La pregunta: le escribo desde Guatemala y reconozco que soy homosexual. Toda mi vida he luchado contra esa inclinación, y cuando caigo en actos homosexuales me siento sucio y repugnante. Me persigue el fantasma del VIH. Mi último contacto sexual fue en agosto del año pasado con un chico infectado, y ahora el verme con la posibilidad de haber sido contagiado me ha despertado mucha ansiedad y depresión. En los últimos nueve meses me he hecho una infinidad de análisis cuyos resultados han sido negativos. Reconozco que durante ciertos períodos de mi vida he tenido total abstinencia de ver pornografía y de fornicar, pero al final vuelvo a caer. También reconozco que estoy metido en un círculo vicioso del que no puedo salir y siempre me quedo un profundo vacío por llevar esta doble vida. De jovencito tuve un encuentro con Cristo, fui tan feliz, pero con el correr de los años mi inclinación me hizo sentir muy sucio como para dirigirme a Dios. Tengo la esperanza de acercarme a Dios, pero...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos