miércoles, 27 de diciembre de 2017

El tránsito de mi abuela hacia el más allá

Ocurrió el 18 de agosto de 2017. Pasó de la agonía a la muerte. Durante la tarde, sentada en un sillón de su habitación en el hospital, había conversado con Toña sobre asuntos de la familia. Cuando la llevaron nuevamente a la cama, inició su tránsito hacia la otra vida. Esa noche nos reunimos varios miembros de la familia para ayudarle a preparar su viaje. Oraciones, el sacramento de la Unción de los enfermos, los salmos, el rezo del Rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia... eran las últimas recomendaciones a esta gran mujer que había vivido cien años, 75 de ellos como esposa y madre, 54 de abuela y 40 años dedicada a las Voluntarias Vicentinas.

En diversas partes de la ciudad, otros enfermos también murieron esa noche. Muchos de ellos escucharon los llantos -gritos quizá- de sus familiares, como si la muerte fuera un castigo, una injusticia cruel que llega inevitablemente. Pocos ven la muerte como un regalo de Dios, un favor divino, un salto de calidad para nuestro crecimiento. A veces imagino este mundo como el último y definitivo, y no soporto esa idea. Nuestro corazón fue creado para el mundo futuro, para el Señor. Es consolador pensar que Dios, para asociarnos a su vida divina, ideó que tuviéramos que atravesar por la puerta de la muerte. Bendita muerte que se abre como un gran puente entre la orilla de este lado y la orilla de la casa del Padre.

Días antes mi abuela había rechazado el marcapasos, ese aparato pequeño que hace latir el corazón por diez años más. Ya estaba cansada. Hubieran sido, quizá, algunos años más de vida para un corazón inquieto que buscaba su descanso en Dios. “Nos creaste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”, escribió san Agustín. Cuando su muerte era inminente, el personal sanitario quiso aplicarle técnicas de reanimación, pero la familia -sabiamente- rechazó el procedimiento. Después de un siglo de vida su misión estaba terminando y lo más prudente era dejarla partir. Como la Virgen, al pie de la cruz entregó a su Hijo, así mi familia, llena de fe y esperanza, puso a mi abuela en los brazos de Dios.

“Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará?, dice el libro de los Proverbios. “El corazón de su marido confía en ella y no faltará compensación”. Mis abuelos se casaron en 1941 en Casas Grandes, pueblo que a ella la vio nacer. Con recursos económicos limitados, subieron al tren para venir a vivir a Ciudad Juárez. Acostumbrada al trabajo de casa, a hacer conservas para el invierno, a desplumar pollos para cocinar un caldo, mi abuela fue una mujer que trabajó toda su vida en su hogar. La vimos muy hacendosa en la granja Las Abejas -ese pequeño paraíso donde pasamos horas entrañables en familia durante mi infancia y adolescencia entre caballos, vacas, ovejas, gallinas, pavos reales y cerdos, con un gran pastizal, una huerta y una acequia escoltada por grandes álamos, y que ahora se ha transformado en Plaza Juárez Mall-, disecando carne, matando algún animal para preparar un guiso, trayendo la leche bronca o recogiendo los huevos del gallinero. Mi abuela nació para trabajar, sin duda.

Mientras ella agonizaba aquella madrugada, mi abuelo se había quedado en casa. Él, a sus 97 años, no sabía bien qué sucedía. Siempre los vimos unidos, juntos en todas partes, con sus discusiones y desavenencias, pero siempre siendo un solo corazón. En su lecho de muerte estuvieron sus hijos, Bertha Ofelia, Toña y Pablo. Ellos la recordarán como la madre que les enseñó a respetar su padre, a entrar en las labores del hogar, a tener el hábito del ahorro, a cultivar el valor de la responsabilidad y de la unión familiar. Pero también enseñó a sus hijas a conquistar a sus maridos por medio de sus secretos de cocina. ¡Qué bien lo hacía! Manejaba tan bien el sartén y las ollas que un día cruzó por mi mente que ella se dedicaba a la brujería. Sí, a todos nos hechizaba con sus platillos.

No fue una mujer tierna. Más bien era de carácter fuerte, enérgica y directa para decir las cosas. Su voz era de profeta. Lo que decía, se cumplía. “Si lo dijo tu abuela, es que así va a suceder”, me decía mi madre. No se perdía los grandes pleitos de box, los deportes en la televisión y las corridas de toros, con su tequila o su cerveza.

Como Voluntaria Vicentina trabajó en obras de caridad durante cuarenta años. Hizo servicio en el Hospital General e impartió clases de cocina. Fue tan activa que inspiró a su marido a construir y regalar el Centro Vicentino en Ciudad Juárez. Cuando la edad y la pérdida de fuerzas le imposibilitaron el servicio, se dedicó en sus últimos años al apostolado de la oración silenciosa en casa.

Mi abuela nos enseñó a morir, a desgastar la vida para ganarla luego, porque “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo, pero si muere dará mucho fruto”. La muerte se volvió su aliada. Aprendió bien de Jesús de Nazaret eso de que hay que morir para resucitar. Supo pasar del egoísmo al amor, murió muchas veces a ella misma para vivir para los demás. Por eso san Francisco de Asís llamaba ‘hermana’ a la muerte, porque sabía que estaba conectada con la vida.

¡Oh abuela, cuánto bien nos hiciste! ¡Qué magníficas lecciones de vida nos dejaste como heredad! Gracias por enseñarnos a no mirar lo caduco sino lo duradero; a no fijarnos en lo intrascendente, sino en lo sustancial. Tu muerte no la vivimos con dolor, sino con serenidad espiritual, porque sabemos que quienes murieron aprendiendo a donar su vida están en las manos de Dios, en el reino de la luz, y ahí son felices. Descansa, abuela, en los brazos del Señor, y que la paz de Dios sea tu reposo.

martes, 26 de diciembre de 2017

Confesionario sin absolución: creo que mi hermana tiene un maleficio

La pregunta: Padre: ¿Las cosas malas existen? Me refiero a la brujería o al mal puesto, como luego dicen. Le cuento: somos nueve hermanos, todos de Durango. Mi papá y mi mamá siempre han sido buenos católicos. Somos de rancho y estamos muy metidos en la Iglesia. Papás y hermanos todos estamos casados por la Iglesia. Como familia hemos hecho las cosas bien, pero a mi hermana le suceden muchas cosas malas. Lo último que le quitaron fue la casa, y dos días después quisieron robarle el carro. Antes de eso ya le habían robado uno, y hasta los vecinos le habían quebrado los vidrios. Esos vecinos son muy feos con ella, y hasta la han amenazado de muerte. Veo que mi hermana está muy mal, aunque ella es muy devota de san Juditas y no falta a misa los domingos. Disculpe que lo moleste, pero no hallo palabras de aliento para ella.

Padre Hayen: me alegra que toda tu familia sean católicos practicantes. Para responder a tu pregunta debo señalar que la acción del demonio suele ser de varias formas, entre ellas la seducción y la coacción. La seducción es, lo que muchos conocen como la acción ordinaria del demonio. Es lo que hizo Satanás en el relato bíblico del pecado original, donde sedujo a Eva para que comiera del árbol prohibido. Es lo que también el ángel caído intentó hacer con Jesús, al inicio de su vida pública, en el desierto. Seducción es, pues, lo mismo que tentación. El diablo seduce a sus víctimas para precipitarlas en el pecado. De esta manera el diablo puede llegar a ejercer un poder tiránico sobre los pecadores. Pensemos en tantas personas que, por ejemplo, viven esclavizadas en pecados terribles como el narcotráfico o formas intrincadas de corrupción, de vicios, perversión y malas pasiones.

Otra forma de acción de Satanás es la coacción. Esta es la fuerza que se hace sobre él para que ejecute algo que deseamos, y se logra mediante maleficios y embrujamientos. Hay que dejar clara una cosa: aunque los maleficios existen, son obra extraordinaria del diablo. Cuando digo ‘extraordinaria’ quiero decir rara, excepcional, insólita, infrecuente. A mi oficina parroquial llegan muchas personas creyendo que sus males se deben a que alguna persona maléfica les hizo un trabajo de hechicería. La mayoría de ellos no presentan síntomas de verdadero embrujamiento. En su desesperación recurrieron a curanderos y brujos, y todos éstos les diagnosticaron un maleficio. ¡Ingenuos! ¡Insensatos! Les creyeron a estos embaucadores, pagándoles dinero para que les quitaran ‘el mal’. Pero nunca les quitaron nada. Al contrario, los dejaron confundidos y los males continuaron.

No niego la existencia del maleficio y del embrujo. Pero es, más bien, un fenómeno escaso. ¿Te imaginas que todos nos hiciéramos brujería, unos contra otros, y que ésta fuera infalible? El mundo no existiría o estaría absolutamente bajo el poder del demonio. Realmente es ingenuo tratar de ver al diablo por todas partes o concederle un poder exagerado. La mayoría de las cosas malas que nos suceden provienen de nuestros errores, son consecuencia de los pecados propios o ajenos, o del desorden del mundo. Por eso no es fácil diagnosticar un maleficio.

Sin embargo existen síntomas del verdadero maleficio. Algunos pueden afectar la salud y la vida de la víctima, pero sobre todo dividir a los esposos, las familias y las sociedades. He conocido casos en los que alguna mujer se obsesiona con un hombre, soltero o casado, y logra enredarlo y mantenerlo cautivo dándole alguna bebida o comida preparada. La víctima llega, incluso, a dejar a su familia por irse con la fulana, y siente no tener fuerzas para salir de esa relación, que no es nunca una relación feliz, sino generalmente, tormentosa.

Por lo general la víctima del maleficio sufre casi siempre dolores de estómago que se curan con oraciones de liberación, y que llevan a la persona al vómito de baba blanca espesa y de otros objetos. Si tu hermana tiene estos síntomas, hay que llevarla con algún sacerdote para que rece por ella con oraciones de liberación. Si no es así, lo más probable es que los males de tu hermana se deban a ciertos desórdenes que hay en su vida, a malas decisiones, o bien, a que vive rodeada de personas agresivas y peligrosas. Trata de darle palabras de aliento y ayudarla a tomar sus decisiones cuando atraviese por dificultades. Lo más importante es que sienta que tiene personas cercanas que la quieren y la apoyan.

De cualquier manera puedes llevarla también con un sacerdote para que ore por ella. Gracias por compartir tu situación.

(Para preguntas en 'Confesionario sin absolución' puedes escribir, de manera breve, en un mensaje privado a la cuenta de Facebook/Messenger : Eduardo Hayen Cuarón; o en Twitter: @padrehayen)

jueves, 21 de diciembre de 2017

Confesionario sin absolución: tengo dudas sobre si es útil orar

La pregunta: Buenos días padre, soy una estudiante de la universidad y desde hace algún tiempo me he sentido distanciada de Dios. Me ha surgido una duda respecto a hacer oración: ¿realmente es de utilidad orar? No quisiera caer en una visión deísta de su existencia, es decir, creer que sí existe Dios pero como alguien que no interviene en la vida de sus criaturas. ¿De qué sirve orar si de igual manera las cosas suceden? Bien sé que algunas cosas deben de pasar para nuestro propio bien, pero entonces ¿qué diferencia hace orar? Espero que se encuentre bien, y no me mal entienda, soy creyente y quiero seguirlo siendo, sólo quisiera saber su opinión al respecto. Saludos.

Padre Hayen: gracias por compartir tus dudas sobre la oración. Para entender la oración, primero hay que decir es que si aquel a quien llamamos Dios es verdaderamente Dios, entonces todo lo conoce -pasado, presente y futuro- en la vida de todos los seres. Igualmente es creador, todopoderoso, presente en todas las cosas, infinito y eterno. Por tanto, Dios sabe quién se va a salvar y quién se va condenar, y además sabe qué es lo que necesitamos.

Sin embargo, Él nos hizo libres para que nosotros tomemos la decisión de vivir con él o ser indiferentes con él o, de plano, vivir contra él. Aunque Dios conoce perfectamente lo que va a suceder, lo que ha sucedido y lo que sucederá, todo ello no ha sido programado por Dios, como en automático. Dios hizo seres libres y por ello quiso que fuéramos nosotros quienes tomemos las decisiones del rumbo que le damos a nuestra barca de la vida y a nuestra sociedad.

Los cristianos no creemos en un Dios que creó el mundo y que luego se marchó para desentenderse de sus criaturas. Ese es el dios en el que creen los masones. Ellos son deístas. ¡Nosotros no! Al contrario, creemos en un Dios personal que constantemente está interviniendo en el mundo y en la historia para invitar a los hombres a vivir en comunión de amor con Él, para ayudarnos en nuestra travesía por el océano de la vida y, finalmente, gozar en amor con Él por toda la eternidad.

Es aquí donde tenemos la necesidad de orar. Buscar a Dios en la oración es invocar su intervención en nuestros asuntos y en la marcha del mundo. Por la oración lo anhelamos, lo descubrimos vivo, alguien que se nos va revelando y nos va mostrando cómo podemos vivir haciendo su voluntad. Así, aunque Dios ya sepa lo que necesitamos, el que nos acerquemos a Él para que se lo pidamos es algo que nos beneficia a nosotros, y por eso el Señor quiere que se lo pidamos. El que se niega a orar alegando que Dios tiene conocimiento infinito, se queda al margen del amor divino, no llega a conocer su voluntad, no descubre la misión que Dios le pide y, de esa manera, se aleja de la salvación.

¿Que si es útil orar? Para alguien que cree que la única realidad es la materia, orar es una pérdida de tiempo. Pero para aquellos que buscan una sabiduría superior, para quienes se empeñan en combatir sus tentaciones y males interiores, para quienes pasan por pruebas difíciles y quieren fortaleza y consuelo, para aquellos que buscan alegrías profundas y duraderas, para ellos orar no sólo es útil, sino imprescindible.

Si te sientes distanciado de Dios, sigue el consejo de san Alfonso María de Ligorio: “El Dios de ustedes está siempre cerca de ustedes, y aun dentro de ustedes: en él tenemos vida, movimiento y ser (Hch 17, 28). A Dios le gusta que traten familiarmente con él. Trata con él tus asuntos, tus proyectos, tus trabajos, tus temores y todo lo que te interese. Hazlo sobre todo con confianza y el corazón abierto, porque Dios no acostumbra hablar al alma que no le habla; si ésta no se acostumbra a conversar con él, comprenderá muy poco su lenguaje cuando le hable”.

(Para preguntas en 'Confesionario sin absolución' puedes escribir, de manera breve, en un mensaje privado a la cuenta de Facebook/Messenger : Eduardo Hayen Cuarón; o en Twitter: @padrehayen)

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cuidados en la hora de la muerte

En estos días previos a la Navidad, nuestra hermana religiosa María de Jesús, Misionera de Jesús Hostia, sufrió un aneurisma que la colocó al borde de la muerte. Luego de que la ambulancia la trasladara al hospital, su respiración se fue volviendo más difícil, por lo que tuvieron que colocarle un respirador artificial. Desde un principio los informes médicos fueron desalentadores: sus posibilidades de recuperación eran prácticamente nulas. El cerebro estaba bañado en sangre y, además, la fractura craneal que se produjo con el golpe de la caída también había afectado gravemente su masa encefálica.

En esas circunstancias flotaba la pregunta sobre qué tipo de cuidados habría de tener nuestra hermana, y surgió la duda sobre si sería adecuado de que el personal sanitario retirara el respirador para dejarla morir tranquila. Estos dilemas se presentan en muchas familias que tienen enfermos terminales. Incluso en las conciencias más claras surgen conflictos de juicio y perplejidades en cuanto a qué se debe hacer. Por la fuerte carga afectiva que les tienen a sus seres queridos, desean naturalmente prolongarles la vida, pero a veces el sufrimiento del paciente es tal, que puede llevar a obrar de manera equivocada.

Retirar un respirador o no hacerlo, puede ser una duda que lleve a cometer el grave error de la eutanasia. Esta se define como la acción u omisión que provoca la muerte de un paciente terminal, con su consentimiento o sin él, con la intención de evitarle sufrimiento y dolor. La Iglesia Católica enseña que nadie puede autorizar la muerte de una persona, sea desde su fase inicial en el vientre materno o durante su etapa agonizante. Tampoco es moralmente lícito pedir a alguien ese gesto, ni para sí mismo ni para alguien que está bajo su cuidado, puesto que se trata de un gesto homicida. A la autoridad pública tampoco le es legítimo permitirla o imponerla porque sería una violación a la ley divina.

Queda claro que a nadie le es moralmente permitido aplicar una inyección a un enfermo para provocarle la muerte. Tampoco se debe de retirar el aire, el agua y la comida para dejar morir a una persona en su fase terminal, como ocurrió en el triste caso de Terri Schiavo en 2005, cuya familia permitió que muriera de hambre. Aunque algunos digan que la eutanasia es una muerte digna, en realidad lo único digno para la persona humana es respetar el misterio de su vida y tratar de aliviar su sufrimiento con los debidos cuidados según las valoraciones del médico. Padres, hijos, parientes, médicos y personal sanitario han de acompañar al enfermo con amor, rodeándolo de calor humano y sobrenatural.

En el caso de nuestra hermana María de Jesús, quien no tenía muerte cerebral, lo correcto era no retirar su aparato respirador, y sí proporcionarle los cuidados básicos de aire, comida, agua y medicamento. La pusimos en las manos de Dios, hasta que Él decidiera el momento de llamarla a su presencia. Si ella hubiera manifestado muerte cerebral, tranquilamente se podría haber quitado el respirador ya que, en realidad, estaría muerta. Como este no era el caso, lo adecuado fue seguir ayudando a su respiración. Al momento de escribir estas líneas, María de Jesús sigue en esa lucha entre la vida y la muerte.

Cuando ocurra algún accidente o percance que afecte la salud de uno de nuestros seres queridos, y la situación nos presione a tomar decisiones que puedan ser de vida o muerte, como es el caso de entubar al enfermo, es muy importante hablar claramente con el médico antes de tomar una decisión. Él deberá explicar a la familia las consecuencias de los procedimientos para que la decisión terapéutica sea la adecuada, y no complique el proceso al enfermo.

Las Misioneras de Jesús Hostia y sus colaboradoras, al saber lo ocurrido con sor María de Jesús, rápidamente se movilizaron para llegar a Ciudad Juárez. Su entrega para el cuidado de su hermana enferma, así como su solidaridad con sus hermanas de comunidad, han sido gestos muy bellos. Las admiro realmente por la entereza de su fe, por su serenidad en el dolor y por la cercanía que han mostrado para quienes sufren.

Ellas son oblatas, es decir, son como Hostias vivas que se ofrecen en sus apostolados, unidas al Sacrificio del Señor, por la santificación del mundo. María de Jesús tuvo que subir a la Cruz con Jesús, y desde ahí ofrecer su vida. Dios bendiga siempre la vida de las religiosas.

martes, 19 de diciembre de 2017

Mi hermana María de Jesús, su vida en peligro

El sábado por la noche la hermana María de Jesús Cabrera, del Instituto religioso Misioneras de Jesús Hostia (segunda de izq. a der), quien sirve desde hace varios años en la Catedral, fue hallada desmayada en el suelo, afuera de la sacristía. Un aneurisma le provocó el desvanecimiento, lo que hizo que también se golpeara fuertemente la cabeza y sufriera también una fractura de cráneo. El diagnóstico médico es muy desalentador, la hermana religiosa no ha recuperado la conciencia, y ya sólo estamos confiados a que se haga la voluntad del Señor.

En la espera de la Navidad hemos leído: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros”.

En la vocación de mi hermana María de Jesús he podido contemplar hoy un reflejo de la vocación de la Virgen María, en quien la vocación de toda religiosa encuentra su esplendor. La hermana renunció a todo amor humano para entregar su alma y su cuerpo al Señor. No quiso compartir su vida con varón porque el destinatario exclusivo de su corazón es Jesús.

Las hermanas religiosas prestan un enorme servicio a la vida de la Iglesia. Con su entrega, tantas veces humilde y abnegada, nos enseñan que han encontrado la perla preciosa del Reino de Dios, y que hemos de preferir ese Reino por encima de cualquier valor. Cuando una religiosa vive su entrega por amor a Jesús, se vuelve una persona espiritualmente fecunda, y por eso las llamamos ‘madre’, porque su maternidad es espiritual y para muchos.

En mi hermana María de Jesús he podido ver cómo una religiosa vive plenamente su vida cuando el amor toca su vida. Ella ha sido mujer espiritual, libre, fuerte, ágil y alegre, de una gran capacidad de trabajo, mujer de sacrificio y con una hermosa voz que cuando la pone al servicio de la liturgia, entonando los salmos, se sienten "ángeles volando en ese lugar".

Pido a Dios que haya más personas que entreguen su corazón indiviso a Dios, como Hostia viva, santa y agradable a Dios, y que en nuestras familias se fomenten las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. Y que a mi hermana María de Jesús, que hoy lucha por su vida, el Señor la sostenga en la palma de su mano y la conforte.

lunes, 18 de diciembre de 2017

En Navidad, un demonio le dijo al otro

Santa Claus, monos de nieve, regalos, juguetes... ¿Y Jesús, dónde está?
En estos días previos a la Navidad, el centro histórico de la ciudad tiene un tráfico intenso con circulación del triple de visitantes que el resto del año. La gente gasta sus aguinaldos en compras de última hora para su cena navideña o para compartir regalos. Los centros comerciales están atiborrados de gente que camina con sus bolsas de compras, y las filas de coches para cruzar la frontera parecen interminables. Parece que el dinero recibido en esta época nos hace cosquillas y queremos gastarlo.

El conocido apologista británico y cristiano C. S. Lewis publicó en 1942 un libro llamado ‘Cartas del diablo a su sobrino’. La obra contiene 31 cartas que escribe Escrutopo, un demonio malvado, a Orugario, su sobrino, un demonio principiante. Lewis imagina el infierno como una sátira en la que demonios se organizan para hacer el mal, debilitar la fe de las almas, precipitarlas a la indolencia, la tibieza, la gula y la promiscuidad. Sabía que los demonios no pueden proponer a los hombres directamente obras muy perversas; más bien los van precipitando al infierno por un camino gradual.

Recientemente me encontré publicado en la revista Crisis un artículo de Regis Nicoll (Advent: A View from Down Under… Way Under) con semejanzas inquietantes a las enseñanzas de Lewis, que me permití libremente traducir. Veamos.
Decía un demonio a otro: “¡Otra vez llegamos a esta época del año! Hace unas semanas las preparaciones para ese evento llamado ‘Viernes negro’ fueron febriles. ¡Oh qué ironía! El mismo día de la semana en que una multitud colocó una cruz de madera en su espalda, los compradores enloquecidos se apresuraban a poner una cruz financiera en la suya, comprando regalos que no pueden pagar para dárselos a personas que no los necesitan; regalos que se volverán obsoletos para cuando llegue la Navidad.

Durante siglos los demonios creímos que aquella promesa de ‘poner enemistad’ entre nuestro Maestro y la mujer era una amenaza inútil. Pero cuando menos lo esperábamos, un ángel le dijo a una joven judía campesina que sería bendecida. El anuncio envió ondas de choque a través de nuestras cavernas. Pero descubrimos que la chica no estaba casada. Entonces nos entusiasmamos porque creíamos que sería apedreada por adúltera. Pero no fue así. José decidió casarse con ella. Pensábamos que su niño sería ilegítimo. ¿Es así como él planeó aplastar la cabeza de nuestro Maestro? ¡Estábamos desconcertados!

Recuerdo mi satisfacción cuando él estaba colgado en la cruz como un criminal, pensando qué apropiado y poético fue cuando se acostó en aquel pesebre como un bastardo. Pero mi satisfacción duró muy poco. Tres días después sus seguidores vieron la tumba vacía, y el escándalo que rodeaba su nacimiento fue casi olvidado. De la noche a la mañana su indignidad se convirtió en gloria, su derrota en victoria y treinta y tres años de nuestra maldad fueron neutralizados.

Gastar lo que no se tiene, la locura del consumo navideño
Una vez que se conoció la historia de su muerte y resurrección, millones lo siguieron en todo el mundo. ¿Quién hubiera imaginado que la cruz se convertiría en objeto de adoración exhibido en las iglesias, hogares e incluso como adorno de los cuerpos? Sin embargo lo que originalmente fue una celebración religiosa en honor a su nacimiento, ahora es una temporada de consumismo total. La velocidad con que se asimilaron las tradiciones paganas superaron nuestras expectativas. Las prácticas religiosas se fueron eclipsando hasta que el significado cristiano se convirtió en algo secundario. El mayor éxito que tuvimos fue la tendencia desbocada en la entrega de regalos.

Impulsados por la codicia, los comerciantes crearon la combinación de insatisfacción y deseo con su última línea de productos de moda hasta que el los regalos bajo el árbol eran más importantes que el mismo nacimiento. ¿Quién hubiera dicho que en una celebración tan espiritual los feligreses gastarían más en regalos de Navidad que en el diezmo de todo el año en sus parroquias, y más del doble de lo que comparten con los más necesitados?

Tal como están las cosas, aunque hemos podido conquistar gran parte de Europa y hemos avanzado mucho en Estados Unidos, estamos perdiendo el combate en los países en vías de desarrollo. En ellos hay más fe todavía. Pero mientras continúe la tendencia a dar regalos, no te preocupes por sus posadas ni por sus villancicos empalagosos. ¡Y hablando del hombre de traje rojo, pocos personajes nos han servido tan bien como él! Lo que fue un bienhechor común del siglo IV, se convirtió en una leyenda sobre un juez que les trae regalos a los niños buenos. Una vez que un niño aprende la desalentadora verdad sobre la existencia del hombre del traje rojo, naturalmente se preguntará si lo engañaron también diciéndole que Dios existe.

¡Oh! ¿No te mencioné el aumento de depresión mental, abuso de sustancias, suicidio, crimen y violencia doméstica durante esta época tan alegre del año? Como ves, esta es la temporada, repleta de oportunidades, para cazar gente para nuestra causa. Aprovecha entonces, mi alumno, aprovecha”.

¡Feliz Navidad a todos!, pero Navidad con el amor de Jesús. ¡Feliz Navidad!

viernes, 15 de diciembre de 2017

Reconocer la hora de Dios

Ayer me visitó una señora que me narraba su experiencia espiritual. Llevaba muchos años lejos de Dios y había cometido una larga lista de pecados graves. Estuvo casada con un asesino y después se casó de nuevo. Ella comenzó a escuchar las predicaciones en audio del padre José Antonio Fortea sobre el infierno. Arrepentida de su pasado oscuro, no quiere la condenación para su vida. Anhela la salvación con una sed y hambre de Dios que me dejó impresionado.

"¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’"(Mt 11,16)

Podemos ser como los muchachos que cuando Dios les toca la flauta y el pandero, no tienen interés en el juego. El Señor nos toca la flauta con miles de señales de amor para que entremos en una relación con él, nos invita constantemente a caminar hacia la santidad por la fe y las obras. Sin embargo con diversas excusas nos atrincheramos para resistir a su Palabra.

La señora que me visitó temía al infierno y eso la llevó a acercarse a Dios. Eso se llama atrición del corazón, es decir, por el miedo a la condenación nos acercamos a Dios. Lo perfecto es acercarnos a Él por el amor. La hora de Dios es, sobre todo, el gozo que nos trae el Evangelio. La hora de Dios es la alegría de saber que Jesús no se avergüenza de ser amigo de publicanos y pecadores. La hora de Dios es una fiesta que comienza hoy, no mañana.

Pidamos al Señor que no deje de dirigir su Palabra a nuestro corazón duro y obstinado. Que reconozcamos en este tiempo de Adviento la gracia que nos ofrece para entrar en su salvación.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Trigo y Cizaña

Kate del Castillo en pelletier
La actriz mexicana Kate del Castillo posó sin ropa frente a las cámaras para apoyar una campaña que pretende evitar el uso de pieles de animales en la industria de la moda. Es la sexta campaña de este tipo en la que participa la señora Del Castillo, aunque es la primera vez que lo hace completamente ‘en pelletier’ con el lema “Prefiero estar desnuda que vestir pieles”.

Es lamentable la postura ideológica de la actriz. Millones de personas influenciadas por la industria del entretenimiento fundada por Walt Disney han crecido creyendo que los animales, como el ratón miguelito y el pato donald, al cobrar vida como si fueran seres humanos, tienen sentimientos como el hombre. La realidad es otra. Vivimos en un mundo donde en el reino animal impera la ley del más fuerte: comer y no ser comido. Los animales están al servicio de la humanidad para proporcionarle alimento y vestido. El neomarxismo, al haberse visto fracasado en la economía, ahora busca imponer, en la cultura, la absurda ideología igualitaria entre hombres y animales. Me pregunto, si un día un hijo pequeño de Kate del Castillo se llenara de piojos, ¿los mataría su mamá con un buen champú, o se los quitaría pidiéndoles permiso y cuidando de no hacerles daño para respetarles sus derechos? El animalismo es una absurda ideología.

