miércoles, 31 de julio de 2019

Por qué no practico yoga

Crece el número de personas que practican el yoga como búsqueda de descanso a través de posturas, ejercicios de relajación y técnicas de respiración. Allá van las señoras y los señores a ponerse en flor de loto. A veces buscan algún paraje natural para hacer sus prácticas.

Empiezan respirando, poniendo su columna vertebral derecha, respiran hondo una y otra vez. Les dicen que pongan su mente en blanco, que no piensen en nada, que dejen sus preocupaciones lejos. Algunos imaginan escenarios naturales como estar junto a una cascada o contemplando un sereno lago azul. Escuchan un poco de música monótona y amorfa, a discreto volumen. Abandonan su sesión de yoga sintiéndose personas espirituales, con la ilusión de que meditaron y oraron.

Hay mucho cachet en prácticas como estas. Está de moda, es lo que está "in" y se ve "cool". En ciertos ambientes universitarios o de las empresas decir que uno se reza el Rosario o visita el Santísimo es quedar como un anticuado o retrógrada. En cambio decir que se va a clase de yoga o de meditación trascendental puede ser más socialmente aceptado.

Yo no practico yoga por varias razones. Una de ellas es porque el yoga es una práctica religiosa venida del budismo y, por tanto, extraña a mi fe católica. No se trata solamente de ejercicios físicos sino que existe un trasfondo espiritual. Ni el yoga ni la meditación trascendental son la clase de oración que quiere Jesucristo para sus discípulos. Me atrevo a decir que no podemos llamarla oración ni meditación sino solamente estados del cerebro. No practico yoga porque en ello está implicada una visión del hombre y de la vida opuestas a la fe católica que yo me esfuerzo por practicar. Son básicamente cuatro grandes diferencias entre la oración del cristiano y los estados mentales que crea el yoga y otras prácticas orientales.

Primero, los ejercicios llamados "de meditación" que invitan a poner la mente en blanco, van colocando al ejercitante delante del vacío, de la nada, de una especie de limbo espiritual en el que no hay sensaciones de dolor ni de placer. La oración cristiana, en cambio, coloca al orante frente a Alguien distinto de él. Ese Alguien –con mayúscula– es Aquel al que Jesús nos enseñó a llamarlo "Padre". La oración verdadera es un encuentro, no un estado mental. La espiritualidad cristiana es obra del Espíritu Santo, que actúa dentro de nosotros y que anuncia y denuncia, consuela y fortalece.

Segundo, el budismo y sus prácticas pretenden liberar al hombre de la materia. Al creer en la reencarnación, es decir, en el proceso del espíritu que pasa por muchas vidas, encarnando en diversos cuerpos –incluso en cuerpos animales–, el hombre trata de liberarse de su cuerpo material para que su espíritu se funda con el universo. La espiritualidad cristiana, en cambio, no es anti material. Al contrario, la materia es vínculo de unión con Dios. Al hacerse hombre, el Verbo se hizo materia no para liberarnos de nuestro cuerpo material sino para posibilitarnos entrar con nuestro mismo cuerpo glorificado en el mundo de la Resurrección, siguiendo a Cristo crucificado y resucitado.

Hay otra diferencia. El yoga y las prácticas de la Nueva Era creen que Dios es la energía que se difunde por todo el cosmos. A través de ejercicios y posturas, la gente se enchufa con esa energía, como conectándose a una gran batería, a una fuente de poder para vivir en armonía, sumergidos en un océano de fuerza, de vida, de luz, de vigor, de paz. En la espiritualidad cristiana, por el contrario, creemos que Dios es espíritu, no energía. Dios está más allá de cualquier energía. No se identifica con ella porque es el Creador de todo. La oración cristiana nos conduce a la adoración, a la súplica, a la intercesión y la acción de gracias.

Por último, el budismo y sus prácticas como el yoga y la meditación trascendental tienen como ideal la disolución de la persona en el Ser, en lo que ellos llaman la conciencia cósmica o el nirvana para que así alcanzar la plenitud. El cristianismo, en cambio, no lleva a la persona a disolverse o perderse en el vacío, sino a donarse, a gastarse por alguien, a recibir el perdón como un regalo. Por eso las palabras "misericordia", "cruz", "perdón", "servicio" no son lenguaje del budismo sino sólo del cristianismo.

No nos dejemos engañar buscando el contacto con lo divino a través de ejercicios y posturas de falsas religiones. Lo único que éstas producen son estados mentales que nos dejan sin Dios. La promesa de Jesús es mucho mayor: es el Espíritu Santo que Dios nos concede si se lo pedimos; no es caer en la nada sino entrar en el Cielo.

jueves, 25 de julio de 2019

El libre desarrollo de la personalidad

En el Congreso del Estado de Chihuahua han sucedido cosas que ponen en peligro el futuro de las familias y el verdadero progreso de nuestra entidad. El 30 de mayo de este año, el Congreso aprobó el decreto por el que se reforma la Constitución Política de Chihuahua. Dicha reforma introduce en la Constitución el derecho a la auto determinación de las personas y el libre desarrollo de la personalidad.

El concepto de "libre desarrollo de la personalidad" es un concepto nuevo que ya se maneja en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que establece que las personas son libres para elegir su proyecto de vida. La personas pueden ser como quieran ser, sin coacción ni controles injustificados, con el fin de cumplir sus metas y según sus valores, ideas, expectativas y gustos. Incluye la libertad de contraer o no matrimonio; de procrear hijos y decidir cuántos; de escoger la apariencia personal, la profesión o actividad laboral, así como la libre opción sexual. El derecho al libre desarrollo de la personalidad no forma parte de nuestra Constitución Federal, pero ha sido utilizado por la SCJN para permitir el aborto en algunos casos y el uso de la mariguana para fines recreativos.

Por la ambigüedad del término, es muy peligroso introducir este concepto en la Constitución del Estado de Chihuahua. De ser aprobado, el derecho al libre desarrollo de la personalidad entraría en conflicto con el derecho a la vida del ser humano no nacido, cuya vida e integridad están protegidas hoy por la Constitución chihuahuense. Fácilmente podría prevalecer el derecho de la madre al desarrollo de su personalidad por encima del derecho a la vida de su hijo y así dar paso a la legalización del aborto.

El libre desarrollo de la personalidad podría afectar gravemente la educación de los hijos, en el sentido de que los padres de familia no tendrían derecho a interferir si su hijo decidiera ser niña, o la hija quisiera ser niño, como hoy se está promoviendo. Tampoco los padres podrían evitar que su hija menor de edad se practicara un aborto, pues sería violentar el derecho de la chica. O bien, no podrían los padres interferir en la vida sexual de sus hijos menores para educarlos con sus valores. Y por más descabellado que suene, hasta se podría llegar a prohibir a los padres educar a sus hijos en su propia religión porque sería bloquear la libre personalidad de los menores.

Si en Chihuahua se acepta el derecho al libre desarrollo de la personalidad se abrirán muchas otras puertas que hoy, para bien de todos, están cerradas: la libertad para consumir drogas, el derecho a portar armas en la calle, la despenalización de las relaciones sexuales con menores de edad, y hasta la eutanasia, pues cada persona tendría el derecho de disponer, no sólo de su vida, sino de su muerte; todo en el nombre del derecho al libre desarrollo de la personalidad.

¿Qué queremos para Chihuahua en el futuro? El anhelo de la mayoría sensata es vivir en un Estado tejido con familias íntegras y sanas, formadas de padres, madres e hijos que den paz y estabilidad a la vida social; esto marca el verdadero progreso. El progresismo, por el contrario, es insensatez: promueve una falsa libertad sin referencia a la verdad, y termina por convertir nuestras ciudades y pueblos en lugares donde naufragan las familias y donde abundan las víctimas de la violencia intrafamiliar, el divorcio, las drogas, los embarazos adolescentes y el suicidio. Libre Dios a Chihuahua de tomar ese camino.

Como católicos hemos de rechazar la introducción de términos ambiguos y peligrosos como el derecho al libre desarrollo de la personalidad en la Constitución del Estado de Chihuahua. La reforma fue aprobada por el Congreso estatal, pero para que se realice se requiere la votación de los cabildos de al menos 20 municipios que representen a más del 50 por ciento de la población. Hacemos un llamado a nuestro alcalde Armando Cabada Alvídrez y a los regidores de Ciudad Juárez para que voten contra esta reforma. El futuro de Chihuahua está en juego.

miércoles, 24 de julio de 2019

Efectos de lo oculto

El indicador del tablero "Ouija". La Iglesia en el Catecismo prohibe las
prácticas de adivinación y de magia (números 2115-2117)
La mujer comenzó a agitarse involuntariamente mientras el sacerdote rezaba la oración a san Miguel Arcángel y, más aún, cuando decía las oraciones de protección. Eran convulsiones que iban cobrando en ella más intensidad. Minutos después, cuando la chica hacía la oración de renuncia a Satanás y a todas sus obras, empezó a llorar y a gritar, como fuera de sí. Algo le impedía articular las palabras de la renuncia. Su madre, nerviosa, le infundía valor para que continuara. Cuando sintió la mano sacerdotal sobre su cabeza, del llanto profuso pasó a emitir estridentes alaridos.

Esta no una escena de una película de terror. Soy testigo en primera persona. Es vida real, y puede ser la consecuencia de incursionar en el ocultismo. Muchos jóvenes lo están haciendo, a veces por simple curiosidad. Series de Netflix como "El mundo de Sabrina", en la que se presenta a Sabrina y sus familiares como adoradores de Satanás e inmersos en el mundo de lo oculto, hacen un enorme daño espiritual al llevar a los jóvenes a incursionar en prácticas mágicas.

Meses antes, la mujer con la que inicié este artículo se había introducido en el mundo de lo oculto. Interesada desde pequeña en temas oscuros, se inscribió en un curso de fin de semana aquí en Ciudad Juárez sobre magia blanca y proyección astral. Durante el mismo, un chamán ofreció brebajes que los asistentes tomaron, y hoy su marido cuenta que ella cambió radicalmente después de aquella experiencia. También sus familiares dicen que ella ya no es la misma persona. La notan retraída, boba, desconectada de la realidad, incluso dispuesta a abandonar a su familia para marcharse con los brujos.

"El esoterismo u ocultismo –indica Javier Luzón Peña, exorcista de Madrid–, cuyas principales vertientes son la adivinación y la hechicería, son considerados en la Biblia como formas de adulterio espiritual, en cuanto alejan del Dios verdadero para adorar a falsos dioses. Crean vínculos o ataduras maléficas procedentes del contacto con el ocultismo, que son especialmente insidiosas".

Las personas que se introducen en el ocultismo –chamanes, brujos, mentalistas, psíquicos, adivinos, espiritistas y todas los incautos que los acuden a ellos– en el fondo niegan al Dios revelado por Cristo. Para ellos Dios no es un ser personal sino una energía; el mundo es divino y su centro es el hombre, con sus deseos subjetivos y su relativismo moral. Lo espiritual se reduce a lo psicológico y la salvación no es un don de Dios sino el fruto de un conocimiento reservado a unos cuantos. De ahí el nombre "ocultismo". Mediante una serie de prácticas mágicas las personas toman paulatinamente conciencia de su condición divina. Es hasta este punto a donde el diablo quiere llevar al hombre: a creerse como dios, lo que resulta la mentira más grande.

¿Cómo liberar a la chica atormentada por espíritus malignos? Además de la renuncia al mundo ocultista, que son las obras de Satanás, la muchacha debe recibir oraciones de liberación por parte de un sacerdote. Pero eso no basta. Es necesario conducirla hacia su maduración espiritual mediante un acompañamiento para que se afiance y crezca en la fe de la Iglesia. De nada servirán los exorcismos si la persona afectada no está abierta a crecer espiritualmente mediante la escucha de la Palabra de Dios, la vida de oración y la práctica de los sacramentos.


miércoles, 17 de julio de 2019

Viajar por España

Con el padre Juan Manuel García, ex rector del Seminario de Ciudad Juárez
Es tiempo de vacaciones para muchas personas. Los aeropuertos y carreteras tienen más tránsito, así como los miles de destinos que la gente visita durante el verano. Acabo de regresar de España, tierra hermosa y bendecida por Dios, Madre Patria que tanto ha dado a los mexicanos. Lejos de pedir perdón a los españoles por hechos de otras épocas, mi gratitud sube a Dios por ellos y por el inmenso legado cultural y religioso que nos heredaron. De alguna manera siento a España como mi tierra porque por ella nos hablaron Dios y la Virgen.

Trotar por el mundo se disfruta más cuando tienes a alguien con quién compartir tus experiencias. Dios me puso como compañero de viaje al padre Juan Manuel Orona, con quien tengo una bella amistad desde 1997. Juanito –como me gusta llamarlo, por ser pequeño de cuerpo– es hombre de Dios y de disciplina, de alegría, de ideales de santidad sacerdotal, de entusiasmo y vitalidad, de caridad inmensa. Agradezco siempre al buen Dios por haber encontrado en su amistad un tesoro y, en este viaje, un amigo con quien compartir la Eucaristía y la oración diaria, además de las aventuras propias del itinerario.

Disfruto más las tierras lejanas cuando descubro la presencia de Dios que camina en ellas. Así como un día el Señor llamó a Moisés en el Horeb para implicarse en los planes de un pueblo y hacer camino con él, Dios se sigue involucrando en la vida de las culturas. Sigue llamando a hombres concretos para hacer, junto con ellos, historia. En España llamó a San Isidro Labrador, patrono de Madrid; a santa Teresa de Ávila, la gran reformadora del Carmelo; a san Juan de la Cruz, poeta y maestro espiritual de la mística española del XVI; a san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía como respuesta divina al desorden luterano. Ellos y muchos otros nacidos en España fueron los verdaderos líderes de la Iglesia en aquel país, demostrando que la santidad es siempre el camino de la reforma.

"El lugar que pisas –dijo Dios a Moisés en el Horeb– es tierra sagrada". Visitar otros lugares, como peregrino o como turista, con la conciencia de que ahí hay que descubrir las huellas de lo divino, hace que los viajes dejen perfume sobrenatural. Por ello hay que viajar con los ojos y el alma abiertos, no sólo para admirar paisajes naturales como el Parque Nacional Picos de Europa en Cantabria, u obras arquitectónicas como la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena en Madrid o la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, sino también para escuchar los dolores, las heridas, las alegrías y las esperanza de los pueblos. Todavía España no ha cerrado por completo las llagas de la guerra civil y aún siguen latiendo las fuerzas separatistas de Euskadi y Cataluña.

Visitar España fue pisar tierra sagrada gracias a la hospitalidad de nuestro amigo el padre Francisco Gabaldón y de las hermanas Clarisas capuchinas de la Inmaculada y de san Pascual; al reencuentro con el padre Juan Manuel García, quien sirvió a nuestra diócesis como rector del Seminario y párroco de Todos los Santos, y quien ahora vive en una casa de reposo para adultos mayores en Madrid; a la acogida en la Casa Sacerdotal diocesana en Oviedo donde se cuida a los sacerdotes enfermos y ancianos que han gastado su vida al servicio de la Iglesia. Nos sentimos en casa gracias al calor humano y el trato exquisito de Belén Noval, de Pepe y Nico en la Fresneda. Nunca olvidaremos haber compartido las fiestas de san Fermín con Lety Lugo y Mariano, su marido filósofo, ni tampoco la noche en que tuvimos una espléndida conversación con los vascos Marta Vidal y Jaime Urcola, degustando buenas tapas y vino en Laguardia, pueblo de la ruta del vino en La Rioja Alavesa.

El mejor turismo lo podemos hacer cuando sabemos que Dios está esperándonos en cualquier parte de la geografía mundial porque toda tierra pertenece a Él. En todo lugar Dios se manifiesta. Basta tener el corazón abierto para percibir sus huellas. Cuando, por el contrario, nos sentimos señores y dueños del mundo, perdemos la capacidad de contemplar, admirar y orar agradecidos. Dios nos dice que lo sagrado existe, y que la tierra no es unívocamente nuestra. Así que, ya vayamos a descansar a la sierra Tarahumara de Chihuahua o al otro lado del planeta, todo se vuelve nuestro si nosotros somos de Dios.

martes, 9 de julio de 2019

Los toros y el maltrato animal

Como sacerdote aficionado a los toros, la sensibilidad actual de la sociedad sobre las corridas me ha hecho cuestionarme sobre si es ético que continúe con mi afición taurina o tenga que abandonarla en tiempos de creciente repulsión por esta expresión cultural de España, México y otros países de América. Justamente antes de empezar la Feria del Toro de Pamplona, con sus encierros, me llega la pésima noticia de que el gobernador de Chihuahua ha metido en la cocina legislativa una ley para prohibir las corridas de toros en el Estado. Entiendo que haya gente cuya sensibilidad no le permite entrar a un festejo taurino pero, ¿por qué prohibir algo que pertenece a nuestro patrimonio cultural durante siglos?

Hace algunas décadas eran pocas las personas que pedían prohibir las corridas de toros. Sin embargo en los últimos años ha crecido este reclamo debido, fundamentalmente, a dos factores. El primero es el trato inadecuado y las pésimas condiciones de crianza para muchas especies de animales que sirven para la producción de comida, pieles o artículos de lujo. Ejemplo de ellos son los cerdos que tienen que vivir hacinados, privados de luz y mutilados en espacios muy pequeños, o los pollos criados en batería, los gansos a los que se les alimenta forzadamente para producir paté, o los casi extintos tigres de bengala que son presa de algunos cazadores que los utilizan como trofeo. Es legítimo, sin duda, que la sociedad pida mejor trato para ciertas especies del reino animal.

El segundo factor proviene del mundo anglosajón que ha creado el concepto jurídico de "derechos" de los animales, en donde el animal pasa a ser el nuevo sujeto de derechos. Al Animal, genéricamente hablando, se le mira como la víctima que hay que proteger del Hombre, que ha sido su explotador en el transcurso de la historia. Entonces todo lo que maltrate a los animales y viole sus derechos acaba por meterse en el mismo cajón: pesca deportiva, cacería, corridas de toros, peleas de gallos, carreras de caballos, ganadería industrial, disección para experimentos en laboratorios y, ¿por qué no?, a la larga serán las carnicerías y los restaurantes. Todo termina por ser una violación del hombre explotador al reino animal.

Creamos un laberinto sin salida cuando catalogamos a cada especie del reino animal como simplemente "Animal" que hay que defender del hombre. Entonces habría que proteger la vida de los mosquitos, las cucarachas, los leones africanos, los osos polares, los toros de lidia y los gusanos. Acabar con una plaga de langostas en un campo sería un genocidio. El sentido común nos dice que esto no puede ser así. Tratar a todos los animales con el mismo respeto es ilógico, irracional.

El "Animal" no existe como tal. Existen las especies animales y cada una tiene un trato diverso con los hombres. Francis Wolff enseña que hay una gran variedad de formas de trato con ellos: a los que son dañinos se les aniquila, de los peligrosos nos apartamos, contra los temibles luchamos, a los apetitosos los pescamos, a los protectores los mantenemos, a los colaboradores los estimamos, al compañero lo queremos. Es absurdo admitir una única norma moral de trato para todos.

Es interesante que en donde han habido toros bravos en la historia los hombres admiren su poderío y hagan juegos y combates con ellos. Es una constante antropológica de todos los tiempos. Desde los rodeos en Estados Unidos, las corridas en España y los forcados de Portugal, las charreadas en México, y otras formas de combate en Japón, Francia, la India. Enfrentarse al toro, símbolo de poder, es un sueño vivo del hombre en las más diversas culturas.

Cada vez estoy más convencido de que no sólo me gusta la fiesta brava sino que he de defenderla. Asistir a ellas y apoyar la fiesta no es ningún pecado como hoy los animalistas nos lo quieren hacer creer. Suprimir las corridas de toros es, a mi juicio, perder un rito, una fiesta, un espectáculo, un arte, un deporte que, por los valores que transmite, debería de ser considerado patrimonio cultural de la humanidad. Es, además, condenar a su extinción inmediata al toro bravo, y privar a los hombres de aprender a establecer relaciones adecuadas y diversas con las especies animales. Queda la pregunta: ¿por qué el toro bravo es una especie animal del todo singular a la cual se le puede lidiar y matar públicamente, en la plaza? El espacio no alcanza para dar una respuesta. Lo dejaremos para otra ocasión. Mientras tanto me dispongo a disfrutar de la pamplonesa Feria del Toro.

jueves, 4 de julio de 2019

Caminos

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar. 

(Antonio Machado)

Por gracia de Dios, en estos días, junto con el padre Juan Manuel Orona, he tenido la oportunidad de visitar España. Llegamos al norte del país, a Oviedo, provincia de Asturias, donde comienza el Camino de Santiago, una de las más famosas rutas de peregrinación en el mundo cristiano cuyo origen se remonta al medioevo. Se trata de una serie de itinerarios desde diversos puntos geográficos de España que terminan en la tumba del Apóstol Santiago, en la Catedral de Compostela.

La vida es un camino. Vivir es caminar y es elegir una meta. Todos vamos por diversos caminos, y miente quien diga que no camina. Se vuelve camino aquello que tiene nuestra atención, lo que escuchamos, en lo que están fijos nuestros ojos, aquello que nos levanta cada día.

Muchas veces en el camino encontramos puntos de no retorno. Se cuenta que en 1521 el caudillo Hernán Cortés, en la conquista de México, después de consultar a su consejo de guerra, mandó hundir la mayor parte de sus barcos. Lo hizo para que nadie tuviera la tentación de recular por los peligros de aquella gran hazaña. Así nació la expresión "quemar las naves". Cuando en el mundo bíblico Eliseo se encontró con el gran profeta Elías, quemó su arado y asó en él la carne de sus bueyes. No podía volver a ser campesino sino únicamente hombre al servicio de Dios.

Hace unos días conversé con un joven de 29 años, originario de Ciudad Juárez, que recorrió en España solo, más de 300 kilómetros a pie en el Camino de Santiago. Otros amigos de esta ciudad que han hecho lo mismo me han compartido que esta experiencia es de tal intensidad para la vida espiritual que las personas se confrontan con sus propios demonios para luego encontrarse profundamente con Dios. La vida no vuelve a ser la misma después de vivir el Camino de Santiago.

Así la vida tampoco vuelve a ser la misma cuando uno encuentra a Jesús. San Ignacio de Loyola, cuyas huellas hemos seguiremos en estos días por España, después de leer un libro sobre la vida de Cristo y de los santos, decidió no servir a reyes terrenales sino a Jesucristo, el Rey del cielo. Su vida encontró el punto de no retorno y nos enseñó que el hombre fue creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios en esta vida, y así salvar su alma para la vida eterna.

Nada es más importante que conocer si mis caminos conducen a Dios, y nada es más urgente que darme cuenta si mis caminos son peligrosos. Si es así pido a Dios no descaminar y volver a tomar la ruta, porque hallar a Jesús, renunciar a caminos disfrazados y decidirme por él y su reino es el principio de la vida bienaventurada.

Nuestros cuerpos sufrientes

A medida en que pasan los años nos vamos haciendo personas más vulnerables en nuestra dimensión física. Aparecen nuevas dolencias, se manifi...