domingo, 7 de junio de 2020

Todas las vidas importan


Después de arrestarlo por utilizar un billete falso de veinte dólares, un policía blanco oprime el cuello negro de George Floyd mientras éste grita "no puedo respirar". Al poco tiempo muere por asfixia. Con el lema "Black lives matter" (las vidas de los negros importan), Estados Unidos arde en protestas contra el racismo mientras que grupos extremistas vandalizan y saquean negocios y edificios públicos. Algunos obispos de Estados Unidos expresaron su asco y repulsión por este hecho de claro odio racial.

De dónde viene el racismo y cómo podemos superarlo, es la pregunta que flota hoy en el ambiente. La humanidad está dividida en razas, pueblos y naciones. Nos agrupamos por instinto con aquellos que son y piensan como nosotros, mientras que personas de otras razas nos parecen un poco extrañas. Se trata de un fenómeno mundial e histórico que a los mexicanos también nos ha afectado. Hemos de reconocer que durante mucho tiempo hemos visto y tratado a los indígenas como ciudadanos de segunda categoría.

Quizá el tipo de visión que tengamos de Dios pueda influir para nuestra apertura o cerrazón hacia los que son diferentes. Concebir a Dios como poder absoluto, como en el islam, puede llevar fácilmente al musulmán a distinguirse de los infieles, o al judío a sentirse "pueblo elegido" y discriminar a los que no son de su raza. Algunas comunidades protestantes, incluso, pueden fácilmente hacer la distinción entre los que son predestinados al cielo, ya desde este mundo, y aquellos que irán al infierno.

Los cristianos creemos en un Dios que es Todopoderoso pero, sobre todo, que es amor absoluto. Nuestra fe nos hace distinguir a las tres Divinas Personas que viven en eterna relación de amor. Desde antes del tiempo Dios es amor porque tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. Hay una unidad en Dios en una diversidad de personas. No es monoteísmo ni politeísmo que discrimina y divide, sino misterio de relación que nos enseña y educa para ir al encuentro de aquellos que son de nuestra humanidad pero diferentes de nuestra raza.

Nos hace falta redescubrir, contemplar y adorar el misterio de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en sus relaciones de amor infinito. Si bien los estallidos de violencia racial no acontecen en México como en otras partes del mundo, lo que sí ocurre son otras formas de abuso y posesión de los demás como si fueran objetos para ser utilizados para nuestro propio provecho.

En estos días de confinamiento por el Covid-19 se ha dado la noticia del incremento notable en el uso de pornografía y de pornografía infantil, así como de la violencia intrafamiliar. Al mismo tiempo en otros estados de la república como en Guanajuato y Baja California se ha intentado legalizar el aborto. Para muchos, los no nacidos no son miembros de la raza humana, y a ellos sí se les puede poner la rodilla en el cuello –como se hizo con Floyd– hasta asfixiarlos. Esos niños no pueden gritar "no puedo respirar". Ante ese asesinato no sólo gritamos "black lives matter", sino también afirmamos "unborn lives matter". En el Cielo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen la misma importancia. En la Tierra todas las vidas humanas importan porque tienen la dignidad de ser imagen de la Santísima Trinidad.

¡Qué bello es creer en el Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad! Es el rasgo de Dios que más hemos de imitar para defender la vida y la dignidad no sólo de los de nuestra raza, sino la de aquellos que no piensan ni son como nosotros, así como también la de quienes vienen camino hacia la luz en el vientre de sus madres, y que están llamados a entrar en comunión con el Dios trinitario.

1 comentario:

  1. excelente, comparto robando algo de su artículo sin quitar la esencia del mismo, gracias padre

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