Donald Trump enciende la mecha
Jerusalén es una ciudad muy especial. En ella conviven tensamente judíos, musulmanes y cristianos. Sobre la explanada del Muro de las Lamentaciones está la Mezquita de la Roca, y a unos metros se ubica la Basílica del Santo Sepulcro. Para mantener un clima de paz en los lugares sagrados se debe de respetar el famoso ‘status quo’, es decir, dejar las cosas como están. Nada se puede invadir, nada se puede tocar, nada se puede mover. Sin embargo la misma ciudad ha tenido un status quo muy particular a nivel internacional.

Luego de la creación del Estado de Israel en 1947 con Tel Aviv como capital, la ONU acordó que Jerusalén tenía que permanecer al margen del Estado Judío. Los israelitas no respetaron este acuerdo y así tomaron el control de la ciudad, dando origen a feroces guerras con los palestinos árabes. Para no calentar más el conflicto, el resto de los gobiernos del mundo decidieron mantener sus embajadas en Tel Aviv. En 1995 el Congreso de Estados Unidos, bajo el gobierno de Clinton, reconoció a Jerusalén como la capital de Israel, pero esta decisión se fue prorrogando para no romper el status quo de la ciudad. Ahora Trump ha querido hacer efectiva la decisión del gobierno de Clinton, lo que ha desencadenado levantamientos palestinos. Para los cristianos lo mejor es lo que pide el papa: respetar el status quo de Jerusalén declarado por la ONU, y así la ciudad sagrada siga siendo, para las tres grandes religiones, lo que su nombre significa: ciudad de la paz.

Adviento, tiempo de silencio
Con su ambiente de ruido, de compras, de gastos, de publicidad y la superficialidad de muchas ‘posadas' que nada tienen que ver con lo cristiano, el comercio nos hace creer que ha comenzado la fiesta. Así el Adviento -tiempo de silencio para preparar la venida de Jesús al corazón- lo vivimos llenos de barullo interior, con el riesgo de llegar a la celebración de la Navidad con el alma vacía. Esto ocurre a laicos y a sacerdotes.

Enseñaba Thomas Merton -monje trapense muerto en 1968-: “Si bien es cierto que tenemos que saber soportar el ruido y proteger extraordinariamente nuestra vida interior en medio de la agitación, no es menos cierto que no conviene resignarse a vivir en una comunidad constantemente agobiada por la actividad e inundada por el ruido de las máquinas, de la publicidad, de la radio y de la televisión, que no paran de hablar. ¿Qué hay que hacer? Quienes aman a Dios tienen que procurar preservar o crear una atmósfera en la que poder encontrarle. En los hogares cristianos debe haber sosiego, porque tanto sus cuerpos como sus almas son templos de Dios”. Quien quiera vivir una Navidad espiritual, bella y profunda, rebélese contra la dictadura del ruido y prepare al Señor, en la quietud de los templos o en la propia habitación, un pesebre silencioso para poder acogerle.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Confesionario sin absolución: lucho contra pecados que no son mortales

La pregunta: Hola padre, qué tal, tengo una pregunta: ¿durante cuánto tiempo el sacramento de la confesión nos mantiene en gracia, apoyados por la oración del “Yo confieso” de la misa? Para que se entienda lo que quiero explicar pondré mi ejemplo. Yo me confieso, en promedio, cada tres semanas, sin embargo cometo pecados por “inercia” durante ese período; es decir, no lo hago con intención de hacer algo malo, y estos pecados son por lo general pensamientos de soberbia, mencionar el nombre de Dios en frases comunes como son “ni lo mande Dios” durante conversaciones mundanas. Son pequeños detalles que al hacerlos, siento un espinita en el corazón al instante, señal de que no lo debí haber dicho o hecho. También tengo actitudes de enfado cuando sucede alguna injusticia. No reacciono de manera violenta nunca, tampoco insulto, pero sí me da mucho coraje y pienso cosas malas. ¿Eso me quita la gracia para comulgar? Gracias padre, un abrazo, ¡paz y bien!

Padre Hayen: gracias por tu pregunta, que me parece importante. Para responderte, primero te recuerdo que existen dos clases de pecado: el mortal y el venial. Mientras que el pecado mortal destruye nuestra comunión de amor que tenemos con Dios y con nuestros hermanos, el pecado venial nos mancha pero sin romper la unión que tenemos con Dios. Como católicos estamos llamados a detestar todo tipo de pecado, aún el venial.

Existen dos clases de pecado venial. Una es el pecado venial deliberado, es decir, aquellas ocasiones en las que tenemos conciencia de que traicionamos el amor de Dios y aún así preferimos darnos un pequeño gusto o placer egoísta. Por ejemplo el hacer juicios temerarios a las personas, caer en la murmuración, seguir cultivando los resentimientos o hacer comentarios críticos contra alguien durante su ausencia. Son actitudes que, de alguna manera, nos sujetan a nuestras pasiones y no nos dejan vivir plenamente en el amor de Dios. Esta clase de pecado, aunque no destruye nuestra comunión con Dios, sí se vuelve un serio obstáculo para nuestro progreso espiritual.

La otra clase de pecado venial es el que se comete por sorpresa, por fragilidad o por falta de vigilancia. A esta clase pertenecen las faltas a las que haces referencia en tu pregunta. Por nuestra condición humana tan frágil, es casi imposible no caer en este tipo de faltas. Si estás preocupado(a) por no cometer estas faltas, esto quiere decir que has desarrollado una conciencia muy fina en tu relación con el Señor. Evidentemente decir “ni lo mande Dios” no es ningún pecado grave, sino una fragilidad para alguien que tiene mucho respeto por la santidad del nombre de Dios. Esto no lo entenderá alguien de conciencia muy laxa, sino sólo aquellos que van más avanzados en su camino interior.

Esas pequeñas faltas o imperfecciones de ninguna manera te impiden comulgar. Únicamente lo hace el pecado mortal, y esta clase de pecado exige ir al sacramento de la Confesión. Aunque no tengas pecados mortales, te aconsejo que sigas confesándote con frecuencia. Dices que vas al confesionario cada tres semanas, y esto está bien. Te repito: no importa que confieses sólo pecados veniales o imperfecciones. Eso te mantendrá viviendo en la gracia de Dios y te prevendrá de caídas más graves. Hay muchas personas que, sin tener pecado mortal, van al sacramento a decir sólo sus pecados veniales, porque el sacramento de la Reconciliación no sólo es un remedio para que Dios perdone el pecado, sino que otorga fortaleza para no pecar.

Nunca te conformes con no pecar mortalmente, sino que aspira a la santidad dejando que la gracia de Dios te lleve cada vez más adelante en tu unión con el Señor.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Trigo y Cizaña

El abominable ser llamado varón
No pasa un solo día sin que la prensa publique casos de violencia contra la mujer. Ahora resulta de que el Honorable Congreso de la Unión es una sala donde abundan sátiros legisladores que buscan acostarse con sus colegas diputadas; se dice que no dejan de mirarlas con lascivia y de solicitarles favores sexuales. Términos como ‘violencia de género’ ‘acoso sexual' o ‘feminicidio’ se han hecho parte del lenguaje de lo políticamente correcto. Cuando las víctimas son las mujeres, las noticias ocuparán todas las columnas de la prensa, y se le dará seguimiento durante varios días. Por el contrario, si la víctima es un varón, no habrá noticia. Y si hay noticia es porque se lo merecía, o porque la mujer tenía alguna demencia. Detrás de este tratamiento de las noticias están, sin duda, los lobbys feministas y abortistas que quieren meternos la idea de que la mujer es siempre la víctima de la violencia, y de que hay que protegerla con leyes -incluyendo la legalidad del aborto- para librarse de las consecuencias de su trato con los varones.

Obsesión por la igualdad
Decisión absolutamente arbitraria es la que toma el Instituto Estatal Electoral en Chihuahua al pedir a los partidos que paguen su cuota de género para colocar en puestos públicos a sus representantes. Es una intromisión dictatorial en la vida interna de los partidos que al IEE no le corresponde. Con este reglamento los partidos tendrían que colocar, por ejemplo en el Congreso, o en las sucesiones presidenciales, un número igual de personas de género masculino por otro tanto del femenino. El fin es asegurar que hombres y mujeres tengan equidad de género en la participación política. Como cristianos estamos de acuerdo que féminas y machos tenemos los mismos derechos en la vida pública, sin embargo los puestos políticos no pueden repartirse según el criterio de los cromosomas, sino según la capacidad que las personas tengan para ocupar cargos públicos, no importa que sean damas o caballeros. Según la nueva cuota de género, dentro de poco tiempo los partidos tendrán que colocar en una justa alternancia en los puestos públicos a gays, travestis, lesbianas y transexuales, negros e indígenas. A estos extremos llega el fanatismo hembrista con la obsesión que tiene por la igualdad.

Armas contra la corrupción
En México, seis de cada diez personas consideran que la corrupción aumentó en este año. Sin embargo la mayoría de los mexicanos anhelamos una patria libre de corrupción. No queremos que crezca la gangrena en nuestro pueblo. El tema se trató dentro del foro sobre la corrupción, que el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana realizó el pasado miércoles 6 de diciembre. En dicho evento participó Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, quien subrayó la necesidad de crear una ecología humana como base para erradicar la corrupción. ¿Cómo podremos erradicar la corrupción sin una formación moral de los ciudadanos, y si la familia no cumple con su función educativa? Es ahí donde la Iglesia puede ejercer un papel importante. Pero además una buena educación es fundamental, decía monseñor; y señalaba el pobre nivel educativo que tienen nuestros legisladores en México; son gente de muy pobre preparación y muchos de ellos ni siquiera saben sobre lo que están legislando. Apuntó también que el único camino para vencer la tentación de la corrupción es el servicio. Mientras que del orgullo y la soberbia nace la corrupción, el servicio hace humilde a la persona, y le da caridad y creatividad para transformar la realidad.

El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...