miércoles, 25 de enero de 2023

Imitar a Cristo pobre


El beato Sebastián de Aparicio fue un empresario carretero que no sabía leer ni escribir, pero llegó a ser inmensamente rico en dinero gracias a su olfato comercial. Llegó de España a México y se quedó a vivir en Puebla desde 1531. Junto con un amigo carpintero abrió una de las primera empresas de transporte en América. Llegó a tener una flota de carretas que circulaban entre México y Zacatecas, cuando allá se descubrieron las minas de plata.

Con 70 años, Aparicio "el rico", descubrió su verdadera vocación: la de consagrado. Su confesor le propuso que ayudara a las hermanas clarisas y Sebastián no sólo les dio dinero, sino que además se puso a su servicio como portero y mandadero. A finales de 1573 donó a las religiosas toda su fortuna, cuyo valor rondaba los veinte mil pesos, y él sólo se reservó mil pesos por consejo de su confesor por si no perseveraba. Al año siguiente tomó el hábito franciscano y se dedicó a los trabajos más humildes, como barrer y cocinar.

"Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos", enseñó Jesús. Aparicio descubrió que en la vida existía una felicidad que no proporcionan las riquezas materiales: una felicidad que se encuentra solamente en el encuentro con Jesucristo, y en el compromiso de dar la propia vida por amor a él y a los hermanos. Siendo muy rico en dinero, aquel transportista se hizo un verdadero pobre de espíritu al colocar esa riqueza en un plano inferior. Abrazando la virtud de la humildad, aprendió a desconfiar de sus propias fuerzas y a ponerse en actitud de un mendigo que constantemente implora de Dios la limosna de la gracia.

Hoy en México, cuatro de cada diez personas viven en situación de pobreza. Las cifras siempre nos interpelan para luchar por una vida más digna para todos, y hemos de esforzarnos siempre para combatir la pobreza social. Pero debemos estar atentos a cierta clase política que maneja muy astutamente el discurso de los pobres. Quienes hicieron las revoluciones contra los ricos en sus países, una vez que llegaron al poder se convirtieron en los nuevos ricos y acabaron explotando a la clase trabajadora. Los Castro, los Kirchner, los Maduro, los Ortega y otros muchos son ejemplo. Dicen amar a los pobres pero sólo para mantenerlos en la pobreza, alimentándoles el sueño de que un día saldrán de ella; pero sabiendo que si se acaba la pobreza y crece la clase media, estos políticos perderán las elecciones porque los pobres votarán por otro partido.

En las Sagradas Escrituras se habla de ayudar a los pobres, pero nunca de hacerse pobres voluntariamente. Pero cuando en la tierra se hizo presente el Reino de los cielos con la llegada de Jesús de Nazaret y se escribió el Nuevo Testamento, millones de personas que han seguido al Señor encontraron un motivo superior para estar dispuestos a renunciar a todo, incluso a la misma vida, si fuera necesario, con tal de no perderlo a Él. Aunque resulte escandaloso e irrisorio para nuestros tiempos, el Evangelio nos sigue invitando a la pobreza elegida libremente como estilo de vida.

Hay personas que optan por una pobreza radical porque se sienten llamadas por Dios. Así lo hizo san Francisco de Asís o Benito José Labré quien es patrono de los mendigos. No todos estamos llamados a ello, pero sí estamos llamados a hacer algo que se llama vivir en sobriedad, en moderación, a decir "no" al derroche ni al consumismo, ni al lujo desenfrenado, lo cual insulta a los más marginados. Todo esto no es más que practicar la bella virtud de la templanza.

Los padres de familia que son sabios enseñan a sus hijos a ser templados. No les cumplen todos sus deseos. Cuando su hijo les pide que le compren un teléfono móvil, una tablet o un AppleWatch, saben decirles que por ahora no pueden hacer ese gasto. Si el niño pregunta por qué no puede jugar videojuegos todo el tiempo que él quisiera, no temen decirle que primero debe hacer sus tareas, o simplemente que no quieren que se convierta en un caprichoso. Así les enseñan la virtud de la templanza, es decir, la moderación y el orden en el uso de los bienes materiales, ser dueños de sí mismos, a poner orden en sus gustos y deseos, a ordenar su afectividad y sensibilidad.

