miércoles, 13 de agosto de 2014

Nuestra belleza

Podemos pensar que Jesús de Nazaret es demasiado exigente. Pide hacer cosas que nos parecen imposibles, como el amor al enemigo. Nos queda claro que el alma humana va volviéndose más bella en la medida en que ama a Dios. Pero también amar a todos –aún al enemigo–nos embellece. De hecho, si no amamos a todos, hasta la muerte, somos nosotros los más dañados. Cuando Jesús nos enseña que nuestro amor y el perdón debe llegar aún al enemigo, no nos impone una carga pesada, sino que nos muestra el camino para alcanzar la belleza para la que fuimos creados. Contemplar su corazón traspasado nos hará descubrir la belleza de un Dios rico en misericordia, y toda la belleza a la que estamos llamados.

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