Ir al contenido principal

Predicar a los indios en 1524


En 1519 ni España ni México existían como nación. Fueron los conquistadores del Reino de Castilla quienes en ese año desembarcaron en Veracruz y se internaron en las tierras de Mesoamérica, donde coexistían diversos pueblos indígenas en constantes pugnas y guerras, muchos de ellos subyugados por la crueldad del imperio azteca. Después de la caída de Tenochtitlán en 1521, llegaron los primeros frailes franciscanos al Nuevo Mundo para hacer una titánica labor evangelizadora. Era 1524, hace 500 años.

Una colosal obra de recopilación de usos y costumbres de los indios la escribió fray Bernardino de Sahagún, quien llegó como misionero en 1529. Realizó un estudio riguroso de historia, tradiciones y lengua de los indígenas intitulada "Historia de las cosas de la Nueva España", que fue una obra enciclopédica monumental al servicio de los predicadores del Evangelio. Dice Sahagún que era necesario que éstos conocieran las culturas indígenas para poder predicar a Jesucristo y aplicar las medicinas espirituales que necesitaban para curar las enfermedades del alma.

En un principio la predicación era por señas. Los frailes explicaban la existencia del infierno y del cielo apuntando hacia la tierra para indicar el inframundo donde decían que había fuego, sapos y culebras; luego elevaban los ojos al cielo para señalar que arriba está un solo Dios. Los indios no entendían nada, y pronto los religiosos abandonaron ese estilo de predicar para ponerse a estudiar la lengua náhuatl. Aprender las principales lenguas indígenas era una condición esencial para todo misionero que quisiera evangelizar con efectividad. Era el medio eficaz para llegar al alma de aquellos paganos y conquistar sus corazones.

Cada orden religiosa –franciscana, dominica y agustina– tenía su propio territorio para evangelizar, así que los frailes tuvieron que especializarse en el idioma de los pobladores de aquellas regiones, aunque el náhuatl era el idioma más conocido. Esta lengua era la del imperio azteca, que se hablaba desde Zacatecas hasta Nicaragua. En la orden de san Agustín había frailes que tenían que hablar, por lo menos,  una de estas diez lenguas: náhuatl, otomí, tarasco, huasteco, pirinda, totonaco, mixteco, chichimeco, tlapaneco o ocuiteco.

Los frailes no tenían la intención de hispanizar a los indios, y todo el trabajo evangelizador tenía que hacerse exclusivamente en lenguas indígenas. Hubo la necesidad de hacer libros para estudiar las lenguas, y así nacieron las gramáticas, los vocabularios, las doctrinas, los sermonarios, los confesionarios, traducciones del Evangelio, de las Epístolas y de las vidas de los santos. Fueron libros muy importantes tanto para la predicación de la doctrina cristiana como para la administración de los sacramentos, principalmente la confesión.

Los reyes de España nunca se mostraron hostiles al estudio de las lenguas de los indios. Felipe II, por ejemplo, pedía encarecidamente a los obispos que no ordenaran sacerdotes ni dieran licencia para administrar los sacramentos a quienes no supieran la lengua general de los indios en su provincia. Sin embargo la Corona también creía que ningún idioma era tan rico para exponer los misterios de la fe católica como el castellano, así que ordenaron enseñar a los indios el idioma de Castilla. Los misioneros se resistieron a ello porque no querían sobrecargar a los nativos con aprender una nueva lengua, y además querían preservarlos -decían-de malas costumbres europeas.

La evangelización de los indígenas del Nuevo Mundo fue una obra titánica y descomunal que hoy admiramos. El celo de aquella "vieja escuela" de evangelización misionera, traída de Castilla por petición de Hernán Cortés, decayó décadas más tarde cuando fueron muriendo aquellos evangelizadores que aprendieron las lenguas indígenas. Poco a poco vino un aburguesamiento de las nuevas generaciones de misioneros y así fue creciendo el proceso de hispanización de los territorios.

Sin pretender negar que en este choque de culturas existieron abusos, sobre todo de parte de los conquistadores castellanos, es notable el respeto que tuvieron hacia los indígenas los frailes y la religión católica. La conquista espiritual de México no fue una destrucción de las culturas ni cacería de los nativos –tal como ocurrió en el territorio de América del Norte con la llegada de los ingleses–, sino la seducción amorosa de las almas de los pueblos originarios para llevarlas a Cristo.


Hoy la ideología socialista y globalista quiere retorcer nuestra historia y echar lodo sobre España, cuando lo que los castellanos trajeron fueron copiosas bendiciones para conformar la gran nación que hoy somos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Católicos y rituales paganos

La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...

La muerte del padre Rafael, mi vicario

La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...

Sanación del árbol genealógico

En las últimas décadas diversos grupos y personas en la Iglesia hacen oración para limpiar de pecados su árbol genealógico. Esta práctica es llamada "sanación intergeneracional". Incluso hay sacerdotes que la promueven haciendo misas con ese propósito. Es un grave error. Algunas conferencias episcopales como la de Francia y de Polonia, y ahora la española, se han pronunciado en contra de esta falsa doctrina y pésima práctica. Conocida también como la "sanación del árbol genealógico", la sanación intergeneracional tuvo su origen en los escritos del misionero y terapeuta anglicano Kenneth McAll, quien trató de hacer una conexión entre ciertas enfermedades y las fuerzas del mal. En ámbito católico fueron John Hampsch y Robert DeGrandis quienes popularizaron la práctica en grupos carismáticos. Según estos autores, existen pecados no perdonados, cometidos por los antepasados de una persona, que hoy tienen efectos perniciosos en sus descendientes y que se manifiestan a tr...