viernes, 27 de enero de 2017

Meditación no. 7 contra los pecados de carne

Divinización
(Rosemary Scott)

(Dios) nos ha concedido las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. (1Pe 1,4)


Oración
: Que podamos tener parte en la divinidad de Cristo, quien se humilló a sí mismo para compartir nuestra condición humana.

Las palabras secretas del sacerdote en el Ofertorio de la Misa expresan la asombrosa verdad de que Dios hace a sus hijos en Cristo “partícipes de su naturaleza divina”, por su gracia. Los Padres de la Iglesia llaman “divinización” a este maravilloso regalo de Dios.

Considera la inmensa bondad de Dios. Él nos ama infinitamente, y nos creó de la nada para compartirnos su misma vida. Así pues, habiendo sido creada nuestra naturaleza humana como infinitamente inferior a la naturaleza divina, el Verbo Eterno la asumió para participarnos de su misma naturaleza. Como escribió san Atanasio: “Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera convertirse en Dios”.

Nosotros no somos Dios, ni podemos serlos por nuestra naturaleza. Sin embargo podemos, por la gracia, participar en su Vida, y en cierto sentido “convertirnos en Dios” por participación. Nuestro Señor quiere exaltarnos con su gracia, llenarnos con su Luz, su Vida, su Gloria y su Amor, y darnos la Visión Beatífica, es decir, la recepción inmediata de la Naturaleza Divina.

Los Santos Padres de la Iglesia comparaban la divinización a lo que sucede con el metal cuando es introducido en los altos hornos. Mientras está permeado por el calor, el metal adquiere el color y el calor del fuego. Así también, la criatura divinizada está permeada de Dios e irradia su Gloria, asemejándose en su condición de criatura lo más posible a Dios. Y sin embargo sigue siendo una criatura, esencialmente distinta del Creador, tanto en naturaleza como en persona.

(1Jn 3,1). ¡Qué regalo tan increíble! Qué felicidad eterna y qué dicha nos espera en el mundo venidero, algo que sobrepasa nuestra imaginación. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, pero que Dios ha preparado para aquellos que le aman (1Cor 2,9).

“Hermosuras como las que hay en el paraíso, el ojo nunca las ha visto; armonías como las del paraíso, el oído jamás las ha escuchado; ni tampoco al corazón humano le ha sido dado comprender las alegrías que Dios tiene preparadas para los que le aman. Hermosa es la vista de un paisaje adornado con colinas, llanuras, bosques y playas. Preciosa es la vista de un jardín abundante de frutos, flores y manantiales. ¡Oh, es mucho más hermoso el paraíso! (San Alfonso María de Ligorio)

Sin embargo san Pedro escribe que sólo podemos tener parte en la naturaleza divina después de “haber escapado de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia”. El pecado de lujuria puede robarnos nuestra parte en la vida íntima de Dios, de la dicha eterna, de nuestra salvación personal. La Virgen, en sus apariciones en Fátima, dijo que más almas van al Infierno por los pecados de la carne que por cualquier otra clase de pecado. Si consideramos la prevalencia de tales pecados, lo que dijo la Virgen es muy probable que así sea.

La culminación de la divinización es contemplar a Dios cara a cara en la Visión Beatífica. Sin embargo, como hemos visto, sólo los limpios de corazón pueden ver a Dios, sólo el hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor. La Biblia nos asegura que aquellos que incurren en actos contra la castidad serán excluidos de la Nueva Jerusalén (Ap 22,15).

¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios (1Cor 6,9-10).

Considera el horror de la impureza, que hace incapaz a una criatura de tomar parte de la naturaleza divina y la reduce a ser un alma perdida, ¡separada eternamente de nuestro Señor en el Infierno! Cuando cometemos pecados contra la castidad, impedimos al plan de Dios de divinizarnos, y ponernos en serio riesgo nuestras almas. ¡La lujuria es un pecado odioso y abominable! Que Dios nos conceda la gracia de despreciar este vicio con todo nuestro corazón y nuestra alma.

Una persona envuelta en pecados de la carne necesita desesperadamente la gracia de Jesucristo para superar su situación y decidirse a ser santa, como Él es santo. Jesús en verdad te ama; no importa qué tan gravemente has ensuciado tu corazón, tu mente y tu alma con el pecado. El te sigue amando infinitamente. No pierdas la esperanza en su Divino Amor y Misericordia. Él quiere liberarte de las cadenas de este vicio, y lo puede hacer si tú se lo pides y dejas a Él que te ayude.

Abandonar un pecado habitual será un cambio; podrías dejar ciertas cosas que han sido parte de tu vida durante mucho tiempo. Esto puede ser desalentador en un principio. Sin embargo lo que tengas que hacer para salir de este vicio no se puede comparar con los beneficios de la pureza de corazón: una conciencia limpia y tranquila, una cercanía a Dios y, al final de todo, la divinización. No te concentres en lo que tienes que dejar atrás. En cambio, piensa en lo que ganarás cuando cambies esos fugaces placeres del pecado por la verdadera alegría de la presencia de Dios en tu alma, y por el éxtasis eterno de la Visión Beatífica en el Cielo. Estos son los verdaderos deleites espirituales para un Cristiano: Me enseñarás el camino de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre (Sal 16,11).

Propósito: Agradece a Dios por su gran regalo de la divinización, y piensa en ello con frecuencia. Pide su gracia para apreciar este don y pide nunca perder este derecho por el pecado. Decídete a superar tus habituales pecados contra la pureza con la ayuda de su gracia, y hallar tu deleite en Jesucristo, y no en el pecado. Continúa acercándote a Jesús y a María con los propósitos anteriores.

San Atanasio de Alejandría, ruega por nosotros.

Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________

Trigo y Cizaña

Norteamericanos divididos
Con la llegada, el viernes 20 de enero, de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la Marcha de las mujeres al siguiente día, se vio la profunda división que padece la sociedad norteamericana.

Por una parte están quienes quieren recuperar el sueño americano de progresar económicamente, salir de la pobreza y dejar a sus hijos una mejor situación económica; son personas que no necesariamente odian a los inmigrantes pero desconfían de ellos, especialmente por los actos de ciertos grupos terroristas. Son personas profundamente religiosas que defienden la libertad religiosa como uno de los pilares fundacionales de su nación, personas con una fuerte defensa de la familia natural y que no se sienten representadas por la agenda liberal del partido demócrata. Fueron ellos quienes votaron por Trump y lo ovacionaron el día de la inauguración de su mandato.

En las antípodas están los grupos que defienden los derechos de las minorías, los grupos a favor de los migrantes, la liga LGBT, el feminismo radical que reclama el aborto legal y la ideología de género. Ellos promueven la conformación de la sociedad en una pluralidad de formas de familia, y no sólo la integrada por un hombre y una mujer. Piden el derecho a la educación y a la asistencia sanitaria, apoyan una economía mixta que combata los extremos de riqueza y pobreza que produce el capitalismo desenfrenado. Creen que todos los ciudadanos tienen el derecho a ver cubiertas sus necesidades básicas y defienden la protección al medio ambiente. Son quienes se sienten representados por el Partido Demócrata y apoyaron la Marcha de las Mujeres en Washington.

