San Pedro en su segunda carta nos invita a crecer. Así como muchas personas en el mundo se afanan por crecer en educación, en puestos de trabajo, en dinero, fama, poder y placer, así los cristianos estamos llamados a crecer en el conocimiento y en el amor a Jesús. Tampoco nosotros queremos quedarnos atrás en el camino de la santidad. San Pedro nos presenta una escalera por la que hemos de ascender: "poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor". (2Pe 1, 7)
Hoy me pregunto si tengo hambre de crecer en la escucha de la Palabra de Dios, si deseo profundizar en conocimientos sobre Dios y sus cosas, si quiero abandonar algunos peldaños del pasado en los que tuve pactos con el mal, si deseo orar un poco más y mejor o tener alguna virtud que no he cultivado. Subamos por esa escalera con la alegría de que estaremos acumulando esos tesoros que no se oxidan y que nunca mueren.
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