V arias veces al día recibo mensajes por Whatsapp o Facebook de personas que me solicitan pases de entrada a la misa que el papa Francisco celebrará en Ciudad Juárez. Amistades que estaban congeladas por el paso del tiempo de pronto me llaman por teléfono y en un minuto se descongelan –como en horno de microondas– con la intención de obtener de mí un pase para entrar a la misa del papa. Incluso hay quien me ofreció un ‘jugoso’ donativo a cambio de sus pases. Yo les respondo simplemente que los pases serán repartidos en las parroquias y que tendrán prioridad los servidores de nuestras comunidades, y que venderlos o canjearlos por donativos es incurrir en un pecado que se llama simonía (compra venta de lo espiritual con bienes materiales). Los apunto en mi lista y les digo que rueguen al Señor de la Misericordia, al Dios de todo consuelo, que los pases alcancen para todos. ¿Qué se esconde detrás del deseo de ver al papa? ¿Qué es lo que moverá a muchos a desplazarse desde otros puntos ...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos