miércoles, 25 de abril de 2018


El próximo presidente
México, más que un emperador totonaca vitoreado con copal, necesita un presidente o presidenta con auténtico espíritu democrático; una persona que atraiga inversión y genere trabajo; que proponga mecanismos realistas y no utopías para disminuir la corrupción; un presidente que tenga una moderna visión de la educación que necesita el país para ser competitivo; alguien que tenga la capacidad de sentarse a negociar con los líderes mundiales; un hombre o una mujer con amplia cultura para desenvolverse con soltura en foros internacionales; una presidente enemigo del populismo que sólo da al pueblo atole con el dedo pero que no lo estimula a crecer; México necesita un presidente que no traicione los valores espirituales de la nación entregando al pueblo a la nueva colonización cultural de intereses extranjeros; un presidente que fortalezca a las familias mexicanas tanto en salarios como en valores; un presidente que ame, respete y defienda la vida de cada mexicano librándola de la violencia del aborto así como de la violencia del crimen organizado; un presidente que respete a los homosexuales pero sin equiparar esas uniones con la institución del matrimonio; un presidente que promueva la dignidad de la mujer y que cree las condiciones para que su gente deje de emigrar. Espero que para los próximos debates de Tijuana y Mérida se afiance mi voto con quien más transparente este perfil. A casa vieja, puertas nuevas.

El puntero
No se trata de ninguno de los candidatos a la presidencia, sino de todo México. Somos el país puntero en asesinatos de sacerdotes. Ya son 23 en lo que va del sexenio. El último fue el del padre Juan Miguel Contreras García de la Arquidiócesis de Guadalajara, quien apenas tenía dos años de haber recibido las órdenes sagradas. El año 2018 ha sido considerado por el Centro Católico Multimedial como “un año sin fin contra el sacerdocio mexicano”. La escalada de violencia contra los líderes espirituales del país es un síntoma muy grave de lo que aquí está sucediendo. Matar a los que por su vocación comunican la vida divina debe horrorizarnos, tanto como nos han aterrado tantas historias de muertes y asesinatos perpetrados con crueldad inaudita, como fue el de los tres jóvenes estudiantes de cine cuyos cuerpos fueron disueltos en ácido, en Jalisco la semana pasada. La cultura de la muerte nos está matando. El próximo presidente de México tendrá el enorme desafío de combatir la violencia que tanta angustia ha traído al pueblo, atacándola por todos los frentes. A lo más oscuro amanece Dios.

Obispos: ¡aguzados!
A los obispos reunidos en sus asambleas semestrales a veces se les aparecen ciertos políticos que les halagan por el invaluable trabajo de la Iglesia en México, discursos que mucho adulan y poco aprovechan para el fortalecimiento del catolicismo mexicano. En cambio hay mensajes que son punzocortantes y que no caen tan bien, pero que son los que necesitan escuchar los prelados para fortalecer a la Iglesia. Esa clase de comunicados son los del nuncio Franco Coppola, quien está muy consciente del deterioro social del país y sabe de la clase de líderes espirituales que necesita la gente. A juicio del padre Armando González Escoto "el problema de fondo radica en la condición actual de los seminarios, mismos que requieren de formadores de muy alto nivel. Formadores para la creatividad y la autenticidad, que logren dar respuestas rápidas a las preguntas del hombre actual, capaces de construir nuevas formas de vivir la fe en un mundo que la ha perdido; más que celebradores de impecables ritos, comunicadores de vida, de entusiasmo, de empeño en la transformación integral de una realidad cada vez más deteriorada”. 

2 comentarios:

  1. Me parece muy desafortunado su comenrtario inicial en esta era donde el racismo es un adolecimiento de nuestra raza. Como ascendiente de indígenas totonacas me siento no solo ofendida sino lastimada en algo muy sagrado como es la sangre. Los totonacas, padre también somos hijos de Dios y hermanos de los blancos.

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    1. Mireya, siento haber lastimado su sensibilidad. La referencia que hice a los pueblos indígenas no tiene ningún sentido racista ni discriminatorio, sino a un reinado de estilo monárquico y autoritario de nuestros antepasados, donde no se conocía la democracia en la que hoy vivimos. Pude haber dicho “un rey inglés vitoreado con trompetas y tambores”, sin que por ello ofenda a los ingleses. Le pido una sincera disculpa.

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