio eficaz para llegar al alma de aquellos paganos y conquistar sus corazones.
Cada orden religiosa –franciscana, dominica y agustina– tenía su propio territorio para evangelizar, así que los frailes tuvieron que especializarse en el idioma de los pobladores de aquellas regiones, aunque el náhuatl era el idioma más conocido. Esta lengua era la del imperio azteca, que se hablaba desde Zacatecas hasta Nicaragua. En la orden de san Agustín había frailes que tenían que hablar, por lo menos, una de estas diez lenguas: náhuatl, otomí, tarasco, huasteco, pirinda, totonaco, mixteco, chichimeco, tlapaneco o ocuiteco.
Los frailes no tenían la intención de hispanizar a los indios, y todo el trabajo evangelizador tenía que hacerse exclusivamente en lenguas indígenas. Hubo la necesidad de hacer libros para estudiar las lenguas, y así nacieron las gramáticas, los vocabularios, las doctrinas, los sermonarios, los confesionarios, traducciones del Evangelio, de las Epístolas y de las vidas de los santos. Fueron libros muy importantes tanto para la predicación de la doctrina cristiana como para la administración de los sacramentos, principalmente la confesión.
Los reyes de España nunca se mostraron hostiles al estudio de las lenguas de los indios. Felipe II, por ejemplo, pedía encarecidamente a los obispos que no ordenaran sacerdotes ni dieran licencia para administrar los sacramentos a quienes no supieran la lengua general de los indios en su provincia. Sin embargo la Corona también creía que ningún idioma era tan rico para exponer los misterios de la fe católica como el castellano, así que ordenaron enseñar a los indios el idioma de Castilla. Los misioneros se resistieron a ello porque no querían sobrecargar a los nativos con aprender una nueva lengua, y además querían preservarlos -decían-de malas costumbres europeas.
La evangelización de los indígenas del Nuevo Mundo fue una obra titánica y descomunal que hoy admiramos. El celo de aquella "vieja escuela" de evangelización misionera, traída de Castilla por petición de Hernán Cortés, decayó décadas más tarde cuando fueron muriendo aquellos evangelizadores que aprendieron las lenguas indígenas. Poco a poco vino un aburguesamiento de las nuevas generaciones de misioneros y así fue creciendo el proceso de hispanización de los territorios.
Sin pretender negar que en este choque de culturas existieron abusos, sobre todo de parte de los conquistadores castellanos, es notable el respeto que tuvieron hacia los indígenas los frailes y la religión católica. La conquista espiritual de México no fue una destrucción de las culturas ni cacería de los nativos –tal como ocurrió en el territorio de América del Norte con la llegada de los ingleses–, sino la seducción amorosa de las almas de los pueblos originarios para llevarlas a Cristo.
Hoy la ideología socialista y globalista quiere retorcer nuestra historia y echar lodo sobre España, cuando lo que los castellanos trajeron fueron copiosas bendiciones para conformar la gran nación que hoy somos.
martes, 22 de octubre de 2024
Solapar el pecado de los hijos
Querido padre:
Soy catequista, mi servicio es en pláticas pre bautismales y hace unos días una persona me preguntaba sobre el caso de una madre que tiene en su casa viviendo a su hijo, con su concubina, en una parte separada de su casa, pero en el mismo terreno/construcción. La duda era si la madre del muchacho puede recibir la Comunión o también está en pecado. Según comentaron, ella les insiste todo el tiempo en que se acerquen al sacramento del matrimonio, pero ellos no lo han hecho. En el equipo tuvimos discrepancia sobre la respuesta. Unos adujeron que el pecado es personal y que la madre puede comulgar sin problema, pero otros argumentaron que la madre comete pecado de omisión y no puede comulgar. ¿Podría sacarme de la duda en este caso?
Padre Hayen:
Cuando los padres han educado a sus hijos con los valores del Evangelio, ellos tienen la esperanza de que su descendencia seguirá el ejemplo que ellos les inculcaron. Esto es lo que se naturalmente se espera que ocurra en las familias.
Sin embargo pueden intervenir otros factores para que los hijos, una vez que crecen y llegan a la mayoría de edad, cuestionen la fe y el estilo de vida que recibieron en casa y lleguen a rechazar el ejemplo de sus padres. Los hijos pueden tener el influjo de malas compañías que les presionan para vivir de otra manera, o pueden asumir la mentalidad del mundo porque es lo que dice la moda o porque "todos lo hacen así".
A veces con profundo dolor, los padres católicos ven frustradas sus esperanzas al ver a sus hijos viviendo fuera de la gracia de Dios, en el pecado. Y claro, a ellos no les queda más que respetar la libertad a esos hijos mayores de edad que optaron por un estilo de vida en el que no fueron educados.
Es doloroso, lo sé. Pero hay algo aún más doloroso: que los hijos pretendan que sus padres aprueben el estilo de vida mundano que ellos han adquirido fuera de los valores del hogar. Es como decir a los padres: "ustedes me educaron de una manera bajo este techo, pero ahora yo los quiero educar a mi manera bajo el mismo techo". Así los hijos cometen doble pecado: el de concubinato-fornicación y el de ofensa a la honra que deben a sus padres.
Si el hijo tuviera un poco de vergüenza debería irse lejos de ahí para no mortificar a quienes le dieron la vida y el Evangelio; lo mismo la muchacha. Aquí el punto está en si los padres pecan mortalmente por permitir a sus hijos vivir en pecado de concubinato en la misma construcción o terreno.
La pregunta que ellos deben hacerse es: ¿estoy cooperando directamente con el pecado de mi hijo? Si los padres son indiferentes a la situación moral (concubinato) en que vive hijo o desean que continúe viviendo así, y los arropan facilitándoles un "nido de amor" entonces sí hay cooperación directa con el mal y hay pecado mortal, por la razón de que esta situación es contraria al plan de Dios para la familia, y porque fácilmente se convierte en pecado de escándalo para que otros hijos y parientes sigan ese mal ejemplo. Ni los hijos entran al Reino de Dios y también impiden que otros entren. Los padres cristianos no deben cooperar a esto y deben pedir a sus hijos que, si quieren vivir amancebados, se retiren de la casa paterna.
En el caso de que los hijos rejuntados vivan en el mismo terreno y separados de la casa de sus padres, es probable que la culpa ya no sea de los padres, o tengan menos culpabilidad, dependiendo de las circunstancias. Posiblemente el hijo ya es dueño de su propia casa, no lo sé. Quizá recibió una porción de esa finca como su herencia. Lo cierto es que el Evangelio exige radicalidad y a veces tendremos que hacer opciones dramáticas: "El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir" (Mt 10,21).
Pidamos al Señor que los padres de familia asuman la misión de formar hijos santos, y no hijos para la muerte, aunque algunas veces la rebeldía de los hijos llegue a "matarlos" de tristeza.
miércoles, 16 de octubre de 2024
Una nueva moral sexual
Hace unos días, mientras en el Vaticano estaba en marcha el Sínodo de la Sinodalidad, las organizaciones "America" y "Outreach" organizaron un evento dedicado a la pastoral LGBT, con el fin de sensibilizar a los padres del sínodo sobre este tema. El Vaticano había dejado claro que esos tópicos controvertidos no serían parte de la agenda del sínodo, así que el ala más progresista de los jesuitas decidió hacer su propio evento para consolar a los católicos homosexuales y para quienes se sienten identificados con la ideología de género.
No solamente se trata de llevar consuelo sino, sobre todo, de empujar una agenda de género dentro de la Iglesia para avanzar hacia una nueva moral sexual católica. El sacerdote jesuita James Martin, presente en el evento, es uno de los adalides de este movimiento pro LGBTQ dentro de la Iglesia.
En el evento, avalado por la Curia general jesuita, participaron el obispo de Hong Kong Stephen Chow Sau-yan –también jesuita– quien inició la oración pidiendo al Espíritu Santo que "nuestra ignorancia y nuestros prejuicios se disuelvan", además de algunos expositores casados con personas de su mismo sexo. Todos pidieron un cambio de perspectiva que permita a la Iglesia ser un lugar acogedor para católicos LGBT y reconocer su contribución a la comunidad eclesial.
Sin duda las personas con inclinación sexual hacia su mismo sexo han contribuido y siguen contribuyendo a la edificación de la comunidad de la Iglesia en todo el mundo. Ellas no están excluidas de hacer sus aportaciones, al igual que las personas heterosexuales. Todos somos hijos de Dios y todos hemos recibido dones y carismas del Espíritu para el aprovechamiento de todos en el Cuerpo Místico de Cristo, especialmente para que crezca la santidad entre nosotros. Son los santos quienes embellecen la vida de la Iglesia, y son esas vidas santas las que hemos de imitar.
El problema surge cuando algunos pastores y laicos en la Iglesia quieren normalizar las fracturas que tiene nuestra humanidad herida; la inclinación homosexual es una de estas fracturas. ¿Puede una persona con atracción al mismo sexo ser santa? Sin duda. ¿Puede una persona de la comunidad LGBT ser santa? No lo creo. Y la razón es porque la ideología de género normaliza las relaciones homosexuales, las promueve y además engaña a sus adeptos al decir que Dios mismo se hace presente en esas relaciones, bendiciéndolas. Eso contradice toda la Revelación bíblica. Por eso las relaciones homosexuales violan el orden natural y son pecado. Para caminar hacia la santidad, una persona que tenga prácticas homosexuales tendría que renunciar a ellas y abrirse a la gracia y dejar que Cristo restaure, paulatinamente, su sexualidad.
Las cuestiones de la sexualidad no son de poca importancia. Son un componente fundamental de la existencia del hombre en el mundo. De hecho no podemos entender el cristianismo si no comprendemos la verdad y el significado de nuestra sexualidad. Desde el inicio hasta el final, toda la historia bíblica es la historia del amor nupcial entre un hombre y una mujer: Cristo Esposo y la Iglesia Esposa. Podemos decir que el plan de Dios desde la eternidad es "desposarse" con nosotros (Os 2,19), y para ello Dios dejó impresa su imagen en la relación del hombre y la mujer, y no en un tipo de relación pecaminosa.
Esto significa que todo lo que Dios ha querido revelarnos sobre quién es Él, quiénes somos nosotros, sobre cuál es el significado de la vida, cuál es la razón por la que somos creados, de qué manera hemos de vivir y cuál es nuestro destino final, todo esto está contenido, de alguna manera, en la verdad y el significado de la sexualidad y el matrimonio. Una nueva moral sexual solamente desfiguraría el cristianismo y la imagen de Dios en nosotros.
Sin duda las personas con inclinación sexual hacia su mismo sexo han contribuido y siguen contribuyendo a la edificación de la comunidad de la Iglesia en todo el mundo. Ellas no están excluidas de hacer sus aportaciones, al igual que las personas heterosexuales. Todos somos hijos de Dios y todos hemos recibido dones y carismas del Espíritu para el aprovechamiento de todos en el Cuerpo Místico de Cristo, especialmente para que crezca la santidad entre nosotros. Son los santos quienes embellecen la vida de la Iglesia, y son esas vidas santas las que hemos de imitar.
El problema surge cuando algunos pastores y laicos en la Iglesia quieren normalizar las fracturas que tiene nuestra humanidad herida; la inclinación homosexual es una de estas fracturas. ¿Puede una persona con atracción al mismo sexo ser santa? Sin duda. ¿Puede una persona de la comunidad LGBT ser santa? No lo creo. Y la razón es porque la ideología de género normaliza las relaciones homosexuales, las promueve y además engaña a sus adeptos al decir que Dios mismo se hace presente en esas relaciones, bendiciéndolas. Eso contradice toda la Revelación bíblica. Por eso las relaciones homosexuales violan el orden natural y son pecado. Para caminar hacia la santidad, una persona que tenga prácticas homosexuales tendría que renunciar a ellas y abrirse a la gracia y dejar que Cristo restaure, paulatinamente, su sexualidad.
Las cuestiones de la sexualidad no son de poca importancia. Son un componente fundamental de la existencia del hombre en el mundo. De hecho no podemos entender el cristianismo si no comprendemos la verdad y el significado de nuestra sexualidad. Desde el inicio hasta el final, toda la historia bíblica es la historia del amor nupcial entre un hombre y una mujer: Cristo Esposo y la Iglesia Esposa. Podemos decir que el plan de Dios desde la eternidad es "desposarse" con nosotros (Os 2,19), y para ello Dios dejó impresa su imagen en la relación del hombre y la mujer, y no en un tipo de relación pecaminosa.
Esto significa que todo lo que Dios ha querido revelarnos sobre quién es Él, quiénes somos nosotros, sobre cuál es el significado de la vida, cuál es la razón por la que somos creados, de qué manera hemos de vivir y cuál es nuestro destino final, todo esto está contenido, de alguna manera, en la verdad y el significado de la sexualidad y el matrimonio. Una nueva moral sexual solamente desfiguraría el cristianismo y la imagen de Dios en nosotros.
lunes, 7 de octubre de 2024
Proteger a los niños de la porno
Los productores de pornografía necesitan adictos, y van por los niños. Así como los narcotraficantes acechan en las escuelas para asegurar su clientela en el futuro, la industria del porno busca gente que se enganche con sus materiales a edades tiernas para ganar más dinero.
Muchos padres de familia se asombran por las capacidades que tienen sus niños al operar la tecnología electrónica. Si los mayores han dado un teléfono celular a su hijo a edad temprana, no deberían asombrarse de que su pequeño, a los ocho años de edad, ya haya visto material pornográfico. El daño que esto provoca es enorme.
Un niño es introducido al porno en internet a través de anuncios en ventanas emergentes que los llevan a páginas porno. Hay muchos videojuegos que son, además de violentos, pornográficos. Hay niños que descubren la pornografía porque la encuentran por casualidad en alguna computadora de algún familiar, y otros niños son llevados al porno por sus amigos.
Algunas estadísticas provenientes de Estados Unidos: la edad media en que un niño ve porno por primera vez es entre ocho y diez años. A los 18 años, el 60 por ciento de las chicas y el 90 por ciento de los chicos han visto material pornográfico. Un 55 porciento de las chicas y 69 porciento de los chicos han visto porno homosexual. El efecto es devastador. He conocido chicos de 15 años con una fortísima adicción a estos materiales, y que viven una profunda tristeza en sus rostros.
Uno de los principales efectos para los niños es la pérdida de la inocencia; la porno introduce al niño a un mundo para el que no está preparado ni puede comprender. La sociedad extremadamente sexualizada en que vivimos les roba la oportunidad de ser niños. Es triste que algunos papás festejen que sus hijos pequeños vistan con ropa sexualmente provocativa. Los están adelantando y privando de una infancia sana.
La exposición a la porno puede fácilmente desarrollar una sexualidad malsana en un niño. Los pequeños quedan confusos sobre su sexualidad, sobre el sentido de sí mismos y de su cuerpo. Suele ser una experiencia traumática. La porno cambia el modo de ver al sexo opuesto y de relacionarse con él; incluso puede dejar "programado" a un menor para tener desviaciones sexuales, o para ser un abusador de otros niños menores que él. Hay adultos que viven con un problema de adicción sexual que se originó por haber quedado enganchados al porno desde su infancia.
¿Qué pueden hacer los padres? Primero no ser ingenuos y tomar conciencia de los peligros de estos contenidos para el futuro de sus niños. Sepan que la porno es veneno para el alma a cualquier edad, pero en los niños es aún más. Los padres deben de controlar todo lo que entra en casa, lo que se ve, lo que se habla y la música que se escucha. Ellos deben decidir qué programas son apropiados para los niños y cuáles no, así como limitar el tiempo que pasan viendo televisión. Ojalá que no sea más de una hora.
Los mismos padres deben dar buen ejemplo y evitar ver en la televisión todo material ofensivo, vulgar y violento; no deben estar cambiando de canal a cada rato ya que esto suele llevar a programas inapropiados; hacerlo constantemente es un mal hábito que aprenden los niños.
Un niño no debe tener un teléfono celular con acceso a internet. Muchos padres compran teléfonos a sus hijos para estar más en contacto con ellos, lo que está bien, pero si el móvil tiene internet dañará al niño. Hay teléfonos diseñados para niños sin acceso a internet. Un niño tampoco debe tener una cuenta de Facebook ni utilizar salas de chat, ya que son lugares donde los depredadores buscan víctimas.
Si por casualidad un niño ha visto pornografía, los padres no deben hacerle sentir culpable o avergonzarle. Es muy probable que haya sido una experiencia traumática para él. Más bien hay que enseñarle que el propio cuerpo debe respetarse y vestirse bien, así como el cuerpo de los demás. Hay que explicarle que esas imágenes que vio son una falta de respeto a uno mismo, a los demás y a Dios; incluso hay que hacer oración con el niño por esas personas que vio.
Si la porno la encontró en una computadora de casa, hay que asegurarse de que nunca más la vuelva a ver; y si la vio en casa de un amigo habrá que hablar con los padres de éste; si ellos no cooperan, no se debe permitir que el niño visite aquella casa. El que entre lobos anda, a aullar se enseña.
Hemos de cuidar a los niños. Exponerlos a la depravación sexual es robarles la inocencia y escandalizarlos. Ya sabemos lo que dijo Jesús al respecto: es mucho mejor yacer en el fondo del mar con una piedra de molino atada al cuello, que ser motivo de ruina para los pequeños.
Hemos de cuidar a los niños. Exponerlos a la depravación sexual es robarles la inocencia y escandalizarlos. Ya sabemos lo que dijo Jesús al respecto: es mucho mejor yacer en el fondo del mar con una piedra de molino atada al cuello, que ser motivo de ruina para los pequeños.
miércoles, 2 de octubre de 2024
Católicos y rituales paganos
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho:
1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea?
2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puertas de la catedral, y en vez de un bastón de mando se le hubiera entregado un báculo o un Crucifijo, las críticas habrían estallado. Pero con las religiones indígenas nadie se rasga las vestiduras.
3. No debe molestar a nadie que un mandatario, antes de iniciar su gobierno, acuda a pedir la bendición a los líderes espirituales de su religión. Es legítimo hacerlo como sucede en Estados Unidos y otros países. Pero lo curioso es que la nueva presidenta, que es de origen judío, no pertenece a ninguna etnia ni practica religiones ancestrales. Si ella permitió que la limpiaran de "malas vibras" es, más bien, por motivos ideológicos y populistas que religiosos. Sheinbaum sigue el mismo librito del indigenismo de su antecesor.
4. Para un católico estos rituales son inaceptables por las siguientes razones:
El culto a Satanás existe de dos maneras, una explícita y otra implícita. Explícitamente se le rinde adoración cuando se le invoca y se hace referencia directa a él en ceremonias satánicas. El culto implícito, en cambio, se realiza cuando se hace indirectamente a través de otras invocaciones o formas, como al nombrar deidades de religiones politeístas.
Claudia Sheinbaum no participó en un culto satánico explícito y directo. Sin embargo el culto a Satanás puede realizarse al creer, por ignorancia, que se le rinde culto a los ídolos, a las muerte o a fuerzas desconocidas. Hay grupos que se presentan como no satánicos porque no invocan directamente a demonios, sino que se presentan como grupos culturales. Pero en realidad son satánicos en sentido amplio porque practican ritos neopaganos como la adoración a la madre tierra, a la diosa madre, a la madre naturaleza o a la pachamama. Todo parece inofensivo: se exalta a las mujeres y se ofrece paz, armonía y buena vibra. Pero hemos de señalar que son rituales de brujería y, en realidad, son una modalidad de culto implícito al demonio.
En el Antiguo Testamento está la prohibición divina expresamente: "Al Señor tu Dios temerás, a Él servirás, por su nombre jurarás. No vayáis en pos de otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodean" (Dt 6,13-14). En el Nuevo Testamento san Pablo afirma: "¿Qué digo pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. No podéis beber de la copa del Señor y la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios" (1Cor 10,19-21).
Los católicos no debemos dejarnos arrastrar por ciertas modas como decorar la propia casa con dioses traídos del hinduismo o de otras tradiciones religiosas, ni debemos creer que es inofensivo participar en ciertos rituales prehispánicos como en los que participan algunos presidentes latinoamericanos como Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum en México, Gustavo Petro en Colombia y Evo Morales en Bolivia.
Los objetos utilizados en rituales paganos pueden convertirse –según enseña la exorcística– en objetos vinculantes que facilitan la acción extraordinaria del demonio sobre la persona que los utiliza. Son objetos que representan divinidades como serpientes, budas, elefantes, calaveras y otros más, que pueden estar hechizados, y que establecen un vínculo entre el demonio y la persona que, de alguna manera, los acepta. Hay que señalar que estos objetos no son vinculantes en sí mismos, sino porque el demonio se asocia a ellos, lo cual depende de su libre voluntad. Así que no se puede garantizar que cualquier objeto sea vinculante automáticamente.
No dejemos de orar por la nueva presidenta, la señora Sheinbaum, para que el buen Dios la libre de toda influencia del Maligno a la que quedó expuesta a través de esos rituales mágicos, y le conceda la verdadera sabiduría, que es la que viene del Espíritu Santo.
jueves, 26 de septiembre de 2024
Sufrido centro histórico
La construcción de un puente elevado en el centro histórico de Ciudad Juárez es una decisión que da mucha pena. El beneficio es para Ferromex y para el gobierno municipal, pero no para los visitantes, comerciantes y habitantes del centro histórico. En el año 2014 se estableció un plan maestro para el desarrollo de la zona del centro, en el que se propuso la construcción de varios pasos a desnivel para permitir el tránsito del ferrocarril y el libre tráfico vehicular. Uno de esos pasos a desnivel es en el cruce de las calles Vicente Guerrero y Francisco Villa.
Con la construcción del puente elevado –propuesto por no sabemos quién, y sin hacer una consulta ni socializar el proyecto– aquel plan maestro que había sido puesto en consenso, se manda a la basura y se empieza un proyecto que deteriorará la imagen de la zona y afectará la movilidad peatonal, el comercio, los monumentos históricos y religiosos de la ciudad. ¿Por qué no se consultó el proyecto con las organizaciones de la sociedad civil y se decidió, en cambio, por unas cuantas personas?
Hace unos días fui invitado a respaldar una rueda de prensa a la que convocaron organismos sociales. En ella las diversas cámaras empresariales –CANACO, COPARMEX, CANACINTRA, Desarrollo Económico y Grupo 32000, al que pertenezco,– manifestaron su postura de rechazo al proyecto del puente elevado, y la petición de respeto al proyecto original del 2014, que es la construcción de un paso a desnivel que favorece al comercio, la movilidad peatonal, la seguridad y el entorno, y que no representa más gasto que el que abarca la construcción del puente.
Como párroco de la Catedral, y viendo el deterioro del centro, me sumo a la petición de estos organismos.
En muchas ocasiones los gobiernos estatal y municipal se han pronunciado por el rescate del centro histórico de la ciudad, y han reiterado que es de vital importancia. Sin embargo los esfuerzos por fortalecer y embellecer la zona no se reflejan en acciones como la de construir un puente elevado que no sólo afectará gravemente al comercio sino que deteriorará la imagen urbana, que es histórica. ¿Podemos imaginar un puente elevado por encima del centro histórico de la Ciudad de México, o de cualquier ciudad donde haya plazas, museos, monumentos y zonas peatonales? Es absurdo.
Cuando se quiere detonar el desarrollo del centro de una ciudad, se busca darle belleza mediante parques y jardines, fuentes, zonas para transitar a pie, donde las personas puedan pasear con sus familias y puedan visitar los atractivos de la ciudad. Pero los puentes en esas áreas las deterioran, muere el comercio y se vuelven refugio de indigentes y drogadictos.
Quienes habitamos en el centro y prestamos nuestros servicios a los visitantes –en mi caso son servicios religiosos– no nos oponemos a la realización de proyectos de infraestructura. Al contrario, deseamos que vengan esos proyectos para el centro. Sin embargo, la manera de realizarlos debe ser para embellecer y no para afear la zona. Un ejemplo es el túnel de la avenida 16 de septiembre en donde, al enviar el tránsito vehicular por de modo subterráneo, se creó toda una zona peatonal que embellece y dignifica el área. ¿Por qué no se puede hacer algo similar a eso, como un paso a desnivel en la calle Vicente Guerrero?
Pidamos a Dios por nuestros gobernantes, para que crezca en sus corazones el amor por su ciudad, y que con sus decisiones realicen proyectos que no hagan retroceder los avances que en el centro se han logrado, sino que preserven lo poco que tenemos de historia para que así se fortalezca nuestra identidad de juarenses.
lunes, 16 de septiembre de 2024
Trigo y cizaña
Cuerpo incorrupto
Por motivos de traslado del cadáver desde Roma, donde murió el cardenal Gregorio Pedro XV Agagianian en 1971, hasta Beirut, su tierra natal donde reposará para siempre, fue abierta la tumba del prelado. La sorpresa fue que el cuerpo del cardenal, después de 53 años, parecía que estaba tomando una siesta y que no estaba muerto; se había conservado incorrupto, íntegro.
Aunque la incorruptibilidad del cadáver no agregará nada la causa de beatificación del cardenal Agagianian, iniciada en 2022, no deja de ser un signo poderoso para creyentes y no creyentes sobre la clase de hombres que necesita el mundo. ¿Vivieron una vida especial aquellos cuyos cuerpos se conservan incorruptos? Muchos sí y hoy son santos. Agagianian fue un misionero animado por la caridad de Cristo, hombre dispuesto a sacrificarlo todo por el bien de las almas, incluso su propia vida. Fue un pastor que reflejó la mansedumbre del Señor, un ejemplo de integridad, espiritualidad y caridad heroica. Su vida fue un modelo para restaurar al cristiano, a la Iglesia y al mundo.
En el ambiente materialista y hedonista en que vivimos, hay una brecha cada vez más grande que nos impide encontrar a los verdaderos hombres, que son los santos. El hombre de la Edad Media sabía frecuentar las vidas de los santos y descubrir en ellas las cumbres vigorizantes para la salud del alma. Por el contrario, el hombre de hoy, perdido en el mundo del ocio y del entretenimiento, a duras penas puede tener acceso a esas vidas virtuosas que inspiran a transitar por los caminos que llevan a Dios. Y cuando se asoma a esas existencias, llenas de heroísmo y sacrificio, se espanta porque le parecen demasiado altas.
Voto católico en Estados Unidos
Durante su viaje de regreso de Singapur a Roma, al Papa Francisco le preguntaron sobre la campaña electoral en Estados Unidos, donde contienden Donald Trump y Kamala Harris. La pregunta fue: ¿qué consejo puede dar a un votante católico que tiene que decidir entre un candidato que está a favor del aborto (Harris) y otro que querría deportar a 11 millones de migrantes (Trump)? En su respuesta, el papa dejó claro que ambas posturas son pecaminosas porque están en contra de la vida.
Seguramente por razones diplomáticas evitó responder directamente por cuál candidato debería votar un católico de Estados Unidos; sin embargo dejó claro que abortar es matar a un ser humano, y que la Iglesia no permite el aborto porque es un asesinato. Luego la pregunta fue: "¿Pueden existir circunstancias en las que sea moralmente admisible votar a un candidato favorable a la interrupción de la vida?" Y el papa contestó: "En la moral política, por lo general se suele decir que no votar es malo, no es bueno. Hay que votar y hay que elegir el mal menor".
¿Cuál es el mal menor, el maltrato a los migrantes o el asesinato de vidas inocentes? ¿Peor es cerrar la puerta a quien te pide trabajo, o quitarle la vida a una persona indefensa? Aunque el trato inhumano a los migrantes y refugiados es un pecado muy grave, el aborto es, por mucho, un mal mayor. Así que Francisco, con mucha diplomacia y sin señalarlo directamente para evitar una crisis con el gobierno norteamericano, dijo que el voto católico no debe ser para Kamala Harris y su agenda abortista.
Cambios sobre sexualidad
Durante su viaje de regreso de Singapur a Roma, al Papa Francisco le preguntaron sobre la campaña electoral en Estados Unidos, donde contienden Donald Trump y Kamala Harris. La pregunta fue: ¿qué consejo puede dar a un votante católico que tiene que decidir entre un candidato que está a favor del aborto (Harris) y otro que querría deportar a 11 millones de migrantes (Trump)? En su respuesta, el papa dejó claro que ambas posturas son pecaminosas porque están en contra de la vida.
Seguramente por razones diplomáticas evitó responder directamente por cuál candidato debería votar un católico de Estados Unidos; sin embargo dejó claro que abortar es matar a un ser humano, y que la Iglesia no permite el aborto porque es un asesinato. Luego la pregunta fue: "¿Pueden existir circunstancias en las que sea moralmente admisible votar a un candidato favorable a la interrupción de la vida?" Y el papa contestó: "En la moral política, por lo general se suele decir que no votar es malo, no es bueno. Hay que votar y hay que elegir el mal menor".
¿Cuál es el mal menor, el maltrato a los migrantes o el asesinato de vidas inocentes? ¿Peor es cerrar la puerta a quien te pide trabajo, o quitarle la vida a una persona indefensa? Aunque el trato inhumano a los migrantes y refugiados es un pecado muy grave, el aborto es, por mucho, un mal mayor. Así que Francisco, con mucha diplomacia y sin señalarlo directamente para evitar una crisis con el gobierno norteamericano, dijo que el voto católico no debe ser para Kamala Harris y su agenda abortista.
Cambios sobre sexualidad
“Mientras las tasas de matrimonio sigan disminuyendo y la edad para contraer matrimonio se retrase —pero el impulso sexual humano persista— las tasas de aborto seguirán siendo altas”, dice Ryan Anderson. Es necesario un cambio en la manera de ver la sexualidad y de tener relaciones sexuales.
martes, 10 de septiembre de 2024
Solos en el universo
En Estados Unidos el tema de los extraterrestres se ha vuelto recurrente con cierta frecuencia. De vez en cuando aparece algún militar retirado que afirma, en el Congreso, que ya están aquí los alienígenas en la Tierra. Los políticos ponen el tema en la opinión pública, evidentemente para manipular al pueblo, que fácilmente les cree. Sin embargo la ciencia y la teología dicen otra cosa.
¿Estamos solos en el cosmos? Esta pregunta siempre ha estado en la mente de los hombres de todos los tiempos, sobre todo cuando contemplamos y exploramos, maravillados, el espacio sideral con sus distancias que parecen infinitas, y con sus millones de estrellas, planetas, galaxias, asteroides, cometas, nebulosas y agujeros negros. Un espectáculo que no deja de ser alucinante.
Hasta hoy los astrónomos más serios no han encontrado ninguna evidencia de vida extraterrestre. Ellos diariamente monitorean los cielos, no sólo para buscar de meteoritos o asteroides que puedan chocar con la Tierra, sino para descubrir posibilidades de vida en otros planetas y, por supuesto, vida inteligente. La conclusión es que hasta el día de hoy estamos solos.
El 98 por ciento de los testimonios que afirman haber visto ovnis o alienígenas no tiene sustento alguno, y el dos por ciento restante no tiene explicación, pero esto no significa que se trate de eventos causados por extraterrestres. Los estudios científicos rechazan de forma contundente las supuestas pruebas que demuestran la vida fuera de la Tierra.
Peregrinos del Absoluto
Mientras que el ateo observa el mundo y el cosmos sin poder responder a la pregunta sobre la existencia de Dios –y por eso termina negándolo–, el hombre creyente contempla el espectáculo de la creación, y se llena de estupefacción por el orden tan perfecto que descubre en ella, desde el microcosmos de las células hasta el macrocosmos de las galaxias.
Sin embargo el estupor más grande no proviene del orden inteligente que descubre en todo lo creado, sino en el mismo hombre que se interroga por el sentido de la existencia y de su papel dentro de la Creación. El ser humano se descubre como "alguien", como una persona llamada a la comunión con la Inteligencia suprema que todo lo dispuso con sabiduría.
El hombre únicamente se entiende a sí mismo en esta alianza de amor con su Creador. Se siente llamado a buscarlo, y descubre que la misma búsqueda es un regalo que Dios le ha puesto en el corazón. Hay una aspiración natural a la comunión con Dios. "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará siempre inquieto hasta descansar en ti", es la frase inmortal de san Agustín que revela nuestra hambre y sed más profunda de amor y comunión. Dice el Catecismo: "el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural, y su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios" (n. 367).
