sábado, 28 de marzo de 2015

La Cruz en el centro

Algunos hechos de la diócesis son alentadores: el Congreso de Renovación Carismática reunió alrededor de doce mil jóvenes, hace unas semanas. Las misas de sanación han adquirido fuerte popularidad en varias parroquias; llenas todas. Las Horas Santas, sobre todo cuando el sacerdote reza y medita públicamente, son un éxito; no cabe la gente. Los retiros donde vienen grandes predicadores se saturan rápidamente. No se diga cuando se anuncia que habrá oraciones de liberación y exorcismos de sal, aceite y velas; abarrotados los templos. ¿Por qué?, nos preguntamos.

Constatamos, por otra parte, hechos preocupantes: el Tribunal Eclesiástico no se da abasto para sacar adelante el enorme número de casos que piden la anulación del matrimonio. Muchos jóvenes de nuestras parroquias huyen del compromiso matrimonial para toda la vida y prefieren experimentar la unión libre. Las iniciativas pastorales que tienen que ver con el compromiso social no tienen muchos seguidores. Son contados quienes asisten a una marcha para exigir justicia o para protestar contra el aborto. Un cristianismo que implique molestias, aridez y esfuerzo –y menos para toda la vida– es poco atractivo.

¿Por qué la diferencia? Es más atrayente la experiencia de Dios que toca la sensibilidad y hace sentir mariposas en el pecho, que la experiencia de vivir en el esfuerzo ascético y en el compromiso árido con el mundo. No tengo nada contra de la búsqueda sincera de Dios en lo íntimo del corazón. Al contrario, el cristianismo nace del encuentro con Jesús que toca las puertas del mundo interior para que ahí habite la Trinidad. Me alegra, sinceramente, que asistan miles de jóvenes a los congresos de la Renovación. Son muchos los corazones heridos y creo que el contacto con Jesús vivo les va proporcionando la curación. Ello emociona. Sin Cristo en el alma, experimentado como Salvador personal, no podemos llamarnos cristianos.

Sin embargo existe el peligro de ver la vida cristina sólo como un oasis espiritual, como un paraíso desconectado del mundo material al que hay que fugarse para estar bien; y contemplar la vida en este mundo pecaminoso como un mal necesario que hay que tolerar. De esa manera la religiosidad no abarca el compromiso social y cultural y se vuelve un cristianismo un poco parecido al budismo, que busca fugarse hacia el bienestar interior y la paz, sin tomar en cuenta el combate espiritual contra el egoísmo, la búsqueda del bien común, el servicio abnegado al matrimonio y la familia, la justicia y la reconciliación con la comunidad.

Pero también existe el riesgo de concebir el cristianismo como mero moralismo social, como la fe que tiene que comprometerse con la transformación del mundo en un activismo contra la descomposición de la sociedad. Se trata de un cristianismo voluntarista que vive lo religioso como mandato ético. Se privilegia lo natural y se desprecia lo sobrenatural. Todos podemos caer en este mal: señoras que llevan despensas a los pobres sin antes haber escuchado con hambre la Palabra de Dios; organizadores de marchas y protestas que jamás se arrodillan una hora ante el Santísimo; activistas contra el aborto que no se alimentan de la Eucaristía. Mucho activismo vacío de oración y de la vida de la gracia. Es también un cristianismo deformado.

Hoy Domingo de Ramos resplandece la Pasión del Señor. Al iniciar la Semana Santa contemplamos el misterio de la Cruz. Acercarnos a la Cruz es –decía José Luis Martín Descalzo– arriesgado y exigente. Invita a una segunda conversión, como le sucedió a san Agustín: primero se convirtió al Dios único y bueno. Y, después, al Dios crucificado. Quienes hemos encontrado al Dios único y bueno a través de los congresos, retiros y horas santas es preciso que demos un paso adelante y hagamos esta segunda conversión hacia un cristianismo comprometido con nuestro entorno familiar y social. Y aquellos que vivimos en un cristianismo de moralismo social vacío de espiritualidad es justo que avancemos hacia la experiencia interior del Dios único y bueno. Sólo viviendo el misterio de la Cruz –encuentro real con la divinidad de Jesús y entrega a los demás– podemos llamarnos cristianos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Ocho minutos para morir



