Pedir ayuda es algo que a muchos nos cuesta esfuerzo. Nos creemos autosuficientes, nos gusta ser independientes y no queremos mostrarnos débiles. A muchos maridos les cuesta compartir sus sentimientos y emociones con sus esposas o con sus hijos porque quieren conservar su imagen de personas viriles y fuertes. A muchas mujeres les gusta comprarse ropa y ornamentos para lucir y ser admiradas, y entre ellas compiten por sobresalir. Hay maridos y esposas que se vuelven controladores de su cónyuge. En las escuelas vemos estudiantes que se esfuerzan por ser los mejores en el salón de clase o en deportes, no por aprender o por trabajar en equipo, sino para opacar a los demás en desempeño o en calificaciones. En la raíz de estas actitudes está un pecado que se llama soberbia. La soberbia es una enfermedad espiritual que hemos de erradicar de nuestra vida, si queremos que nuestro entorno sea más feliz. ¿Conoces personas soberbias? Fíjate cómo estas personas viven alejadas de los demás. Son poco...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos