martes, 23 de enero de 2024

Falsa brújula moral


Ser cristiano tiene una fascinación: seguir a Jesucristo que nos llama a la santidad y nos promete la vida eterna. A nadie le pone Jesús un camino fácil para llegar al Cielo; es necesaria la conversión y por eso el Señor inició su ministerio con un llamado: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia" (Mc 1,15).

Más adelante dirá a sus seguidores: "El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí" (Mt 10,38). Les señaló que el bien de la salvación es arduo: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán" (Lc 13,24). El cristiano siempre deberá ser un combatiente esforzado, ayudado por la gracia divina, para avanzar en su santificación.

Hoy, en torno a la teología moral se propone un cambio de modelo para resolver los dilemas en que muchas veces se encuentra la conciencia frente a las decisiones que debe tomar para hacer el bien y evitar el mal. La moral de la Iglesia es la que dictan los mandamientos de la Ley de Dios, los cuales están inscritos en nuestra naturaleza humana: "Amarás a Dios sobre todas las cosas", "No mentirás", "No matarás"... Se trata de absolutos morales a los que el cristiano debe ajustar su conducta a fin de conseguir su salvación.

Hoy se escuchan voces dentro de la Iglesia que buscan dejar la moral cristiana por otros modelos como el de "buscar el bien a medias" o el del "discernimiento". Esto quiere decir que al creyente la Iglesia sólo debe pedirle que haga todo el bien posible en la situación de pecado en la que vive, pero sin exigirle una verdadera conversión en su vida moral porque no tiene la capacidad para vivir los ideales de Cristo.

Por ejemplo, a una persona que vive en concubinato o adulterio no se le podría pedir que viva en castidad con su pareja ya que no podrían alcanzar ese ideal; tampoco a un individuo dedicado a ganar su sustento de manera ilícita, como en el narcotráfico, podría exigírsele que abandonara esa forma de vida, debido a que siempre vivió en ese ambiente. A dos personas del mismo sexo que practican actos homosexuales no podría pedírseles que se abstuvieran de tales actos sólo porque no tienen la fuerza para hacerlo. Impensable pedir a un hombre que pertenece a una familia de chamanes que deje de practicar la hechicería, porque así lo ha hecho durante toda su vida para ganar su sustento.

En estos ejemplos hay algo de verdad, y es que Dios quiere que todos demos pasos, pequeños o grandes, hacia una vida más plenamente cristiana. A nadie se le puede exigir, de buenas a primeras, que alcance el ideal moral al que está llamado, especialmente cuando la persona empieza a conocer a Dios. La conversión del pecador es gradual, pero la Ley de Dios no lo es. Esto quiere decir que Dios es paciente con nosotros para que, entre caídas y fracasos, vayamos avanzando en una vida más virtuosa. Lo que no significa que quienes vivimos en pecado, y no podemos dejarlo tan fácilmente, creamos que estamos en buena amistad con Dios.

Hoy se escuchan voces que hablan de "discernimiento". Se nos dice que debemos educar nuestra conciencia en el arte de discernir. Los divorciados vueltos a casar deben iniciar un proceso de discernimiento. Supongo que también deben discernir quienes viven permanentemente en alguna situación de pecado, como las que ya mencionamos. Se debe dialogar y discernirlo todo. En pocas palabras se trata de buscar un bien moral ajustado a nuestra comodidad.

Detrás de la palabra "discernimiento" se propone un cambio en la teología moral católica, lo cual es absurdo ya que la moral es una y no está sujeta a cambio. Se pretenden dejar las normas morales objetivas que nos dan los mandamientos para tratar de interpretar las situaciones, los momentos históricos, la cultura, el entorno, ya que el hombre no sólo es intelecto y voluntad sino que está hecho de pasiones, pulsiones, sentimientos, experiencias, costumbres, circunstancias, historia familiar. Se quiere desvanecer la posibilidad de vivir en el bien absoluto para que todo sea discernido, dialogado, interpretado de manera subjetiva y así vivir en nuestra propia comodidad.

Estas voces novedosas no aparecen en la encíclica "Veritatis splendor" de san Juan Pablo II, ni en toda la enseñanza moral católica tradicional.

Las nuevas propuestas morales son, en realidad, una trampa que deja al cristiano en la mediocridad porque ya no se le puede exigir nada en su conducta. Si a nadie se debe pedir el bien absoluto, ¿para qué hablar de santidad? Si los valores cambian y se transforman según las personas y sus sentimientos, ¿para qué emprender el combate espiritual contra los enemigos externos e internos? Habrá quien crea que Jesús seguramente se volvió loco cuando dijo "Sean perfectos como el Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48); o cuando expresó aquello de que quien se irrita contra su hermano merece ser condenado en el tribunal (Mt 5,22); o cuando dijo "Lo que Dios unió que no lo separe el hombre" (Mt 19,6).

Los cristianos necesitamos retomar el ideal de la santidad, y no acomodarnos al espíritu del mundo. La única brújula moral es la que la Iglesia siempre ha enseñado. Buscar la tranquilidad de la conciencia por el camino del "discernimiento" o del "bien a medias" sólo hace a la sal perder su sabor para que la pise la gente. Querer cambiar los criterios de la moral conduce, justamente, a esa "mundanidad espiritual" que hoy, en la Iglesia, se denuncia con tanta insistencia. 

9 comentarios:

  1. ojalá llegue muy lejos esta reflexión y a muchas personas .. duele que estemos justificando o licuando cómodamente el Mensaje de Jesucristo, :/

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  2. Pongamos nuestros corazones y nuestra vida en la Verdad, busquemos esa Santidad que nos sigue. Oremos los unos por los otros.

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  3. Como hace falta catequesis de este tipo en las iglesias tristemente muchas veces los sacerdotes usan los sermones para contar cosas de la historia o explicar como se vivía en aquellos tiempos pero no nos dan este tipo de enseñanza, se que se necesitaría mucho tiempo pero si cada sermón se diera un poco de esto seríamos católicos con mas criterio y no cualquiera nos cambiaría de opinión 🥺

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  4. Excelente meditación a la luz de las barbaridades de Bergoglio y su 2o abordo, quienes ambos parecen estar más al servicio de agenda 2030 de la ONU que discípulos a cargo de la verdadera Iglesia que instituyó Jesucristo. A pesar de eso debemos estar UNIDOS pero como bien hace Ud Padre, dejando bien claro dónde está la VERDAD.

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  5. Siempre pongámonos en los zapatos del otro .

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  6. Es enserio que esta comparando a homosexuales con narcotraficantes?

    Miguel Ángel
    Oscar Wilde
    Leonardo da Vinci
    Shakespeare
    Platón
    Sócrates
    Alejandro Magno

    ...por mencionar a algunos, y muchos homosexuales a lo largo de la historia han sido genios, artistas, personas brillantes, que su orientación deja ser un tema importante y que no define a una persona.

    Lo que si define a una persona y se le puede señalar y merece todo el desprecio y castigo es por ejemplo a los pederastas, y la misma autoridad de la iglesia que los encubre.

    Basta de generalizar, y querer dar sermones de doble moral

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    1. Ese no es el tema del artículo, y no hay ninguna comparación entre narcos y homosexuales.

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  7. Gracias Padre por sus reflexiones que nos ayudad a ver con claridad cuando la mayoria de los medios tienden un velo sobre la moral

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