lunes, 30 de junio de 2014

Romam vado iterum crucifigi

Es curioso. Nunca imaginé que el comentario sobre la película 'Maléfica' fuera a despertar tan encontradas reacciones. Simpatías y comunión, por una parte; odio e insultos a mi persona, por otra (estos comentarios tuve que borrarlos). Los más suaves no me bajaron de fanático. Pienso en aquellos primeros mártires cristianos del Imperio romano. Eran personas aborrecidas por la mayoría. Los consideraban seguidores de una perniciosa superstición cuyo origen era el nombre de Cristo, según relata el historiador Tácito en sus Anales.

A aquellos odiados primeros cristianos les fue muy mal en el año 64, cuando Nerón incendió la ciudad de Roma para hacer su proyecto urbanístico. Los apresaron y los hicieron pasar por los más atroces tormentos que la imaginación de la época podía diseñar: "A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros los ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña a los que pegaban fuego para que, ardiendo con ellos, sirviesen de alumbrar en las tinieblas de la noche".

Lo que ocurría en el corazón de aquellos primeros valientes hombres y mujeres sigue ocurriendo en el corazón de muchos cristianos que queremos ser fieles a Jesús y a nuestra santa Iglesia católica. A menudo nos hallamos entre una dramática lucha entre temores humanos y una valentía que nos viene de lo Alto, entre la soledad humana y la experiencia de sentir cercano a Dios, a los ángeles y a los santos.

Son pocos quienes hoy derraman su sangre en nuestros países del mundo desarrollado, pero somos muchos quienes a menudo experimentamos la incomprensión, el ridículo y el odio. Que Jesús nos dé siempre su fortaleza para denunciar la presencia del Maligno, y para responder como Jesús a Pedro según la leyenda de Quo Vadis Domine (¿A dónde vas, Señor?): "Romam vado iterum crucifigi" (Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo).

sábado, 28 de junio de 2014

Parto con dolor (artículo)

Hace muchos años me permitieron entrar al quirófano del Hospital General a presenciar un parto. El bebé se había encajado en la parte inferior del vientre de la mujer, las contracciones y cólicos se habían intensificado, se dilató el cuello del útero, se rompió el tapón cervical, fluyó la sangre y se reventó la fuente. Hubo dolores, jadeos y gritos. Al final la madre sudorosa y con inmensa alegría abrazaba a su bebé. ¿Y mis ojos? Esos los tenía bien abiertos, del tamaño de un plato, llenos de asombro frente al milagro de la vida.

Hace dos mil años los ángeles tenían sus ojos –valga la metáfora– del tamaño de un plato. Presenciaban el parto más dramático en la historia de la humanidad. No en una habitación de una casa sino en el monte Calvario. Una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y doce estrellas en la cabeza, estaba dando a luz entre gritos de dolor. Años antes le habían dicho que sería un parto muy difícil y que una espada atravesaría su alma en el momento del alumbramiento.

Era la segunda vez que la mujer paría. La primera vez fue un parto sin dolor, entre lágrimas de alegría. Ocurrió en Belén de Judá donde tuvo al niño, lo envolvió en pañales y lo colocó en un pesebre. Treinta y tres años después, los clavos, las espinas y las heridas de latigazos y golpes habían desgarrado la carne de Jesús. Los suplicios martirizaban el cuerpo de la Víctima y el alma de la Madre. En esta ocasión ella daba a luz a los miembros del cuerpo de su Hijo. Entre la sangre de Jesús y las lágrimas de la nueva Eva todos éramos paridos como hijos del Dios Altísimo. Por eso los ángeles alrededor del Gólgota se quedaron sin aliento.

Siempre me enternece observar a los niños que son llevados a la escuela por sus madres. Los conducen de la mano hasta la puerta del colegio y los despiden con un beso. Terminado el día escolar van por ellos y los llevan a casa para darles de comer y estar con ellos durante la tarde. Los niños sienten una gran seguridad cuando sus madres los tratan con cariño. No pueden tratar de otra manera a quienes son el fruto de sus vísceras. El amor de madre los acompañará toda su vida.

Jesús también tuvo esa experiencia. Desde el pesebre de Belén hasta la cruz, el Señor bebió de ese amor materno. María fue, para él, un inestimable apoyo que el Padre celestial le había preparado para acompañarlo en su vida. Ninguna madre amó a su hijo como la Virgen de Nazaret amó a Jesús. Y Jesús, desde la Cruz, quiso que la Madre que el Padre le preparó, fuera también la Madre de los discípulos. Quiso el Señor que atravesáramos el mar turbulento de la vida con María a nuestro lado para llegar al puerto final.

Las noticias hablan hoy de que más de 50 mil menores indocumentados han sido detenidos en Estados Unidos y están a punto de ser deportados. Son niños que cruzaron Centroamérica y México a pie, en tren, en autobús, sorteando toda clase de peligros. ¡Cuántas noches habrán pasado llenos de miedo, añorando estar en los brazos de su madre! Todos somos esos niños que, en el mar turbulento de la historia, en medio de innumerables peligros e insidias, necesitamos el regazo de María.

Un hermano de comunidad cristiana no católica me decía que amar y reverenciar a la Virgen es una blasfemia. “¿Cómo es eso –le contesté– si la Biblia dice “Tengan los mismos sentimientos que Cristo” (Flp 2,5). Y si Jesucristo en la tierra amaba a su Padre celestial y le obedecía, y amaba a su madre de la tierra y la obedecía, ¿cómo no haremos lo mismo nosotros cuando desde la cruz nos entregó a María como Madre?” Si la Madre fue la gran fuerza humana que sostenía al Hijo para cumplir su misión, entonces cada cristiano debe tener hacia María los mismos sentimientos que Cristo Jesús. El camino más seguro para entrar en la profundidad del misterio de Dios es tener para Jesús los mismos sentimientos de María, y tener para María los mismos sentimientos de Jesús.

Una Iglesia sin María sería como una casa sin madre. Lo mismo sería la Casa del Padre celestial; sin una madre parecería un apartamento de solteros, demasiado masculino –dirá Scott Hahn– donde faltaría la presencia de la madre. De hecho, sin la asistencia materna de la Sierva del Señor, la Iglesia dejaría de ser la morada de Jesús. En cambio, cuando la Iglesia es mariana, se vuelve fecunda porque su vientre es la fuente permanente de la cual fluye el agua del Espíritu. Es María quien hace que la Iglesia sea nuestra madre.

viernes, 27 de junio de 2014

El martirio

El martirio forma parte esencial de la historia cristiana y es el principal testimonio histórico del vigor religioso, social y cultural del cristianismo en la Roma de los siglos III y IV. ¿Por qué se martirizaba a los cristianos? Los cristianos morían por su fe, pero Roma los perseguía por razones políticas. En el sistema imperial romano, el emperador se atribuía una naturaleza divina. Hubo emperadores que exigieron sumisión religiosa. Los cristianos, dispuestos a dar al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios, no podían dar al César lo que era de Dios. Los cristianos prefirieron morir por miles antes que abjurar de su fe.

martes, 24 de junio de 2014

Caridad y derechos humanos

La caridad hacia los pobres es parte de nuestra cultura gracias al cristianismo, porque Dios se hizo hombre y se identificó con los débiles: “En verdad les digo que cuanto lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Los cristianos descubrieron que el hombre tiene una dignidad altísima por haber sido creado y redimido por Dios. Hindúes, budistas y musulmanes no fueron a tierras extranjeras para dar de comer al hambriento y vestir al desnudo. Sólo lo hicieron los cristianos. Y si hoy se habla de derechos humanos y de la dignidad de los pobres es porque el mundo escuchó hablar de Jesucristo.

lunes, 23 de junio de 2014

Maléfica

No es oro todo lo que reluce, ni harina lo que blanquea. ‘Maléfica’, la película de Disney que se exhibe en cartelera, es un filme cargado de satanismo. Presenta la guerra del reino de los hombres contra el país de las hadas –en realidad los demonios– donde los hombres son los perversos y los demonios, los buenos. El personaje central es Maléfica, quien con sus cuernos y sus enormes alas negras, hace alusión al demonio Baphomet, símbolo actual de prácticas ocultistas y esotéricas. Al final triunfa el mal sobre el bien, se unifica el reino de los hombres con el de los demonios y Maléfica será la única soberana. La frecuente alusión a la magia y la hechicería es el medio para alcanzar los fines, por lo que la película puede hacer gran daño espiritual, sobre todo a niños y jóvenes al despertarles el interés en el mundo de lo oculto. 
Baphomet según Eliphas Lévi.

sábado, 21 de junio de 2014

Dos equipos rivales (artículo)

Mañana será la locura en México. Después del partido contra Brasil, nuestro Tri se enfrentará a Croacia en un duelo de muerte de cuyo resultado depende nuestro pase a octavos de final. Regularmente no soy aficionado al futbol, pero cada cuatro años, con la llegada del Mundial, se despierta en mí una pasión extraña por el juego. Vibro y sufro con lo que sucede en la cancha. Victorias y fracasos han llegado a conmoverme y emocionarme, de verdad.

