miércoles, 28 de septiembre de 2022

Batallas por la opinión pública


En días pasados el periodista de Univisión Jorge Ramos –célebre por sus preguntas incómodas a los políticos– participó en la "mañanera" de Andrés Manuel López Obrador, levantando una polvareda mediática. El presentador de noticias le señaló que, según los datos mostrados por el mismo presidente, el gobierno de la 4T se corona como el que tiene los índices de homicidios más altos de las últimas décadas, superiores a los de los gobiernos de Felipe Calderón y Peña Nieto.

El mandatario, visiblemente molesto, negó las afirmaciones de Ramos, argumentando que la manera del informador de interpretar las cifras era equivocada. De inmediato empezaron a surgir en redes sociales el ejército de defensores de Andrés Manuel con ataques virulentos al periodista y, al mismo tiempo, los agradecimientos de los enemigos de AMLO al de Univisión, salpicados de burlas y bufonadas, por desenmascarar al presidente.

El punto en este artículo no es quién tenga razón, si AMLO o Jorge Ramos, sino la batalla por lo que se llama opinión pública y su importancia para los católicos. Lo sucedido el 22 de septiembre en Palacio Nacional fue una colisión entre el gobierno de México y sus adversarios en la lucha por mantener una opinión pública favorable a los intereses de cada quien. Es algo muy importante. La opinión general que tenga el gran público sobre un político y sus proyectos tendrá, indudablemente, repercusión en futuras contiendas electorales.

La opinión pública es parte integral de nuestras democracias. Agustín Laje señala en su libro "La batalla cultural" que se trata de un estado mental colectivo mediante el cual se expresa la voluntad popular sobre un tema. Opinión pública es lo que opina la mayoría del público sobre algo o alguien. Resulta algo clave, no sólo para los políticos sino para otras instituciones, incluida la Iglesia Católica. Lo que se publica en periódicos, revistas y libros; lo que aparece en los noticieros y películas, va formando imagen, opinión. De ello se conversa en las familias, clubes, cafés, restaurantes, centros de reunión; y de ahí los políticos y las instituciones se inspiran para hacer sus discursos, tomar posiciones, elaborar programas, tomar estilos y poses.

Los políticos no siempre danzan con lo que dicta la opinión pública, sino que tratan de modificarla para su propia conveniencia. Con sus intelectuales asociados, su red de periódicos y televisoras que les son fieles, periodistas comprados, académicos que reciben apoyos o becas, expertos en mercadotecnia política y hasta gente del mundo de la farándula, ellos reconstruyen y diseñan lo que va a repercutir en su imagen pública. Ejemplo de esa influencia para influir en la mente del pueblo fue el programa televisivo "Aló presidente" de Hugo Chávez en Venezuela, o la actual "mañanera" de López Obrador en México, que lo ha trepado, en su popularidad, en los cuernos de la luna.

La Iglesia no es ajena a la opinión pública, sino que es afectada positiva y negativamente por ella. La presencia del papa, obispos, sacerdotes y laicos que son fieles a las enseñanzas de la Iglesia hacen una estupenda labor en redes sociales para defender la fe. Sin embargo, desafortunadamente son pocos los laicos católicos que, desde el ámbito de su profesión, forman opinión pública en medios de comunicación seculares, en fidelidad al espíritu del Evangelio, a través de los medios de comunicación.

En cambio los enemigos de la fe católica no cesan de trabajar para formar una opinión pública negativa de la Iglesia y de los católicos, hasta el grado de avergonzarlos de ser creyentes. Articulados con el poder financiero y político, ellos no dejan de repetir incansablemente el tema de la Inquisición, las Cruzadas, los abusos sexuales, la destrucción de las culturas originarias, la agotada e intolerante moral sexual cristiana, la opresión de la mujer en la Iglesia y otros temas que, a fuerza de golpeteo, han hecho que muchos católicos se sientan acomplejados de su fe.

Dos cosas hemos de hacer los católicos. Lo primero es reconocer el suelo que pisamos cuando nos informamos. Aprendamos a leer quién está detrás de las noticias. Quienes escriben, informan u opinan, obedecen a una agenda política o ideológica específica. Y si lo hacen sobre asuntos de Iglesia, detectemos si son favorables o contrarios al catolicismo, o si son católicos fieles a las enseñanzas del Magisterio o, lamentablemente, de corte liberal progresista. Y lo segundo es jamás vivir acomplejados de nuestra fe católica sino difundirla y defenderla en nuestro ámbito de influencia para contribuir a formar una opinión pública positiva de la Iglesia y su doctrina. El bagaje teológico, litúrgico y espiritual que llevamos los católicos es demasiado precioso como para ocultarlo; es la magnífica noticia que muchas almas aguardan escuchar.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Urge rescatar el centro


Señor presidente municipal, honorables miembros del Cabildo:

Les saludo con gran respeto, con el deseo de que desempeñen su labor con un vivo amor por nuestra ciudad y con gran sentido de responsabilidad. Crecí la mayor parte de mi vida en esta ciudad y tengo la bendición de ser párroco de la Catedral desde hace nueve años.

Desde pequeño mi padre me llevaba al centro histórico de Juárez y comprendí que este lugar era el punto de referencia más importante para los juarenses. Entendí que en el centro convergía la vida citadina por ser el espacio donde están las raíces históricas, culturales, gubernamentales y religiosas de lo que antaño fue Paso del Norte.

Hoy Ciudad Juárez es una urbe con más de un millón y medio de habitantes. Nuestra lejanía del centro de México es una tentación para sentirnos desarraigados y olvidar nuestro patrimonio cultural y social que tiene sus raíces en nuestro centro histórico. Los juarenses necesitamos sentido de pertenencia; y precisamos conservar, con dignidad y honor, los espacios que nos dan identidad y que narran los hechos de nuestro glorioso pasado.

El centro histórico es un espacio que representa al resto de la ciudad. Ahí convergen personas provenientes de todas partes de la ciudad, de toda condición social. También es punto de referencia para hombres y mujeres que han emigrado desde las más variadas culturas. Aquí se reúnen también personas de nuestros pueblos originarios.

El centro es un termómetro que refleja el orden que tiene el resto de la ciudad. Es un lugar del que los juarenses debemos sentirnos orgullosos, un espacio social, un lugar de encuentro en el que puedan caminar las familias con tranquilidad y seguridad, una zona a la que podamos llevar con orgullo a nuestros familiares y amigos para mostrarles quiénes somos, y que pueda ser visitado por nacionales y extranjeros.

Desafortunadamente hoy nuestro centro histórico está lejos de ser una zona de la que podamos sentirnos orgullosos. Desde hace nueve años habito en este lugar, en la casa de Catedral, y soy testigo de su progresivo descuido por parte de las autoridades. La falta de alumbrado público, el deterioro de las banquetas, la suciedad y el ambulantaje descontrolado, los olores a aguas negras, la inseguridad y el ruido propasado, han hecho del centro histórico un lugar que muchos juarenses no quieren visitar.

Sin embargo en el centro de Juárez trabajan miles de personas comerciantes que añoran un cambio en su entorno. Miles de personas que vienen a comprar en la zona de mercados, que acuden a la Catedral y a otros templos para encontrar fortaleza y consuelo espiritual; que pasean con sus familias en medio del desorden, están esperando que el centro sea dignificado, embellecido y ordenado para que puedan realizar sus actividades con tranquilidad y alegría. Es una súplica de toda la ciudad.


Es por eso, señor presidente municipal y honorables miembros del Cabildo, que estamos aquí. El Grupo 32000 no sólo representa a cientos de propietarios de negocios y concurrentes del centro, sino que es el clamor de un millón y medio de habitantes que poblamos Ciudad Juárez, pidiendo un centro digno para todos.

Les ofrecemos nuestra colaboración para que juntos, gobierno y sociedad civil, rescatemos un territorio que tiene un carácter sacro para la ciudad, que merece toda nuestra atención, amor y cuidado, y del que los juarenses podamos sentirnos orgullosos.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Intelectuales y farándula


Existe una sensación de perplejidad sobre la gran proliferación de la homosexualidad. ¿Por qué hay tantos hombres gay y lesbianas?, es la pregunta que muchos se hacen. Antes eran raras las personas que se atrevían a salir del closet, pero hoy son muchos los que lo hacen. Aún sin tener tendencias sexuales hacia el mismo sexo, hay personas que deciden tener este tipo de experiencias, simplemente porque se han puesto de moda. ¿Cómo se inició esta difusión del estilo de vida LGBTQ y por qué ha conquistado cada vez más aceptación? ¿O cómo tantas personas aceptan hoy el aborto legal, si antes era impensable?

Los estilos de vida, las modas y las conductas sociales no brotan espontáneamente de la noche a la mañana. Tienen su origen en las personas intelectuales. Son las ideas las que se generan en las mentes de algunas pocas personas pensantes, y así como los edificios tienen su origen en las ideas de los arquitectos, así los estilos de vida que la sociedad acepta nacen en las mentes de unos cuantos intelectuales.

Los diseñadores del estilo de vida gay fueron –unos más, otros menos– Sigmund Freud y su teoría del psicoanálisis; Wilhelm Reich y sus teorías sexuales aunadas al comunismo; Herbert Marcuse y su libro "Eros y civilización"; Michel Foucault y su odio contra el orden establecido; Guy Hocquenghem y su libro "El deseo homosexual", que es una especie de credo para la ideología de género.

Los intelectuales se mueven en el mundo de las ideas abstractas y tienen algunos adeptos. Van haciendo escuela. Son personas que saben comunicar bien sus mensajes en ambientes académicos, y aprovechan los mecanismos de difusión para sus ideas: editoriales, periódicos y revistas especializadas, televisión, radio, internet, conferencias, cátedras, foros y congresos. Los intelectuales pretenden influir en la cultura y cambiar la manera que tenemos de ver la vida y sus valores. Su compromiso es moral y es político.

Pensadores, intelectuales y filósofos tienen un papel muy importante en la vida de los pueblos. Hacen mucho bien cuando ponen su inteligencia al servicio de la verdad y el bien; pero también pueden provocar daños incalculables cuando sus mentes oscurecidas por el ateísmo terminan por deformar la verdad y exaltar la mentira. Pensemos en el marxismo y toda la destrucción que este ha generado.

Agustín Laje afirma que existen intelectuales en tres grados. Los del primero tienen un círculo de influencia muy pequeño y no pueden llegar a las masas. Es preciso que existan –dice– los intelectuales de segundo grado, que son los catedráticos en las universidades. Estas personas estudian, explican y simplifican las ideas que los intelectuales de primer grado elaboran, y así sus alumnos en las universidades asimilan esas ideas.

Es en ambientes universitarios y académicos donde se empiezan a cocinar las ideas que después se derramarán a la sociedad para crear estilos de vida. Son las universidades verdaderas fábricas culturales. Más abajo en la pirámide de la difusión de ideas encontramos a los intelectuales de tercer grado que son los periodistas, los escritores especializados, investigadores, conferencistas, analistas, columnistas, editorialistas. Todos ellos simplifican más las ideas aprendidas y las comunican al público no especializado.

Sin embargo los periodistas siguen teniendo un pequeño círculo de influencia porque son pocas personas las que se interesan en estas temáticas, que suelen ser abstractas y complejas. Se necesitan entonces nuevos agentes para que las ideas de los intelectuales lleguen realmente a influir en las masas y se impongan nuevos estilos de vida. Son las estrellas del espectáculo como cantantes, actores, bailarines, deportistas, presentadores, gente del mundo de la farándula y ahora los influencers, quienes al reproducir en sus comportamientos aquellas ideas, terminan por convencer al grueso de la sociedad de las bondades de un cierto estilo de vida.

Los jóvenes hoy aceptan la homosexualidad sin ningún cuestionamiento porque han observado que Ricky Martin salió del closet, vive con su pareja y tiene hijos adoptados; miran que Miguel Bosé también ha vivido una relación con otro hombre; se enteran de que un hombre transgénero que gana el concurso Miss España en 2018; ven que Madonna y Britney Spears se besan en la boca durante un concierto. Así podríamos poner cientos de ejemplos de estrellas del espectáculo que, sin ninguna capacidad crítica –por lo general son personas a las que les falta cerebro– reproducen conductas que tuvieron su origen en las ideas retorcidas que otros desarrollaron en ambientes académicos y universitarios.

Estos nuevos estilos de vida que son aceptados por las masas terminan por imponerse con la ayuda de los políticos. A estos les interesan los votos, y para ello se ajustan a las ideas y modas dominantes, con tal de llegar al poder y conservarlo. Si antes los políticos basaban sus campañas apoyándose en los intelectuales, hoy buscan su apoyo en la farándula con tal de convencer al público menos educado. De esta manera terminan por apoyar las ideas del círculo LGBTQ con tal de ganar más votos.

