L os temblores en el centro y sur del país invocaron a Dios y al diablo. Lo mejor y lo peor de los corazones de los mexicanos quedó de manifiesto. Ha sido admirable la entrega de miles de personas que, movidas por amor a los hermanos atrapados entre los escombros, se volcaron a las calles para salvar el mayor número de vidas posible. Maravilloso ha sido ver el México solidario que dejó ver sus raíces cristianas. Pareciera que la frase de Jesús: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”, resonó en el inconsciente colectivo y movió corazones y manos a la obra. Conocemos historias heroicas de laicos, pero estas son algunas de sacerdotes que no salieron en los periódicos. Cuenta Felipe Pozos Lorenzini, obispo auxiliar de Puebla, que hubo curas en aquella arquidiócesis que expusieron sus vidas por salvar a los fieles: el padre Humberto Victoria, mientras celebraba la misa en Coyula con templo lleno, esperó a que todos salieran...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos