miércoles, 8 de septiembre de 2021
En la época oscura del aborto
Con la despenalización del aborto el martes 7 de septiembre por parte de la Suprema Corte de Justicia se ha abierto la puerta para que las mujeres que quieran abortar lo puedan hacer sin temor de ir a la cárcel, aunque las mujeres que hoy están en la cárcel por ese motivo pueden contarse con los dedos de una mano. Cuando se despenaliza el aborto en alguna ciudad o país, se abre un camino perverso para que esta práctica se haga costumbre y, finalmente, termine imponiéndose sobre toda la sociedad.
En un siguiente paso el aborto será reclamado más fuertemente como un derecho y, como tal, el sistema de salud deberá facilitarlo gratuitamente. Pero como nada es gratis en esta vida y hay alguien que debe pagar, esos seremos los ciudadanos que, con nuestros impuestos, habremos de financiar de manera indirecta los asesinatos de inocentes.
La educación sexual escolar promoverá el aborto entre adolescentes como un derecho, y lo más probable es que cualquier niña menor de edad podrá solicitarlo sin el consentimiento de sus padres. Por último vendrá la obligación de los médicos y personal sanitario de practicar abortos a quienes lo requieran, sin poder apelar a la objeción de conciencia. Aquellos que se nieguen, podrán ser despedidos o perder su cédula profesional médica. De esta manera el aborto terminará por desfigurar la profesión del médico y a la misma medicina, ya que estos, por naturaleza, están al servicio de la vida y no de la muerte de sus pacientes.
Con lo sucedido el 7 de septiembre México entra a una etapa oscura de su historia. El aborto despenalizado por el gobierno hará que puedan ocurrir todas las transgresiones. Entramos a una fase histórica donde los mexicanos quedamos divididos en dos categorías, los de primera y los de segunda, los que salieron del vientre materno y los que están todavía dentro. Son los de primera quienes podrán decidir si los seres humanos de la segunda categoría deben vivir o morir. ¡Cuánta razón tenía la madre Teresa de Calcuta al afirmar que una sociedad donde las mujeres pueden matar a sus hijos es intrínsecamente bárbara!
Como católicos nos duele la miope decisión de la Suprema Corte; la profunda injusticia que se cometerá contra los mexicanos no nacidos arrebatándoles el derecho a vivir; las heridas físicas, emocionales y espirituales que se harán las mismas mujeres que aborten; así como la banalización de la sexualidad en que vive la sociedad mexicana y cuya consecuencia más trágica es el aborto. Nos duele que México vaya por el mismo precipicio demográfico en que van otros países europeos, donde las generaciones actuales ya no pueden reemplazar a las anteriores.
También como católicos hemos de afianzarnos en nuestra fe y valores, hoy más que nunca, y seguir proclamando la belleza del plan de Dios sobre la sexualidad y la sacralidad de la vida humana, sobre todo a las jóvenes generaciones. La barbarie y oscuridad en que vive el mundo ateo no deben acobardarnos, ni tampoco el odio en que viven los abortistas; al contrario, hemos de impulsarnos con ánimo generoso y alegre, para anunciar con entusiasmo el Evangelio del amor y de la vida, y luchar para que menos mujeres recurran al crimen del aborto. Dios proteja a nuestro querido México y nos haga mantenernos firmes en la fe, que nuestro mensaje es demasiado valioso.
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Dios da instrucciones a su Pueblo de cómo hacer abortar a una mujer. El sacerdote es el que da el abortivo. Tomado de la Biblia católica.
ResponderBorrar¿CÓMO EXPLICAS ESTO? YA SÉ, NO TIENES EXPLICACIÓN CREÍBLE Y SÓLO LO VAS A BORRAR.
Libro: Números. Capítulo: 5. Versículos: Del 11 al 31.
11 Yavé dijo a Moisés:
12 «Habla a los hijos de Israel respecto del caso siguiente. Un hombre tiene una mujer que se porta mal y lo engaña;
13 otro hombre ha tenido relaciones con ella en secreto y ella supo disimular este acto impuro de tal manera que nadie lo ha visto y no hay testigos.
14 Puede ser que un espíritu de celos entre en el marido y que tiene sospechas porque, de hecho, se hizo impura. Pero también puede ser que un espíritu de celos le haya entrado y tenga sospechas, siendo que ella le ha sido fiel.
15 En estos casos, el hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni le pondrá incienso, pues es ofrenda de Celos, o sea, ofrenda para recordar y descubrir una culpa.
16 El sacerdote hará que se acerque la mujer ante Yavé,
17 tomará luego agua santa en un vaso de barro y, recogiendo polvo del suelo de la Morada, lo esparcirá en el agua.
18 Así, puesta la mujer delante de Yavé, el sacerdote le descubrirá la cabeza y pondrá en sus manos la ofrenda para recordar la culpa, mientras que él mismo tendrá en sus manos el agua de amargura que trae la maldición.
19 Entonces el sacerdote pedirá a la mujer que repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición manifestará tu inocencia.
20 Pero si te has ido con otro que no es tu marido, y te has manchado teniendo relaciones con otro hombre...
21 Y el sacerdote proseguirá con la fórmula de maldición: Que Yavé te convierta en maldición y abominación en medio de tu pueblo; que se marchiten tus senos y que se te hinche el vientre.
22 Entren en tus entrañas las aguas que traen la maldición, haciendo que se pudran tus muslos y reviente tu vientre.» Y la mujer responderá: ¡Así sea, así sea!
23 Después, el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las lavará en el agua amarga.
24 Y dará a beber a la mujer estas aguas que traen la maldición.
25 El sacerdote tomará de manos de la mujer la ofrenda por los celos, la llevará a la presencia de Yavé y la pondrá sobre el altar.
26 Luego tomará un puñado de la harina ofrecida en sacrificio y la quemará sobre el altar; finalmente, dará a beber el agua amarga a la mujer.
27 Si la mujer fue infiel a su marido y se hizo impura, el agua que bebió se volverá amarga en ella, se le hinchará el vientre y se le marchitarán los senos y será mujer maldita en medio de su pueblo.
28 Pero si la mujer no se hizo impura, sino que ha sido fiel, no sufrirá y podrá tener hijos.
29 Este es el rito de los celos, para cuando una mujer peca con otro hombre y se hace impura;
30 o para cuando a un hombre le entren celos y se ponga celoso de su esposa. Entonces llevará a su esposa en presencia de Yavé y el sacerdote cumplirá todos estos ritos.
31 Con esto el marido estará exento de culpa y ella pagará la pena de su pecado.»