Los católicos norteamericanos también están divididos, pues se identifican con uno o el otro grupo. Sin embargo quienes han recibido el bautismo no deben poner su identidad partidista por encima de su identidad más profunda, que es su ser cristiano. No se puede ser tan ciego que, por defender a un partido, se termine aplaudiendo absolutamente todo lo que una ideología política propone. Decir ‘soy demócrata’ o ‘soy republicano’ antes de decir ‘soy cristiano’ es caer en idolatría.

Inquietante película
El tráiler oficial de la película ‘Silence’, de Martin Scorsese, da la impresión de que es una historia sobre los misioneros en Japón que valientemente sufrieron el martirio por profesar su fe católica. La Iglesia celebra en su liturgia a aquellos mártires del Japón del siglo XVI y XVII; conocemos las historias reales de san Pablo Miki y sus compañeros mártires, entre ellos san Felipe de Jesús, que soportaron admirablemente el martirio de tomó proporciones de crueldad inaudita.

Pero ‘Silence’ no es una película que narra aquellas gloriosas historias de martirio en la historia de la Iglesia en Japón. La película es inquietante porque no se trata de mártires cristianos, sino de cristianos que evitan el martirio. Se trata de una novela de Shusaku Endo que presenta a dos jesuitas portugueses que viajan a Japón para buscar al padre Ferreira, de quien se rumora que ha apostatado públicamente. Es una película que explora el silencio de Dios en medio del sufrimiento extremo.

Los católicos del filme viven una dramática situación: defender su fe de manera pública los hará enfrentarse a muertes terribles con métodos y formas de tortura increíbles, o bien deberán pisotear a Cristo para escapar de tales suplicios. ‘Silencio’ se centra en la apostasía como medio para evitar el sufrimiento.

En ámbito católico ‘Silencio’ ha suscitado críticas favorables y otras no favorables. Quienes la defienden, como el intelectual católico Juan Manuel de Prada, argumentan que no se trata de una vivencia cómoda de la fe, sino de una dolorosa renuncia a propagar de manera pública el Evangelio, a cambio de evitar el exterminio de muchos hermanos. Ya san Agustín hablaba de ello diciendo: “Dios no quiere que rehuyamos el martirio; pero mucho menos quiere que nos arrojemos al martirio insensatamente, o que nuestra insensatez arroje al martirio a nuestros hermanos”.

Por otra parte ha habido críticos duros a ‘Silence’ como el obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla, quien afirma que la película “le decepcionó” porque no es fiel al martirio que aconteció en aquel tiempo. “Los padres jesuitas, ellos por delante, dieron un testimonio de fidelidad en medio de aquella prueba martirial y, desde luego, la apostasía en ningún momento fue la que allí primó”, afirmó. Y dijo que la escena en la que el mismo Jesucristo pide al sacerdote que apostate y pise su imagen, es un absurdo. “El martirio –explica– es una gracia para que no caigamos en el pecado de apostasía”.

La película no se recomienda a personas de una fe frágil o inmadura, como un recién converso, por ejemplo, sino para aquellos cinéfilos firmes en su fe católica.

sábado, 21 de enero de 2017

Misterios del reino del espíritu: Santos muy perfumados


Mayores cosas has de ver (Jn 1,50)

Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos (Ap 5,8)

En el principio de la era cristiana, los perfumes fueron introducidos como elementos para el culto a Dios. Los Magos ofrecieron al niño Jesús mirra e incienso. También recordamos en el evangelio de san Juan que María Magdalena tomó una libra de perfume de nardo muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús; luego los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó con la fragancia de aquel perfume (Jn 12,3).

El aroma dulce de los perfumes está asociado, a nivel espiritual, con las virtudes, la bondad y la santidad. No es motivo de sorpresa que, uno de los fenómenos que se mencionan con más frecuencia en las vidas de los santos, es el que éstos despidieron de sus cuerpos una fragancia suave durante sus vidas, y aún después de la muerte.

San Policarpo (+155)

En tiempos de los primeros siglos de la Iglesia, el olor de santidad fue verificado por aquellos que lo percibieron. Fue grabado en una carta famosa de los cristianos de Esmirna, quienes describen el martirio de su Obispo, san Policarpo. En ella se Cuenta que cuando ofreció el “Amén” y terminó su oración, aquellos hombres encendieron el fuego. Pero las llamas formaron una pared alrededor del cuerpo del mártir. Parecía que su carne no se quemaba, sino que era como oro o plata que se refinaba en el horno. Ellos percibieron el olor de una fragancia, como si hubieran quemado incienso o alguna otra especie preciosa. Y viendo los verdugos que el cuerpo de Policarpo no se quemaba, lo mataron con una daga. Ningún crítico hoy duda de la autenticidad de esta carta. Fue, sin duda, escrita por testigos oculares.

San Benito (+543)

Algunos siglos después, el olor de santidad era tan fuerte en el cuerpo de san Benito, que penetraba la ropa a tal grado de que en ella sola continuaba la fragancia. Uno de sus biógrafos escribe que la túnica del santo despedía un perfume más dulce que todas las fragancias de la India, probando así que el cuerpo humano puede tener su propio buen olor. Puede verse fácilmente que la Omnipotencia divina se digna visitar a tal hombre, cuando nosotros mismos nos deleitamos en su presencia.

Santa María de Oignies (+1213)

Ella nació en Bélgica y fue contemporánea de san Francisco y santo Domingo. Cuando tenía 14 años se casó en contra de su voluntad. Con el consentimiento de su marido vivieron los dos en perfecta continencia. Los dos esposos se dedicaron a cuidar leprosos en su hogar. Atraído por sus virtudes y dones espirituales, Jacques de Vitry se acercó a ella, y más tarde se hizo sacerdote. Luego fue electo Cardenal. En su biografía sobre la santa, de Vitry dice: “cuando el frío eran tan intenso que convertía el agua en hielo, ella estaba tan cálida que hasta a veces sudaba, y sus ropas despedían la fragancia dulce de un perfume. A veces su ropa olía a incienso, mientras que sus oraciones ascendían del turiferario de su corazón”.

Apuntes para la vida espiritual

Muchas personas piensan que lo más importante de la vida cristiana es hacer muchas obras exteriores. Lorenzo Scúpoli, en su obra “El combate espiritual” afirma que dedicarse totalmente a obras exteriores puede hacer más daño que bien para el espíritu. No porque esas obras no sean buenas, sino porque lo más esencial e importante es reformar los propios pensamientos, sentimientos y actitudes. Y advierte que los enemigos de la salvación tratan de persuadirnos de que, dedicándonos a muchas acciones exteriores, con eso nos estamos ganando el cielo. Pero es una trampa. Lo más importante –insiste- es dedicar tiempo precioso para amar a Dios, para adorarlo, para pensar en sus perfecciones, darle gracias y pedirle perdón por nuestros pecados.

El grado de avance en la vida espiritual se mide por los cambios que ha tenido nuestra conducta y nuestras costumbres. Porque, si a pesar de tantas obras y proyectos, seguimos deseando que siempre nos prefieran a los demás; si nos seguimos mostrando rebeldes y caprichosos; si no aceptamos el parecer de los demás; si cuando alguien nos hiere estallamos en ira e indignación; si en vez de observar nuestras miserias nos dedicamos a observar las de los demás; si cuando llega la enfermedad explotamos en protestas… eso quiere decir que el grado de santidad es muy bajo todavía. La perfección no consiste, pues, en dedicarnos a muchas obras exteriores. San Pablo lo dice: “Aunque yo haga las obras más maravillosas del mundo, si no tengo amor a Dios y al prójimo, nada soy” (1Cor 13).

Meditación no. 6 contra los pecados de la carne

Dichosos los limpios de corazón
(Rosemary Scott)


¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Quién podrá estar en su recinto santo? El hombre de manos limpias y puro corazón
(Sal 24,3-4)

Oración: Purifica nuestros deseos y nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, Oh Señor, a fin de que podamos servirte con cuerpo casto, y con un corazón limpio que te sea agradable.

El Papa san Gregorio Magno escribió sobre las “siete hijas de la lujuria”. Con ello quería significar los siete efectos destructivos que la lujuria provoca en nuestra inteligencia y en nuestra voluntad. La primera de estas “hijas” es la ceguera mental, seguida de desconsideración, inconstancia, precipitación, amor desordenado a sí mismo, odio a Dios y amor desordenado al mundo (con odio o desesperación de un mundo futuro). Si somos honestos con nosotros mismos, podremos reconocer algunas de estas “hijas” que están presentes en nuestras vidas. Esta meditación se concentrará en la primera de estas “hijas”: la ceguera mental.

La impureza ciega tanto nuestra mente que no podemos ver lo que es bueno, ni tener gusto por las cosas espirituales. De manera particular, nos ciega al mayor de los bienes, que es nuestro Creador. San Alfonso María de Ligorio escribió: “Cuando un cuervo encuentra un cadáver, lo primero que hace es sacarle los ojos; y la primer herida que la lujuria hace al alma es quitarle la luz de las cosas de Dios”. Con el tiempo, los pecados habituales de la carne nos dejarán ciegos espiritualmente, incapacitando nuestras almas para las cosas del cielo y nos alienarán de nuestro Señor.

Quizá tú has estado experimentando últimamente una “sequedad” espiritual en tu vida interior. ¿Te has preguntado por qué? Puede tener muchas causas, y los pecados de la carne pueden ser una de ellas. Jesús quiso decirlo cuando dijo: “Dichosos los limpios de corazón porque verán a Dios” (Mt 5,8). La impureza no permite contemplar el rostro del Señor. Si tú deseas una vida espiritual más profunda, date cuenta de que no puedes involucrarte en pecados de la carne. Sin limpieza de corazón no puedes esperar “ver a Dios”, es decir, no puedes tener una relación cercana con Él en la tierra y ser feliz con Él eternamente en el Cielo.

Para estar en la presencia de nuestro Señor, tenemos que tener las manos sin pecado y un corazón limpio. Por eso Santiago apóstol advertía a los cristianos en su carta: Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores, las manos; limpiad los corazones, hombres irresolutos (St 4,8). “Manos” se refiere a las acciones exteriores, mientras que “corazones” hace referencia a los pensamientos internos y las intenciones. Ambos tienen que estar limpios ante nuestro Señor; si nos limpiamos por dentro, nuestros actos también serán puros (Mt 23,25-26).

Un corazón limpio no sólo nos permite acercarnos a Dios, sino que también tiene otros beneficios maravillosos. Por ejemplo, puede restaurar en ti la alegría de vivir, la cual tiende a quedar destruida por la impureza:

La “libertad”, tan exaltada por el movimiento hippie, se encuentra solamente en los que son limpios de corazón. Los limpios de corazón son libres. Ellos viven realmente en tres dimensiones.

El placer es una dimensión, en el plano de lo físico. Los limpios de corazón son capaces de vivir intensamente en todos los planos, con una plena conciencia del mundo, de la música, de las flores, de los niños, amigos, y de toda la vida sobrenatural. Aquellos de corazón sucio se van volviendo cada vez más ciegos para percibir las dimensiones del amor y la belleza.

Un corazón limpio nos libera de los problemas del sexo, y lo hace como dándonos un par de alas gigantes, alas invisibles para quienes nos rodean, pero que nos permiten elevarnos en el cielo de la libertad como una gran águila en vuelo, aterrizando como queramos, eligiendo los aires que queramos respirar, los escenarios que queramos contemplar, el lugar donde queramos anidar. Un corazón limpio es la llave para entrar en la libertad de los hijos de Dios.

¿Esto implica que, habiendo logrado la limpieza de corazón, estemos exentos de todo peligro, y seamos libres para volar a cualquier lugar, por ejemplo hacia zonas de tentaciones sexuales como son ciertos libros, música, espectáculos, radio, cine o televisión? ¡Nunca! Nuestro Señor, que advirtió a los apóstoles diciéndoles “Oren y velen sin cesar para no caer en tentación”, jamás recomendaría una imprudente aventura a nosotros, que somos almas pequeñas.

Por el contrario, la limpieza de corazón actúa como una luz a nuestra conciencia, como un fuerte impulso hacia el bien, y como un camino directo hacia la alegre libertad en Dios. Es la limpieza la que nos advierte dónde se necesita andar con cuidado, la que nos motiva cuando el miedo nos paraliza, la que nos protege con un escudo de luz cuando, en la inocencia, vagamos entre el humo y entre los peligros inmediatos de la concupiscencia.

Un corazón limpio es prudente. Si no lo fuera, ¿cómo podría estar limpio? Un corazón limpio no se confunde en dudas. Es libre. Y curiosamente, con esa libertad viene una felicidad general que el sexo promete, pero que es incapaz de cumplir.

¿Cómo, pues, una persona se convierte en limpio de corazón? Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá (Mt 7,7). Después de haber cometido adulterio con Betsabé, el rey David oró pidiendo la pureza de corazón: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme (Sal 51[50],10). Haz de la oración de David tu propia oración, y utilízala especialmente cuando te veas tentado con pensamientos impuros. Pide fervientemente y con perseverancia la gracia de la castidad y la pureza de corazón, y tu Padre Celestial te ayudará a lograrla.

Esto puede tomar algún tiempo, pero tú puedes, con la gracia divina, recuperar un corazón limpio. No importa cuán sucio y obsceno se haya vuelto tu corazón, no importa el tiempo en que haya estado manchado. Nuestro Señor puede crear en ti un corazón limpio. Si sigues los propósitos después de cada una de estas meditaciones, también te permitirá lograr la limpieza de corazón.

Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos? (Jer 4,14).

Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro (2Tim 2,22).

