miércoles, 29 de noviembre de 2017

Abominable ataque contra tres niñas

El 21 de noviembre dos sujetos entraron en una vivienda de la colonia Ampliación Felipe Ángeles, donde atacaron a golpes a tres hermanitas de 10, 11 y 12 años, para violarlas y estrangular a una de ellas. Por la brutalidad de los delitos y la fragilidad de las víctimas, estos hechos conmocionaron a nuestra ciudad y suscitaron olas de indignación y repudio. Los acontecimientos llaman, a quienes habitamos esta frontera, a hacer un examen de conciencia.

Los individuos que cometieron estos delitos pertenecen a una categoría que hoy podemos llamar 'muertos vivientes’, personas que no tienen sentimientos ni estructura moral. Es doloroso decirlo, pero se trata de personas que han perdido el alma. Para ellos la vida no vale nada, ni la propia, ni la de los demás. Lo mismo resulta matar que no matar. La única gloria a la que aspiran es disfrutar el momento a través de sus instintos más básicos, aunque para ello se pise o se tenga que quitar la vida a otras personas.

Asusta la banalidad de la perversión. Muy probablemente quienes cometieron los delitos festejaron su hazaña. Vivimos en una sociedad donde se han borrado las fronteras entre el bien y el mal. De hecho el mundo se ha puesto de cabeza: a la luz se le llama tinieblas y, a las tinieblas, luz. Hay delitos atroces a los que hoy se les llama 'derechos humanos'. Hemos olvidado los Diez Mandamientos, si es que alguna vez los aprendimos, y no nos preocupamos porque las nuevas generaciones los asuman y los vivan. El mundo, que una vez fue civilizado, se pronto se está convirtiendo en un páramo desolado donde los fuertes devoran a los débiles.

Nuestra sociedad y familias disfuncionales tienen hoy la tendencia a engendrar la ley de la selva. La organización del trabajo en la industria maquiladora -ambiente laboral de los padres de las niñas ultrajadas- no permite la suficiente convivencia entre padres e hijos. Muchos niños deambulan solos en las calles, como ovejas sin padres ni pastores, y quedan a merced del mundo de las drogas, las pandillas y los grupos delictivos, lobos rapaces de nuestro tiempo.

A las autoridades municipales y estatales les exigimos la pronta detención de estos sujetos y el más duro castigo para ellos, pues impartir justicia y seguridad para todos es el deber primario de un buen gobierno. A quienes habitamos esta ciudad les exhortamos a dejar todo estilo de vida individualista, el cual fomenta el desinterés por los problemas comunitarios, y a asumir, en cambio, una educación para la paz que nos lleve al cuidado de unos por otros. Afirmamos que "la vida humana es sagrada desde su inicio hasta su término, y afirmamos el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política” (Evangelium Vitae, 2).

A la comunidad católica le pedimos, además de la oración incesante por la paz, hacer más esfuerzos por llevar cada vez a más personas al encuentro con Jesucristo vivo, ya que la violencia es el efecto de la separación del hombre con Dios. Un sarmiento separado de la vid, que es Jesús, se seca, se le acaba la vida y puede convertirse en victimario de la cultura de la muerte. Solo en el fomento de una espiritualidad que desarrolle las virtudes para la convivencia humana lograremos que hechos monstruosos no se repitan, y así podremos construir una convivencia que fomente lo bello, santo y noble que existe en el corazón del hombre.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Trigo y Cizaña

Zombis entre nosotros
En este mes de noviembre se han puesto de moda las marchas de los zombis en grandes ciudades de Norteamérica. Estas marchas, en las que participa gente disfrazada de muertos vivientes, quieren manifestar la deshumanización que existe en las urbes de nuestras sociedades. Es cierto. Mire usted: un signo alarmante es la aparición de zombis reales. Se trata de hombres y mujeres sin alma que, a sangre fría, toman un arma y disparan para matar el mayor número posible de personas. Así sucedió hace poco en Las Vegas Nevada y en Springfield Texas.

En México las cosas no están mejor. Las ejecuciones callejeras, en bares, restaurantes y en centros de rehabilitación son bastante frecuentes en muchas ciudades. Conocemos la saña inaudita de los narcotraficantes y secuestradores para intimidar a sus enemigos. Y no se trata de enfermos mentales, sino de personas con vidas aparentemente normales. En Estados Unidos sólo un 25 por ciento de los asesinos en masa han tenido trastornos de la mente. El otro 75 por ciento lo hace porque no siente emociones humanas, carece de sentimientos y de toda moralidad. Este es el nuevo hombre-zombi que está emergiendo.

Nuestros gobiernos y organizaciones de la sociedad civil creen que todo se resuelve con matemáticas. Si desarmamos a todo el país -dicen- disminuirán los asesinatos. Sin duda que las políticas públicas pueden ayudar, pero no solucionan el problema. Los zombis actuales buscarán formas nuevas y creativas de expresar su odio contra la sociedad. Pueden hacerlo envenenando a una población con productos químicos, fabricando explosivos o atropellando en una furgoneta a cuanto cristiano encuentren, como ocurrió en las ramblas de Barcelona.

El zombi no suele ser un trastornado. Lo que lo ha convertido en muerto viviente es haber crecido con una visión defectuosa del mundo. El zombi es una persona que, por lo general, careció de amor y vivió en ambientes de violencia. Es alguien que nunca conoció a Dios y por ello piensa que el universo no está supervisado. Nadie lo cuida ni lo ama, ni se preocupa por él. Por ello el zombi piensa que no hay alguien a quien le deba rendir cuentas de su conducta. Son personas sin estructura moral. Para ellos los sentimientos son absurdos y, de esa manera, cualquier acción como secuestrar, extorsionar, violar o matar da igual que no hacerlo.

El zombi cree que con el asesinato masivo o con la delincuencia se compensarán las injusticias que ha tenido que soportar. Piensa que de esa manera será escuchado, comprendido y aceptado. Cualquiera de nosotros puede ser su víctima.

Entre nosotros están los zombis que no se disfrazan como tales cada mes de noviembre para marchar por las calles. Son los zombis reales y su número seguirá creciendo mientras que no vayamos a la raíz del problema: curar el corazón del hombre al llevarlo con el Médico divino, y sanando las heridas de tantas familias rotas, porque es en ellas donde nos humanizamos y donde adquirimos el sentido de la vida.

Milagro en el Cereso
Hace unos días, Dios se manifestó como un viento huracanado que resquebraja las peñas y hace temblar las piedras. Ocurrió en el Cereso de nuestra ciudad. A un grupo de laicos misioneros de Ciudad Juárez se les permitió predicar el Evangelio durante dos días a un grupo de 25 reos. Los reclusos eran personas que llevan años entre las rejas, algunos con hasta 230 años de condena, y hasta dobles cadenas perpetuas, por los estremecedores delitos que cometieron. Pero Jesús, así como vino a resucitar a Lázaro, hoy sigue dando vida a las almas muertas que claman tener vida. El poder divino hizo que se doblegaran los corazones más endurecidos, las mentes más frías para los asuntos de Dios, las personas más golpeadas por la vida, muchos de ellos con verdaderos pactos con el mal.

¿Qué sucedió? Sencillamente lo que hicieron Pedro y los Apóstoles después de la Resurrección, cuando se plantaron en las plazas públicas de Jerusalén a proclamar que Jesucristo estaba vivo y que ellos eran sus testigos. Así lo hicieron los Laicos en Misión Permanente, este grupo de católicos llamados por Dios a proclamar su Evangelio con ojos abiertos y corazón palpitante. Llegaron al Cereso temblando de frío y de ciertos nervios, pero con la seguridad de ir en el nombre del Señor, como el pequeño David ante el gigante Goliat. Después de hacer largas filas de revisión y cateo personal, luego de atravesar pasillos, rejas y puertas de seguridad, llegaron a la sala donde los esperaban los reos. Y ahí ocurrió el milagro.

Cuando la Palabra de Dios se predica con poder, y como fruto de una vida de oración, hasta las vidas más perdidas se transforman en historias de salvación. Desde ahora, quienes fueron asesinos, secuestradores, violadores, estafadores y narcotraficantes quedaron enamorados del Señor Jesús, y dispuestos además a convertirse en sus misioneros para colaborar a que sus compañeros pasen del mundo de las tinieblas a la región de la luz, del amor y de la paz. Como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, nuestro deber es orar por estos hermanos conversos para que perseveren y crezcan en la fe como testigos del Resucitado. 

jueves, 16 de noviembre de 2017

Meditación no. 19 contra los pecados de la carne

¿Y si vuelvo a caer?
(Rosemary Scott)

Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame. Pues mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí; contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí. (Sal 51, 3-6).



Oración: Dios mío, me arrepiento de todo corazón y te pido perdón por todos mis pecados, no tanto porque ellos me hagan sufrir y me hagan vivir un Infierno, sino porque han crucificado a mi amadísimo Señor Jesucristo, y han ofendido a su Infinita Bondad. Me propongo, firmemente, con la ayuda de tu gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia y enmendar mi vida, Amén.

Aunque esperamos que no vuelva a ocurrir, es posible que tú puedas caer durante esta serie de meditaciones. Si así sucede, no te desesperes. Sigue, en cambio, el excelente consejo de Lorenzo Scupoli en el capítulo 26 de su libro “El Combate Espiritual”.

Cuando te des cuenta de que has sido herido por el pecado, sea por debilidad o por malicia, no pierdas tu valor ni te vuelvas presa del pánico. Vuélvete a Dios con gran humildad y confianza diciendo: “Mira oh Señor, lo que soy capaz de hacer. Cuando hago las cosas sólo con mis fuerzas, no puedo cometer otra cosa sino pecados”.

Meditando sobre esta verdad, reconoce el alcance de tu humillación y expresa a nuestro Señor tu dolor por las ofensas cometidas. Con un corazón tranquilo, acusa tus pasiones viciosas, especialmente la que ha ocasionado tu caída, y confiesa: “Oh Señor, yo no hubiera dejado de pecar si tu bondad no me hubiera detenido”.

Dale gracias a Dios y, más que nunca, dale a Él el amor completo de tu corazón. ¡Qué generosidad tan grande la del Señor! Tú lo has ofendido y Él, a pesar de ello, te extiende su mano para prevenirte de otra caída.

Con tu corazón lleno de confianza en su misericordia infinita, dile: “¡Oh Señor, muestra tu Divinidad y perdóname! Nunca permitas que me separe de ti ni me dejes sin tu ayuda; y nunca permitas que te vuelva a ofender”.

Después de que hagas esto, no te angusties por examinar si Dios te ha perdonado o no. Eso es perder el tiempo, es una muestra de orgullo, de enfermedad espiritual, una ilusión del demonio que busca dañarte. Ponte en los brazos misericordiosos de Dios, y dedícate en tus ocupaciones habituales, como si nada hubiera ocurrido.

El número de veces durante el día que caigas no puede alterar tu confianza en Dios. Regresa al Señor con la misma confianza, aunque sufras nuevas derrotas. Cada caída te enseñará un mayor desprecio hacia tus propias fuerzas, mayor odio al pecado y, al mismo tiempo, te dará mayor prudencia.

Esta actitud es agradable a Dios y, por tanto, confundirá al enemigo de la salvación. El demonio quedará sumido en la consternación por aquel a quien otras veces ha vencido. Como resultado, el diablo doblará cada esfuerzo para inducirte a cambiar tus tácticas. Él tiene éxito con mucha frecuencia cuando las personas no somos vigilantes de las tendencias de nuestro corazón.

Los esfuerzos hechos por conquistarte tienen que corresponder a las dificultades encontradas. Este ejercicio no puede hacerse una sola vez. No es suficiente. Debe ser repetido con frecuencia aunque hayas cometido una sola falta.

En consecuencia, si tuviste una caída, si estás muy perturbado y tu confianza se tambalea, primero tienes que recuperar la paz mental y la confianza en Dios. Eleva tu corazón hacia el Cielo. Convéncete de que la perturbación que a veces sigue por cometer una falta no es por el dolor de haber ofendido a Dios, sino por el miedo al castigo.

La manera en recuperar la paz es olvidar, por el momento, tu falta y concentrarte en la infinita bondad de Dios y su ardiente deseo de perdonar a los pecadores más obstinados. Dios utiliza todos los medios posibles para llamar a los pecadores, para unirlos completamente a Él, para santificarlos en esta vida, y para llevarlos después de la muerte a la felicidad eterna.

Esta consideración, u otras de esta naturaleza, devolverán la paz a tu alma. Luego tú puedes reconsiderar la malicia de tu error a la luz de lo que hasta aquí hemos meditado.

Finalmente, cuando te acerques al Sacramento de la Confesión –y te aconsejo que lo hagas con frecuencia- recuerda tus pecados y confiésalos con sinceridad. Despierta tu dolor por haberlos cometido, y renueva tu compromiso para enmendar tu vida.

Atención: el demonio puede tratar de aprovecharse de tu caída diciéndote: “Debido a que tienes que ir a la Confesión, antes de ello date el lujo de pecar otra vez. ¡Esta es otra mentira que no debes creer! Tú no sabes cuándo morirás, y no puedes estar seguro de que podrás confesarte con un sacerdote antes de morir. Es por eso que tienes que arrepentirte e ir en ese momento con Dios, en vez de agravar tu pecado. Puedes hacer un Acto de Contrición perfecta en cualquier momento y decidirte ir a la Confesión lo antes posible. En caso de que mueras antes de recibir el Sacramento de la Confesión, ese Acto de Contrición Perfecta borrará esos pecados.

Finalmente, ¡no te rindas! No pierdas la esperanza en la Divina Misericordia. No te sientas tan avergonzado como para no ir a la Confesión. De hecho, a veces nuestra decepción con nosotros mismos cuando hemos pecado es un signo de orgullo. Quizás esperabas demasiado de ti mismo. Pero nuestro Señor no tiene esas ilusiones. Él sabe exactamente qué frágil eres espiritualmente, y por ello Él es tremendamente misericordioso. Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles, porque sabe de qué barro estamos hechos; él recuerda que somos polvo (Sal 102, 13-14). Las caídas nos enseñan lo débiles que somos y lo mucho que necesitamos del perdón y de la gracia de Dios. Quizá por eso Dios permite que tengamos caídas ocasionales: para enseñarnos a no confiar en nosotros mismos, sino solamente en Él.

Y cuando salgamos perdiendo en el combate, nunca debemos olvidar que el Inmaculado Corazón de María es también refugio seguro de los pecadores. El invocar su nombre nos hará hallar la gracia del arrepentimiento, seguida de la gracia de la absolución. ¿Quién mejor nos puede afianzar en la perseverancia que la Virgen fidelísima?

Todos vosotros santos penitentes, rogad por nosotros.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Trigo y cizaña

Escultura muy perra
“Yodi”, con ese nombre develaron la escultura de un perro callejero, esta semana, afuera del Hospital Veterinario de la UACJ. El propósito es invitar a la gente a tomar conciencia de que tener una mascota es una responsabilidad. Se calcula que por las calles de Ciudad Juárez deambulan 150 mil perros, muchos de los cuales son abandonados irresponsablemente por sus dueños. Yodi nos dice que los perros son un regalo de Dios para el hombre: brindan compañía para muchas personas que viven solas, sensibilizan a los niños a tener cariño y a cuidar de la creación, alertan a sus dueños de eventuales intrusos en los hogares y algunos ejemplares hasta sirven como rescatistas después de los terremotos.

Los animales son una bendición de Dios y debemos amarlos. Eso no significa que nuestra relación con ellos sea igual que con los seres humanos. En una visión cristiana de la vida, los animales, en la escala del ser, ocupan un grado inferior a los hombres. Aunque son criaturas sensibles, no son seres espirituales. Hoy existe la fuerte tendencia a humanizar a los animales, colocándolos al mismo nivel de dignidad que tenemos los seres humanos. Los grupos animalistas no distinguen jerarquías ni aceptan que los animales fueron creados para servir a la humanidad.

Una visión adecuada de los animales es la que nos lleva a amarlos a todos, pero asignándoles una función al servicio del hombre. Con algunos podemos jugar y sentir su cariño; a otros podemos montarlos y jugar carreras con ellos, o usarlos como bestias de carga; otros sirven para darnos el desayuno en las mañanas o los tacos de mediodía, y otros más para hacer espectáculos como el circo, la charrería e, incluso, la fiesta brava. Felicidades a los veterinarios haber colocado a Yodi en un pedestal.

Migración, nuestra riqueza
(Misa binacional en la frontera Ciudad Juárez-El Paso, 4 nov. 2017)
Un fuerte aplauso merecen los obispos norteamericanos. Ellos se han convertido en los principales defensores de los inmigrantes en Estados Unidos. Lo demostraron esta semana al redactar una carta dirigida al Gobierno federal, llamándoles urgentemente a implementar una reforma migratoria que conceda estatus legal a 11 millones de indocumentados. A muchas parroquias estadounidenses llegan los migrantes porque saben que la Iglesia no tiene fronteras y es la casa de Dios que los acoge. Con razón Mark Seitz, obispo de El Paso, ha señalado en su carta pastoral que los inmigrantes son ciudadanos del cielo, y que las iglesias de su diócesis siempre los recibirán y les brindarán protección.

El obispo Seitz ha mirado la angustia en la que viven los inmigrantes de su diócesis, a menudo por la separación de sus familias, y ha calificado las leyes migratorias actuales como una herida para nuestra frontera. Ha llamado ‘escribas y fariseos’ a quienes tratan de hacer cumplir los detalles de la ley mientras que ponen cargas insoportables sobre las familias y sus niños.

El área de Ciudad Juárez y El Paso lleva en sus genes la vocación a proteger a los migrantes. Por aquí pasó Juan de Oñate y su gran caravana en 1598, quienes fueron acogidos por los indios mansos. Vivimos en un cruce de caminos entre el norte y el sur, primero por el Camino Real que conectaba la Ciudad de México con Santa Fe, y después por la vía ferroviaria que enlazaba al Atlántico con el Pacífico. En la Misión de Guadalupe se refugiaron los que huyeron de la Misión de Senecú por la rebeldía de los apaches en 1680. El Paso brindó protección a los que huyeron de la violencia de la Revolución Mexicana, y más tarde a los sacerdotes y seminaristas que se sintieron amenazados por la persecución religiosa en México. Chinos e irlandeses llegaron a construir el ferrocarril para conectar los dos océanos. Miles de connacionales han llegado en las últimas décadas a nuestra frontera atraídos por la industria maquiladora. Nuestra historia nos define. Somos región binacional enriquecida por la migración y llamada a acoger a quienes vienen a nosotros.

Buen Fin para los pobres
La frontera México Estados Unidos está plagada de ofertas que anuncian el “Buen fin" y el “Viernes negro". Maquiladoras y negocios han iniciado la repartición de ahorros y aguinaldos para que los trabajadores puedan aprovechar los descuentos. Sólo me gusta el buen fin por un motivo: aprovechar las rebajas en algún producto que realmente necesito. Gastar por gastar sin realmente necesitar los artículos es derrochar el dinero, lo que contradice la vocación a la pobreza a la que todos los cristianos estamos llamados.

Quizá la expresión “vocación a la pobreza” asuste y sorprenda a muchos católicos. Sin embargo el papa Francisco nos ha recordado, en su mensaje de la Jornada Mundial de los Pobres, que en este domingo celebramos, que la pobreza debe ser ideal de todo cristiano. No se trata de amar vivir en la indigencia ni el hambre como estilo de vida, sino de seguir a Jesús pobre en nuestra manera de utilizar los bienes de la creación. Es aprender a relacionarnos con ellos con espíritu de sabiduría y desprendimiento. “La pobreza -dice el Santo Padre- significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de la omnipotencia... Es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de la vida y condición para la felicidad”. Es, por supuesto, desarrollar un sentido de responsabilidad hacia los que menos tienen y aprender a confiar en la Providencia de Dios.

Ojalá que este “Buen fin”, también lo sea para los más necesitados que esperan que alguien les dé una mano amiga, compartiéndoles un poco de lo que hay en su mesa.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Trigo y cizaña

Se derrumba el templo
El domingo 5 de noviembre se derrumbó una parte del templo de Nuestra Señora de Guadalupe, parroquia del Valle de Juárez. Gracias a Dios los daños únicamente fueron materiales. Sin embargo no deja de ser un golpe duro para la comunidad y su párroco, el joven sacerdote Lalo Mendoza. Aunque en un principio perder un templo puede ser muy doloroso, creemos que en todo obra el Señor, y que todo concurre para bien de los que lo aman. Si Él lo permitió, tengamos la certeza de que es para crecimiento y santificación de sus hijos. Las cruces grandes y pequeñas que encontramos en el camino transforman nuestros dolores en fuente de bendiciones. Estemos seguros de que la comunidad parroquial que hoy en el Valle llora la pérdida de su recinto sacro, se verá bendecida con virtudes de solidaridad, de generosidad y de comunión con su párroco. “Al ir iban llorando, llevando la semilla; al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas” enseña el salmo. Nuestra cercanía y cariño con ese gran sacerdote que es el padre Lalo.

Una norteamericana en la Misión de Guadalupe
El martes 7 de noviembre estuvo la primera dama de El Paso Texas en nuestra ciudad, la distinguida y encantadora señora Adair Margo. Ella impartió una conferencia en La Custodia de San Pablo, ese restaurante y museo taurino de nuestra ciudad que José Mario Sánchez Soledad abrió como un esfuerzo para ponernos en contacto con nuestras raíces históricas. La señora Margo, estudiosa del arte de nuestra región binacional, hizo su tesis de maestría en la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe. Tanto fue su enamoramiento de nuestra Misión que la llevó como modelo para construir la casa en la que ella y su esposo, el alcalde de El Paso, habitan.

Gente del gobierno municipal, de la UACJ y de la iniciativa privada tuvimos el deleite de escucharla, y así sentirnos un poco avergonzados de no conocer y apreciar el edificio que se convirtió en la piedra angular del desarrollo de Ciudad Juárez y El Paso. Vinieron a mi memoria las palabras del papa Francisco: “Un pueblo sin raíces es un pueblo que no tiene futuro”. Una buena manera de mostrar las raíces católicas de la ciudad a los jóvenes de nuestras parroquias son las visitas guiadas a la Misión de Guadalupe que ellos pudieran hacer como parte de su formación en la pastoral juvenil.

Combate por la educación sexual
Muy activo se ha puesto el Grupo Estatal de Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA) en el Estado de Chihuahua. Su estrategia es dar educación sexual en las escuelas del estado y evitar los embarazos con anticonceptivos, lo que lo convierte, tarde o temprano, en un grupo promotor del aborto legal. A pesar del fracaso monumental que ha tenido este tipo de educación para prevenir los embarazos y las enfermedades, el GEPEA y otros muchos grupos insisten en mantener a los jóvenes y niños en un triángulo perverso: en las escuelas reciben educación sexual hedonista, lo que los lleva a una vida sexual activa, la cual conduce al uso de anticonceptivos, a más promiscuidad, más embarazos, más enfermedades de transmisión sexual y al aborto. Cuando esto ocurre, las ONG’s concluyen que algo ha fallado y que, por lo tanto, necesitan impartir más educación sexual. Así se cierra el triángulo diabólico que mantiene a nuestra juventud prisionera de sus instintos.

Los programas verdaderamente efectivos para prevenir embarazos son los que educan a los niños y jóvenes en el respeto al cuerpo, en el pudor, en la conciencia de la dignidad de la persona y en la abstinencia sexual hasta el matrimonio. Por eso muchas ONG’s harán lo imposible por impedir que estos programas, que aunque no son religiosos y están basados en hechos científicos, se impartan en las escuelas públicas de Chihuahua.

martes, 7 de noviembre de 2017

Romance del alumno de una escuela moderna y avanzada



Esta poesía satírica fue publicada en un boletín parroquial la parroquia de San Bartolomé y San Jaime, en un pueblo de Castellón, España, el domingo XXX del Tiempo Ordinario de 2017. Admirable es quien supo poner en versos los estragos que está causando en el mundo la ingeniería social del llamado Nuevo Orden Mundial que, con sus ideas socialistas y liberales, pretende revolucionar la historia de la humanidad con el perverso propósito de reducir dramáticamente la población del planeta. Una de sus principales estrategias es controlar la educación escolar para impartir educación sexual hedonista.

Papá, por favor, escucha:
llévame a un cole normal.
Que este colegio de ahora
Me está empezando a asustar.

Me dicen que lo moderno,
Es ser experimental,
Que lo único importante 
Siempre es la diversidad, 

Con libertad creativa
Y autonomía moral
(Y si el maestro lo dice, 
Tendrá que ser la verdad). 

De los niños de mi clase
No hay dos que sean igual,
Porque aquí los profes quieren 
Mucha originalidad: 

A Juan le gustan las niñas
Igual que a ti mi mamá,
A Curro, niñas y niños, 
Para mayor variedad; 

A Pedro sólo los niños
Que al fútbol saben jugar;
Vicente no se decide, 
prefiere experimentar; 

Mari tiene dos espíritus
En lucha trascendental;
Estela quiere operarse 
Y ser por fin como Juan; 

Santi dice, muy contento,
que él siempre está más allá
de los roles que ha creado 
la sociedad patriarcal; 

Papá, por favor, escucha:
Llévame a un cole normal.
Yago, además de su padre, 
Tiene también dos mamás 

Y Javi, cada semana,
Estrena un nuevo papá;
A Yennifer la ha criado 
Una comuna ilegal 
Y no conoce a su padre 
Ni a su madre, ¡qué más da! 

El padre de Alba se llama
“Insemin. Artificial”,
Porque su madre pensaba 
Que así se iba a realizar; 

Hay familias numerosas
Como la de Maripaz,
Porque suman cuatro “hermanos” 
(Ella, dos gatos y un can) 
Y, según dicen sus padres, 
Quieren a todos igual. 

Joaquín es niño probeta
Y cuando se va a acostar
Le da siempre un par de besos 
A su tubo de cristal, 
Porque sus padres trabajan 
Día y noche sin parar. 

Yo los quiero mucho a todos,
Como amigos de verdad,
pero me siento muy raro 
Por tener mamá y papá. 

Los otros niños se ríen
Hasta que me hacen llorar
Y dicen que somos pobres 
Y no podemos pagar 
Un divorcio en condiciones 
Como hacen los demás. 

Otros piensan que es un virus
Que se puede contagiar
Y que los médicos llaman 
“Familia tradicional”. 

Papá, por favor, escucha:
Llévame a un cole normal.
Es que, en éste, no me dejan 
Estar ni vivir en paz 

Y en cuanto abro la boca
siempre termino fatal,
Pues si le respondo al profe 
Que algo está bien o está mal, 
O defiendo el matrimonio 
(Salvo el homosexual), 
Hablo de amor para siempre, 
Respeto y fidelidad, 
O pienso que mis hermanos 
Valen más que un animal, 
Me castiga por listillo 
Y por ser un radical.

Papá, por favor, escucha:
Llévame a un cole normal,
Que aquí lo raro es la norma 
Y no existe la verdad.

Confesionario sin absolución: tengo miedo de que Dios no exista

La pregunta: Hola padre, buenas noches, últimamente he pasado por muchas dudas, mi fe no ha estado firme y quería preguntarle ¿qué puedo hacer para aumentar mi fe? Ya llevo aproximadamente tres meses con bastantes dudas y un miedo muy grande de que Dios no exista. Eso me causa mucho sufrimiento. A veces el miedo se calma pero sigue volviendo. Esta crisis ya me había pasado hace aproximadamente tres años pero conocí al padre Carlos Márquez; nos hicimos muy buenos amigos y me ayudó mucho. Después de que me volví a sentir feliz, poco a poco fui alejándome de Dios y de la Iglesia y volví a esta crisis de estar dudando sobre si Dios existe y sobre muchas cosas más. No sé qué hacer para que este miedo se vaya y mi fe esté muy firme. Tengo muchas razones para creer, ya sea por la razón o por las experiencias de mis conocidos. Todo me lleva a que Dios existe, pero siempre está la pregunta ¿y si no?