Los católicos hemos de desarrollar una capacidad crítica ante los estilos de vida que algunos intelectuales apoyados por la farándula y la política nos quieren imponer. Es preciso resistir la colonización cultural y fortalecer nuestro estilo de vida. Porque la vida cristiana no es producto de mentes retorcidas por el ateísmo y la impiedad, sino que tiene su fuente en la mente divina y humana de Jesús de Nazaret y en la Iglesia que Él fundó; Iglesia que es conducida por la sabiduría de los papas, alimentada con las enseñanzas de los Santos Padres, los doctores, escuelas de espiritualidad y enriquecida con el testimonio de innumerables santos. Estos sí son verdaderos modelos y no la gente del mundo del espectáculo.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Abusos infantiles


Circula por redes sociales un video que presenta un salón de clase donde la maestra está simulando la celebración de un matrimonio entre dos niñas de kinder. Una de ellas lleva vestido blanco de novia y su compañera, traje negro de novio. La maestra les sostiene el ramo de flores para que una le coloque el anillo nupcial a la otra. Luego les exhorta a darse un beso en la mejilla mientras que todos los niños del salón observan la escena y aplauden. Finalmente salen tomadas de la mano, caminando por un pasillo con el Ave María de Franz Schubert como fondo musical.

Desconozco en qué lugar fue grabado el video. Eso no importa porque la escena es una expresión de la educación con perspectiva de género que hoy inunda muchas escuelas de muchos países. Es un escándalo que pervierte a los pequeños y Jesucristo nos recuerda que, a quienes provocan tales confusiones y desórdenes, más les valdría que los echaran al mar con una piedra de molino al cuello.

A esa bazofia no se le puede llamar educación; es un claro adoctrinamiento de la siniestra ideología de género que se ha apoderado de los sistemas educativos, desde el kinder hasta las universidades. Confundir a los niños desde su más tierna edad en cuestiones de su identidad sexual no es más que un claro abuso infantil de la más baja calaña.

El propósito de la educación con perspectiva de género, por más que la disfracen, es fomentar las apetencias sexuales libres de los niños, adolescentes y jóvenes. De esta manera se les están inculcando imágenes distorsionadas de la realidad, aceptación de falsas identidades y la búsqueda del placer como prioridad. Los niños del salón de clase con perspectiva de género se convertirán, más adelante, en personas que no sabrán qué sentido tiene su vida porque les están quitando su verdadera capacidad de amar. Se les priva de la identidad sexual con la que nacieron –lo que da sentido y seguridad– y se les enseña que la vida es para darse toda clase de gustos. De esa manera se les prepara para vivir un sufrimiento devastador.

Presente desde el kinder, la educación con perspectiva de género está introduciendo a los niños a un concepto equivocado de familia y de matrimonio. Se roba a los pequeños el sentido del amor verdadero, rebajándolo a simples sentimientos pasajeros y a un intercambio afectivo entre individuos. A estos niños se les está formando en la mentira. Porque educar en la verdad implica –afirma Nieves Martínez O.P.– "ayudarle a aceptar la propia realidad personal, así como apoyarse en lo que uno es, no en lo que se puede imaginar y soñar". Al no vivir en la verdad, las personas se convierten en esclavas de la mentira. A esto conduce la ideología de género.

¿Dónde están los padres de tantos niños adoctrinados? Ellos han confiado la educación de sus hijos al Estado, pero de esa manera los han dejado a merced de políticas ideológicas de adoctrinamiento que les lavarán el cerebro, y los despojarán de sus bases familiares, de sus raíces, de sus tradiciones y del verdadero sentido del amor familiar. Si los padres siguen de brazos cruzados ante los abusos de los sistemas escolares, harán que sus niños sufran, más tarde, desequilibrios psicológicos y emocionales fuertes, que pagarán caro cuando sean adultos.

Para que un niño crezca con una sana identidad que le ayude a ser una persona equilibrada y feliz, debe aceptar y tener bien definido el sexo biológico con el que ha nacido. Debe también tener las vivencias psicológicas propias de su sexo, que deben acompañarle en su desarrollo. Y además debe aceptar los roles sociales que son propios de cada uno de los dos sexos. Así se obtiene una identidad en equilibrio y de forma realista, lejos de las fantasías, deseos y sentimientos que promueve la educación con perspectiva de género.

México, la viña y las elecciones

El próximo 2 de junio habrá una gran poda en México. Son las elecciones para elegir al presidente de la república, a los diputados y senador...