Quitando las distorsiones de la lujuria, un corazón limpio te ayudará a valorar tu sexualidad y a vivir en paz con ella. Comenzarás a verla como un amiga, y no como una enemiga; como una bendición y no como una maldición. Pide en tu oración la gracia de apreciar la virtud de la castidad, la gracia de querer ser casto según tu estado de vida, y pide desear hacer la voluntad de Dios en esta cuestión. Agradece a Dios por tu sexualidad y date cuenta de que es una bendición que Dios nos dio para ser usada solamente en el matrimonio. Pide al Señor diariamente que te ayude a querer utilizarla sólo de acuerdo a su voluntad.

Propósito: Memoriza la oración del rey David al pedir un corazón limpio, y hazla una sincera oración a nuestro Señor cada vez que sientas una tentación contra la castidad. Que esta aspiración sea una súplica desde lo más profundo de tu corazón. Memoriza también el pasaje breve de la Escritura que está al inicio de esta meditación (Sal 23,3-4), y Mateo 5,8. Utiliza todos estos versículos como parte de tu oración y meditación, para acercarte a Jesús. Utilizar devotamente la Sagrada Escritura ayuda a limpiar el corazón y la mente de toda impureza. Continúa con tus propósitos anteriores.

Papa San Gregorio Magno, ruega por nosotros.


Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________

jueves, 19 de enero de 2017

Donald Trump y su Torre de Babel

Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, está obsesionado con la grandeza. Es un ególatra del gigantismo. Lo dijo en un discurso de su campaña: “Vamos a ganar en cada nivel. Vamos a ganar tanto que ustedes me van a suplicar. Van a decir, ‘señor presidente, estamos tan cansados de ganar que no podemos soportarlo más. Por favor, ya no gane más. Señor presidente, por favor, tenga una o dos pérdidas’. Y yo diré: ‘no, no lo haré porque vamos a hacer a América nuevamente tan grande, mejor y más fuerte que nunca’.

El muro de tres mil kilómetros que prometió construir en la frontera con México, como no puede hacerlo más largo que los 21 mil kilómetros que mide la Gran Muralla China, había prometido que sería un pie más alto que aquella. Y cuando Vicente Fox le dijo que México nunca pagaría por el muro, Trump, en un ataque de ira anunció que el muro sería ahora diez pies más alto.

Para Trump todo debe ser monumental. Hablando del mundo militar, Trump dijo: “Vamos a hacer que nuestros militares sean tan grandes, tan fuertes y tan poderosos que nunca tendremos que utilizarlos”. Propuso construir un gran salón de 100 millones de dólares en la Casa Blanca para recibir a los visitantes VIP. En años pasados Trump se dedicó a la construcción y compra de rascacielos tratando siempre de que fueran los más altos del mundo, como el de 150 pisos que quiso construir en Nueva York.

¿Estamos ante un presidente que pretende ser la reencarnación de César Augusto? ¿Vuelven a revivirse los sueños utópicos de Musolini, Hitler y Stalin, pero ahora en la versión norteamericana? No sólo los líderes de las naciones están inquietos por la llegada de este presidente a la Casa Blanca que, con aires de soberbia y vanagloria, amenaza con desestabilizar el mundo. También muchos inmigrantes han empezado a vivir en la angustia por su futuro incierto. Y aunque el mismo Trump anuncia una época de gloria y poderío, muchos presienten el inicio de años de represión e incertidumbre.

La Palabra de Dios por boca de Isaías nos dice hoy: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció”. Nunca en la historia de la humanidad apareció una luz tan grande como con la llegada del Mesías a la tierra. Su venida encendió en el mundo un fulgor que nadie jamás podrá apagar. ¡Qué diferencia tan abismal entre el liderazgo del presidente de los Estados Unidos de América y el de Jesús de Nazaret! El orgullo, la arrogancia y la avaricia extrema de uno contra la humildad, la mansedumbre y el amor hasta dar la vida del otro.

Ante esa gran torre de Babel que quiere construir Donald Trump en Estados Unidos para hacer llegar a su país a la cima del cielo, Jesús señaló que el camino para llegar a ser grandes, como personas y como pueblos, es la humildad, el respeto y la apertura a los demás, lo que el papa Francisco llama ‘la cultura del encuentro’. Nuestro Señor nos mostró que sus preferidos eran los pequeños y los pobres, e hizo ver que mientras que los jefes de las naciones tiranizan a sus pueblos, no debía de ser así entre nosotros, sino al contrario: “el que quiera ser grande –dijo– que se haga servidor de ustedes” (Mt 20,26).

En muchos sentidos Estados Unidos es un país grandioso y su gran riqueza ha sido la inmigración. A semejanza de Pentecostés, en donde medos, partos, griegos y elamitas se unificaron en una sola Iglesia gracias a la acción del Espíritu Santo, los norteamericanos han construido una unidad nacional con la riqueza de los ingleses, irlandeses, italianos, franceses, mexicanos, puertorriqueños, cubanos, africanos, orientales, indios y otras culturas más. Por eso construir un muro fronterizo, expulsar a 11 millones de inmigrantes y prohibir a los musulmanes entrar en el país, son medidas que reflejan una visión distorsionada de la inmigración donde prevalece el miedo al que es diferente. Lo dijo el papa en una frase muy dura: “Una persona que piensa sólo en construir muros –donde sea que fuera– y no en construir puentes, no es un cristiano”.

Son tiempos inciertos para el mundo, ciertamente. Pero también son tiempos Dios y de oración. Como católicos hemos de orar continuamente por quienes rigen las naciones, y hemos de pedir al Señor en especial por el presidente norteamericano Donald Trump. El odio hacia él de muchas personas que lo rechazan solamente endurecerá más el corazón del presidente magnate. Pedir, en cambio, al Espíritu Santo que llene su alma de amor divino, es el camino correcto para que Trump aprenda a ser humilde, comprensivo, justo, compasivo, generoso, sensato, se ponga en los pies de los demás y busque no sólo el bien de su nación sino el progreso de todos los pueblos. Entonces sí que Estados Unidos será grande.

miércoles, 18 de enero de 2017

Comer la fruta con el estómago vacío

Los pacientes con cáncer no deberían morir. El Dr. Stephen Mark trata a sus pacientes con cáncer y enfermos terminales de una manera "no-ortodoxa" y muchos de sus pacientes(92%) se recuperaron. Antes de utilizar la radioterapia o quimioterapia para curar las enfermedades de sus pacientes, él cree en la curación natural, ya que el cuerpo, naturalmente lucha contra las enfermedades. Él dice: "Es ésta una de las mejores estrategias para curar el cáncer... mi tasa de éxito en curar el cáncer es de aproximadamente 88%." "Los pacientes con cáncer no deberían morir".

La cura para el cáncer ya se encuentra a la mano, está en el modo de como comemos frutas". Lo creas o no. "Lo siento por los cientos de pacientes con cáncer que mueren bajo los tratamientos convencionales."

Comiendo frutas
Todos pensamos que comer frutas significa sólo comprarlas o cortarlas y ponerlas en nuestras bocas. No es tan fácil como usted piensa. Es importante saber cómo y cuando comer las frutas. Significa no comer frutas después de las comidas. Las frutas deben de ser comidas con el estómago vacío.

Si usted come frutas con el estómago vacío desempeñará un papel importante para desintoxicar su sistema digestivo. Le suministra una gran cantidad de energía para la pérdida de peso y otras actividades de la vida.

Digamos que usted come dos rebanadas de pan y luego una fruta. La fruta está lista para ir directamente a través del estómago a los intestinos, pero no lo puede hacer debido a que comió el pan antes de la fruta. Si come harina junto con la fruta, ésta, se pudre, se fermenta y se convierte en ácido. En el momento que la fruta entra en contacto con la comida, los jugos estomacales y digestivos; toda la masa de alimento comienza a echarse a perder. Así que, por favor coma sus frutas con el estómago vacío o antes de las comidas.

Has oído a las personas quejándose: "Cada vez que como sandía mi estómago se hincha", "cuando como un plátano corro al baño", etc. En realidad todo esto no sucederá si usted come la fruta con el estómago vacío. La fruta se mezcla con la putrefacción de otros alimentos y produce gas y por lo tanto se va a hinchar. Las canas, la pérdida de cabello, calvicie, arrebatos nerviosos y círculos oscuros bajo los ojos, todo esto no sucede si usted toma las frutas con el estómago vacío.

Algunas frutas, como la naranja y el limón son ácidas, pero todas las frutas se vuelven alcalinas en nuestro cuerpo, de acuerdo con el Dr. Herbert Shelton quien realizó una investigación sobre este asunto.

Si usted ha dominado la forma correcta de comer frutas, usted tiene el secreto de la belleza, la longevidad, la salud, la energía, la felicidad y el peso normal.

Cuando es necesario beber jugo de frutas, beba solamente jugo de fruta fresca, no de las latas, envases o botellas guardadas quién sabe cuanto tiempo. Diga no a las bebidas de jugo que se ha calentado.

No coma frutas cocidas, porque no obtiene ningún nutriente en absoluto, sólo se tiene su sabor. Cocinarlas Destruye todas las vitaminas. Comer una fruta entera es mejor que beber el jugo.
Si usted las come, hagalo bocado a bocado, lentamente, porque hay que dejar que se mezcle con la saliva antes de tragarlo.

Usted puede ayunar con frutas tres días para limpiar o desintoxicar su cuerpo. Sólo comiendo frutas y bebiendo jugo de fruta fresca a lo largo de los 3 días. Usted se sorprenderá cuando sus amigos le digan: 'te ves radiante!'

El kiwi: pequeño pero poderoso. Es una buena fuente de potasio, magnesio, vitamina E y fibra. Su contenido de vitamina C, es el doble de la de una naranja.

La manzana ¿Una manzana al día mantiene alejado al médico? A pesar de que una manzana tiene un bajo contenido en vitamina C, tiene antioxidantes y flavonoides, que aumenta la actividad de la vitamina C, ayudando así, a reducir los riesgos de cáncer de colon, infarto al corazón y derrame cerebrovascular.

Las fresas son fruto de protección. Las fresas tienen el más alto poder antioxidante entre todas las principales frutas y protegen el cuerpo contra el cáncer, que causa la obstrucción de vasos sanguíneos y radicales libres.

La naranja es la medicina más dulce. Tomar de 2 a 4 naranjas al día, puede ayudar a mantener los resfriados bajo control, bajar el colesterol, prevenir y disolver los cálculos renales, así como disminuir el riesgo de cáncer de colon.

La sandía es la mas fresca manera de eliminar la sed. No sólo está compuesta por 92% de agua, sino que también está rebosante de una dosis gigante de glutatión, que ayuda a reforzar nuestra sistema inmunológico. También es una fuente importante de licopeno, el oxidante que ayuda a matar las células de cáncer. Otros nutrientes importantes que se encuentran en la sandía, son la vitamina C y el potasio.

La guayaba y la papaya son principales premios por su vitamina C. Son los ganadores claros por su alto contenido de vitamina C. La guayaba es también rica en fibra, que ayuda a prevenir la constipación. La papaya es rica en caroteno; esto es bueno para sus ojos.

Beber agua fría o bebidas frias después de una comida = cáncer. ¿Puedes creer esto? Para aquellos que les gusta beber agua fría o bebidas frías, esta información es aplicable para usted:¿Es bueno tomar una taza de agua fría o bebidas frías después de una comida?

El agua fría o bebidas frías solidifica los alimentos grasoso que usted acaba de comer. Hará más lenta la digestión. Una vez que este 'lodo' reacciona con el ácido del estómago, se descompone y es absorbido por el intestino más rápido que la comida sólida. Se alienará el intestino muy pronto, esto se volverá en grasa y nos llevara al cáncer. Es mejor tomar una sopa caliente, te o agua tibia después de una comida. Vamos a tener cuidado y ser conscientes. Cuanto más conozcamos, tendremos mayor oportunidad de sobrevivir.

sábado, 14 de enero de 2017

Meditación no. 5 contra los pecados de la carne

El Sacramento de la Penitencia
(Rosemarie Scott)


Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. (Ef 5,8-14).

Oración: Dios mío, me arrepiento de haberte ofendido, porque te amo.

Los pecados contra la pureza son cometidos con frecuencia en secreto, especialmente entre los devotos católicos que no quieren que otros sepan acerca de sus luchas en esta área. Estos pecados son cometidos en la oscuridad. Por supuesto, la oscuridad y el secreto nunca pueden ocultar nuestros pecados a Dios: Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta (Heb 4,13). Los pecados de la carne todavía están, con frecuencia, ocultos a la vista de otras personas: Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas (Jn 3,20). El texto arriba citado de san Pablo a los Efesios habla de estos pecados como “obras de las tinieblas”, las cuales son hechas “en secreto”. Y el remedio para tales pecados, según san Pablo, es exponerlas a la Luz.

Entonces, ¿cómo exponemos nuestros pecados secretos en la Luz de nuestro Señor? Confesándolos, especialmente en el Sacramento de la Penitencia.

Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1Jn 1,5-9).

El mero acto de decir a alguien más tus pecados, ayuda a romper el poder que tienen sobre ti. Quizá tu has hallado algún amigo en quien apoyarte diariamente mientras estás haciendo estas meditaciones, como se dijo en la Introducción. Un director espiritual o un consejero psicológico puede servir también para este propósito. Sin embargo el Sacramento de la Reconciliación también proporciona la absolución y gracias poderosas que vienen de Dios, que ayudan y fortalecen a tu alma contra el pecado. La Confesión, entonces, combina ambas cosas, la admisión del pecado secreto ante otra persona, y las gracias del Sacramento; es un “doble golpe” que debilita el poder del pecado y disminuye su influencia en nuestras vidas. San Francisco de Sales escribe:

Un gran remedio contra toda forma de tentación, grande o pequeña, es abrir el corazón y poner sus insinuaciones, gustos y aversiones a tu director; porque, como puedes observar, la primera condición que el Maligno hace en un alma, cuando quiere seducirla, es el silencio…

Empecemos entonces por romper el secreto y el silencio de nuestras vidas pecaminosas exponiendo nuestros pecados oscuros y tentaciones a la luz del Sacramento de la Penitencia. Aprovechemos lo que Jesús llamó el “Tribunal de la Misericordia” en sus apariciones a santa Faustina Kowalska. Su corazón misericordioso siempre está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos con su preciosísima Sangre. Si nuestros pecados son como escarlata, Él nos dejará blancos como la nieve.

Pasos para hacer una buena Confesión:

1. Examina tu conciencia: pidiendo a Dios que te ayude para recordar todos los pecados que has cometido desde tu última confesión. Sé profundo y minucioso como sea posible, cubriendo todos los pecados contra la pureza en pensamienteo, palabra y obra, además de los pecados de omisión en hacer el bien. Utiliza alguna guía para el Sacramento de la Reconciliación (se recomienda la de este programa, que contiene un minucioso examen de conciencia enfocado a los pecados de la carne).

2. Arrepiéntete sinceramente: de todos tus pecados. Contempla el Crucifijo o medita la Pasión de Cristo, o el Viacrucis, o los misterios dolorosos del Rosario, etc. Y considera lo que tus pecado san hecho a nuestro Amado Señor.

3. Decídete a enmendar tu vida y no volver a pecar otra vez. Si parece muy difícil, pide a Dios que te conceda su gracia. Podrás quizá percibir que tienes un apego particular al pecado en tu corazón; esto es, una cierta afición, un sentimiento de comodidad o atadura emocional a un pecado, que hace que quieras seguir pecando. Si es así, pide a Dios que te ayude a romper todo apego al pecado.

4. Ve a la Confesión tan pronto como sea posible. Di al sacerdote todos tus pecados mortales y qué tan frecuentemente los has hecho. Exponlos a la Luz de Cristo, quien está ahí, actuando a través del sacerdote. No importa qué tan avergonzado estás de tus pecados contra la pureza, no tengas miedo en confesarlos. El sacerdote ya lo ha escuchado antes, y es muy probable que haya escuchado en confesión otros pecados mucho peores que los tuyos. No pienses que él se va quedar en shock; no lo hará, y de cualquier manera está ahí para aconsejarte y perdonarte. Nunca escondas pecados vergonzosos a él; porque si los dejas en la oscuridad ellos continuarán creciendo y persiguiéndote. Sácalos todos a la Luz.

5. No olvides cumplir la penitencia que el sacerdote te pide que hagas. Esto quitará de tu alma la pena temporal debida al pecado, y también reducirá cualquier sufrimiento futuro en el Purgatorio por estos pecados.

6. Pide a Dios todos los días la gracia de evitar todas las ocasiones de pecado. Las meditaciones 8 a 11 tratarán de ello.

7. Continúa yendo a la Confesión de manera frecuente. Esto es muy importante para aquellos que están luchando con pecados habituales contra la pureza. Recibe el Sacramento de la Penitencia cada semana si es posible, si no, cada dos semanas. Al menos acude una vez al mes. Pero es mejor que este tipo de pecado sea confesado con más frecuencia. Necesitas toda la gracia posible. Tu responsabilidad con el sacerdote es también una gran ayuda, así que procura acudir con el mismo confesor cada semana. No regreses a la oscuridad; mantén sacando todos tus pecados a la Luz. Es la manera en que los puedes debilitar y, al final, vencer.

Si aún, por la gracia de Dios, no cometes ningún pecado mortal de la carne durante una semana, acude de todas maneras a la Confesión. Aún si sólo confiesas pecados veniales, las gracias del Sacramento serán de gran ayuda para que evites el pecado la próxima semana. Aunque no estés espiritualmente muerto con el pecado mortal, los pecados veniales pueden ser muy insidiosos. Estos pueden debilitar tu alma hasta el punto de llevarte a cometer un pecado mortal. Así que confiésalos también.

Compromiso: Haz un Acto de Contrición perfecta ahora. Examina tu conciencia, ve a la Confesión tan pronto como sea posible y confiésate luego con regularidad. Si todavía no has encontrado a alguien que te acompañe en tu proceso todavía, encuentra a alguno tan pronto como sea posible. Continúa con sus compromisos previos.

Santa Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia, ruega por nosotros.

Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________


miércoles, 11 de enero de 2017

Economía del hogar y vicios capitales

En este inicio de año, los descalabros económicos, las deudas de las fiestas de diciembre y el aumento de precio de tantos productos pueden dificultar la economía familiar. Además, es a principios del año cuando debemos meter la mano al bolsillo para pagar el impuesto vehicular, el predial al municipio y dar el diezmo a la Iglesia, así como para cubrir otros gastos. Todos quisiéramos que el dinero rindiera un poco más, pero si queremos que esto suceda debemos trabajar la vida interior –con sus virtudes y vicios– para cambiar, quizá, algunas actitudes que no ayudan para tener una buena economía.

Desterrar la envidia: los gastos innecesarios pueden surgir cuando vivimos muy pendientes de lo que tienen los demás y que nosotros no tenemos. Es una fuente continua de sufrimientos. Cuando nos comparamos con otras personas y deseamos tener el coche que ellos tienen; cuando vivimos en una competencia social y no podemos quedarnos atrás en gastar en restaurantes, ropa, viajes o fiestas, es entonces cuando no sabemos ser felices con lo que Dios, en su Providencia, nos ha dado para vivir. Así fácilmente podemos terminar endeudados y con serios problemas económicos. Para salir de la envidia hay que practicar la caridad, es decir, el desear y hacer el bien al prójimo en todo momento. Dios nos va a bendecir.

Combatir la avaricia: tener la aspiración a prosperar económicamente es algo legítimo, incluso deseable. Sin embargo los bienes materiales se convierten en un peligro cuando el hombre, en vez de vivir confiado en la Providencia de Dios, hace de las riquezas la razón de su vida, perdiendo la fe y cayendo en la idolatría del dinero, en el cual se busca la seguridad que solamente Dios puede dar. De esta manera las personas pueden endeudarse, meterse en negocios riesgosos o, lo que es peor, en negocios ilícitos que fácilmente conducen a la perdición eterna. O bien, muchos viven en un estrés continuo por la carrera del dinero, descuidando lo más precioso que es la paz interior y la familia. Para salir de esta tentación es necesario practicar la pobreza interior, que consiste en tener una actitud humilde de esperar la salvación que viene de Dios y no de las riquezas mundanas. Pero además la práctica de dar con gusto de nuestros bienes a otras personas que lo necesiten; es lo que se llama generosidad.

Hacer la guerra a la lujuria: hoy el sexo se explota a través de la industria de la pornografía, los anticonceptivos y hasta el aborto. El 12 por ciento de los sitios de internet son pornográficos y se gastan un promedio de tres mil dólares por segundo a través de estos sitios. La lujuria lleva a muchas personas a gastar en prostitución y vicios lascivos. O bien hay muchas personas que tienen que mantener, durante muchos años, a sus amantes y a sus hijos nacidos fuera del matrimonio. Todo ello lleva a gastar grandes sumas de dinero y a afectar seriamente a la propia familia. Quien practica la virtud de la castidad vive su vida en la templanza y en la paz interior, y sabe encauzar sus energías sexuales hacia el verdadero amor en el matrimonio.

Cerrar la garganta a la gula: comer y beber todo tipo de comida y bebida, descuidando el aspecto de la nutrición, es origen de casi todas las enfermedades, consultas a los médicos, gastos en medicinas y cirugías. Según datos de la OMS, los mexicanos varones mayores de 15 años consumen un promedio de 18 litros de alcohol al año, y el 63 por ciento de la población que en el estudio se identificó como consumidora de alcohol, son adolescentes y jóvenes entre 12 y 24 años. ¿Y la droga? El kilo de cocaína cuesta alrededor de 100 mil pesos en México, o 100 pesos el gramo. El exceso de comida, el alcoholismo y el uso de drogas son síntomas de una enfermedad existencial profunda, que se manifiesta en la angustia por la ausencia de Dios. Si no controlamos la manera de comer y de beber con la virtud de la templanza, tendremos que pagar una cara factura.

Levantar la pereza: Muchas de las crisis económicas en las familias tienen su origen en la pereza, en no querer hacer el esfuerzo de adquirir una disciplina de trabajo duro. Por la pereza podemos causar daños muy serios a los demás, por ejemplo los padres que por pereza no proveen para sus hijos, trabajadores con un alto grado de ausentismo en sus trabajos, hijos que no quieren tomar una escoba para ayudar en sus casas o que se levantan a altas horas de la mañana; personas que, en vez de ahorrar, se juegan sus ingresos en los casinos y juegos de azar, creyendo que el dinero les caerá por golpe de suerte. La pereza y la mala administración del dinero son causa frecuente de ruina económica. Con razón san Pablo decía que “quien no trabaja, que tampoco coma” (2Tes 3,10).

Nada peor hay en esta vida que adquirir un vicio. Éstos, cuando se arraigan, son muy difíciles de desterrar y suelen traernos costosas consecuencias. Vivir el cristianismo combatiendo los vicios y conquistando virtudes es el camino hacia una vida ordenada, en la paz del corazón y, ¿por qué no?: con una economía más saludable.

Gasolinazo, XV años de Rubí y grandes aniversarios

El gasolinazo del 1 de enero le puso banderillas negras al pueblo de México. La frustración y la rabia por el aumento de casi 3 pesos al litro de gasolina, cuando el presidente Peña había prometido que no habría más gasolinazos, han desatado un enfado social que hace décadas no se veía. Estrangulamiento de carreteras, tomas de casetas, de estaciones de gasolina, de plantas de Pemex, un tsunami de memes en las redes sociales y cierre de avenidas, son las expresiones de un pueblo fastidiado de que sus políticos le pidan mucho y, a cambio, le den muy poco.

La Iglesia, en su Doctrina Social, reconoce el derecho al reclamo a quienes nos gobiernan, pero con la condición de que no se provoquen desórdenes peores. En una situación como la del aumento brutal de la gasolina todos estamos frustrados y es fácil encender el enojo. Pero… ¿qué culpa tienen los ciudadanos que, además de pagar más cara la gasolina, sufren trastornos por las revueltas sociales? En las manifestaciones de mal humor social han prevalecido los intereses políticos, y muchas terceras personas –que ni la deben– se han visto afectadas. De hecho, los estrangulamientos de carreteras y la toma de instalaciones de Pemex las están realizando muy pocas personas.

Diversos grupos anárquicos ligados a la ultra izquierda política están aprovechando que el río está revuelto, y así quieren llevar agua hacia su molino. A ellos les conviene que el gobierno utilice la fuerza pública para desalojarlos porque, de esa manera, su movimiento político cobraría más fuerza. Si a estos grupos de corte marxista-leninista les interesara realmente presionar al gobierno federal para dar marcha atrás al gasolinazo, tomarían medidas de presión que no castigaran a los ciudadanos ni a las economías locales.

Los XV años de Rubí
A finales de noviembre de 2016, se publicó una invitación en formato de video para los XV años de Rubí Ibarra García, una chica de un pueblo llamado La Joya en San Luis Potosí. El video viajó por internet hasta hacerse viral. Originalmente eran 200 invitados a la fiesta, pero un medio de comunicación difundió el video, otros lo reprodujeron y así todo México terminó hablando de la fiesta de Rubí. Al evento llegaron 30 mil personas y hubo representantes de 30 medios de comunicación mexicanos y algunos extranjeros. La fiesta de los XV años de Rubí fue el centro de interés de las principales televisoras y redes sociales. Compañías como Interjet, Mundo Joven, Aeromar y Maybelline ofrecieron descuentos para acompañar a la susodicha quinceañera. Hasta la BBC de Londres le dedicó parte de su contenido.

México es un país manipulado, no cabe duda. El tema de la quinceañera Rubí fue insignificante, trivial, una futilidad, una nimiedad, chabacano y superficial impulsado por los medios de comunicación con el propósito de distraer la atención de los mexicanos para no enfocarse en los grandes temas de la vida pública que afectan sus vidas y el rumbo del país. Lo urgente para México, según televisoras y gobierno, es el circo y el fútbol mientras que ellos, junto con los partidos políticos, pactan entre sí culminando con un gasolinazo que habrá de disparar la espiral inflacionaria.

Dos aniversarios de 500 y uno de 100
En el año 2017 tendremos la ocasión de reflexionar sobre tres acontecimientos históricos que, como Iglesia, nos han marcado. El primero son los 500 años del inicio de la Conquista de México. En febrero de 1517, de Santiago de Cuba partió una expedición formada por tres naves, organizada por Diego Velázquez, gobernador de la isla. 110 españoles, a las órdenes de Hernández de Córdoba tenían como objetivo la conquista de México. Tras 21 días de navegación, descubrieron la península del Yucatán, arribando a la isla de Cozumel, frente a la costa yucateca. Continuaron por Campeche y siguieron hasta el río Champotón, donde fueron atacados por treinta mil indígenas que les causaron enormes bajas. Así inició uno de los capítulos más fascinantes de aquella epopeya que culminaría en 1521 con la caída de la gran Tenochtitlán y que haría nacer el catolicismo en nuestro territorio.

Además el año que iniciamos nos hará recordar que en 1517, en Wittenberg Alemania, el monje agustino Martín Lutero envió una carta al arzobispo de Maguncia, a la vez que la expuso al público al clavarla en la puerta de la iglesia de la localidad. En la misiva le advertía de los peligros que, en su opinión, se hallaba la doctrina de la Iglesia por motivo de la venta de indulgencias. Adjuntó a este escrito sus 95 tesis relativas al valor de la bula de indulgencias. Con rapidez, estas tesis se propagaron por el Sacro Imperio dando origen a la Reforma protestante. El tema dará de qué hablar, nada para celebrar y sí para orar mucho para que, con la gracia de Dios, esa herida que se hizo a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, pueda ser curada y construyamos la unidad que Jesús ha querido en su familia.

Por último, el 13 de mayo de 1917, la Virgen María, Madre del Señor, originó una serie de apariciones a tres niños pastores: Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto. Ellos tuvieron contacto con la Madre de Dios entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de ese año, y pronto las apariciones adquirieron fama mundial. Los mensajes de la Virgen de Fátima tienen componentes proféticos y escatológicos, es decir, llaman fuertemente a la conversión anunciando eventos futuros como las guerras mundiales, la conversión de Rusia soviética y el intento de asesinato del papa Juan Pablo II. El centenario de esta gran intervención del cielo en la historia será motivo para reflexionar, orar y adherirnos al Señor como hijos de la Virgen María.

viernes, 6 de enero de 2017

Meditación no. 4 contra los pecados de la carne

La voluntad de Dios para ti
(Rosemary Scott)

Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor se vengará de todo esto, como os lo dijimos ya y lo atestiguamos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. (1Tes 4, 3-7).


Oración: Dulcísimo Jesús, déjame renunciar a toda impureza; permíteme ser siempre un extraño a los deseos de la carne y a la lujuria de la tierra, que combaten contra el alma; y con tu ayuda, concédeme preservar la castidad sin mancha.

La voluntad de Dios para sus hijos es que sean santos y se abstengan de la inmoralidad. Es lo que Él quiere para nosotros, y nos ofrece la gracia para realizarlo en nuestras vidas. Ya sea que hayas buscado satisfacerte en la impureza durante algunos días o durante algunas décadas, y sin importar qué tanto te has hundido en el vicio, Nuestro Señor te sigue amando y quiere que seas puro, y puede ayudarte a obtener la santidad en tu vida. ¡Nada es imposible para Dios!

Quizá tú abrigas la esperanza de que estos abusos no sean, en realidad, pecados, y de que puedes así continuar con ellos. Podrás preguntarte: ¿Dónde la Biblia lo condena? Bien, pues el Libro del Sirácide condena los pecados solitarios de impureza: El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase (Eclo 23,16-17). También dice el Catecismo de la Iglesia:

“Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado’. ‘El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine’. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de ‘la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero” (no. 2352).

Dios no hizo el acto sexual para nuestra gratificación egoísta, sino para ser utilizado dentro de los límites del matrimonio para dos fines: la procreación de los hijos y la unión del marido y la mujer en una sola carne. El placer que lo acompaña no es, entonces, un fin en sí mismo. El tocar tu cuerpo con impureza y el deleitarte viendo imágenes indecentes es dar un uso distorsionado y egoísta al regalo de la sexualidad que Dios te dio; es hacer del placer un fin en sí mismo, ignorando los verdaderos fines de la función sexual.

San Pablo no deja espacio para justificar nuestro pecado cuando decimos “no está mal” o “quizá no es un pecado”, o “esta será la última vez y ya nunca lo volveré a hacer”. Escribe Pablo en otro lugar:

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.

¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios y que no os pertenecéis? ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo
(1Cor 6, 15-20).

Esta es la razón por la que tenemos que poseer nuestros cuerpos en santidad y en honor; ¡no son nuestros! Pertenecen a nuestro Creador, y son miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo. Los pecados contra la pureza profanan el templo de Dios y son una especie de sacrilegio.

San Pablo también nos dice que hemos muerto al pecado en el Bautismo, y por eso no debemos continuar cometiéndolo habitualmente. El Bautismo, por el que morimos al pecado y somos hechos un cuerpo con Cristo, nos obliga a mortificar en nosotros todo placer sensual… Esta es la enseñanza de san Pablo:

Nosotros que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos vivir más en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Rom 6,2-4).

La inmersión en el Bautismo representa, entonces, muerte al pecado y a la concupiscencia que nos lleva a pecar. La salida de las aguas bautismales tipifica la novedad de vida que nos hace compartir en la vida de Cristo resucitado. De aquí que nuestro bautismo nos obliga a mortificar la concupiscencia que ha permanecido en nosotros, y a imitar a nuestro Señor, quien por la crucifixión de su carne mereció para nosotros la gracia de crucificar la nuestra. Los clavos con los que crucificamos nuestra carne son los varios actos de mortificación que hacemos.

Dios quiere que sus hijos bautizados sean santos y puros ante Él; no sólo en el futuro del Cielo luego de una estancia en el Purgatorio, sino ahora mismo. Si Él lo quiere, él también nos dará la gracia suficiente para lograrlo. Aunque tú estés metido en la impureza, tu santificación sigue siendo la voluntad de Dios, y ésta es posible si tú te sometes a Él y mortificas tus pasiones. ¡”Tú puedes volverte puro con la gracia de Dios!

¿Qué debe entonces hacer un cristiano con los pecados que van contra la pureza? Comienza considerando tus promesas bautismales, esas promesas que hiciste (o que tus padres hicieron en tu nombre) cuando moriste al pecado en el Bautismo. Sus formas tradicionales dicen: “¿Renuncias a Satanás? ¿Renuncias a todas sus seducciones? ¿Renuncias a todas sus vanidades? (hoy “vanidades” significa a veces “promesas vacías”). Una versión alternativa más nueva de las promesas bautismales dice:

¿Rechazas el pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
¿Rechazas las seducciones del mal y renuncias a dejarte gobernar por el pecado?
¿Rechazas a Satanás, padre del pecado y príncipe de las tinieblas?

Cada pregunta debe ser contestada de manera afirmativa. Es la única actitud que un Cristiano puede tomar hacia el pecado: ¡Recházalo! La pornografía es obra de Satanás: ¡renuncia a ella! Sus seducciones son obra del mal: ¡Recházala en el nombre del Señor! Rechaza ser manejado por el pecado, elige vivir, en cambio, una vida de libertad de los Hijos de Dios, con su gracia.

La Iglesia quiere que sus hijos renueven sus promesas bautismales cada Pascua, y también en otras ocasiones. Tú podrás renovarlas hoy, específicamente rechazando todo pecado contra la pureza. Es recomendable que te bendigas con agua bendita y renueves tus promesas, en recuerdo de tu Bautismo. Si no es posible, de cualquier manera renuévalas ahora y utiliza el agua bendita. No retrases esto, no sea que lo olvides.

Compromiso: Renueva tus promesas bautismales. Pide al Señor que deshaga en ti todo apego al pecado en tu corazón, y pide la gracia de permanecer fiel a tus promesas, desde hoy en adelante. Memoriza el texto de 1Cor 6,15-20 (arriba citado) y recita este texto para ti mismo cuando estés envuelto en tentaciones contra la pureza. Continúa en tus compromisos desde las últimas tres meditaciones; permanece cercano a Jesús, y ora con confianza filial a la Virgen, dos veces al día, y rechaza las mentiras que te mantuvieron esclavizado al pecado.

San Pablo apóstol, ruega por nosotros.

Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________

El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...