viernes, 28 de agosto de 2015

De vida o muerte: Aprender a morir

Si existieran las lecciones de suicidio, Nicolás Chamfort habría reprobado. Él fue un literato y moralista que vivió en París durante los años de la Revolución francesa. Cuando el régimen del Terror lo encarceló por sus críticas a la república, intentó quitarse la vida.

Un amigo suyo, Pierre Louis Ginguené, lo describe así: “Carga una pistola, pretende dispararse en la frente, se destroza la parte alta de la nariz y pierde el ojo derecho. Asombrado de seguir vivo, y resuelto a morir, coge una navaja de afeitar, intenta cortarse el cuello una y otra vez y se hace jirones la carne: la impotencia de su mano no cambia para nada la resolución de su alma; se da varios cortes en el pecho para llegar al corazón y, comenzando ya a desfallecer, en un último esfuerzo, trata de cortarse las dos corvas y de abrirse todas las venas, exhala un grito y se echa en un sillón, donde cae casi sin vida. La sangre corría a chorros bajo la puerta” (Nicolas de Chamfort, Maximes et pensées, caractères et anecdotes). Sin embargo sus amigos lo encontraron y con una intervención quirúrgica le salvaron la vida. Tiempo después le llegó la muerte como consecuencia de las heridas que se provocó.

¿Qué sentido tiene la frase ‘aprender a morir’? En realidad nadie aprende a morir, si por morir entendemos la cesación de las funciones vitales. Chamfort no pudo hacerlo. Se muere una sola vez y punto. Cruzadas las fronteras entre el tiempo y la eternidad, nadie regresa para contarlo. Esta clase de muerte no depende, pues, de nosotros, y no nos fallará. Llegará puntual, tarde o temprano.

Sin embargo hay una clase de muerte que depende de nuestro control. Es un tránsito que no nos aniquila sino que nos da vida. Empieza con el abandono del seno materno para conocer lo que hay en el mundo, y se prolonga a lo largo de todo el arco del tiempo de nuestro itinerario por la vida. Es una muerte que descubre las ansias de felicidad que se anidan en el corazón y que nos hace libres.

Atrás quedaron nuestros juguetes y vacíos los columpios del parque. Saltamos a la adolescencia y la inocencia se fue esfumando. Con la juventud quizá lloramos por morir a un amor; y cuando partimos de la casa paterna tuvimos que decir adiós a nuestros padres y hermanos para formar la propia familia. La vida se compone de muchos adioses y cada muerte va revelando la clase de personas que somos. “El sentido de nuestra vida –decía A. Zerolo– no está en lo que nosotros hacemos, sino en lo que nos va pasando y en cómo nos adherimos a ello”.

Hay una cosa que temo, y es que la muerte se me pegue sin que me dé cuenta. No es la que llevo naturalmente en mi cuerpo. Todos los días me miro en el espejo y de vez en cuando descubro alguna arruga nueva. A medida que pasan los años empiezan a dolerme partes de mi anatomía que antes me eran indiferentes. Terminarán un día mis fuerzas y funciones vitales, lo sé. Ello no me conturba. La muerte que me inquieta es –¡ay!– la muerte del alma. Por ello observaba Bécquer aquello de que “No son los muertos los que en dulce calma, la paz disfrutan de su tumba fría; muertos son los que tienen muerta el alma, y viven todavía”.

La muerte, un día, tendrá su éxito en mí, en todos. Su triunfo será cumplir con su función natural de desintegrar las fuerzas del cuerpo. Hasta ahí llegará. Pero me pregunto si yo tendré éxito en mi muerte. Y descubro que Dios brinda cada día la oportunidad de lograr esa victoria final a través de las pequeñas muertes de todos los días: morir a la soberbia, a la pereza, a la avaricia y la envidia; dar muerte a la lujuria, a la ira y la gula; asesinar al viejo yo, sofocar el egoísmo para dar vida al hombre nuevo que en Jesús encuentra su modelo perfecto. Sin duda, el arte de vivir es también el arte de morir.

El dicho ‘Genio y figura hasta la sepultura’ es cierto para aquel que se acurruca en sus miserias y mediocridades. Pero no para un cristiano de fe viva. Si Cristo Jesús resucitó a Lázaro y al hijo de una viuda, y si él mismo resucitó de entre los muertos, ¿qué no hará para resucitarnos de nuestras oscuridades? Aprender a morir es vivir en la luz y es prepararnos para cuando lleguemos al último suspiro. Porque solamente las vidas exitosas –dirá Hadjadj– son las que tienen éxito en la muerte.

jueves, 27 de agosto de 2015

Misterios del reino del espíritu: la bilocación

Mayores cosas has de ver (Jn 1,50) 
La bilocación es el fenómeno en el que una persona se encuentra en un lugar y, en el mismo momento, por una misteriosa presencia, está en otro lugar distante, donde un testigo imparcial lo escucha hablar y lo ve moverse con naturalidad. Científicos y filósofos explican que la bilocación es físicamente imposible, contraria a todas las condiciones de la materia conocidas por nosotros. Sin importar cómo se explica, o sin importar que se crea en ella o no, la bilocación ha sido atestiguada en las vidas de numerosos santos. Dios concede este don místico, no para vanagloria de la persona, sino para que él mismo ayude a otra persona a realizar alguna tarea, como asistir a los moribundos o hacer una obra de caridad.

San Alfonso María de Ligorio (+1787)

Fue visto varias veces durante su vida en dos lugares diversos al mismo tiempo, una vez estando en el confesionario mientras que predicaba un sermón en esos momentos. En otra ocasión fue visto en Nápoles predicando a estudiantes universitarios mientras que una mujer pobre tocaba a la puerta de la casa del santo para recibir la limosna cotidiana que él le daba. Un hermano lego abrió la puerta y dijo a la mujer que el santo se hallaba lejos, en Nápoles. La mujer se retiró y de pronto apareció san Alfonso, quien le dio la limosna.

El misterio de la muerte del papa

El incidente más extraordinario del don de bilocación de san Alfonso, ocurrió cuando el Papa Clemente XIV estaba agonizando. Durante la mañana del 21 de septiembre de 1774, el Obispo Alfonso, luego de celebrar la Santa Misa, se sentó en una silla. Parecía absorto en sus pensamientos y no se movía ni hablaba. Permaneció así durante todo el día y toda la noche. No probó alimento ni se cambió de ropa. Empleados que lo vieron en esa postura, se preguntaban qué sucedía. A la mañana siguiente Monseñor Alfonso permanecía igual, y los sirvientes no sabían qué pensar. Se trataba de un éxtasis prolongado. Más tarde se escuchó sonar la campana de la habitación del Obispo anunciando que celebraría la Misa. Todos corrieron alarmados a la recámara. Viendo a tantas personas, el santo se sorprendió y preguntó qué sucedía. “¿Cómo qué sucede? –contestaron todos– este es el segundo día que usted no habla, ni come, ni da signos de vida”. “Tienen razón –dijo don Alfonso-, lo que ustedes no saben es que he estado asistiendo al Papa, que acaba de morir”. Al poco tiempo se supo que Clemente XIV había muerto el 22 de septiembre a las 7 de la mañana, justo en el momento en que terminó aquel misterioso éxtasis de san Alfonso.

Apuntes para la vida espiritual

Los dones místicos extraordinarios son un don que Dios concede a ciertas almas privilegiadas, signos prodigiosos que, por una gracia de Dios, pueden manifestarse en ciertas personas que viven una vida santa. Pero un cristiano nunca debe desear, y mucho menos pedirle a Dios, que en su vida ocurran estos prodigios. Estos signos milagrosos pueden ayudarnos a creer, pero a nosotros sólo nos corresponde vivir de la fe, la esperanza y la caridad.

En su libro “El combate espiritual”, Lorenzo Scúpoli enseña que la santidad no consiste en oír muchas misas o hacer devociones. Todos esos son medios que ayudan a crecer si se emplean con prudencia, y ayudan mucho a adquirir fortaleza contra los enemigos de la salvación. Tampoco consiste en hacer muchas obras exteriores, en ser un gran activista. La señal para saber a qué grado de perfección ha llegado la vida espiritual es averiguar qué cambio y qué transformación ha tenido la propia vida, la propia conducta y costumbres. Hay muchas personas que van a Misa o que se dedican a hacer grandes obras sociales o de caridad, pero son caprichosas y rebeldes, no aceptan el parecer de otras personas, no se preocupan de observar sus propias miserias y viven observando y criticando las de los demás. Cuando los hieren en su propia estima con alguna crítica, explotan en ira e indignación. O cuando llega la enfermedad y la prueba, se quejan y protestan continuamente porque no aceptan la voluntad de Dios. Con ello demuestran que su santidad es muy pequeña todavía. ¿Quieres crecer espiritualmente? Deja que el Espíritu de Dios reforme tu manera de pensar, de hablar, de reaccionar, de tratar a los demás…

martes, 25 de agosto de 2015

De vida o muerte: Secretos del cuerpo humano

El hombre, al que Dios ha creado "varón y mujer", lleva impresa en el cuerpo, "desde el principio", la imagen divina. (Juan Pablo II)
Hace algunos días Cara Delevingne, una famosa modelo que participaba en desfiles de moda de casas como Moschino, Oscar de la Renta y Chanel, declaraba su renuncia a las pasarelas porque aborrecía su cuerpo. “El mundo de la moda –declaraba– me ha hecho odiar mi cuerpo; desfilar me ha hecho sentir un poco hueca después de un tiempo; no me hacía crecer en absoluto como ser humano”. Esta modelo, que alguna vez fue portada de la revista Vogue, reconoció el malestar que provoca tratar al cuerpo como objeto de exhibición o de comercio. ¿De dónde le vino el odio a su cuerpo si no de tratarlo como una mentira, al darle un significado que no tiene?

Hoy millones de personas viven en confusión e infelicidad por tratar a sus cuerpos de manera equivocada. Además del maltrato al cuerpo por las drogas y el abuso del alcohol, el sexo se ha convertido en motivo de descontento en la cultura contemporánea. La publicidad erotizada, el uso de toda clase de anticonceptivos, el aborto, la fornicación y las relaciones homosexuales, la pornografía… Todas estas prácticas son –unas más que otras– focos de malestar personal y social por tratar al cuerpo de manera equivocada. O bien aparecen en la prensa personajes como Bruce Jenner –el atleta olímpico que afirma ser una mujer atrapada en cuerpo de hombre– que convencen a muchos que el ser humano es libre para dar al cuerpo un significado arbitrario.

Actualmente el cuerpo humano es objeto de reflexión en la Iglesia. ¿Qué significa que el hombre sea un compuesto de alma y de cuerpo? Si observamos bien, el cuerpo es un camino de acceso para comprender el significado de la vida y el misterio de la historia. El cuerpo es parte integral de la persona; no somos almas atrapadas en cuerpos a la manera de una cárcel, sino almas creadas junto con el cuerpo. A través del cuerpo se expresa nuestro espíritu con gestos, tonos de voz, ademanes, canto, llanto, enojos, alegrías, deportes, trabajo, artes y oficios… pero lo más importantes es que el cuerpo nos permite expresar el amor y entrar en comunión con los demás. Sólo de esa manera el hombre es feliz.

Bruce Jenner, medallista olímpico en 1976, se sometió
en abril del 2015 a una operación transgénero
diciendo que él es una mujer en cuerpo de hombre
Aunque Bruce Jenner diga que no, nacemos como varones o mujeres. No hay puntos intermedios. Los genitales y nuestra anatomía diferenciada son expresión de que el hombre está llamado al amor y al don de sí mismo a los demás. Es una llamada a ser fecundos. Podemos afirmar, entonces, que el primer llamado que Dios nos hace en la existencia es la vocación al amor. Y si somos creados a imagen de Dios esto quiere decir que el cuerpo también lleva impresa la llamada al amor como semejanza con Dios. “El cuerpo, y sólo él, –enseña Juan Pablo II– es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino. Este ha sido creado para transferir a la realidad visible del mundo el misterio oculto en Dios desde la eternidad”.

No es correcto decir que sólo mi cuerpo es de varón. Soy varón. Todo mi ser lo es. Me relaciono y expreso mi amor a través de mi masculinidad. Mis sentimientos, deseos, pensamientos, movimientos físicos, mi manera de relacionarme con los demás, incluso mi espiritualidad, es de varón. Las mujeres pueden decir lo mismo dentro de su feminidad. Uno y otro sexo nacimos para complementarnos física, psicológica y espiritualmente, y podemos vivir nuestra vocación al amor a través del matrimonio, que anuncia la relación de Jesús con su Iglesia, o a través del celibato que es profecía de la plenitud del amor de Dios más allá de este mundo, en el Reino de Dios.

La educación sexual en las escuelas enseña hoy a los niños que ellos pueden haber nacido con cuerpo de mujer o de varón, pero que pueden utilizarlo de otra manera. Es una idea equivocada que sólo les traerá confusión y malestar. Los padres deben acompañar a sus hijos para que desarrollen una personalidad sana en la verdad de lo que son, varones o mujeres; para que sepan amar sin egoísmos y hacer de sus cuerpos vehículos de comunión con sus hermanos.

Misterios del reino del Espíritu: Milagro de Lanciano

Era el año 700 de la era cristiana. En el monasterio de san Longino, un sacerdote-monje de la Orden de san Basilio celebraba el Santo Sacrificio de la Misa. Decían que aquel sacerdote era un hombre ilustrado en las ciencias del mundo, pero ignorante de los asuntos de Dios. Habiendo tenido dudas frecuentes sobre la transubstanciación (la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo), apenas terminó las solemnes palabras de la Consagración cuando la hostia se transformó en un círculo de carne, y el vino se convirtió en sangre visible.

Desconcertado por el prodigio, el sacerdote fue recobrando su compostura y, mientras lloraba de emoción, habló a su congregación: “¡Somos testigos afortunados, a quienes Dios, para desconcertar mi incredulidad, quiso revelarse visiblemente a nuestros ojos! ¡Vengan y maravíllense de nuestro Dios, tan cercano a nosotros! Contemplen la carne y la sangre de nuestro amadísimo Señor Jesucristo!” La congregación corrió hacia el altar y quedaron maravillados. Esparcieron la noticia por la ciudad y muchos vinieron a presenciar el milagro. La carne quedó intacta, pero la sangre en el cáliz pronto se dividió en cinco bolas pequeñas de formas irregulares. Los monjes decidieron pesar las bolas de sangre y descubrieron que una bola pesaba igual que las otras cinco juntas, dos pesaban lo que tres, y la más pequeña pesaba tanto como la grande.

Pruebas científicas

A través de los años se han hecho muchas pruebas científicas que dan testimonio del milagro de Lanciano. La última prueba fue hecha en 1970 bajo estrictos criterios de ciencia, con profesores universitarios de anatomía e histología. Las conclusiones fueron presentadas el 4 de marzo de 1971 con detallada terminología y metodología científica, ante la comunidad de hombres de ciencia, incluyendo personas oficiales de la Iglesia, personalidades civiles, judiciales, políticas y militares. Una copia de los resultados llegó hasta el Papa Pablo VI.

Los resultados científicamente documentados fueron los siguientes: la carne fue identificada como parte del tejido muscular del miocardio (corazón), sin ninguna huella de materiales o agentes preservantes. Carne y sangre eran de origen humano, y quedó excluida toda especie animal. La sangre y la carne pertenecían al mismo tipo de sangre, AB. Sus conclusiones excluían la posibilidad de un fraude cometido siglos atrás. Sólo una mano muy experimentada en disección podría haber obtenido un corte tan perfecto del corazón. El reporte termina diciendo que, mientras la carne y la sangre fueron conservadas en receptáculos no cerrados herméticamente, no sufrieron daño alguno, aunque estuvieron expuestos a la influencia de agentes físicos, atmosféricos y biológicos.

El ostensorio que contiene las reliquias fue guardado junto al altar de la iglesia de san Francisco, pero hoy se ubica en un tabernáculo sobre el tabernáculo principal del altar mayor. Una escalera atrás del altar permite al visitante aproximarse muy cerca del tabernáculo, para apreciar claramente el relicario que contiene la carne y la sangre. Y ahí el alma se llena de asombro, como lo han hecho innumerables fieles que han contemplado este milagro durante más de 1,200 años.

Apuntes para la vida espiritual

La carne y la sangre milagrosos de Lanciano se conservan hoy como si hubieran sido extraídos de una persona viva el mismo día. La Eucaristía es una persona viva: Cristo resucitado, quien afirmó: “Yo soy el pan vivo bajado del Cielo y lo que les doy es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). Cuando comulgamos, comemos en verdad, de manera sacramental, carne real, viva y gloriosa, y bebemos la sangre fresca del Hombre-Dios que, salido de la tumba, no puede morir jamás.

Por otra parte, la carne de Lanciano es un tejido del corazón, lo que simboliza, más que cualquier otra parte del Cuerpo de Cristo, el amor que el Señor tiene por los hombres. Comulgando recibimos su Cuerpo, pero sobre todo su Corazón amoroso que se dona a la Iglesia en este sacramento de su amor. Lanciano nos dice que Jesús está siempre vivo, y que su Corazón nos ama apasionadamente.

viernes, 21 de agosto de 2015

Días del Anticristo

El beso de Judas pintado por Giotto, Padua Italia
¿Qué piensan los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que están afectando, en sus cimientos, la vida de 120 millones de mexicanos? Hace unas semanas los jueces de la Corte declararon que en México es inconstitucional prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo; y hace unos días manifestaron que los matrimonios homosexuales tienen derecho a adoptar hijos. Se veía venir. Es una lógica en donde una cosa lleva a la otra, así que la segunda decisión era inevitable. De esa manera la SCJN acaba de colocar una estocada mortal a la familia en México.

Está fuera de toda lógica que los magistrados pongan en jaque a las familias mexicanas cuando México ocupa el primer lugar mundial en abuso infantil, en difusión de pornografía con niños, y el segundo lugar en producción de esta clase de pornografía. Después de Tailandia somos el segundo país en mujeres desaparecidas con fines de esclavitud sexual. Tenemos el primer lugar en secuestros y somos el país donde más periodistas y sacerdotes son asesinados. Es muy vergonzoso. Las familias se están haciendo pedazos y a pesar de ello, la Corte Suprema pone las condiciones para hacer más turbio el panorama.

La decisión nos parece irracional para quienes defendemos el orden natural, pero no para quienes tienen el proyecto de desmantelar a la sociedad desde su célula, que es la familia. Ellos están siguiendo los lineamientos y directrices de la ONU y de los grandes poderes del mundo que quieren construir un nuevo orden de las cosas. Los magistrados están alineados con los líderes mundiales en un proyecto totalitario que pretende redefinir la familia, la cultura, la educación y la religión.

¿Estamos en los días del Anticristo? La pregunta es legítima. De ello habla la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, y también porque los signos de los tiempos nos interpelan. El tema del Anticristo pertenece a la fe católica y a la visión cristiana de la historia. Durante los 20 siglos de cristianismo, se han satanizado ideas, sistemas, ideologías y figuras con las que se señalaba al Anticristo. Muchos lo identificaron con esta o con aquella persona –Nerón, Hitler o Stalin–, con algún sistema de pensamiento –marxismo, nihilismo, ideología de género–, con ciertos regímenes políticos –nazismo, capitalismo o comunismo.

El Anticristo por excelencia –aquel que se opone a Dios y que se opondrá hasta el final de los tiempos– es Satanás y los ángeles rebeldes. El antagonismo del Maligno se manifiesta a través de fuerzas históricas muy concretas. Éstas en el Antiguo Testamento fueron representadas por Egipto, Asiria, Babilonia… mientras que en el Nuevo Testamento pueden ser también fuerzas políticas como el Imperio romano, o movimientos religiosos herejes que negaron a Jesucristo y laceraron a la Iglesia. Ya san Juan evangelista hablaba de anticristos en sus escritos, presentes en su tiempo. Cada época, entonces, cuenta con personajes, regímenes políticos e ideologías que encarnan esta oposición del Príncipe de este mundo a Jesucristo. Cada período histórico tiene su propio Anticristo.

Los esfuerzos por desmantelar a la familia y crear una cultura antivida son, a toda leguas, manifestación contemporánea del enemigo de Dios. Al hablar del Anticristo en la época actual –que no es otra cosa sino el, o lo, que se opone a Cristo y a que el hombre cumpla su más alta vocación– el cristiano no debe tener miedo ni perder esperanzas. Los santos fueron reaccionarios contra la iniquidad de su época y no se conturbaron ni se dejaron intimidar por ella. Hemos de tener fe de que la presencia del Anticristo en cada episodio de la historia, incluyendo el nuestro, es utilizado por la infinita sabiduría de la Providencia de Dios. Todo concurre –concluye san Pablo– para bien de los que aman a Dios. Porque es en la tribulación y en la persecución donde se forja el carácter y el temple del discípulo de Jesús. Es en la lid por la santidad –contra fuerzas oscuras internas y externas– donde se prueba la caridad hacia Dios y hacia los hermanos.

Las resoluciones equivocadas de la SCJN deben alentarnos, como católicos, a formarnos más profundamente en la verdad sobre la dignidad de la persona humana, así como en el evangelio de la vida y la familia. Lejos de caer en el desánimo, hemos de encendernos en santo celo por el bien del hombre y por la fidelidad al Evangelio, y a mantenernos en espíritu de lucha –¡firmes en la fe! – por dilatar el reino de Dios.

lunes, 17 de agosto de 2015

De vida o muerte: Ver películas de terror

Blanca y Alfredo son un matrimonio joven con un hijo. Hace unas semanas vivieron la peor pesadilla de sus vidas cuando Alfredo, una noche, se despertó a las tres de la madrugada por algunos gemidos de su mujer. Ella miraba fijamente hacia un punto de la habitación y señalaba con el dedo hacia la pared diciendo que ‘ahí estaba eso’. Alfredo intentó calmarla creyendo que se trataba de un mal sueño; pero no, ella seguía aterrorizada.

De pronto a Blanca le cambió la expresión de su rostro. Su mirada no era la de ella. Comenzó a hablar en una lengua extraña mezclada con español. De sus labios, su marido alcanzó a escuchar que pronto se quedaría solo, sin su esposa y su hija porque a ellas ese ente ‘se las iba a llevar’. Alfredo estaba pálido y su corazón latía aceleradamente. De pronto, con una fuerza descomunal, Blanca empujó a su esposo fuera de la habitación, ella se quedó dentro y puso el seguro de la puerta.

Alfredo bajó las escaleras corriendo y salió de la casa para gritar a su esposa al pie del balcón. Pudo verla asomándose por la ventana pero, de pronto, algo la jaló con brusquedad hacia adentro. Segundos después vio que Blanca se arrojaba desde el balcón hacia el suelo para caer en el techo de la camioneta. Al ver que no tenía ningún daño, el angustiado marido comenzó a rezar el Avemaría mientras que veía, con pánico, cómo su mujer se retorcía en el pavimento, gritando y jadeando con los ojos desorbitados, totalmente fuera de sí. El horror duró dos horas.

Estas escenas no son las de una película de terror. Son escenas de la vida real y sucedieron hace algunas semanas en Ciudad Juárez. Blanca vino a contarme su caso a la parroquia y cuando le hice una sencilla oración de liberación, ella entre náuseas y llanto, vomitaba saliva. Una semana después regresó mucho más serena y me contó que, gracias a esas oraciones y a la renuncia a Satanás, que continuaba haciendo diariamente, pudo dormir con tranquilidad y recuperar la paz. El fenómeno parece haber desaparecido, aunque ella debe estar en observación.

Al indagar la causa que originó lo que Alfredo llamó ‘la peor experiencia de su vida’, supe que en ellos no habían prácticas de esoterismo, ni brujería, ni espiritismo, que son las que originan, generalmente, estos fenómenos. Lo que sí me di cuenta es que la pareja gustaba de ver muy frecuentemente películas de terror.

Alfredo y Blanca no están casados por la Iglesia. Son católicos y ella es quien frecuenta más la Santa Misa, aunque sin recibir la Comunión, claro. Alfredo confiesa haber descuidado la fe y abandonado toda práctica devocional. Su alimento espiritual han sido esas películas de horror durante mucho tiempo. Él siempre pedía a su esposa que las vieran juntos, aunque le gustaba hacer mofa de las escenas; sabía que se trataba de ficción al estilo Hollywood. Sin embargo tenía obsesión por seguir mirándolas. Hasta que la ficción se convirtió en una pesadilla de su vida real.

¿Puede algún demonio perturbar la vida de una persona por ver películas de terror? Sí puede ocurrir en ciertos casos. De manera personal creo que estas películas dañan la vida cuando se vuelven una obsesión. De hecho hay muchas obsesiones causadas por el Maligno. Ver asiduamente escenas de terror es mirar fijamente al mundo de la oscuridad. Quien se complace en levantar las cloacas y poner sus ojos en ellas, por horas y horas, puede llevarse un susto al ver que alguna alimaña quiere morderlo. Sin embargo raramente el reino de los demonios molestará a alguien por ver, ocasionalmente, alguna película de este género.

“Eso que me dijo el ente, de que se iba a llevar a mi esposa y a mi hija, me tiene muy intranquilo”, me dijo. “Alfredo, no se preocupe por eso –le contesté–; el diablo es el padre de la mentira, el engañador; comience a mirar a Jesucristo y a vivir su vida en Él, y verá cómo el espíritu maligno le tiene terror a usted”. Hoy, Alfredo está decidido a dejar de mirar la oscuridad y vivir en el mundo de la luz. Le he hecho entender que la obra triunfal del demonio no es asustarnos, sino hacernos vivir en pecado mortal de manera permanente, y así le aconsejé salir de la unión libre y casarse por la Iglesia.

La pesadilla vivida con su esposa ha hecho encender a Alfredo su lámpara de la fe. Está decidido a empezar a mirar fijamente a Jesús. Nunca es tarde para hacerlo. Aquel que lo sigue no camina en las tinieblas sino que marcha, alegre y seguro, por el sendero de la vida.

viernes, 14 de agosto de 2015

Misterio del cosmos

Carl Sagan fue un famoso astrónomo, escritor y divulgador científico estadounidense. En 1980 produjo una serie de programas de televisión llamada ‘Cosmos, un viaje personal’, en los que ilustraba al gran público sobre los descubrimientos del universo. Sagan también fue pionero en la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Contribuyó con el proyecto de las sondas espaciales Voyager I y II, lanzadas en 1977, portadoras de fotografías, saludos en diversos idiomas, sonidos de la Tierra y música, para que ‘alguien’ de otra civilización extraterrestre pueda encontrarlas.

Mientras que las sondas siguen su viaje interestelar fuera del sistema solar, hasta hoy el proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre no ha tenido ninguna señal de respuesta. Todo indica que estamos solos en la inmensidad del cosmos.

Sagan se declaraba agnóstico. Decía: “La idea de que Dios es un hombre blanco de grandes dimensiones y de larga barba blanca, sentado en el cielo y que lleva la cuenta de la muerte de cada gorrión es ridícula. Pero si por Dios uno entiende el conjunto de leyes físicas que gobiernan el universo, entonces está claro que dicho Dios existe. Este Dios es emocionalmente insatisfactorio... no tiene mucho sentido rezarle a la ley de la gravedad”.

Pienso que, efectivamente, no tiene sentido rezarle a las leyes físicas, que son simples criaturas. En cambio sí tiene sentido rezar al Autor de esas leyes. Sagan, tan acostumbrado a observar y a tomarle medidas al universo, olvidó que Dios no es medible, ni tampoco lo podemos observar. Si con sus afirmaciones creyó demostrar la inexistencia de Dios, se equivocó. “Para demostrar que Dios no existe –señala Aguiló– sería preciso que la ciencia descubriera un primer elemento que no tuviera causa, que existiera por él mismo, y cuya presencia explicara todo lo demás sin dejar nada fuera. Y si lo pudiera descubrir –que no podrá, porque está fuera de su ámbito de conocimiento–, sería precisamente eso que nosotros llamamos Dios”.

¡Oh, qué pobreza la nuestra cuando creemos que la ciencia tiene la última explicación de la realidad! ¿Cómo pesar o medir el amor, la bondad, la justicia, la paz, la belleza, la verdad, la libertad, la virtud? El Santo Padre Francisco, explica la existencia del universo, no con leyes astrofísicas, sino con una sabiduría que viene de lo Alto: “El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado: « Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías creado » (Sb 11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo. Hasta la vida efímera del ser más insignificante es objeto de su amor y, en esos pocos segundos de existencia, él lo rodea con su cariño” (Laudato si, 77).

¿Por qué algunos no pueden descubrir la presencia del Dios Amor en la contemplación del cosmos y de toda la creación? Cuando la mirada es pura es fácil descubrir el poder, la sabiduría y el amor del Creador. La huella divina se puede percibir hasta en el reflejo de una gota de rocío traspasada por un rayo de sol que se refracta en mil colores. Las miradas limpias de las almas humildes descubren fácilmente los ecos de la belleza celestial. Únicamente los corazones endurecidos por la soberbia o la impureza se niegan a la adoración y la alabanza al Creador.

Algunos científicos se preocupan por descubrir señales de vida inteligente fuera de la tierra, y es legítimo hacerlo. Nosotros los cristianos hemos de preocuparnos, más bien, por dejar vivir al Autor del universo dentro de nosotros. El misterio del cosmos puede ser encantador, pero más fascinante es la inmensidad de luz que envuelve el alma humana. Nunca podríamos descubrir las huellas de Dios en la creación si primero Dios no habitara dentro de nosotros. Nuestro cuerpo es parte física de la inmensidad de todo lo creado y se disolverá con el tiempo; en cambio el alma humana es un rayo de luz que emana de la sustancia divina, que no envejece y que no será atrapada por la muerte.

¿Hacia dónde va el cosmos? Depende de nosotros. Francisco, papa, enseña que con nuestra libertad podemos conducirlo hacia una evolución positiva, desplegarlo, hacerlo crecer en amor y salvación, aunque también podemos agregarle males y nuevas causas de sufrimiento que lo encaminen a su destrucción. Decida usted.

jueves, 13 de agosto de 2015

Gurús de la New Age

A lo largo de dos mil años la Iglesia Católica ha crecido como un riquísimo y maravilloso mosaico. Un mosaico que comprende la cátedra de los Papas, la sabiduría de los Santos Padres, una amplia gama de corrientes de espiritualidad, órdenes religiosas y movimientos eclesiales, riquísimas vidas de santos, maestros de oración, teólogos y místicos que nos han contado las maravillas de aquella Tierra prometida por Jesús, que nos espera en el mundo de la resurrección.

Desafortunadamente hoy muchos católicos no saben aprovechar este espléndido patrimonio doctrinal y espiritual de la Iglesia, y prefieren satisfacer sus necesidades espirituales en el gran supermercado religioso del mundo. Les gusta llenar el carrito con doctrinas llamativas y extrañas que combinan con algunas prácticas de vida cristiana. De esa manera pueden asistir a Misa y practicar el tai-chi o el reiki; combinar la lectura de la Biblia con los libros de Paulo Coelho y la Metafísica de Conny Méndez; o rezar el Rosario y poner en práctica el control mental.

Tomemos como ejemplo los libros de Deepak Chopra, el gurú que vende libros como pan caliente y que ha logrado construir un imperio millonario a base de mezclar verdades con errores. Sus recetas hablan de cómo enfrentar situaciones de tensión, cómo conocerse y lograr mejoras en la vida, aumentar la autoestima y conseguir la paz y la armonía. Su éxito consiste en combinar la física y la filosofía, la sabiduría oriental y la ciencia de occidente.

Yo personalmente, para todo católico que quiera tener una sólida vida espiritual lejos de todo error y confusión, desaconsejo la lectura de los libros de Deepak Chopra. Tengo tres razones para hacerlo. La primera es que Chopra es hinduista y como tal niega la divinidad de Jesucristo. Para él Jesús fue sólo un gran líder espiritual que quiso llevar a la humanidad a encontrar a Dios, pero sin reconocer que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y de quien depende la salvación de todo el género humano.

El segundo motivo es consecuencia del primero: si Jesús no es Dios, entonces la Iglesia Católica no es el Cuerpo Místico de Cristo y su interpretación del mensaje cristiano está equivocado. En una entrevista, Chopra afirmaba: “Creo que la Iglesia Católica necesita seriamente una reforma… El tiempo obligará a la Iglesia a ajustar su posición en cuestiones como la ordenación de mujeres, el problema del aborto... La clonación tiene enormes beneficios médicos, y no hay modo de impedirla… Hay una gran ansia espiritual. Las preguntas eternas persisten: si tenemos alma, si Dios existe, cuál es el significado de la muerte y de la vida... Pero las respuestas que nos brinda la religión institucionalizada no son satisfactorias”. Con estas declaraciones es absolutamente imprudente para un católico serio alimentarse de las ideas de Chopra.

