En noviembre de 1972, Pablo VI hizo algunas catequesis sobre el demonio. Ante los hechos de pesimismo que sacudían a la Iglesia después del Vaticano II, el papa dijo: “Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el diablo, ese ser misterioso del que san Pedro habla en su primera Carta”. Tenía “la sensación de que el humo de Satanás se había colado por alguna fisura en el Templo de Dios”. Y pensaba que la demonología era una parte muy importante en la teología y que hoy estaba muy descuidada. La reacción de la prensa fue ácida y virulenta. Se acusó al papa de regresar a creencias ya superadas por la ciencia y de querer volver al Medioevo. Sin embargo estas fueron las catequesis más lúcidas y valientes de Pablo VI, quien se atrevió desenmascarar al enemigo, el cual, al saberse descubierto, vomitó su furia a través de periodistas inconscientes.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Hola Padre. Realmente muy buena su nota y justamente algo así quiero plasmar en mi novela. Agradezco su ayuda.
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