H ace tiempo conocí a una persona que, con gran piedad y devoción, acudía diariamente a la Eucaristía. Me pareció extraño que, durante la homilía, cuando en ocasiones yo abordaba el tema de la persecución sandinista al obispo Rolando Álvarez y a los católicos de Nicaragua, esa persona se levantaba de su lugar, e indignado abandonaba el templo. Sucedió varias veces hasta que tiempo después recibí una carta donde la persona lamentaba mucho que yo fuera un sacerdote "fascista" y que por ese motivo decidía abandonar la parroquia. Lamento que haya católicos que sean más fieles a las ideologías que a las enseñanzas de la Iglesia. Cuando en la predicación sagrada se denuncian temas sensibles, tales como los nuevos libros de texto con los que el gobierno de México quiere adoctrinar e hipersexualizar a los niños, el aborto o la ideología de género, esas personas se ofuscan, se enfadan y se ponen mal con uno. Después de leer un artículo que escribí sobre la nueva escuela mexicana, mole...
Vida católica: frontera México-Estados Unidos