La tercera razón por la que nunca compraré libros de Chopra ni de ningún otro “iluminado” del New Age, es por lo que he dicho al iniciar este artículo: nuestra herencia cristiano-católica es un cofre lleno de auténticas joyas y tesoros de vida espiritual, fruto del Espíritu Santo y elaborado por auténticos maestros llenos de sabiduría. Preferir a Chopra o a Coelho y no a santa Teresa o a san Juan de la Cruz; cambiar la Liturgia de las Horas por clases de yoga; buscar conferencias de la New Age y olvidar los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola; leer “Las siete leyes espirituales del éxito” de Chopra o “El secreto” de Rhonda Byrne y dejar a un lado La Biblia, “La imitación de Cristo” de Kempis o la “Historia de un alma” de santa Teresita del Niño Jesús, es como preferir beber agua estancada de los charcos y rechazar el agua viva que brota de la fuente de Jesucristo.

La riqueza bimilenaria de la Iglesia Católica está repleta de tesoros, vetas y piedras preciosas que se han extraído, y se siguen extrayendo, de la mina infinita que es Jesucristo. Nunca podremos apreciar el inconmensurable patrimonio que tenemos en la mesa de la Iglesia para enriquecer nuestras vidas. Todo ese caudal es aquel “mucho” del que hablaba Jesús, y que sería revelado por el Espíritu Santo para conducir a los hombres a la verdad completa (Jn 16,12-13).

A los otros gurús san Pablo los llama falsos hermanos y falsos apóstoles. San Pedro los llama falsos doctores. Prestar oídos a sus doctrinas sólo traerá confusión para los católicos. Guardarse de ellos y redescubrir las maravillas de nuestra fe es principio de la Sabiduría.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Embarazarse en el noviazgo

A veces llegan a la parroquia parejas de novios que solicitan contraer matrimonio porque la chica está embarazada y pronto su abultamiento se hará notorio. Por lo general se trata de idilios de varios años en el que los novios no contuvieron sus ímpetus de placer carnal y ahora les apresura adelantar la boda. Justificaban sus relaciones de fornicio con el argumento de que el noviazgo entre ellos era muy estable, que tenían mucho tiempo juntos y que su relación era de serio compromiso para casarse.

Los jóvenes deben de preguntarse qué significa tener una relación estable y un compromiso como para incurrir en la cópula carnal fuera del matrimonio. ¿Será relación estable lo que duran los años de la prepa, un semestre, un año completo, o el tiempo de una carrera universitaria? ¿Será un compromiso no salir con alguien más, quererse mucho o tener planes para casarse algún día?

¿En qué circunstancias debe una pareja tener un hijo? Si solamente son novios de corta duración, no deben tener un hijo. Si llevan muchos años en su relación de noviazgo, deben olvidarse del hijo. Si están seriamente comprometidos para casarse, aún no deben tenerlo. Si viven en unión libre, tampoco es correcto procrear hijos. Si están casados para toda la vida, ¡adelante con el hijo!

Los jóvenes hoy tardan más en su proceso de maduración. Un par de novios adolescentes suelen decir que se aman hasta la locura y que están enamoradísimos, y que uno no puede vivir sin el otro. “Si tú me faltas, yo me corto las venas”, son capaces de afirmar. Se trata de amores inmaduros y pasajeros que se rompen fácilmente, y que no están permanentemente comprometidos. “Amor que conoce olvido, no fue amor sino sarpullido”. Un niño no estaría protegido en este tipo de unión. Un hijo es ‘para siempre’ y no debe estar sujeto a amores fugitivos ni a padres inmaduros.

Cuando una pareja de novios, que llevan una relación estable, quedan embarazados por accidente, ¿deben casarse? Buena pregunta. Nos debe quedar claro que la razón para contraer matrimonio no puede ser haberse comido la torta antes del recreo y salir con ‘domingo siete’, como se dice. Sólo existe una razón válida para casarse, y es que dos personas maduras, que se aman de manera honesta, quieran lo mejor para el otro, deseen pasar el resto de sus vidas juntos, tengan la disposición de sacrificarse uno por el otro, y deseen tener hijos para criarlos y educarlos.

Una pareja de novios que no tiene planes para casarse, o que están inmaduros, sólo por que la chica quedó embarazada, no deben contraer matrimonio. “Era novio y no vio, y a ciegas se casó”, dice el refrán. Es añadir un problema a otro. Crear un clima de conflicto, discordias y frustración no ayudará a un niño. Así que es preferible no casarse a tener un mal matrimonio. Esto no significa que las parejas de novios embarazadas jamás deban casarse. Si la pareja planeaba su matrimonio, pueden perfectamente continuar con sus planes. Si la pareja no tenía en mente casarse, pero son suficientemente maduros para continuar con una relación estable, adelante con los proyectos de las nupcias.

Sin embargo es recomendable que cualquier pareja que se enfrente con un embarazo, espere hasta que nazca el niño. El embarazo es un tiempo con una fuerte carga emocional y no conviene tomar decisiones con respecto al matrimonio que pudieran resultar equivocadas. No es un buen tiempo para hacer otras decisiones que alteren la vida. Hay que recordar que el matrimonio es algo muy serio. Por eso se dice que “para torear y para casarse, hay que arrimarse”.

domingo, 9 de agosto de 2015

Amor a la ciudad

Hoy, una tendencia mundial es la pérdida del amor a la propia tierra, al terruño. Las encuestas en países europeos revelan que sólo una pequeña parte de la población estaría dispuesta, ante la invasión de un pueblo enemigo, a defender con las armas la soberanía nacional.

Me pregunto cuáles serían los resultados de esas encuestas en México. ¿Estaríamos dispuestos a ir la guerra contra un ejército extranjero por defender a nuestra patria o ciudad? Un efecto negativo de la globalización es, sin duda, el sentirse más ciudadanos del mundo y la pérdida de arraigo en la propia tierra.

El amor al territorio también se ve amenazado por la atomización. La tecnología continúa aislándonos a unos de los otros, y provoca que construyamos nuestras vidas centrándonos más en las pantallas individuales que en la vida comunitaria. Hasta escuchar música y ver películas de cine son actividades que nos aíslan de los demás gracias a los audífonos y a las superpantallas que tenemos en casa.

Valoramos hoy más los derechos humanos individuales que la seguridad de las comunidades. El riesgo de esta pérdida de identidad y de amor a la tierra es que no estemos dispuestos a defender nada porque nos quedemos sin amor por nada; ni por la Iglesia, ni la cultura, ni por la ciudad, ni por el futuro para los hijos.

Hace unos días un grupo de visitantes norteamericanos llegaron a la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, junto a la Catedral de Ciudad Juárez. Venían de Phoenix Arizona a visitar nuestra diócesis. Salí para darles la bienvenida y de pronto se acercó un hombre añoso, vestido de saco y corbata, que se ofreció, como guía de turistas, para darles un recorrido por ambos templos. “¿Puede hacerlo en inglés?”, le pregunté.

Me quedé maravillado por este personaje sacado de nuestro centro histórico que, en la lengua de Shakespeare, explicó con lujo de detalles el pasado de Ciudad Juárez, así como las particularidades arquitectónicas de la Misión y la Catedral. Los visitantes quedaron fascinados con nuestras raíces históricas y yo quedé más convencido de que los juarenses somos herederos de un pasado con mucho prestigio.

Durante las últimas décadas Ciudad Juárez ha tenido un crecimiento explosivo en su población por el desarrollo económico de la industria. Muchos de los que aquí nacimos y hemos vivido durante años, hemos visto con pesadumbre que, por promover el desarrollo económico, gobernantes y empresarios no han dado la debida importancia que debe tener la preservación de nuestros edificios históricos y espacios públicos como parte del fortalecimiento de nuestro amor a la tierra. La inmigración ha dificultado el arraigo a la ciudad, y la violencia de años pasados fue una profunda herida a nuestra honra.

Sin embargo durante los últimos años podemos ver, con esperanza y alegría, la recuperación paulatina de nuestros edificios históricos y espacios públicos. Ha sido notorio el interés de hombres de la política y de la empresa, de las instituciones así como de los mismos ciudadanos, por devolver a Ciudad Juárez el honor y el respeto de antaño. Un signo elocuente de ello son los trabajos de remodelación del centro histórico donde, poco a poco, aumentan los visitantes, se acercan los turistas, florecen nuevos comercios y más fieles vienen a la Eucaristía.

Es bonito sentirse habitante del mundo, pero es inmensamente más hermoso sentirse ciudadano de la patria y de la ciudad, donde están nuestras raíces. Porque es aquí, en nuestra tierra, donde vimos la primera luz, donde aprendimos a ser virtuosos. Es aquí donde están enterrados nuestros antepasados y donde han quedado los generosos sacrificios de grandes hombres que ennoblecieron la historia de nuestra ciudad. Quienes amamos a Ciudad Juárez tenemos la misión de preservar nuestra memoria histórica y defender nuestra identidad.

El venerable archivo histórico de la catedral es un monumento que recuerda, no sólo la vida de generaciones de juarenses que aquí vivieron, sino la fe con la que enfrentaron la vida, el culto, la piedad y los ruegos que han quedado inscritos en la Comunión de los Santos. Por ello su preservación y cuidado es una responsabilidad de la Iglesia diocesana. Sin raíces no podemos vivir. Alimentarnos de nuestra historia es darle el sentido a la vida.

jueves, 6 de agosto de 2015

De vida o muerte: macabra organización

Planned Parenthood –Paternidad Planificada– ya era una casa del horror, pero ahora se está descubriendo que se trata de una retorcida organización con sospechas de estar protegida por el gobierno de Estados Unidos. Maquillada con tintes de bondad, de ayuda a la planificación familiar, de cuidado por la salud y la familia, esta organización, apoyada con millones de dólares por el gobierno federal norteamericano, es la mayor agencia que promueve el aborto en el mundo, con sucursal en México a través de Mexfam.

En los últimos días ha quedado desenmascarado el abominable comercio de fetos humanos que la institución pone en práctica. La realización de los abortos era ya, de por sí, gravemente inmoral, pero ahora algunos videos han revelado que incluso han extraído fetos del vientre materno y los han dejado morir por asfixia para comerciar con ellos en la industria de la experimentación con embriones. Esto no sólo es un fraude para las mujeres que se procuran el aborto con Planned Parenthood, sino que es un delito grave, penado por la ley.

Fue el Centro para el Progreso Médico, una organización pro vida, la que durante años realizó esta investigación. Ellos afirman que tienen los pelos de la burra en la mano, con entrevistas grabadas y videos, para comprobar que Planned Parenthood vende los órganos fetales o los fetos completos. Sin embargo –y esto es lo más extraño– un juez federal ordenó al Centro para el Progreso Médico dejar de emitir estos videos. A pesar de la protección que brinda la ley en Estados Unidos a la libertad de expresión, el magistrado mandó callar al Centro para el Progreso Médico e investigarlos a ellos, y proteger a Planned Parenthood. No es todo. Esta semana el Senado norteamericano, en vez de recortar los fondos, decidió otorgar los 500 millones de dólares que cada año entrega a Planned Parenthood para su financiamiento.

No podemos menos que sentir asco y horror por la industria del aborto de la que es líder mundial Planned Parenthood con su satélite en México, la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam). Si esta organización ya era oscura, ahora conocemos su lado más negro.

Es curioso, pero más espanto y repudio mundial suscitó Walter Palmer, quien pagó 50 mil dólares por cazar a un león en Zimbabue. Su casa y consultorio fue cubierta con letreros de odio que decían, entre otras cosas, ‘asesino de leones’ y ‘púdrete en el infierno’. La cacería de las especies en extinción debe ser fuertemente penada, pero la macabra organización de las aborterías en el mundo debe ser desaparecida.

domingo, 2 de agosto de 2015

De vida o muerte

La bomba atómica de los 60

En 1945 los japoneses comprobaron los devastadores efectos de la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Innumerables vidas humanas se perdieron y los gobiernos aprendieron que aquella guerra era una locura mundial. En la década de los años 60 una nueva bomba atómica estalló, esta vez no con energía nuclear sino con energía sexual. Ningún otro evento ha trastornado tanto las relaciones entre los sexos como la Revolución Sexual. Lo asombroso es que, a pesar de sus resultados catastróficos, la mayoría piensa que no se puede vivir de otra manera.

El invento de la píldora anticonceptiva en aquellos años desencadenó el libido de la humanidad, y todos los tabúes fueron cayendo, uno por uno, sobre todo tipo de prácticas de la sexualidad fuera del matrimonio.

Muchos observadores sociales coinciden en que la Revolución Sexual es anarquía sexual. Y que de ahí se nos colaron toda clase de males sociales, incluyendo disparo del divorcio, hijos fuera del matrimonio, abandono y descuido de los niños, incluso un incremento en los desórdenes mentales. “La obsesión sexual –dice Sorokin– nos bombardea continuamente, desde la cuna a la tumba, desde todos los puntos de nuestro espacio, y casi en todo paso de nuestra actividad, sentimiento y pensamiento”.

Hoy se afirma que la Revolución Sexual fue un paso gigante hacia adelante, una liberación para la mujer porque la eximió de la esclavitud de estar pariendo hijos y en cambio le trajo oportunidades de desarrollo profesional. Se proclama que el hombre se vio desobligado de tomar responsabilidad de su compañera sexual y de los hijos que nacieran de esa unión. Se dice que trajo alegría a los hijos por haberles salvado de tener una familia numerosa y por sacarlos de la pobreza con una mejor calidad de vida.

¡Cuántas mentiras nos contaron! Una y otra vez escuchamos aquello de que “la familia pequeña vive mejor”, ¿recuerda usted la frase? Sin embargo nunca nos dijeron que la Revolución Sexual sería una bomba atómica para innumerables varones y mujeres, ni tampoco que el precio más caro lo pagarían los no nacidos, los niños y los jóvenes, es decir, los más débiles de la sociedad. Nunca revelaron que los hombres divorciados serían más propensos a la depresión y al alcoholismo. Tampoco dijeron que las mujeres más depresivas serían las que abortarían o las que tuvieran que criar solas a sus hijos, ni que las mujeres sexualmente liberales serían las que más batallarían para encontrar a un hombre que se acercara a ellas con amor verdadero.

En aquellos años 60, 70 y 80 nadie imaginaba que la promiscuidad sexual entre los jóvenes iría de la mano con la deserción escolar, con la inmadurez, el divorcio, la esterilidad, las enfermedades sexuales, el abuso del alcohol y las drogas. Numerosos autores han demostrado que el alto índice de divorcios y de nacimientos fuera del matrimonio no sólo quebrantan las vidas de las personas, sino que la sociedad debe pagar un alto costo por ello.

Muchas letras de canciones del rock y del rap nos hablan del gran fracaso de la Revolución Sexual; en ellas predominan los temas de hogares rotos, familias disfuncionales, los novios abusivos que tiene mamá, depredadores sexuales y todo el resto de los efectos de la revolución.

Vivimos bajo los trágicos efectos familiares, económicos, sociales y morales de la Revolución Sexual, la bomba atómica de los años 60. A pesar de las evidencias, muchos viven con ojos cerrados, indispuestos a cambiar. Otros, los más perversos, afirman que las consecuencias son buenas y que vamos caminando en la dirección correcta. Pero ante tantos cadáveres a nuestro lado, no podemos sino querer regresar a los tiempos anteriores al desastre.

sábado, 1 de agosto de 2015

El viaje del salmón

Los salmones nacen en los ríos de los bosques cercanos a la costa oeste de Norteamérica en donde viven un año. Cuando han alcanzado cierta madurez inician su desplazamiento hacia el Océano Pacífico donde desarrollan un sistema para vivir en el agua salada. De ahí continúan su viaje por las aguas del Pacífico norte hasta llegar casi al Japón para después regresar a las costas norteamericanas de donde partieron. Es asombroso. Entre los numerosos ríos que desembocan en el Pacífico, los salmones encuentran exactamente aquel por el que descendieron al mar, y por él continúan su travesía, río arriba, saltando por encima de cascadas y torrentes, para llegar, finalmente, a las aguas en que nacieron. En ellas colocan sus huevecillos y, después de cumplir su larguísimo recorrido, mueren.

Como un salmón que regresa a su origen, el cristiano tiene la misión de volver a Aquel que le dio su ser. Fue una de las lecciones que pudieron haber aprendido los cientos de jóvenes católicos que peregrinaron hacia la ermita de San Lorenzo, el sábado pasado. En su recorrido de un poco más de diez kilómetros, los chicos vivieron una metáfora de la vida. Los envolvió el sol, la sed y el calor durante el día; el frío, la lluvia, quizá alguna alimaña y cobijas mojadas por la noche. Así es el viaje de regreso a Dios –principio y meta de la vida humana–, un itinerario lleno de insidias. Pero la misión propuesta por Jesús para regresar a Él es una: “Sean perfectos como su Padre Celestial”. A Dios se regresa siendo santos, o no se regresa.

Una persona comienza a ser hombre sólo cuando se enfrenta a la pregunta de para qué nació y hacia dónde va. Muchos viven los días sin conocer ni siquiera vagamente la meta de su caminar. Sin embargo el cristianismo nos lanza a todos un mensaje comprometido: la vida de cada ser humano fue creada para que alcance el grado de santidad que Dios estableció para cada uno en el momento de su creación. Se trata de una participación en el amor divino, en la gloria divina. Ese es el único sentido que tiene la vida. Al conocer este gran proyecto, nadie puede resignarse a vivir una vida espiritualmente mediocre. Deberá estar dispuesto a subir río arriba sorteando peligros, cascadas, lagos y corrientes, –cual salmón que añora las fuentes originarias– para participar en la vida divina.

¿Cómo realizarse en la vida? Es una pregunta que muchos jóvenes se hacen. Algunos piensan que la clave del éxito está en obtener el máximo placer y el mínimo dolor. En cambio para el cristianismo, la santidad no es un hobby para pocos, sino un objetivo para todos. Si no se llega a la santidad, la vida se arruina. El motivo es muy simple: la santidad consiste en la perfección del amor y el hombre sólo puede realizarse a sí mismo ascendiendo por esas aguas.

El ascenso es río arriba, contracorriente. El camino de santidad consiste en una conversión continua del corazón. En toda alma el pecado ha echado sus raíces, y sólo la luz de la gracia nos hace comprender la devastación que el mal ha realizado en nosotros. Aunque logremos avanzar en el camino de la amistad con Dios, el mal ha dejado huella en el alma, porque la sanación de nuestra naturaleza debilitada por el pecado es lenta y progresiva. En el camino de la conversión son muchísimos los que vuelven a hundirse en el pantano del pecado. Y hasta los más avanzados en la vía de la santidad, deben desconfiar de ellos mismos. Las pasiones que creían haber sofocado por completo, resurgen repentinamente llevándolos a la ruina.

Para llegar a la Casa del Padre se necesita cambiar el corazón. Un cristianismo que no transforme a la persona es, en realidad, fariseísmo. Y así como pudiera haber algunos salmones que no tienen la fuerza para emprender su viaje hacia las fuentes de los ríos que los vieron nacer, así también hay cristianos que no viven la dolorosa fatiga de la muerte a ellos mismos; no se atreven a salir del ‘hombre carnal’ con la esperanza de llegar a ser ‘el hombre espiritual’, y se conforman con llevar una máscara durante toda la vida. Sea la fe nuestra fuerza para subir contracorriente, siguiendo a Jesús, el Cordero, a ejemplo de san Juan de la Cruz que decía: “De noche iremos, de noche que para alcanzar la fuente sólo la sed nos alumbra”.

El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...