San Juan Pablo II enseña en sus catequesis que el hombre, por su experiencia de libertad, puede descubrir que el árbol del conocimiento del bien y del mal que estaba en el jardín del Edén, está también dentro del mismo hombre. Es decir, el ser humano descubre que es libre para elegir entre el bien y el mal. Puede optar por el bien y convertirse en un aliado de Dios, o puede optar por el mal y volverse un alienado de Dios, lo que lo llevaría a la muerte.
¿Habrá vida inteligente fuera de la Tierra? Es muy poco probable, según la ciencia, y hasta hoy no hay indicios. Y aunque es natural que busquemos en las estrellas a alguien que nos guiña el ojo, es más humana y más grandiosa esa búsqueda que nos hace que entrar dentro de nuestras propias almas y decir con el salmista: "Mi corazón sabe que Tú has dicho: “Buscadme.” Y yo busco tu rostro, oh Señor" (Sal 27, 8).
¿Estamos solos en el cosmos? Esta pregunta siempre ha estado en la mente de los hombres de todos los tiempos, sobre todo cuando contemplamos y exploramos, maravillados, el espacio sideral con sus distancias que parecen infinitas, y con sus millones de estrellas, planetas, galaxias, asteroides, cometas, nebulosas y agujeros negros. Un espectáculo que no deja de ser alucinante.
Hasta hoy los astrónomos más serios no han encontrado ninguna evidencia de vida extraterrestre. Ellos diariamente monitorean los cielos, no sólo para buscar de meteoritos o asteroides que puedan chocar con la Tierra, sino para descubrir posibilidades de vida en otros planetas y, por supuesto, vida inteligente. La conclusión es que hasta el día de hoy estamos solos.
El 98 por ciento de los testimonios que afirman haber visto ovnis o alienígenas no tiene sustento alguno, y el dos por ciento restante no tiene explicación, pero esto no significa que se trate de eventos causados por extraterrestres. Los estudios científicos rechazan de forma contundente las supuestas pruebas que demuestran la vida fuera de la Tierra.
Peregrinos del Absoluto
Mientras que el ateo observa el mundo y el cosmos sin poder responder a la pregunta sobre la existencia de Dios –y por eso termina negándolo–, el hombre creyente contempla el espectáculo de la creación, y se llena de estupefacción por el orden tan perfecto que descubre en ella, desde el microcosmos de las células hasta el macrocosmos de las galaxias.
Sin embargo el estupor más grande no proviene del orden inteligente que descubre en todo lo creado, sino en el mismo hombre que se interroga por el sentido de la existencia y de su papel dentro de la Creación. El ser humano se descubre como "alguien", como una persona llamada a la comunión con la Inteligencia suprema que todo lo dispuso con sabiduría.
El hombre únicamente se entiende a sí mismo en esta alianza de amor con su Creador. Se siente llamado a buscarlo, y descubre que la misma búsqueda es un regalo que Dios le ha puesto en el corazón. Hay una aspiración natural a la comunión con Dios. "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará siempre inquieto hasta descansar en ti", es la frase inmortal de san Agustín que revela nuestra hambre y sed más profunda de amor y comunión. Dice el Catecismo: "el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural, y su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios" (n. 367).
San Juan Pablo II enseña en sus catequesis que el hombre, por su experiencia de libertad, puede descubrir que el árbol del conocimiento del bien y del mal que estaba en el jardín del Edén, está también dentro del mismo hombre. Es decir, el ser humano descubre que es libre para elegir entre el bien y el mal. Puede optar por el bien y convertirse en un aliado de Dios, o puede optar por el mal y volverse un alienado de Dios, lo que lo llevaría a la muerte.
¿Habrá vida inteligente fuera de la Tierra? Es muy poco probable, según la ciencia, y hasta hoy no hay indicios. Y aunque es natural que busquemos en las estrellas a alguien que nos guiña el ojo, es más humana y más grandiosa esa búsqueda que nos hace que entrar dentro de nuestras propias almas y decir con el salmista: "Mi corazón sabe que Tú has dicho: “Buscadme.” Y yo busco tu rostro, oh Señor" (Sal 27, 8).
lunes, 2 de septiembre de 2024
Creación y señorío del hombre
En los debates sobre el cambio climático y el cuidado de la creación, –hoy tan de moda fuera y dentro de la Iglesia–, existe la peligrosa tendencia a ver al hombre como el estorbo del mundo, como aquel que trajo el virus malévolo del progreso poniendo en riesgo la supervivencia del planeta.
Hoy existen corrientes de pensamiento que cuestionan la pirámide de la creación donde el hombre se coloca en el vértice mientras que los animales, las plantas y los minerales están en una escala inferior a él. Y proponen que en la clasificación de los seres no sea una pirámide sino un círculo donde al hombre se le coloca al mismo nivel del resto de la creación. Así todos los seres se ubican en el mismo plano de dignidad. Esto es tan falso como peligroso.
La teología del cuerpo de san Juan Pablo II nos ubica en la postura adecuada.
El hombre pone nombre a los animales
Al saber que Adán tenía necesidad de ayuda, Dios creó a los animales y los presentó al hombre para que éste les pusiera el nombre a cada uno. La geología, la mineralogía, la zoología y la botánica son expresiones del señorío del hombre que clasifica a los seres, les pone nombre y estudia la creación. Al explorar y dar nombre a los animales, el hombre se percata de que él no es igual al resto de la creación; difiere del resto de las criaturas. Ni los animales ni las plantas tienen la capacidad de labrar la tierra y dominar la creación como lo hace el ser humano.
Esta experiencia de "nombrar" y "labrar" la hacemos a través de nuestro ser corporal y espiritual. Descubrimos que tenemos conciencia y que somos personas. Adán era consciente de sí mismo; los animales no. Él tenía voluntad; los animales no. Poseía libertad; los animales no. Era consciente de nombrar y labrar; los animales no pueden hacerlo.
No solamente el hombre pone nombre a los animales sino que puso nombre al planeta, a los astros y galaxias. Así se da cuenta de que tiene una dignidad superior al resto de la creación. De esa manera el hombre descubre su propia identidad y su libertad. Descubre que no hay nadie en el universo que pueda hacer lo que él hace, por lo que se siente existencialmente solo. Y su soledad en el cosmos lo lleva a buscar a Dios Creador para vivir en comunión con Él. Los seres humanos tenemos la vocación de buscar a Dios, como la esposa busca a su esposo para unirse con él y ser una sola carne.
