domingo, 18 de agosto de 2019

Alberto Bailleres, ganadero

«La profesión de ganadero exige una apasionada entrega hacia el arte de la tauromaquia»

Es el segundo hombre más rico de México y el trigésimo segundo del mundo, según la revista «Forbes». Economista y empresario, Alberto Baillères es también ganadero de las divisas de Begoña y Mimihuapam y acaba de triunfar en Las Ventas en el debut de Zalduendo. Este exitoso hombre de negocios es también un hombre discreto que apenas concede entrevistas, pero quiso hablar de toros con el director del portal taurino «Mundotoro», Carlos Ruiz Villasuso.

-¿Qué supone para un ganadero de larga tradición en México un triunfo como este en la primera plaza del mundo?
-Supone algo así como alcanzar la gloria. Ya el hecho de lidiar en LasVentas en San Isidro lo consideraba una meta muy ambiciosa y difícil deconseguir. Haberlo logrado con un triunfo como el de hoy es maravilloso. Un sentimiento difícil de explicar. Estos triunfos tan difíciles de conseguir son los que nos compensan y mantienen con ilusión en la muy difícil tarea de criar toros

-Ser ganadero hoy en día a veces es estar en el lado más débil del toreo…
-Esta profesión tiene muchos matices. Destacaría algunos. Es de mucha entrega y sus resultados son de largo plazo. La decisión que tomas hoy, sabes sus resultados hasta dentro de 4, 5 o 6 años. Tiene la virtud de que te enseña a ser humilde, ya que a pesar de todo el amor, tiempo y dedicación que les das, nunca llegas a saber qué van hacer tus toros a la hora de salir a la plaza. ¡Efectivamente el ser ganadero es estar en el lado más débil del toreo!

-¿Qué lo llevó a ser ganadero de bravo en España? ¿Y por qué Zalduendo?
-Desde hace muchos años me tentaba la idea de llegar a ser ganadero en la cuna de la tauromaquia que es España. Sin embargo, desechaba esa idea dado lo complicado que supone manejar la crianza de ganado bravo con el Atlántico de por medio y la ya muy complicada agenda que tengo. Sin embargo, hace algunos años me llegó el rumor que Fernando (Domeq) estaba pensando vender su ganadería de Zalduendo, versión a la que no le di ninguna credibilidad. Tengo amistad con la familia Domecq desde hace varios años. Fernando me invitó a tentaderos en su finca y me llamaban mucho la atención sus ideas sobre el toro bravo que quería crear: se entusiasmaba cuando describía la embestida del toro mexicano; su convicción sobre la morfología del toro bravo más apto para hacer el toreo de arte que le gusta al público de hoy. Coincidimos en ambas ideas. Era una delicia y aprendizaje el platicar con él sobre la crianza de reses bravas. Fue uno de los ganaderos más grandes y conocedores de esta difícil y apasionada profesión. Además, cuando tuve oportunidad de ver lidiar sus toros, me encantaba su comportamiento. Siempre consideré a Zalduendo como una de las mejores ganaderías de España. Por esta razón, en una visita a Madrid, llamé a Fernando por teléfono y le pregunté si era cierto que pensaba vender Zalduendo. Me dijo que por qué se lo preguntaba, que si yo estaría interesado. Le respondí que pudiera ser. Me dijo si quieres, vamos hablar cuando puedas. Le respondí: ¿qué te parece hoy que estoy aquí en Madrid? Perfecto, me contestó, vente ahora a la casa. Así lo hice, acompañado de mis hijos Alejandro y Juan Pablo. Conversamos y, en un par de horas, llegamos a un acuerdo para comprarle el 100% de su ganadería. No resistí la oportunidad de hacerme ganadero de bravo en España con una ganadería de la calidad de Zalduendo, ¡olvidando todos los inconvenientes que representan esta aventura!

