El arte moderno es frío y feo. Ese arte de hoy parece afirmar que no existe el verdadero orden de las cosas. Parece que nada tiene propósito. Dirá san Pablo que “Dios no es el autor de la confusión” (1Cor 14,33)… En cambio dice san Juan que “Dios es amor” (1Jn 4,8). Durante siglos, en la Edad Media, la literatura, la música, la pintura, tenía que ver con el amor. Los pensadores medievales buscaban un modo de hallar cómo el verdadero amor humano emerge del amor que viene de Dios. La fe cristiana nos dice que existe una belleza final e inmutable, belleza que nos abre el apetito. Por eso buscamos el amor. En el fondo de la búsqueda de nuestros amores humanos está el anhelo más profundo del alma, que es encontrar un día el amor divino en plenitud.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
El arte es búsqueda de la belleza, que en definitiva, es la búsqueda de Dios, sólo que ahora el hombre anda bastante perdido en ese tema.
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