Padre Hayen: antes de contestar a tu pregunta sobre cómo aumentar la fe, veo que hay dos cosas que te preocupan. Primero, la existencia de Dios. Y, segundo, aunque no lo dices explícitamente, te inquieta saber si hay vida después de la vida, si cuando cierres los ojos a este mundo, los abrirás en una nueva forma de existencia y si verás a Dios, cara a cara.

No voy a tratar de convencerte de la existencia de Dios con argumentos filosóficos. Para eso puedes consultar obras de filosofía de la religión o de teología fundamental. Aquí simplemente te pido que trates de contemplar con los ojos limpios de un niño y con un corazón humilde la inmensidad del universo, donde resplandece el poder, la sabiduría y el amor del Creador. Puedes observar una gota de rocío, la inmensidad del mar o las lejanas galaxias, y te darás cuenta de que existimos en medio de una explosión de belleza divina. Cada criatura es un regalo que nos remite a Dios, pero sólo los corazones humildes se abren a la adoración y a la acción de gracias.

El esplendor de Dios, aunque brilla en la inmensidad del cosmos, está presente, sobre todo, en el interior de tu alma. No podrías contemplar a Dios fuera de ti, si Él no viviera en ti. Si tu cuerpo fue formado de la tierra, y a la tierra un día regresará, tu ‘yo’ interior es como un rayo de luz que brota del mismo Dios. No eres Dios, por supuesto, pero por tu inteligencia y tu capacidad de amar, y de vivir en comunión con Él, eres imagen suya en la tierra. Insisto en que para que encuentres la majestad de tu Creador debes de ser humilde y reconocer tu pequeñez de criatura. Muchos no pueden vislumbrar la existencia de Dios por su soberbia y su corazón endurecido.

¿Habrá vida después de esta vida? Muchos hombres creen que la muerte es la disolución total de la persona, incluida su conciencia. Sin embargo Jesucristo dijo “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Lc 18,27). Las religiones de los pueblos creen firmemente que la muerte es sólo una separación del alma y del cuerpo. Cuando llega la muerte, el hombre no desaparece del todo porque su alma inmortal abandona el cuerpo y continúa subsistiendo. El ‘yo’ espiritual no muere sino que entra en la dimensión definitiva de su destino eterno. Mientras que para un ateo la muerte es el fin, para un cristiano es el inicio.

¿Cómo aumentar la fe? Primero, debes pedirla al Cielo, porque la fe es un regalo que viene de Dios a las personas que son humildes. Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5). Ten por seguro que Dios te la concederá si, además de implorarla, te pones a la escucha de la Palabra de Dios. Tantas veces hacemos largas oraciones a Dios, y sentimos que nuestra fe no es fuerte. La fe no crece porque solemos cometer la equivocación de dirigirnos a Dios únicamente para pedir por nuestras necesidades -como si Dios fuera alguien al que le tronamos los dedos para que nos cumpla lo que le pedimos-, y nos olvidamos que lo más importante de nuestra oración es escuchar a Dios.

Un ejercicio que te ayudará es la ‘Lectio Divina’, es decir, la escucha orante de la Palabra de Dios. Por este método podrás leer la Palabra, meditarla, orar con ella y ponerla en práctica. Te aconsejo que adquieras la 'Biblia de nuestro Pueblo con Lectio Divina'. No quedarás en desilusión porque trae, en cada capítulo, un ejercicio de lectura orante de la Palabra. Si dedicas unos momentos del día a ponerte con humildad a la escucha de la Palabra, con hambre de Dios, no sólo tu fe aumentará, sino también tu esperanza de alcanzar el Cielo y la caridad, que es la infusión de amor que Dios dará a tu corazón. De esa manera cualquier cosa que hagas tendrá el dulce sabor de la presencia divina.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

A la muerte del padre Ignacio Villanueva

Méteme, Padre eterno, en tu pecho,
misterioso hogar,
dormiré allí, pues vengo deshecho
del duro bregar.  (M. de Unamuno)

La muerte de monseñor Ignacio Villanueva ocurrió el primero de noviembre, solemnidad de Todos los Santos. Ello es un signo. Sus últimos años el padre los vivió en los altos hornos del sufrimiento, donde el fuego purifica el oro. Desde que concluía su servicio en catedral, en 2013, ya daba señales de agotamiento físico. Más tarde, al caminar por las calles del centro histórico, sufrió una caída que aceleró su deterioro. Entonces creíamos que iba a morir, pero no fue así. Monseñor se quedó unos años más para acompañar a Jesús en su Pasión y expiar por las faltas del mundo pecador.

Tras varios años de estar juntos sirviendo a la diócesis en el mismo decanato, recordaré a monseñor Villanueva como el hombre lleno de bondad que me recibía en el confesionario con una sonrisa, como aquel ministro de Dios que siempre me animó a continuar con mi vocación al sacerdocio. Lo llevaré en mi memoria como aquel sacerdote que desbordaba su amor a la Virgen, como el que acompañaba al Pueblo de Dios desgranando las cuentas del Rosario todos los días como antesala de la santa misa, como un padre dispuesto a ayudar a sus hermanos sacerdotes en sus necesidades.

En los últimos años de su vida el padre Villanueva perdió el habla. Dicen que se comunicaba guiñando sus ojos. ¿Cómo transcurriría el tiempo en su interior? ¿De qué hablaba con Dios? Me hago esta pregunta porque siempre que lo veía en su silla de ruedas mostraba su semblante sereno, imperturbable, ciertamente en parte debido a su enfermedad. Así vivió sus últimos años, cumpliendo en su cuerpo la profecía del Señor a Pedro: “Otro te llevará a donde no quieras”.

Aunque a los mayores no les agrade a dónde los lleven, esos ‘otros’ son demasiado importantes para los ancianos o los enfermos. Ese ‘otro’ para el padre Villanueva fue el padre Efrén Hernández Navejas, párroco de La Sagrada Familia. Tutor, lazarillo, guía, vigilante, cirineo, cuidador, amigo y hermano, el padre Efrén cumplió con la hermosa misión de hacerse cargo de un hermano mayor suyo en el ministerio. En un bello gesto de fraternidad sacerdotal lo llevó consigo para cuidarlo durante años, junto con Martina, la hermana de padre Villanueva. Me pregunto quiénes serán los que me acompañarán al pie de la cruz cuando me encuentre en la agonía de mi propio calvario.

Al recordar a monseñor Villanueva en aquellos lejanos años de mi infancia, en los que fue mi párroco en Nuestra Señora del Sagrado Corazón; al recordarlo cuando conviví con él en el sacerdocio y, por último, cuando lo miré crucificado sobre su gólgota, pienso en el tiempo que se nos escapa como agua entre los dedos. ¿Cómo vivo el sacerdocio que Dios me regaló? ¿Con qué pasión e intensidad hago lo que hago?

Cuentan que cuando san Luis Gonzaga era novicio, estando en un juego de pelota en uno de los recreos, sus compañeros se divirtieron haciendo repentinamente una pregunta. Se dijeron de golpe: “Si supiéramos de pronto, en este mismo momento, que el Juicio Final tendrá lugar dentro de veinticinco minutos, ahora son exactamente las once y diecisiete, ¿qué harían ustedes?” Algunos pensaron en ejercicios espirituales, otros en hacer oración, hubo quienes dijeron que se apresurarían al confesionario, algunos se encomendarían a la Virgen y otros a sus santos patrones. Luis Gonzaga simplemente dijo: “Yo continuaría jugando a la pelota”.

Parecería que el santo jesuita era frívolo con esa respuesta, pero no lo era. Tampoco era que la vida y la muerte le importaran un cacahuate. Lo inmediato de la muerte no lo paralizaba. El juego de la pelota no era una simple distracción para él, sino que era su tarea que como hombre tenía en aquel momento. Luis Gonzaga vivía con amor e intensidad su entrega a Dios en todo lo que hacía. Para él lo importante no era la grandeza de lo que se hace, sino la verdad y el amor con que se hace.

Estar frente al ataúd abierto del padre Villanueva y rezar ahí por él me hizo pensar en que pronto estaremos como él, en un cajón fúnebre. No importa si eso ocurre mañana o dentro de cincuenta años. Lo cierto es que el tiempo corre velozmente, y el que ahora tenemos es un regalo. Recordar la muerte de nuestros seres queridos nos hace vislumbrar la meta a la que hemos de dirigir nuestra carreras.

Ignoro cuántas misas me quedan por celebrar, los feligreses para escuchar en confesión, los momentos de oración, de diversión o de convivencia con los fieles de mi parroquia me esperan. Tampoco sé cuántos momentos vendrán para departir con mis amigos o las ciudades nuevas que conoceré. No lo sé. Lo único que pido al Señor es que, sin perder sentido del humor, lo haga todo con profundidad, es decir, que todo se ordene con vistas hacia el encuentro con Dios.

Entonces sí, como dice Fabrice Hadjadj “jugaremos a la pelota como jugaríamos con los ángeles. Plantaremos árboles como se siembran oraciones. Acogeremos al cliente que viene a abrir una cuenta como al Mesías que viene a abrir nuestras almas”.

El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...