El hombre de familia cuida mejor el planeta
Si observamos los vecindarios más maltratados en nuestras ciudades, ahí donde la delincuencia, el vandalismo y el grafiti son comunes en lugares públicos, nos daremos cuenta de que las vidas de quienes cometen tales actos están, generalmente, marcadas por la violencia y las rupturas familiares. Muchos de ellos no respetan ni el medio ambiente de su propio cuerpo, y se inyectan sustancias extrañas o se tatúan la piel, alterando el don de su naturaleza corporal.
Cuando existe una comunión entre el hombre y la mujer, es decir, una ambiente saludable y amoroso de matrimonios y familias integradas, el hombre se capacita para cuidar mejor de la creación. En el relato de la creación en Génesis 1, Dios llama a la comunión al hombre y a la mujer, y posteriormente les llama a "someter la tierra" y a tener dominio sobre los animales que se mueven sobre el planeta.
La experiencia que tengamos en la familia determinará la manera en que nos relacionamos con el entorno y con toda la creación. Una familia en comunión de amor facilita el cuidado amoroso de la creación. Si falta este ambiente de amor en las familias, es más fácil que después vengan los abusos hacia el medio ambiente.
Los católicos no podemos caer en la trampa de la idolatría de la Tierra como si ésta fuera un ente divino; tampoco debemos de tratar a los animales como si estos tuvieran la misma dignidad que el hombre. Terminaríamos despreciando a la raza humana como si fuera el estorbo del universo. Si queremos cuidar el planeta, comencemos por nuestra alma y cuerpo, llamados a la comunión con Dios; y busquemos después la comunión de varones y mujeres para formar familias felices y fuertes.
martes, 27 de agosto de 2024
Trigo y cizaña
Católicos y masones: distancias
Un sacerdote católico no puede dar la absolución sacramental a un masón que pida la Confesión y se niegue a renunciar a la masonería. Por más que insistan algunos masones en que se puede ser católico y pertenecer a una logia, la realidad es que ambas visiones del mundo y de Dios son inconciliables. La masonería ofrece a sus miembros la adquisición de un crecimiento personal completo, un conocimiento interno y externo a los iniciados y que dice terminar siendo benéfico para la sociedad. Si es así, ¿por qué son incompatibles el catolicismo y la masonería?
Primero, la idea de Dios
Para los masones, está dictada por la razón, mientras que para los católicos está dada por la Revelación de Dios en Jesucristo. Para la masonería Dios es el Gran Arquitecto del Universo, pero niega que Jesús es engendrado y no creado, de la misma naturaleza del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, que se encarnó y que habló a todos los hombres para ofrecerles la salvación. Los masones ven a Jesús como un iniciado –algunos dicen que Jesús fue el primer masón– pero no como el Hijo Unigénito del Padre.
Segundo, los misterios
La masonería estudia "misterios" que son revelados sólo a unos cuantos iniciados que van alcanzando grados superiores de conocimiento de esos enigmas. El católico, por el contrario, conoce el Gran Misterio que estaba oculto durante siglos y que fue revelado en la plenitud de los tiempos, cuando el Verbo se hizo hombre. Ese Gran Misterio no es para unos cuantos, sino para toda la humanidad: el hombre es inmensamente amado por Dios y está llamado a participar, en Cristo, en la misma vida divina aquí en la tierra y en la eternidad.
Tercero, la fraternidad
La fraternidad de la masonería viene de los ideales de la Revolución Francesa: es la idea genérica de ser hermanos sólo porque somos de la misma raza humana. Ser hermanos para los católicos, en cambio, es reconocer primero la fuente de la fraternidad que es Dios Padre, quien entregó a su Hijo Jesucristo para hacernos hijos en el Hijo. Cristo comparte su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía donde todos formamos un sólo cuerpo unidos a Cristo, nuestra Cabeza, y nos alimentamos de Él. Es en su Sacrificio eucarístico donde se realiza la verdadera fraternidad de la Iglesia.
Cuarto, hacer el bien
La caridad cristiana es diversa de la filantropía masónica. Esta se basa –dicen los masones– en hacer el bien, pero, ¿qué bien? Para ellos no existe una moral basada en la ley natural y los Diez Mandamientos. De hecho la promoción del aborto, la eutanasia y el matrimonio igualitario son de inspiración masónica. Ellos fundamentan su obrar en el relativismo moral y doctrinal. Para los católicos, en cambio, la caridad está inspirada por el mandamiento del amor a Cristo: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado" (Jn 13,34), y es Cristo mismo quien vive en sus hermanos: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40).
Espanto mundial: ¿virus del mono?
Una nueva historia de terror es lanzada por la OMS: la posible epidemia del virus del mono que viene del Congo. Como profetas de desventuras, noticieros y periódicos del mundo anuncian que se acerca a nuestras ciudades el infame virus que ha cobrado la vida a 450 personas en África central. ¡Sálvese quien pueda! Por supuesto que ya está preparada la vacuna que las farmacéuticas tienen a la venta.
No soy médico, pero prefiero creer a algunos expertos en el campo de la medicina como el doctor Peter McCullough, que a la misma OMS y a las farmacéuticas. McCullough afirma que “El clado 1 del virus, la cepa actual, se está propagando a través de trabajadores sexuales y, en gran medida, hombres homosexuales o bisexuales con contacto sexual intensivo”. Su opinión coincide con la de la misma OMS, que admite que la nueva cepa del virus, “clado 1b”, se está propagando principalmente a través del contacto sexual. Explicó además que el virus “puede ser mortal si lo contrae una persona con enfermedad de VIH avanzada y en un país con una atención sanitaria muy deficiente como el Congo”.
Evitemos el pánico por la nueva posible "epidemia" de la viruela del mono. Existen enfermedades infecciosas mucho más graves y extendidas como la hepatitis C y la tuberculosis que causan cada una un millón y medio de muertes cada año en todo el mundo. Se estima que diariamente fallecen en el mundo 4,400 personas por tuberculosis. Sin embargo ahora los medios y las farmacéuticas se centran en una enfermedad rarísima para infundir miedo a la gente. El objetivo es despojar al mundo de paz, de alegría y de esperanza. Ante la manipulación mediática sobre esta viruela no perdamos el optimismo radical que nos caracteriza como cristianos.
miércoles, 14 de agosto de 2024
Visiones del cuerpo humano
Inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos encierran la propuesta masónica para la humanidad: el cuerpo humano se puede reinventar. Cada quien puede diseñar libremente su propio género o puede alterar su cuerpo a través de la tecnología.
Ideología de género y transhumanismo se proponen hoy como modelos para rediseñar al hombre. La primera se dejó ver en el espectáculo grosero y blasfemo de la apertura de los JJOO y, el segundo, en la ceremonia luciferina del cierre. Una ideología conduce a la otra. Inicio y fin de las olimpíadas pusieron sobre la mesa de la humanidad la propuesta de la masonería: destruir la naturaleza humana.
La oferta masónica es diabólica por la simple razón de que niega que el cuerpo humano ha sido creado por Dios para hacer visible en el mundo lo espiritual y lo divino. Si Cristo Jesús se encarnó tomando la naturaleza humana es porque vino a la tierra para conducir al hombre hacia Dios a través de la carne. "Todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios. Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo" (1Jn 4, 2-3).
Al diseñar al ser humano a su imagen como varón y mujer, llamados a la comunión de amor y a formar una familia, Dios reveló su plan para la sexualidad humana: reflejar el misterio de la comunión eterna que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es evidente que el diablo lanzará sus más feroces dardos a la sexualidad para deformar la imagen de Dios en el universo, que es el hombre.
La masonería tiene miedo a la verdad sobre el cuerpo humano. Sabe que el misterio del cuerpo –la naturaleza humana– lleva al encuentro con el misterio de Dios; por eso pretende destruirla. Pero también dentro del catolicismo han habido, en ciertos momentos históricos, temores y sospechas hacia el cuerpo y el sexo. Pensadores cristianos de ideas maniqueas o puritanas, o bien herejías como el jansenismo, han visto la sexualidad como sucia y pecaminosa.
A la propuesta masónica de deconstruir al hombre, y a los católicos temerosos de la bondad de la sexualidad, san Juan Pablo II tiene una afirmación verdaderamente audaz: "El cuerpo y sólo el cuerpo es capaz de hacer visible lo espiritual y lo divino, y capaz de hacer visible lo invisible. El cuerpo humano ha sido creado para trasladar a la realidad visible del mundo el misterio escondido desde la eternidad de Dios, y así ser signo de él". (Teología del Cuerpo 19,4).
La manera en que comprendamos al cuerpo humano –cuerpo sexuado de hombre o mujer– establecerá orden en el mundo o nos empujará hacia el caos. Por ejemplo, la errónea visión de que el cuerpo es sólo una mezcla de células ha llevado al mayor genocidio de todos los tiempos, al aborto legal, que hoy sacrifica a más de 70 millones de personas no nacidas al año. Pero también el hecho de que hoy la humanidad abandone las costumbres sexuales que la han acompañado durante su historia, está quitando a la sociedad su único fundamento firme y estable, que es la familia. Aborto y libertinaje sexual son proyectos de inspiración masónica.
Redescubrir la visión católica del cuerpo y de la sexualidad no es opcional para quienes quieran encontrar a Dios, forjar una vida feliz y estable, formar una familia y contribuir al verdadero progreso de la humanidad. Hoy se trata de un asunto de vida o muerte.
miércoles, 7 de agosto de 2024
Trigo y cizaña
¿Que sólo España pida perdón?
Cuando pensábamos que los vergonzosos exabruptos del presidente López Obrador contra España habían quedado sepultados, escuchamos la declaración de Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, con la misma cantaleta. Ha reiterado que está de acuerdo en que España pida perdón por la conquista española que resultó en muchas masacres, y citó las de Cholula y del Templo Mayor.
Esta postura es absurda, por no decir perversa, por varios motivos. Si bien es cierto que la conquista de México no se hizo con los más finos modales ni entre pétalos de rosa, o diciendo "vengo a pedir permiso", es decir, lo que narra la "leyenda rosa", tampoco es verdadera la "leyenda negra" contra España, en la que todo fue masacre, destrucción, saqueo y violencia. En la historia de la Conquista de México encontramos luces y sombras, como todo proceso histórico, pero bien podemos decir que heredamos un país grandioso a través de este proceso de claroscuros, proceso que empezó su progresivo declive a partir de la independencia de España, en 1821.
Antes de la independencia, México era el cuarto país soberano más extenso del mundo. Tenía más de cuatro millones de kilómetros cuadrados de superficie. Lo peor vino después de 1821 con las pérdidas de más de la mitad del territorio, primero de Texas y después California, Nevada, Utah, Nuevo México, Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. De milagro no se perdieron Chihuahua y Sonora. Fuimos un país ocupado por potencias extranjeras –Estados Unidos y Francia– con una economía subordinada y hundido en guerras civiles. Hubo una persecución del gobierno a los católicos y masacres a los estudiantes en 1968.
Hay algunas preguntas para Claudia Sheinbaum: en vez de reclamar a España que pida perdón, ¿no habría que decir también al gobierno masónico de Estados Unidos que nos pidiera perdón por haberse quedado con más de la mitad de la tierra mexicana, y además exigirle que nos la devolviera? ¿No habría que reclamar al masónico gobierno francés que nos pidiera perdón por la invasión que hizo su país a México entre 1862 y 1867?
¿No habría de pedir perdón también el gobierno mexicano a la Iglesia Católica por la Ley Calles de 1926 que inició la persecución sangrienta a los creyentes en Cristo? En estos temas del perdón es más prudente el silencio y la búsqueda sabia de la verdad histórica. Remover las heces del pasado sólo obedece a motivos ideológicos -generalmente contra el catolicismo– y no a una búsqueda sincera de la verdad.
La gloria de los atletas
Si como seres humanos hemos de sentirnos orgullosos de Novak Djokovic, el tenista serbio que derrotó a Carlos Alcaraz y ganó la medalla de oro para su país, como cristianos nos sentimos doblemente gozosos por su triunfo. Djokovic sabía que los Juegos Olímpicos de París habían comenzado con un vómito blasfemo al Dios de los cristianos, y pese a que está prohibido por el Comité olímpico, mostró su fe ortodoxa en la cancha, persignándose, elevando su mirada al cielo o mostrando la cruz que lleva al pecho. "Antes de ser un atleta, soy un Cristiano Ortodoxo. Mi espalda siempre está custodiada por Dios y los ángeles", dijo en una entrevista.
Otros deportistas olímpicos mostraron con naturalidad su fe, como fue Katie Ledecky, ganadora del oro en nado libre de 1500 metros quien habló de la gran importancia que tiene para ella su catolicismo. También Tatjana Smith de Sudáfrica, el británico Adam Peaty y el surfista brasileño Gabriel Medina, entre otros.
Los verdaderos atletas son los que saben cultivar un alma de oro en un cuerpo de hierro. Para ellos las competencias no tienen únicamente un significado deportivo, sino moral y religioso. Su desempeño no está centrado en el esnobismo ni en el dinero, como ocurre hoy entre tantos jugadores. El deportista que vale un caudal es aquel que busca tener una estatura moral y espiritual acorde a su desempeño físico; aquel que, mientras entrena y domina su cuerpo en la tierra, su alma reposa en la beatitud de los Cielos.
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