El avión de Germanwings tardó ocho minutos en descender hasta estrellarse en una montaña de los Alpes franceses. Debieron ser ocho largos minutos de angustia para los pasajeros, al ver que el avión perdía altura rápidamente. En esos ocho minutos tuvieron que preparar el alma para presentarse ante Dios. ¡Qué tormento debe ser llegar a la hora final con el recuerdo del tiempo perdido o del tiempo malgastado en el pecado! ¡Qué angustia podremos sentir nosotros si llegamos al término de la vida y saber que ya no habrá tiempo para hacer penitencia, ni para recibir sacramentos, ni para escuchar la Palabra de Dios, ni visitar en los templos a Jesús sacramentado, ni para consolar enfermos, ni para hacer oraciones que nos aumenten más la gloria en el cielo! Lo hecho, hecho está. Ocho minutos para partir de este mundo con la conciencia tranquila y con todos los pecados ya perdonados. Nuestra oración por los pasajeros del vuelo Barcelona-Düsseldorf.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Matrimonios que quieran tener hijos

¿Quieres tener un hijo y no has podido? Hoy miércoles 25 de marzo celebra la Iglesia Católica la solemnidad de la Anunciación del Señor, recordando que el Ángel Gabriel anunció a la Virgen María la gozosa noticia de la Encarnación de Jesucristo. En la Catedral de Ciudad Juárez se ofrecerá la Misa por aquellos matrimonios casados por la Iglesia que deseen tener descendencia y no hayan podido. Oraremos por ellos a Dios, por intercesión de la Virgen, que venga el don maravilloso de una vida humana.  La Santa Misa será esta tarde a las 6, y será presidida por el párroco Eduardo Hayen Cuarón. "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí, según tu Palabra" (Lc 1,38). "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).

Dios, nuestro aliado para la paz

¿A qué se debe que en Ciudad Juárez bajaron drásticamente los índices de violencia después del año 2012? Mucho se atribuye a la acción de los tres niveles de gobierno por recuperar los espacios públicos y fortalecer el tejido social; se dice que han ayudado las reformas al sistema de justicia y la cadena perpetua para quienes secuestren o extorsionen. Los cuerpos policiacos también se han depurado y nuevos programas educativos y de valores se han difundido. Todo ello, sin duda, ha contribuido a que vivamos más tranquilos. Pero lo que más ha influido –no cabe la menor duda– es el poder de la oración de la Iglesia católica y de otras comunidades cristianas. Nuestros esfuerzos serían inútiles si únicamente confiáramos en las fuerzas del hombre para construir la paz sin invocar a Dios; y caeríamos en la ingenuidad si confiáramos exclusivamente en la fuerza de la oración. A Dios rogando...

martes, 24 de marzo de 2015

Murales de famosos

Se está preparando un gran mural como homenaje a Juan Gabriel en la Avenida Juárez, de Ciudad Juárez. Será signo de gratitud y recuerdo al artista que ha puesto en alto el nombre de la ciudad donde se crió. Quizá los transeúntes, el verlo, recordarán 'Amor eterno' o 'No tengo dinero'. Los cristianos hemos de poner en lo más alto de nuestras vidas a Jesucristo crucificado. No hemos de quitarle la mirada porque en su vida y su doctrina está la salud y la salvación de nuestras vidas. Él quiere que le miremos, le recordemos, le tratemos. Así como ponemos fotos de las personas que amamos -y en ocasiones murales de algún famoso- así miremos con frecuencia al Crucifijo para recordar el máximo acto de amor de Dios por nosotros, la entrega de su Hijo, para que tengamos la vida eterna.

lunes, 23 de marzo de 2015

Legisladores de payasadas

Al Partido Verde lo que menos le interesan son los animales, no obstante que nos tratan de persuadir de la bondad de la ley ‘circo sin animales’ con su millonaria campaña. La prohibición de utilizar bestias en espectáculos terminará por regalar a los animalitos a particulares porque no hay espacio para ellos en los zoológicos, o llevará al sacrificio a elefantes, tigres, monos y otras especies. A pesar de que los circos han demostrado al gobierno que sus animales están bien cuidados, la prohibición continúa, y ya son 70 los circos que han cerrado sus puertas. Pobres las gentes del circo, asediadas por políticos demagógicos e incompetentes que legislan payasadas en vez de atender asuntos más urgentes. Mientras tanto peleas de gallos, corridas de toros, charreadas y carreras de caballos continúan sin que los verdes abran el debate sobre esos espectáculos.