¿De dónde nace en el hombre esta pasión por ver triunfar a su equipo, hasta llegar a deprimirse en la derrota o arrobarse el frenéticos delirios por el triunfo? El entusiasmo atlético y deportivo lo traemos inscrito en lo más hondo del alma. El drama de la vida misma, con sus proyectos, éxitos y descalabros, con sus penas y alegrías, hace que nuestro caminar en la tierra sea una permanente lucha por conquistar la felicidad. Pero para lograrlo es necesario vencer a todas las insidias que se oponen a que a que el hombre sea feliz. Este melodrama existencial lo proyectamos viendo, en la cancha, combatir a nuestro equipo.

Más allá de la vida cotidiana, el hombre está comprometido en una lucha que tiene que ver con el drama más profundo de la historia del universo. En el mundo existen dos ciudades en pugna –dice san Agustín–, la ciudad de Dios y la de Satán. Dos amores las construyen. El amor a Dios hasta el desprecio de sí mismo edifica la ciudad de Dios; el amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios erige la ciudad del demonio. Cada alma debe optar libremente por una de las dos ciudades. O bien –hablando en términos futboleros– por uno de los dos equipos. Todos somos parte del juego y ni siquiera los apáticos pueden ser indiferentes.

El partido más emocionante del mejor Mundial de Futbol en la tierra jamás podrá asemejarse a la dramática confrontación que ocurrió el los orígenes de la creación, cuando el Cielo se estremeció por la pugna entre los ángeles caídos y los que se conservaron fieles a Dios. Guiados por Miguel, su adalid, el ejército de los ángeles nobles se lanzó contra la ciudadela del Demonio. Fe, estrategia, fortaleza y violencia eran necesarias para restablecer el orden. Si Lucifer lo alteró con su rebelión, los ejércitos del Señor debían reponerlo con su obediencia combativa.

Nuestra historia personal y la historia de la humanidad están configuradas de este modo. Estamos en la cancha donde combaten dos equipos irreconciliables. El silbatazo de inicio del partido cósmico lo dio la caída de Adán. Del equipo en que juguemos depende nuestra integridad o nuestra desintegración, nuestra felicidad o nuestra ruina. El Tentador es el entrenador de un bando y siempre estará al acecho afinando nuevas estrategias. En el equipo contrario es el Creador y Padre de la humanidad quien anima y fortalece.

Son impresionantes en el Mundial de Futbol los vítores de quienes están en la tribuna. La mínima acción en el terreno de juego que acerque a la victoria o precipite al fracaso suscita los más encendidos gritos de entusiasmo. Es de gran estímulo para los jugadores estar atentos a las ovaciones a su equipo. Sus mentes y ojos sólo deben fijarse en las banderas y estandartes que flamean, animándolos, y deben cerrarse a los abucheos y rechiflas que los desaprueban.

En la galería del cielo el hombre tiene la poderosa ayuda de las oraciones de los ángeles y los santos. Es aquí donde aparece el gran jefe y defensor de los hijos del Pueblo de Dios, san Miguel Arcángel. En tiempos de duro combate y angustia, Miguel es la inspiración del pueblo guerrero del Señor. “¡Quién como Dios!” fue el grito del Príncipe de la milicia celestial que en los orígenes sacudió al Cielo y cuyo eco sigue resonando en las conciencias de los hijos del Altísimo. Es el grito del capitán, el arcángel divino, que hoy consuela y fortalece a los jugadores del equipo del bien.

“Hubo una batalla en el Cielo”, dice Apocalipsis, donde los Ejércitos celestiales arrojaron violentamente de las alturas a las fuerzas demoníacas. El Dragón infernal fue vencido en el estadio celestial y ahora se empeña, furibundo, en perseguir a los hijos de la Mujer en el gran estadio de la tierra. A nosotros nos toca resistir y pelear contra la iniquidad del Anticristo revestidos de la armadura de Dios.

Ahora comprendo mejor por qué se despierta en mí la pasión futbolera cada cuatro años. Y mientras pienso en estas cosas me preparo para comprar las botanas y bebidas para el juego del próximo lunes y celebrar el avance del equipo mexicano hacia los octavos del final.





Si entre burros te ves…

Los cirqueros están muy enojados, con justa razón. En días pasados la Asamblea Legislativa del DF aprobó por mayoría la prohibición de espectáculos circenses con animales vivos, y la exhibición de animales para tomarse fotos con ellos. Si estos políticos fueran congruentes prohibirían las charreadas, corridas de toros, el polo, la equitación, la pesca, los criaderos de cerdos, gallineros, acuarios, aviarios, zoológicos, las mascotas en casa y toda forma de cautiverio para los animales. La nueva ley no tiene lógica. Es demagogia pura. Los ecologistas le dieron en la torre no sólo al gremio del circo, sino a los mismos animales que tendrán que ser puestos en libertad para morir o ser sacrificados. Habiendo tan serios asuntos para legislar, la gloria de los políticos del DF será haber legalizado el aborto y acabar con el circo. Dios los perdone porque el pueblo no.

Paramédicos de Ciudad Juárez

En la fotografía aparecen varios grupos de paramédicos de la Cruz Roja, Cruz Verde y la Comisión Nacional de Paramédicos. Celebramos hoy 21 de junio la Eucaristía en el día de san Luis Gonzaga quien, haciendo la labor de un paramédico, murió hace 423 años en Roma.

Los jesuitas habían abierto un hospital por la epidemia de una fiebre mortal que recorría la ciudad. Luis, que era jesuita, se entregaba pidiendo víveres de puerta en puerta para los enfermos. Cuida a los moribundos, les limpia las llagas, les hace las camas, los prepara para la confesión. Encuentra a un enfermo, lo lleva en sus hombros y queda contagiado por la fiebre. Sabía que iba a morir y le escribe a su madre diciéndole: "Alégrate porque Dios me llama después de una breve luche. No llores como muerto al que vivirá en la vida de dios. Pronto nos reuniremos para cantar juntos las misericordias del Señor".

Luis, gravemente enfermo, se levanta en las noches a adorar al Crucifijo, besa las imágenes sagradas en su habitación. Cae en arrobamiento y Dios le revela que morirá en la Octava del Corpus Christi. Desde entonces todos los días recita el 'Te Deum' en alabanza a Dios por su majestad y por su vida. Pide al padre Roberto Bellarmino, su confesor y director espiritual, que le recite las oraciones preparatorias para morir. Entre las 10 y las 11 de la noche su salud empeora. Sus ojos están fijos en el Crucifijo y expira con el nombre de Jesús en sus labios, entregando su alma a Dios.

San Luis Gonzaga, ruega al Señor para que los paramédicos sirvan, en los enfermos, al Cristo sufriente.

viernes, 20 de junio de 2014

Los monjes

Me gustan los monasterios. Visité algunas abadías cuando era seminarista. Es un mundo fascinante, lleno de misticismo y honda espiritualidad. El último que visité fue uno benedictino llamado 'Christ in the desert', en las montañas del norte de Nuevo México. 20 o 30 hombres de diversas razas, en la plenitud de sus vidas, hacen el juramento de vivir en esos lugares apartados de la civilización, siguiendo un régimen de oración, reflexión, silencio, trabajo y descanso. Obedecen a un abad que hace las veces de Cristo. Los monjes aman el trabajo porque lo consideran una forma de adoración y oración. Fueron los monjes fundados por san Benito quienes cosecharon grano para fabricar el pan y la cerveza, y uvas para el vino. Llevaron sus conocimientos a lugares remotos y copiaron manuscritos. Sus monasterios se convirtieron en una red de puntos de importancia económica. Llegaban a una tierra, veían qué cosas buenas tenía, intentaban conservarla y ponerla en armonía con la fe, y le daban a la gente lo que habían heredado de las civilizaciones romana y cristiana. Los monasterios son fuente de equilibrio y de armonía, lugares para sentir muy cercana la presencia de Dios, que no está en el terremoto ni en el huracán de las ciudades, sino en la suave brisa del silencio, la oración callada, el trabajo y la liturgia de las abadías.

jueves, 19 de junio de 2014

El trabajo manual

Uno de los propósitos de los diplomas universitarios es evitar que aquellos que los poseen tengan dolores de espalda y callos en las manos. Pero los cristianos no miramos con desprecio este tipo de labores que hacía nuestro Salvador, ya que Jesús era carpintero. Y Pedro era pescador. Y Pablo era artesano. No debemos subestimar esta aceptación de la dura labor física. Es posible que el cristianismo sea verdaderamente saludable allí donde se afirma este principio. Negarlo es síntoma de una fe enfermiza. Los artesanos que construyeron catedrales dejaron memoria de su profesión en la madera, en el vidrio o en la piedra de las paredes que construían.

miércoles, 18 de junio de 2014

El cristianismo y la mujer

Ninguna otra cultura como la cristiana ha promovido tanto a la mujer. Los cristianos hemos predicado siempre que no existe un bautismo separado para hombres y mujeres. Todos somos uno y tenemos la misma dignidad en Cristo. El mismo Señor se dejó ver en la Pascua primero a las mujeres antes que a los apóstoles. Sin embargo el cristianismo no trata por igual a las mujeres como si fueran exactamente iguales a los hombres. Existen diferencias y roles complementarios entre ambos sexos, y esto es bellísimo. El feminismo de género, por el contrario, piensa que todas las diferencias sexuales deben ser abolidas para que nazca una nueva sociedad asexuada, lo que es simplemente grotesco.

martes, 17 de junio de 2014

Niño que no juega no es niño

Decía Rousseau que “La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”. Más de tres millones de niños mexicanos trabajan y muchos sin ir a la escuela. En minas, basureros, cantinas y obras de construcción laboran los pequeños, y muchos de ellos por más de 35 horas a la semana. Lo dice el INEGI y la Secretaría del Trabajo en un informe que entregaron a la Cámara de Diputados. Por tratarse de actividades no naturales para los niños, el trabajo en condiciones anómalas les traerá daños físicos y psicológicos a futuro. Aunque México ha firmado convenios contra el trabajo infantil –la edad legal para trabajar es de 15 años–, aquí traemos el rosario al cuello y el diablo en el cuerpo, porque no hay penas y multas claras contra quienes los explotan. Todo queda en letra muerta.

Virgen del Pozo

Un solo golpe no derriba el roble, pero esta vez dos obispos mexicanos atestaron dura sanción a los seguidores de la Virgen del Pozo. Don Faustino Armendáriz, de Querétaro y don Eduardo Carmona, de Parral, decretaron –palabras textuales– “la supresión, disolución y extinción definitiva de la Asociación Pública de Fieles denominada Hermanas de la Restitución, que se profesan devotos de la Virgen del Rosario del Pozo”. Ya la Conferencia Episcopal de Puerto Rico dijo que se trata de falsas apariciones de la Virgen, y la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmó que no satisfacía a la autoridad de la Iglesia las condiciones para declarar la autenticidad de las apariciones. ¿Iglesia incomprensiva? ¿Iglesia incrédula? No. La Iglesia es sabia y con estas sanciones protege a sus hijos de graves desviaciones que pueden causar los falsos visionarios.

lunes, 16 de junio de 2014

El abrazo verdadero

Hace unas semanas el papa Francisco y el patriarca ortodoxo Bartolomé se abrazaron en Jerusalén. Fue una emotiva ceremonia ecuménica en la Basílica del Santo Sepulcro, donde los dos intercambiaron deseos sinceros y elevaron oraciones por la unidad de los cristianos. Bello fue el momento cuando oraron juntos dentro de la tumba que guardó el cuerpo santísimo del Señor. Pero las preguntas permanecen: ¿qué vino a cambiar este abrazo? ¿cuándo será la unidad verdadera? El verdadero ecumenismo no es el que busca únicamente puntos teológicos comunes, sino el que tiende a la unidad real de la Iglesia de Cristo, confesando la misma fe y celebrando unidos la Eucaristía, aunque siempre en el respeto a las legítimas diferencias. Falta mucho para el auténtico abrazo y será obra del Espíritu Santo. Mientras tanto, cada gallo a su gallinero.

sábado, 14 de junio de 2014

Suicidios en la era de Feisbuk y Tuiter

Con tinta verde quedó escrito el mensaje póstumo de Cynthia, la mujer que a balazos quitó la vida a sus dos hijos para después suicidarse. Casi con la brevedad de un mensaje de Tuiter decidió grabar en un espejo la causa que la empujó a cometer su locura: “Porque tengo depresión, porque estoy siempre triste, porque tengo que gastar miles de pesos en antidepresivos, porque tengo esta enfermedad que no me deja vivir, porque nadie me ayuda, porque se burlaron de mi depresión”.

Cynthia no es la primera que lo hizo. En menos de dos meses suman tres los casos de madres homicidas que luego se quitan la vida. Las tasas de personas suicidas han aumentado en un 60 por ciento a nivel mundial. El suicidio es hoy una de las tres primeras causas de muerte entre personas de 15 a 44 años. En México es la segunda causa de defunción para este grupo, y las cifras no incluyen los intentos de suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio consumado. ¿Qué orilla a una persona a quitarse la vida? En la mayoría de los casos se trata de depresión y trastornos por consumo de alcohol.

¿Depresión en esta época? ¿Pero cómo? Hay tanto entretenimiento, tenemos acceso a cientos de canales de televisión, cada vez son más las personas que utilizan la internet y los teléfonos móviles. Vivimos enviando mensajes de texto. ¡Qué raro! ¿Por qué hay cada vez más gente deprimida, si nuestras conquistas materiales nos tienen tan entretenidos y ocupados? Se supone que si existe mayor comunicación, las personas se sienten más acompañadas y menos solas. Pues no es así.

Francisco, nuestro querido papa, nos ha dicho que, en esta época, las comunicaciones sociales han hecho que vivamos en un mundo cada vez más pequeño. Sin embargo, hay muchas personas se sienten excluidas y aisladas, alejadas del prójimo. Es paradójico que en un mundo cada vez mejor comunicado exista tanto aislamiento de unos y otros. Vivimos tan ocupados subiendo fotos a Feis y enviando tuits, que hemos dejado de ver que algunos amigos o vecinos están pasando por momentos difíciles. Y la tristeza que los embarga no se quita con ‘laiks’ o con enviarle mensajes religiosos, sino con visitarle e interesarse por su persona.

El aumento de suicidios pone en crisis la era de las comunicaciones sociales. Esta aldea global en la que el mundo se ha convertido, pone de manifiesto la pobreza de nuestra comunicación. La hemos convertido en intercambio de miedos, banalidades, inseguridades, y hasta de miserias y perversiones. Estamos construyendo Babel, la ciudad en donde todos hablan y nadie se entiende. Es una embriaguez de información que fluye y que nadie digiere, y que nos hace sordos para escuchar los gritos que piden ayuda y que, quizá, están muy cerca de nosotros. A nuestra comunicación le falta amor y comunión. Con razón el papa afirma que “la comunicación es, en definitiva, una conquista más humana que tecnológica”.

Tres madres quitan la vida a sus hijos y después ellas se suicidan. Nadie estaba ahí para escuchar, consolar y orar por ellas. El próximo caso –Dios guarde la hora– puede ser el de algún amigo, vecino o familiar cuyo lamento no hemos escuchado, cuyas lágrimas no hemos percibido.

Hay esperanza. La luz vendrá cuando recuperemos el sentido de la calma. Aprender a guardar silencio y a escuchar, dice Francisco. Si queremos tener una mirada más profunda sobre el mundo y la realidad, hay que tomar un poco de distancia de la locuacidad de los medios para meditar y orar. Así entenderemos al que es distinto de nosotros para salir a su encuentro. Pero podemos hacer algo más: crear comunidades pequeñas de vida cristiana alrededor de nuestras parroquias donde las personas se sientan acogidas, acompañadas, formadas en la fe católica. Esa será una comunicación mucho más llena de riqueza y contenido que las frías salas de chat en las que muchos estamos encerrados en la era de las comunicaciones sociales.



















viernes, 13 de junio de 2014

Dios y el César

Decía san Justino que los cristianos vivían como ciudadanos correctos. No se emborrachaban, no eran ladrones, tenían prohibido mentir, no eran vengativos ni se divorciaban de su esposa para irse con la del vecino. Y no dejaban abandonados a los niños para que murieran. ¿Por qué entonces eran perseguidos por el Imperio Romano? Por la razón de que ellos no veían al Estado como dios, a diferencia de los romanos que adoraban al emperador. Los cristianos amaban la patria y estaban dispuestos a defenderla, pero el Dios al que obedecían estaba por encima del Estado, era superior a éste. Muchas persecuciones a la Iglesia se han desatado porque los cristianos han preferido obedecer a Dios antes que a los hombres.

jueves, 12 de junio de 2014

Sacerdotes de Jesucristo

En este día de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, pienso en mi experiencia y me convenzo de que el sacerdocio es una vocación que hace inmensamente felices a los hombres que la abrazan. Transmitir al pueblo cristiano las enseñanzas de Jesús con la palabra y el testimonio, santificar a los hijos de Dios a través de los sacramentos, celebrar la Eucaristía tomando el lugar de Jesús, sanar enfermos y expulsar demonios, abrirse a una gran red de relaciones interpersonales donde se va viendo crecer el Reino de Dios, todo esto es sencillamente maravilloso.

Sin embargo el sacerdocio implica sufrimiento. Vivir entre las miserias propias y la gracia es motivo, a veces, de lágrimas sacerdotales; enfrentar las más diversas situaciones de miseria moral, espiritual y física de los demás también provoca agudos dolores. A veces el sacerdote es incomprendido, rechazado y hasta calumniado. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, mortificaciones y penas, las alegrías del ministerio superan -con creces- los momentos difíciles. Con razón la revista Forbes señalaba que se trata de una de las profesiones -vocaciones- que más felicidad traen a las personas en Norteamérica. Pienso que se puede decir lo mismo de la vida religiosa. Por eso vale la pena ser sacerdote y vivir en el esfuerzo de la muerte permanente a uno mismo, sabiendo que en la muerte está la vida, y en la cruz, la felicidad.

miércoles, 11 de junio de 2014

Religión de hijos

Los musulmanes viven sometidos a Alá, su dios, por imposición u obligación. Ellos no pueden hurgar en su corazón para ver si libremente deciden amar a Dios. Tienen que someterse y no tienen derecho a convertirse a otra religión, a menos que quieran ser perseguidos a muerte. De esa manera viven una religión de esclavos. El cristianismo, en cambio, es la religión de los hijos de Dios. San Pablo enseñará que el Señor quiere hijos y no esclavos. A nadie se le puede obligar a aceptar a Jesucristo, porque esa aceptación es un acto de la voluntad, un acto de fe, esperanza y amor. Los cristianos no pueden obligar a nadie a que se convierta, del mismo modo que no pueden obligar a nadie a amar.

martes, 10 de junio de 2014

En lo próspero y en lo adverso, oh pantalla mía



Un hombre está demandando al gobierno de Utah y al de Florida el derecho de casarse con su computadora. Chris Sevier afirma que si los homosexuales están reclamando su derecho a no ser considerados ciudadanos de segunda clase y se les otorgue acceso al matrimonio, entonces también otras minorías sexuales deben tener permiso para casarse. Este hombre pide que el gobierno le permita casarse con su iMac, con quien dice tener relaciones sexuales a través de la pornografía. El gobierno de EEUU tendrá que darle la razón al señor Sevier y ceder a su locura. Y es que cuando se despoja al matrimonio de su significado natural –comunidad entre un hombre y una mujer para toda la vida– cualquier disparate puede considerarse matrimonio. "Quien con locos se ha de entender, seso es menester".

lunes, 9 de junio de 2014

Ciencia y fe en el mundo médico

El domingo pasado fui invitado a un encuentro con 80 médicos católicos de Ciudad Juárez. El tema que expuse fue “Fe y ciencia en el mundo médico”. Hicimos un recorrido histórico sobre cómo la fe ha guiado el camino de la medicina desde tiempos de los griegos, que plasmaron en el Juramento de Hipócrates los lineamientos de una ética: “No introduciré a ninguna mujer una prótesis en la vagina para impedir la concepción o el desarrollo del niño”. Este juramento acompañó el ejercicio de la medicina hasta el siglo XVIII.

Con el cristianismo se aportaron nuevos elementos. Gracias a la Encarnación y la Redención de Jesucristo, el enfermo fue contemplado el rostro sufriente del Señor, mientras que el médico era la encarnación del buen samaritano. Y la asistencia sanitaria, en manos de la Iglesia durante 17 siglos, fueron esa posada donde se curaban las heridas de la humanidad doliente.

A partir de los crímenes del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, nació la Declaración de los Derechos Humanos en 1948 que protegían el derecho a la vida y al desarrollo de todo ser humano. Hoy, sin embargo, la tendencia es la contraria. A muchos médicos pro vida se les discrimina en los hospitales por negarse a eliminar seres humanos, tanto en la fase de gestación como en la etapa terminal de la vida.

Al final de la ponencia, una de las preguntas de los médicos fue sobre la objeción de conciencia. Muchos no tenían claro este concepto. El derecho a la objeción de conciencia es inherente a todo ser humano. Cada hombre tiene el derecho a obrar según su conciencia –haciendo el bien y evitando el mal– y a negarse a realizar cualquier acción que la violente. Nadie puede obligar a una persona a obrar contra lo más sagrado de su interior, la misteriosa voz que le indica la moralidad de sus acciones.

En Polonia, tres mil médicos y estudiantes de medicina acaban de firmar un documento donde se comprometen a respetar la vida humana. En vísperas de la canonización de Juan Pablo II, se comprometieron a no practicar abortos ni inseminaciones artificiales, las cuales provocan la destrucción de los embriones. También rechazan hacer recetas de anticonceptivos.

Mi felicitación más sincera a todo los médicos y personal sanitario católico del proyecto ‘Lucas, médico querido’ de Ciudad Juárez. Gracias por su fidelidad a Jesús y a su Iglesia.

Cuerpos humanos

La muerte del regiomontano Manuel Uribe, el hombre más obeso del mundo, nos interpela. Dice san Pablo que el cuerpo humano es templo del Espíritu Santo. Manuel, al momento de morir, era una gran catedral de 350 kilos. La Iglesia nos enseña que “el hombre no debe despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día” (GS 14). ¿Qué relación cultivamos con nuestro cuerpo? Los mexicanos no tenemos la mejor relación con él, cuando de comida se trata. Grasas, azúcares y refresco de cola se sirven en millones de hogares de México todos los días. Nos inquieta que la resurrección del último día sea con nuestros mismos cuerpos, aunque nos consuela la promesa de que serán revestidos de gloria e inmortalidad, en una nueva y misteriosa condición.

sábado, 7 de junio de 2014

Catalina y el voluptuoso rey

La reina de España Isabel la Católica, se había ocupado de que su niña Catalina aprendiera latín, francés y griego. La educó en la lectura de los clásicos y los historiadores latinos, sabía derecho civil y canónico, heráldica, genealogía, música, baile y dibujo. Una esmerada educación religiosa acompañó siempre a Catalina aunada a una profunda fe en Dios. Esa fe sería el arma con la que Catalina de Aragón se enfrentaría a la lujuria desenfrenada de su futuro marido Enrique VIII, rey de Inglaterra.