-¿Cómo explica que Fernando nunca lidió una corrida en Madrid?
-Él decía que no cambiaría la morfología de sus toros para poder lidiar con el tipo de toro que hoy se exige en Madrid. Coincido con él y una de las primeras instrucciones que le di a mi hijo Juan Pablo (quien es el que me acompaña en esta profesión) y a nuestro mayoral es que mientras yo esté al frente de la ganadería no voy a permitir intentar cambiar la morfología de nuestros toros para lidiar en Madrid u otras plazas de primera. Creo que algunos encastes han perdido su esencia por cumplir con esta exigencia. Te preguntarás entonces, ¿cómo venimos a Madrid? Después de cinco años de manejar la ganadería hemos logrado con base en buena alimentación, selección y manejo, que los toros logren un desarrollo al máximo sin cambiar sus hechuras. La corrida de hoy la reseñamos y preparamos desde hace dos años. Ya conociendo más la genética de la ganadería y apostando mucho más que siempre.


-¿Sinceramente soñó o pensó alguna vez que iba a salir un toro de la calidad para torear como «Bonito»?

-Soñarlo o pensarlo, sinceramente sí, porque ya hemos lidiado toros con esa calidad. ¿Que saliera en Las Ventas abriendo plaza en la reaparición de Zalduendo después de 170 años de no haber lidiado una corrida en Madrid? Por supuesto que no. Mira, me costó mucho trabajo tomar la decisión de venir a Madrid. Era una apuesta con mucho que perder. Pero pudo más la ilusión que la razón. Ya faltando pocos meses, pedía a Dios que el resultado fuera digno de la divisa y de mi familia. O sea, pedía que estuviera bien presentada para que no rechazaran ningún toro; que se comportaran razonablemente bien y, como un verdadero regalo, que algún matador cortara una oreja. Lo que se dio fue espectacular y no dejo de darle gracias a Dios y a la Virgen de Guadalupe. Tres orejas y abrir la Puerta Grande con dos faenas de Antonio Ferrera cumbres, llenas de contenido espiritual y de un arte que sólo cuando colaboran los duendes se puede dar. Eso nunca lo olvidaré y lo considero un logro muy importante en mi carrera como ganadero.

-Usted conoce bien el mundo del éxito y el trabajo que cuesta lograrlo. ¿Cree usted que en el toreo, ser ganadero y ser torero, tiene al trabajo y al sacrificio como base principal?
-Por supuesto que sí. Si alguna profesión requiere para tener éxito, del trabajo y del sacrificio es la de ganadero y de torero. Recuerdo una frase que hizo famosa mi querido y recordado cronista de toros, Don Pepe Alameda: «El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega». Para el ganadero, como para el torero, esta profesión exige una apasionada entrega con un amor apasionado por lo que significa el arte de la tauromaquia.

-Sinceramente, ¿su vida sería incompleta o le faltaría algo a pesar de tener una gran familia y éxito en todos los órdenes, si no participara en el toreo?
-Qué pregunta tan difícil. Yo tengo tres grandes amores que han inspirado mi vida: mi amor a Dios, mi amor por mi familia y mi amor por mi querido México. Mi vida gracias a Dios es muy completa y, el balance, de grandes satisfacciones. ¿Sería incompleta si no participara en el toreo? No lo sé. Lo que te puedo asegurar es que me hubiera perdido de una pasión y de un amor por el toreo que es único e indescriptible. La tauromaquia gira alrededor de un animal salvaje e impredecible, el toro, y de un ser humano que arriesga su vida por el placer de crear en el proceso una obra de arte que emociona -a los que nos gusta-, de una manera profunda hasta provocar las lágrimas, como lo pueden hacer una obra de Picasso o Miró, o una composición musical de Bach o Beethoven. O puede ser aún más intensa porque es efímera e instantánea, que no se puede plasmar para la eternidad; es irrepetible, por lo que su impacto emocional es muy profundo. Por todo esto me siento un privilegiado al participar intensamente en el toreo.

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