Observemos bien las bienaventuranzas del Evangelio y démonos cuenta de que casi todas se relacionan con la templanza. Sin templanza no podemos ver a Dios, ni ser consolados, ni heredar la tierra y el cielo, ni soportar la injusticia con paciencia. Muchas veces hacemos el mal que no queremos, o se nos van injertando adicciones al alma que pueden durar años y años –alcohol, drogas, sexo, juego o redes sociales– porque nunca aprendimos a defendernos de nosotros mismos. Es buenísimo saber decir a los hijos "no" a muchos de sus deseos. Enseñarles a tener victorias internas es hacer que brote la paz para sus corazones.

No es la abundancia de los bienes materiales la que nos excluye del Reino de los cielos, sino el mal uso que podemos hacer de ellos. Darles a los hijos muchas cosas, demasiadas cosas, es crearles necesidades inútiles y artificiales que van creando costumbre en ellos, les van sofocando valores profundos y los hacen esclavos de la necesidad. Decía un sabio: "la felicidad no consiste en poder satisfacer todas las necesidades sino en tener las menos necesidades posibles para satisfacer".

El deseo de ver a Dios es lo que hemos de cultivar en la vida. Al contemplar a Dios en la vida futura tal como él es en sí mismo –el océano de amor entre las tres divinas Personas–, se descorrerá el velo que nos oculta ahora tantos misterios indescifrables. Esa maravillosa visión será proporcional a nuestro deseo de Dios, a nuestra humildad y sobre todo a nuestra caridad.

Que la sencillez y la sobriedad del mismo Cristo que se queda en la pobreza de un pedazo de pan, nos inspire a buscar la sencillez y la sobriedad en nuestro estilo de vida.

martes, 17 de enero de 2023

Joyería de fantasía: Miss Universe

Algunos me reclaman que como sacerdote me atreva a opinar sobre algo tan superficial como son los concursos de belleza. Estoy de acuerdo en que estos son una frivolidad y que no merecen la atención de un clérigo, quien debe centrar, más bien, sus reflexiones en Dios. Sin embargo estos certámenes forman parte de la cultura, y la cultura es el escenario en que Dios ofrece su luz y salvación. Así que estos torneos de belleza femeninos también necesitan salir de la oscuridad.

Cuando era adolescente y joven me gustaba contemplar cada año la belleza femenina en el concurso Miss Universo, pero una vez que me pareció que entre las bambalinas del certamen había corruptelas e intereses políticos para definir las reglas y otorgar los premios, decidí no seguir jamás aquello que tenía más de farsa que de competición. Luego el concurso tuvo un declive cuando a la reina ganadora se le prohibía opinar públicamente sobre ciertos temas que eran políticamente incorrectos, como por ejemplo declararse persona pro-vida. La mayor fractura llegó cuando en 2018 un hombre representando a España se coló travestido para concursar entre las misses.

Hoy la franquicia de Miss Universo ha sido adquirida por un hombre millonario asiático que se hace pasar por mujer llamado Anne Jakrajutatip. Cuando tenía cinco años de edad sufrió disforia de género, esa enfermedad mental que hace que una persona se sienta atrapada en un cuerpo equivocado. En 2018 se sometió a sus primeros tratamientos hormonales y tiempo después entró a cirugía para lograr asemejar su cuerpo, lo más posible, al cuerpo femenino. Después de sus estudios universitarios en Australia creó "Life Inspired for Transsexual Foundation".

En su discurso la noche del certamen, el sábado 14 de enero, dijo: “Bienvenidos a la plataforma del empoderamiento de las mujeres. Miss Universo ahora será manejado por mujeres y para todas las mujeres, para que celebren el poder del feminismo, la diversidad, inclusión social, equidad de género y creatividad que son causas para el bien”.

Jakrajutatip merece nuestra compasión y respeto a su persona. Sólo Dios sabe lo que habrá sufrido y él juzgará su alma. Lo que no podemos ni debemos admitir es dejarnos envolver por la mentira de su auto percepción. Él es libre de percibirse como mujer o como lo que quiera, pero nosotros no podemos ser parte de sus malabares mentales y percibir como mujer lo que no es una mujer. Tampoco podemos aceptar que se degrade a las mujeres reales revolviéndolas con mujeres fake: esto aplasta la dignidad de la mujer.

Bajo la dirección del señor Jakrajutatip el famoso certamen ha caído totalmente bajo el poder aplastante de la ideología de género y al mundo se le envía un mensaje: cada persona puede conformarse con la imagen que quiera tener. La imagen hace a la persona y no la persona a la imagen. "De este modo –dice Agustín Laje– las imágenes se disponen como puntos de referencia para la construcción de identidades líquidas que se parecen cada vez más a meras mercancías".

Vivimos en una cultura que está obsesionada por la belleza. La ética ha dejado de ser importante. En el diseño de uno mismo todo se vale. Uno puede diseñarse a sí mismo con el sueño que uno tenga, aunque ese sueño esté lejos de la realidad, que es la naturaleza. Enseña Laje: "Los imperativos estéticos barren a los imperativos morales: lo importante no es el alma, ni siquiera la personalidad, sino el diseño del cuerpo, el diseño de lo que puede ser registrado y difundido en una imagen. El yo se torna superficial; se inscribe en la superficie epidérmica".

"Dios ha muerto", proclamó Federico Nietzsche, y cuando matamos a Dios ya no tenemos por qué preocuparnos de diseñar el alma. Sólo queda el cuerpo para ser trabajado –violentando su misma naturaleza– con maquillaje, cirugías, hormonas, tatuajes, spas o gimnasios. Así lo fake va ganando terreno sobre lo real, y la sociedad se va convirtiendo en pura joyería de fantasía. Pero los diseños corporales son siempre una apariencia, un encubrimiento. Por debajo está el clamor de las almas desesperadas por encontrar la luz de la Verdad, el Bien y la más pura Belleza.

miércoles, 11 de enero de 2023

Desconectados de la realidad


Hace unos días, el Comité Olímpico publicó en el British Journal of Medicine que en el 2024 permitirá contender a hombres biológicos en las competencias femeninas en los Juegos Olímpicos. Es significativo que fuera en las Olimpíadas de 1900 en París donde participaron por primera vez las mujeres en diversas disciplinas. Los próximos juegos olímpicos serán nuevamente en París, pero esta vez con nuevas normas transgénero: hombres disfrazados de mujer. Según describe Lindsay Parks Pieper en su libro "Pruebas de sexo: políticas de género en deportes femeninos", desde 1930 algunos varones en las olimpíadas se hacían pasar por mujeres para ganar fácilmente los premios. Esto llevó a que desde 1968 se establecieran pruebas obligatorias de sexo para todos los competidores.

Supongo que en las venideras olimpíadas en París pocas mujeres reales querrán participar en boxeo, judo, lucha, natación, levantamiento de pesas y otros deportes. La nueva normatividad del Comité Olímpico las está enviando al fracaso, pues está comprobado que la fortaleza física del varón es superior a la de la mujer.

Sucedió con Will Thomas, un estudiante que integraba el equipo de natación de la Universidad de Pensilvania, quien en 2019 se sometió a tratamientos hormonales para convertirse en el trans Leah Thomas. Dentro del equipo femenil de natación, ya como supuesta mujer, Thomas derrotó en la piscina a sus competidoras para llevarse todos los premios. Además fue nominado por la rectoría de la universidad para ser la mujer del año de la National Collegiate Athletic Association. (NCAA).

En un mundo cada vez más desconectado de la realidad, ¿qué podemos hacer para no dejarnos arrastrar por la demencia del género? Muchas cosas, sin duda, pero lo primero es reafirmar la noción del ser humano que tiene el cristianismo y rechazar ese concepto erróneo del hombre que hoy nos quiere imponer la cultura progresista.

La cultura progre –también llamada cultura "woke"– propone que el hombre tenga libertad ilimitada para crearse a sí mismo y otorgarse la identidad que se más le acomode: la obsesión por la libertad personal, especialmente en el campo de la sexualidad. Para los progres el cuerpo sexuado de varón o mujer importa un pito y puede ser transformado por la tecnología, según la creatividad de cada persona. ¿Leyes de la naturaleza inscritas en la realidad que se deban obedecer? ¡Bah! Aquí cada individuo se dicta sus propias leyes, y de esa manera, desconectados de la realidad, somos bienvenidos al manicomio.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos en México y otras instituciones, en su desconexión con lo real, han empezado a utilizar la expresión "persona menstruante" para referirse a las mujeres que mutilan sus cuerpos para que parezcan de hombres. Gobiernos como el de Estados Unidos desconectan de la realidad a sus ciudadanos enviando a las dragas –hombres travestidos grotescamente de mujeres– a contarles cuentos a los niños, y dejarlos listos para ir al psiquiatra. 

No perdamos de vista lo que es el hombre y su libertad. No nos desenchufemos del mundo real para vivir en las fantasías del mundo mágico de Disney. El mundo y la vida son un don gratuito de Dios, obra de su pensamiento y de su amor. Le guste o no les guste a los defensores de los derechos de los animales y a los fanáticos de la ecología, los seres humanos somos el centro de la creación y la obra más perfecta de Dios. Somos su imagen y tenemos un alma espiritual para buscarlo y ajustar la propia vida a la voluntad divina. Eres hombre o eres mujer, con la misma dignidad y para la complementariedad. Salirte de la realidad es vivir en una mentira.

¿Y la libertad? No es para obrar siguiendo cualquier deseo, instinto o sentimiento que se antoje, sino para rechazar el mal y hacer el bien. Si quieres ser libre, ajústate a la ley natural y déjate de boberías. Así participas de la Ley Eterna de Dios, y la puedes descubrir por medio de la recta razón. No le busques tres patas al gato. Dios es el fundamento de la moral y de esa manera la libertad, ajustada a la voluntad de Dios, alcanza su realización y plenitud. 

Entre los objetivos trazados por la Agenda 2030 de la ONU están el aborto, la eutanasia y la ideología de género para todo el mundo. Se trata de resetearnos a todos el cerebro –como quieren hacerlo con el psicólogo conservador Jordan Peterson en Canadá, enviándolo a estudiar un curso para comunicar ideología de género en las redes sociales–, un nuevo reseteo cultural global para crear un nuevo ser humano robotizado, lejano de aquel que Dios pensó para que fuera su imagen en la tierra. 

En este nuevo desorden mundial que los poderes globalistas han diseñado, los católicos no podemos resignarnos a vivir desconectados de la realidad. En la mentira no se puede vivir, simplemente porque ella conduce al psiquiátrico y a las peores catástrofes.

domingo, 1 de enero de 2023

Gratitud a Benedicto XVI


Cada papa que pasa deja un legado para cada católico que comprometidamente sigue a Jesucristo y escucha sus enseñanzas a través de sus vicarios, los sucesores de Pedro; para cada católico que está atento a los signos de los tiempos y sufre con las tormentas por las que atraviesa la Iglesia en su navegación en el mar de la historia.

Es cierto que en 2013 terminó el pontificado de Benedicto XVI cuando presentó su renuncia a la sede de Pedro y en su lugar fue elegido el papa Francisco. Pero ahora que el Señor lo ha llamado a su presencia, es cuando muchos de nosotros, a nueve años de su dimisión, valoramos más su aportación como teólogo, maestro y pastor, incluso desde antes de sentarse en la sede petrina. De manera personal agradezco especialmente cinco grandes riquezas que nos ha dejado para la vida de la Iglesia.

Su aportación al Concilio Vaticano II. Ante las dos visiones del Concilio que se dieron –una visión de continuidad con la Tradición de la Iglesia y otra visión que algunos tuvieron y tienen de ruptura con el pasado, en vistas a crear una Iglesia moderna protestantizada– Benedicto XVI fue un gran defensor de que la reforma de la Iglesia traída por Vaticano II era una continuidad con las verdades antiguas y enseñanzas anteriores, aplicando las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia al mundo contemporáneo. Benedicto XVI nos ha dejado claro que el Concilio está inscrito dentro de la tradición doctrinal de la Iglesia Católica. 

En los abusos del clero tomó al toro por los cuernos. Desde que era Prefecto de la Doctrina e la Fe, fue un estudioso y un investigador de los abusos sexuales. En cuanto llegó al trono pontificio encauzó sus fuerzas contra los abusos. Promulgó normas muy duras contra los clérigos abusadores y leyes especiales para combatir la pederastia. Concentró en Roma las investigaciones de los casos de todo el mundo para evitar que los obispos locales fueran blandos con los casos de sus diócesis. Benedicto se reunió con las víctimas de abusos en varios de sus viajes para escucharlas. Fue el papa que marcó las líneas para purificar y reconstruir la Iglesia tan golpeada por esta crisis.

Sus homilías y enseñanzas. Se decía en Roma que al papa Juan Pablo II los fieles del mundo iban a verlo. Del papa Benedicto se decía que la gente iba a escucharlo. Fue un hombre de una altura teológica e intelectual del más alto nivel, capaz de dialogar con prestigiados filósofos o teólogos discrepantes de su pensamiento. Sin embargo, al mismo tiempo, y sobre todo en su etapa como sucesor de san Pedro, sus mensajes y homilías fueron de una gran belleza y profundidad, accesibles para todo el pueblo cristiano. Demostró que toda la profundidad de su pensamiento era para proteger y defender la fe del pueblo creyente y sencillo. Algunos hombres intelectuales de Iglesia como el cardenal Müller no dudan en afirmar que algún día Benedicto XVI será nombrado Doctor de la Iglesia.

El Catecismo de la Iglesia. Junto con Juan Pablo II y todo un equipo de colaboradores, Joseph Ratzinger nos regaló el Catecismo de la Iglesia Católica, una obra maestra que queda para la historia y que se queda como un dique de contención del relativismo doctrinal que quiere manipular el dogma, la moral y la liturgia de la Iglesia. 

Su documento Dominus Iesus. Como Prefecto de la Doctrina de la Fe, cuando Benedicto era el cardenal Ratzinger, dejó muy claro quién es Jesucristo: Dios hecho hombre y el único Salvador del mundo. En tiempos en que muchos dudan de la divinidad de Jesús y lo colocan al mismo nivel que los fundadores de grandes religiones; o cuando muchos cuestionan el carácter divino de la Iglesia y su papel como mediadora de la salvación traída por Cristo, Dominus Iesus nos enseña que Cristo Jesús es el único Salvador de la humanidad –incluidas las demás religiones– y que la Iglesia Católica no es uno de los muchos ríos que desembocan en el mar de la divinidad, sino que es el único camino fundado por Cristo para llegar a la salvación y habitar en la casa del Padre. En la Iglesia Católica está la plenitud de la Revelación.

Sus encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Aunque esta última fue firmada por el papa Francisco, se sabe que es la última de la trilogía sobre las virtudes teologales, y que por su renuncia no pudo firmar. Las tres encíclicas en conjunto muestran que el objetivo del papa era no diluir o desparecer el mensaje de la salvación, de la vida eterna. La Iglesia –dice el padre Santiago Martín– estaba dejándose de ocupar de salvar almas por salvar cuerpos. Ya no contaba la vida eterna ni la vida del alma; lo importante era dar de comer al hambriento olvidar de que no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Al hombre hay que ayudarlo no sólo con el pan material sino, sobre todo, el pan espiritual que salva para la vida eterna. La primera y más importante caridad es enseñar a Jesucristo.

Guía para los católicos a la hora de votar por partidos políticos. En tiempos en que muchos católicos salen a votar por sus partidos políticos sin importar su compromiso con la moral emanada de nuestra fe, el papa nos enseñó que hay temas que son innegociables, temas en los que un católico no puede ceder: la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural; la defensa de la familia construida sobre el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de los padres para educar a sus hijos y la búsqueda del bien común de la sociedad.

Un papa de la estatura de Benedicto XVI, con su claridad de pensamiento y con su conocimiento de la cultura de nuestros tiempos, ha sido un potente faro de luz que Dios ha regalado a su Iglesia. No nos cansemos de agradecer a Dios por su vida y su ministerio. Que su legado sea alimento espiritual para todo el orbe católico durante muchas generaciones.




México, la viña y las elecciones

El próximo 2 de junio habrá una gran poda en México. Son las elecciones para elegir al presidente de la república, a los diputados y senador...