domingo, 22 de marzo de 2015

Mordaza a narcocorridos

Cualquier persona que interprete o difunda narcocorridos en la ciudad de Chihuahua, será sancionado hasta con 330 mil pesos, y hasta podría ser encarcelado por 36 horas, según aprobó el cabildo del ayuntamiento de aquel municipio. Aplaudimos la decisión. Dice Jesucristo que “Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas”. La exaltación del narcotráfico a través de la música no es sino la exaltación del mal y de la subcultura de la delincuencia. A fuerza de escuchar las correrías de los narcos a ritmo de guitarra y acordeón, los jóvenes son tentados a vivir aquello de que “entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero”. Prohibir los narcocorridos no debe ser sólo para Chihuahua, sino debe ser una medida para ayudar a purificar, un poquito más, el ambiente nacional.

sábado, 21 de marzo de 2015

Domingo, día del Señor

"Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí", dijo Jesús. En la Cruz, Jesucristo inicia un capítulo nuevo en la historia del mundo. Hizo cambiar la manera de pensar que tenían los hombres sobre Dios. Desde entonces, el nuevo nombre de Dios es 'Caridad'. A Dios no se le demuestra; ¡se le muestra! Hagamos ver a Dios a los demás, pareciéndonos a Él en las obras de caridad. ¡Buen domingo!

viernes, 20 de marzo de 2015

Líbranos del mal

“No robo, no mato, no vendo drogas y, por lo tanto, no me confieso”. Así piensan muchos católicos que rehúsan acudir al sacramento de la reconciliación. Nos preguntamos, ¿de qué se sienten culpables los hombres de hoy? Sin duda que, en estos tiempos, el sentido de culpabilidad es mayor cuando se trata de trasgresiones que afectan la vida pública, como los secuestros, la trata y los asaltos. Pero aquellos pecados del ámbito privado como los insultos al prójimo, la gula, la pereza, la crítica venenosa, la envidia o los deslices lujuriosos ya no tienen gran peso sobre la conciencia en el grueso de la población.

El hombre no puede suprimir del todo la conciencia porque es parte de su naturaleza espiritual. Sin embargo el mundo actual trata de hacer sentir culpable al hombre por otros motivos, y no por el tradicional ‘ofender a Dios’ que utilizamos los cristianos. ‘Ofender a Dios’, ‘pecar contra el Señor’ o ‘trasgredir los mandamientos de la Ley divina’ son términos que, fuera de la Iglesia, se consideran arcaicos. En cambio ‘cometer una injusticia’, ‘atentar contra la ecología’, ‘practicar violencia de género’, ser acusado de ‘homofobia’ o ‘violar los derechos humanos’ atormentan más el alma del hombre contemporáneo.

¿Qué sucede cuando el hombre se aleja de Dios? Según datos del INEGI, únicamente el 38 por ciento de los católicos en México son practicantes regulares de su religión. La mayoría bautizada, entonces, sólo asiste esporádicamente a la iglesia o no asiste. Lejos de Dios, la persona pierde la capacidad de ver y no percibe con claridad la distinción entre el bien y el mal. Se va volviendo esclavo, aunque se crea libre; y va enfermando, aunque se crea sano. Le sucede lo que al rey David, que después de haber cometido adulterio y asesinato, no se dio cuenta de que había caído en pecado. Para el monarca de Israel aquello era un ‘apuro’, un ‘problema para resolver’, pero no lo veía como un pecado por el cual debía pedir perdón a su Señor.

El pecado es un veneno que corre por la sangre de la humanidad, y en Jesucristo comprendemos su gravedad y profundidad. Él es la Luz del mundo que resplandece en las tinieblas y quien puso al Tentador al descubierto. Cuando Jesús de Nazaret vivió en la tierra el imperio de las tinieblas desplegó toda su agresividad. Jesús levantó la piedra bajo la que se anidaban las serpientes y éstas, dispuestas a no perder a sus presas, deambulan por todas partes buscando morder a los incautos.

Jesús vino a traer un río de misericordia sobre la humanidad, y sin embargo no atenuó la gravedad de los pecados. En el Sermón de la Montaña, entre muchas enseñanzas, dijo: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego” (Mt 5,21-22). Jesús no vino a asustar ni a amenazar, sino a sanar y salvar a los pecadores y para ello no tuvo reparo en decir toda la verdad sobre el mal que amenaza al hombre.

Hablando de males de la humanidad, son increíbles los avances de las ciencias biomédicas. La industria farmacéutica ha desarrollado pastillas para el tratamiento de todo tipo de enfermedades. Sin embargo no ha hallado la fórmula para hacer que las personas se hagan más buenas. No hay médico que pueda curar un corazón malvado. De hecho el progreso material ha disparado el egoísmo y el orgullo del hombre a niveles tan altos, que hoy está en peligro el mismo futuro del mundo. Ni siquiera la cultura logra mejorar el nivel ético de la sociedad. Genios de la ciencia y de la política son capaces muchas veces, de graves caídas morales.

Somos impotentes ante el misterio de la iniquidad. Vivimos con el tumor del pecado. Ello no significa que la curación sea imposible o que la felicidad sea un sueño. Significa, más bien, que hemos de caer de rodillas para gritar con el salmista “Crea en mí, oh Dios, un corazón puro”. Sólo el amor de Dios derramado en nuestros corazones será capaz de destruir las raíces malignas desde donde proliferan todas nuestras obras de maldad.

“Líbranos del mal, decimos en el Padrenuestro. Y con ello pedimos que no nos ahoguemos en el mar oscuro de los pecados ni seamos mordidos por la antigua serpiente que lo habita. Jesús rompe las cadenas que quieren aprisionarnos en el sacramento de la confesión. Ahí, en el confesionario, nos espera la gracia de Cristo para darnos lo que ninguna compañía farmacéutica podrá obtenernos.

jueves, 19 de marzo de 2015

Ambrosio y Lucrecia: ¿Es penoso hablar de sexo?

Querida Lucrecia, te preguntas por qué cuando aparece en la televisión una escena de sexo y están tus padres y tus hermanos presentes, sientes pena o vergüenza y quieres cambiar de canal. Es normal que esto suceda. Yo recuerdo haber ido al cine con mis padres y, cuando salía alguna escena con sexo explícito, yo sentía una gran incomodidad. No te preocupes, no hay nada raro en ti ni en mí por experimentar esos sentimientos de pudor. Hace tiempo escuché a una madre de familia que me decía, con mucho pesar, que su niña de ocho años de edad se sentía muy mal cuando algún maestro, en clase de sexualidad, les hablaba del uso del condón. ¡Pobres criaturas! Mira que a esa edad escuchar esos temas no es sino violentar la conciencia de los niños y destruirles, en parte, su infancia.

Pero bueno, Lucrecia, te decía que sentir vergüenza es normal porque así nos hizo Dios. Hablar de sexo abiertamente es penoso porque el sexo es algo privado. Y es privado porque tiene algo de sagrado. La palabra 'sacro' o 'sagrado' significa 'puesto aparte'. Algo es sagrado cuando es tan bueno y santo que debe ser colocado en un lugar especial. En el Antiguo Testamento, el Arca de la Alianza fue colocada dentro del Templo de Jerusalén en un lugar llamado 'el Santo de los Santos', en donde únicamente entraba el sumo sacerdote una vez al año. Fíjate en la Misa, cuando el sacerdote consagra la Hostia, Cuerpo de Cristo, es puesta en el altar, que es sagrado, y después de la misa se reservan las Hostias dentro del tabernáculo.

El sexo es también sagrado, querida Lucrecia. Dios lo diseñó para intervenir Él mismo en el acto de amor de los esposos, el acto conyugal, para crear nuevas vidas humanas. Eso quiere decir que el sexo es algo muy bueno, muy importante, bello, privado y muy sagrado. Dios quiere, entonces, que el sexo tenga un lugar especial dentro de nuestras vidas. No podemos hablar de sexo como hablamos de fútbol o de recetas de cocina. Ese sentimiento de vergüenza se llama 'pudor', y Dios lo puso en nuestra naturaleza humana para recordarnos que la sexualidad es sagrada y debe ser custodiada dentro del matrimonio, su lugar natural.

¿Hemos de considerar el pudor como un sentimiento del pasado y desinhibirnos para exhibir las intimidades sexuales o hablar de ellas? De ninguna manera, Lucrecia. El pudor es un regalo de Dios, un instinto propio de la dignidad espiritual del ser humano. Es un recordatorio de la sacralidad de la sexualidad humana que aparece con el despertar de la conciencia. De esa manera Dios protege nuestra propia sexualidad para evitar que las fuerzas sexuales, que son para expresar el amor en el matrimonio, se corrompan y obstaculicen el desarrollo de la personalidad.

La cultura en que vivimos busca acabar con el pudor y la sacralidad del sexo. La gran cantidad de mensajes sexuales que recibimos para desinhibirnos han ido engendrando una sociedad de personas tristes, de cuerpos sin alma. Al perder el sentido del pudor en el lenguaje, en el vestir, en el obrar, se pierde también el sentido del cuerpo, que sólo se vuelve materia para ser poseída, disfrutada, usada, abandonada. Y al final una gran tristeza y un enorme vacío. En cambio una visión del sexo como algo íntimo y sagrado, protegido por el pudor, es el camino del amor real, la vía de la armonía entre cuerpo y espíritu.

Algunas personas tienen temor de que el pudor pueda afectar las relaciones sexuales en la vida matrimonial. No te preocupes por eso, Lucrecia. San Juan Pablo II escribió sobre cómo el pudor es absorbido por el amor dentro del matrimonio. El amor que un día sentirás por tu esposo en tu noche de bodas, y tu deseo de entregarte a él completamente, será mucho más fuerte que cualquier pena que tú pudieras haber sentido antes.

sábado, 14 de marzo de 2015

“Daré a luz a mi nieto”

Es horroroso y repulsivo, y no se trata de una película. Sucedió en Inglaterra recientemente. Un hombre soltero, deseoso de tener un hijo, a través de la fecundación in vitro con los óvulos de una mujer desconocida, le pide a su propia madre que acceda a llevar en su seno a ese hijo. La madre consiente, le implantan el embrión y nueve meses después da a luz a su propio nieto. ¿Le repugna a usted esta acción? A mí también.

La maternidad sustitutiva se ha puesto de moda, sobre todo en las clases sociales más acomodadas, donde una pareja que no puede tener hijos paga a una mujer por la renta de su útero para llevar el embarazo. ¿Quién es la madre, la que aportó el óvulo o la que lo llevó en su vientre durante la gestación? La maternidad sustitutiva viene a trastornar las relaciones naturales de paternidad y filiación. De esa manera crea dilemas legales y conflictos éticos muy serios que conciernen a la identidad de la persona. ¿Es éticamente correcto manipular una vida humana de esa manera, sólo para satisfacer el deseo de tener un hijo? La Iglesia afirma rotundamente que no.

En los últimos años se ha desarrollado toda una industria basada en los embriones humanos. Fecundación in vitro, bancos de esperma, maternidad sustitutiva, congelamiento de embriones, inseminación artificial… este nuevo lenguaje revela las prácticas con que se manipula hoy a millones de seres humanos no nacidos que son tratados como si fueran productos cosméticos o muñecos fabricados a gusto personal.

La Iglesia Católica se opone fuertemente a estas prácticas por dos motivos. Primero, es que cuando un hijo es concebido fuera del vientre de la madre, el embrión queda privado de la protección natural de la madre y, por tanto, expuesto a toda clase de manipulaciones. La entrega de los cuerpos del padre y la madre, como expresión de amor a través del acto conyugal, es el único acto digno para que una persona pueda venir al mundo; y el vientre de la propia madre –y no uno alquilado– es el único espacio digno para que un ser humano concebido sea gestado hasta su nacimiento.

Por otra parte, para lograr que un óvulo fecundado pueda implantarse en el seno materno se necesitan muchos embriones. Los que no se utilizan son congelados y conservados en un estado entre la vida y la muerte para que alguien pueda quedarse con ellos; o son desechados como material de laboratorio que no sirve; o bien son utilizados para hacer experimentos como para buscar remediar enfermedades. Así que cada vez que una pareja recurra a un embarazo por fecundación in vitro debe tener en cuenta que muchos hermanitos de ese hijo serán abortados, sacrificados, o tendrán que esperar en el congelador a que alguien los quiera.

Señala Alfonso Aguiló que la ciencia demuestra que en el ADN de un embrión humano ya está presente el programa de toda la persona, su sistema nervioso, brazos, piernas, cabello e incluso el color de sus ojos. Una vez fecundado el óvulo, se convierte en un individuo de la raza humana, único, diferente a cualquier otro. Decía Jérome Lejeune que el embrión es un ser vivo; y procede del hombre; por tanto, el embrión es un ser humano. De ahí se deduce que no puede considerarse propiedad de nadie. Nuestro deber, entonces, es respetarlo, custodiarlo y ayudarlo a que crezca para que pueda tener una vida feliz.

Este próximo sábado 21 de marzo muchos católicos tomaremos la calle en la Marcha anual pro-vida, que los Caballeros de Colón organizan junto con el Centro de Ayuda para la Mujer Juarense. En medio de una cultura de la muerte que banaliza la sexualidad, manipula las fuentes de la vida y destruye las relaciones familiares, queremos celebrar el don incomparable del amor humano, del matrimonio y de la fecundidad en el plan de Dios. La cita es en el Parque Borunda para salir hacia la Catedral donde celebraremos la Eucaristía. Nuestra marcha no será tan larga como la historia de la vida. Pero tendrá un comienzo muy preciso, a las 11 de la mañana, así como cada persona tiene también un preciso comienzo: el momento de su concepción.

sábado, 7 de marzo de 2015

Estado Islámico y Occidente

En días pasados el Estado Islámico difundió un video en el que 21 cristianos coptos de Egipto son degollados ante la cámara. La mayoría eran hombres jóvenes casados y algunos célibes. Las imágenes mostraron que mientras los asesinaban, ellos rezaban. Los mataron por negarse a adorar a dioses falsos y por mantenerse fieles a su bautismo. Hace unos días el Estado Islámico también mostraba la destrucción de cientos de obras de arte cristiano en Mosul, la ciudad que tomaron como capital. De este lado del mundo, nadie se indigna, nadie dice nada. Occidente vive en una indiferencia total al holocausto de los cristianos y la destrucción de su cultura en Medio Oriente. Si de verdad quisieran los musulmanes radicales ofender al mundo occidental, difundirían por redes sociales palizas a los perros o cazadores encapuchados con un elefante muerto bajo sus pies.

Dos días de la Mujer

El Día Internacional de la Mujer se celebra de dos maneras, la pagana y la cristiana. El feminismo pagano de género hace mucho ruido para reclamar los ‘derechos sexuales y reproductivos’ de las mujeres, y denunciar la opresión de una cultura machista que las ha sometido durante siglos. Se escuchan términos como ‘empoderamiento’ de la mujer, derecho al aborto, uso de anticonceptivos y bla bla blá. Este feminismo no deja espacio para hablar de la mujer madre, de la mujer embarazada o de la ‘reina del hogar. En cambio el Día de la Mujer con estilo cristiano está fuertemente inclinado a favor del matrimonio y la familia, porque exalta que la felicidad de la condición femenina está en la complementariedad con el varón, en la apertura a la maternidad, en su aporte a la educación de los hijos y a la familia, y en su contribución con su ‘genio femenino’ a la vida social.

Barbajanería

Hace unos días se robaron una estatua de un monumento público en Ciudad Juárez cortándole los pies. Inmediatamente las autoridades públicas y otros organismos de la ciudad empezaron a ofrecer dinero en recompensa por denunciar a los ladrones. En esta ciudad roban todo lo que se puede, pero el colmo es el saqueo del patrimonio artístico. Lo ocurrido puede compararse con los hogares donde vive algún hijo que es drogadicto. En esas familias los padres viven en la angustia y la tristeza de ver a sus hijos que les roban todo lo que pueden para mantener sus vicios. Robarse una estatua para venderla como fierro es una señal alarmante del alto consumo de drogadicción que existe en la ciudad. El consumo de drogas es el peor cáncer social que puede existir y si no hacemos algo por combatirlo, pronto catedral amanecerá sin una torre, y viviremos completamente desnudos, saqueados de todo.

De vírgenes, doctoras y guerreras

Quien afirme que la Iglesia Católica es una organización anti-feminista conoce muy poco de su historia y de su Tradición que proclaman la belleza y la grandeza de la condición de la mujer. La Iglesia es una institución en pro de las mujeres, quizá como ninguna otra institución en el mundo. “¡Mentira! ¡Blasfemia!”, dirá el feminismo de género. Y nos acusará de que la mujer en la Iglesia ha vivido degradada y oprimida durante 20 siglos por una mentalidad machista y patriarcal.

Un artículo de Arina O. Grossu en The National Catholic Register describe algunas razones por las que la mujer encuentra en la Iglesia Católica la plenitud para su condición femenina. Empezando porque la creatura humana más grande, mejor acabada y más perfecta de todos los tiempos –como no habrá ninguna otra– es una mujer. Por el ‘sí’ singular de esa mujer –María de Nazaret– entró la salvación al universo. Fue elegida para ser la Madre de Dios y Dios nos la entregó, desde la Cruz, para ser madre de la humanidad. Por su íntima unión con Jesucristo y por estar asociada al misterio de la salvación del género humano, la Iglesia la honra más que a los ángeles y a la multitud de los santos.

La Sagrada Escritura está llena de las historias de, al menos, 137 mujeres; muchas de ellas fueron grandes matriarcas, heroínas y santas. En la historia de los judíos brilla la reina Ester, quien salvó a su pueblo de la masacre. Aparece Raquel, madre de José y Benjamín, los hijos que engendraron a las 12 tribus de Israel. Está Judit, una hermosa viuda que salvó a los hebreos de las manos de los asirios.

En el Nuevo Testamento, dos de las tres personas que estaban al pie de la cruz cuando Jesús moría, eran mujeres: María la Madre del Señor y María Magdalena, quien tuvo el privilegio de ser la primer testigo de la resurrección de Jesús y anunciarla a los Apóstoles. Tenemos a Elizabeth, madre de san Juan Bautista, el Precursor del Señor. La figura de Ana, la viuda que servía en el Templo y que profetizó que el niño Jesús sería el Mesías de Israel. Marta y María, amigas de Jesús, lo servían con la oración y la hospitalidad.

La Iglesia Católica es celosa en honrar a las mujeres que viven su condición femenina llena de virtud. Tenemos 783 mujeres en el santoral. Además de la Virgen María, existen notables modelos de feminidad católica como santa Juana de Arco, Teresa de Lisieux, Teresa de Ávila, Clara de Asís, Catalina de Siena y Teresa de Calcuta. Algunas fueron viudas y madres de familia como santa Gianna Beretta Molla, Elizabeth de Hungría y Margatita de Escocia.

Otras, como santa Brígida de Suecia o santa Rita de Casia, se casaron y después de la muerte de sus maridos se hicieron religiosas consagradas. Muchas fueron vírgenes como santa Inés o María Goretti; otras fueron prostitutas antes de su conversión, como María de Egipto. Existieron mujeres que arrebataron la corona del martirio al morir devoradas por las fieras o murieron por la espada, como Perpetua y Felícitas. Hay a quienes les cortaron la cabeza, como a santa Inés o santa Cecilia. Mujeres de martirio blanco como santa Rita, quien sufrió en su matrimonio por su marido cruel o santa Mónica, quien soportó las infidelidades de su esposo y los dolores morales que le causó su hijo Agustín, antes de su conversión.

La Iglesia Católica cuenta en su historia con mujeres muy astutas en cuestiones políticas, como las reinas Margarita de Escocia y Elizabeth de Hungría; y se engalana con cuatro Doctoras de la Iglesia: Catalina de Siena, Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux e Hildegarda Von Bingen.

En la Iglesia ha habido mujeres introvertidas y extrovertidas, grandes lideresas y mujeres silenciosas, fundadoras o reformadoras de monasterios y de grandes obras de apostolado; todas sumergidas profundamente en los problemas de los tiempos en que vivieron, traspasadas por un infatigable celo por servir a Jesucristo y a su Iglesia de manera única, con frecuencia entregando sus vidas a la muerte. Estaban en el mundo sin ser del mundo y participaban totalmente en la vida de la Iglesia. Hoy casi toda mujer puede descubrir, en alguna de las santas canonizadas, un alma hermana que le sirva como modelo. Juan Pablo II escribía en su Carta Apostólica ‘Mulieris Dignitatem’ que las mujeres santas son la encarnación del ideal femenino.

La Iglesia se contempla a sí misma como mujer, como la ‘esposa’ de Cristo. “Maridos, amen a sus esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella… Este es un gran misterio, y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5,32). La lucha por las mujeres la está llevando la Iglesia, honrando la dignidad femenina y celebrando su insustituible rol en el mundo.

El catolicismo y la carne

El aspecto más distintivo del cristianismo sobre otras religiones es la encarnación de Dios en la raza humana. Las demás religiones se escan...