Por arreglos políticos entre familias reales, le consiguieron el matrimonio con el príncipe Arturo de Gales, heredero de la corona inglesa. Cuando tenía 18 años Catalina viajó a Inglaterra para conocer a su esposo. A los diez días se casaron. El matrimonio apenas duró algunos meses porque Arturo enfermó y murió. Buscando una solución, las familias planearon una nueva boda entre Catalina y Enrique, hermano menor de Arturo.

La boda entre Enrique y Catalina dependía de la dispensa papal porque la ley canónica prohibía al hombre casarse con la viuda de su hermano. Catalina aclaró que su matrimonio con Arturo no se había consumado debido a la extrema timidez de él, y finalmente el papa les concedió la dispensa. Así la pareja pudo casarse en 1509. Enrique embarazó a Catalina en cinco ocasiones, entre las cuales tuvo amoríos con otras mujeres y, según historiadores, en estas correrías Enrique se infectó de sífilis. Esa enfermedad fue la causa de que murieran todas las hijas de Enrique y Catalina, excepto María, la única sobreviviente. Al origen de la muerte de las hijas del rey estuvo la lujuria.

Por falta de un heredero varón para sucederlo en el trono, Enrique empezó a dudar de la validez de su matrimonio con Catalina. Las cosas se complicaron por el incontinente líbido del monarca, quien se enamoró de Ana Bolena, una adolescente que desempeñaba el papel de dama de compañía de su esposa Catalina. Como el papa Clemente VII no autorizó la anulación matrimonial, Enrique decidió separarse de la Iglesia católica y se proclamó cabeza de una iglesia nacionalista inglesa, que hoy es la Iglesia anglicana. La raíz de la división entre anglicanos y católicos fue la lujuria.

El rey inglés empleó la violencia contra quienes se opusieran a sus planes. Hubo mártires cartujos, benedictinos y franciscanos, abadías quemadas, la misa suprimida y la santidad del matrimonio pisoteada. Tomás Moro y Juan Fisher fueron dos mártires que a los que les cortaron sus cabezas por mantenerse fieles a la doctrina del matrimonio indisoluble, a la unidad de la Iglesia y al papado. Todo a causa de los deseos sexuales desenfrenados.

El rey demostró ser pequeño y Catalina, grande. Ella respondió fiel a su compromiso matrimonial. Por ello también le llegó, implacable, la persecución. Perdió todos sus privilegios y derechos. Le prohibieron visitar a su hija, la princesa María, a quien el rey desheredó, y fue obligada a recluirse en un castillo en ruinas, lejos de la corte. Sus únicas salidas eran a misa. Catalina pudo haber dejado Inglaterra y regresado a España para vivir tranquilamente con sus padres en el palacio real. Lo único que tenía que hacer para su liberación era una carta donde declarara que su matrimonio con Enrique VIII era inválido y que la reina de Inglaterra era Ana Bolena.

Pero Catalina nunca escribió esa carta, y siempre se refirió a Enrique como ‘mi marido’. Murió en la pobreza y en la soledad, pero jamás renunció a la realidad y la santidad de su vocación como esposa. Profundamente enamorada de su esposo, fue condenada por éste a décadas de celibato en medio de su estado matrimonial. Abandonada por su salaz consorte, ella nunca abandonó a Dios haciendo continuos ayunos y oraciones.

Antes de morir en 1535, Catalina de Aragón –la reina más grandiosa y buena que Inglaterra ha tenido– escribió una carta a su marido en la que decía: “Por mi parte, te lo perdono todo, y rezo a Dios para que te perdone también. Por lo demás te encomiendo a nuestra hija María, suplicándote que seas un buen padre para ella, como siempre he deseado. Finalmente, hago este juramento: que mis ojos te desean por encima de todas las cosas. Adiós”.

Una sexualidad descontrolada suele precipitar a las personas y a sociedades enteras a abismos de oscuridad, muerte y amargura. Hoy que el mundo exalta la lujuria y se burla de la castidad, quienes queremos ver a Dios hemos de caminar contracorriente, en fatigoso ascenso, hacia las regiones más altas y transparentes de la gran montaña, cuya cumbre habitan, alegres, los limpios de corazón.











El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...